El Convent 1613, descanso entre muros del siglo XVII en Matarra?a

Somos Mariano, Ignacia, Ana Marta, Elena, Sara y Diana, y El Convent es nuestro hotel¡±. Con semejante presentaci¨®n de la familia Romea, arraigada desde siempre en la comarca turolense del Matarra?a, solo queda darse un paseo por el interior. Adosado a una iglesia plateresca de 1613, el convento de M¨ªnimos de San Francisco de Paula se reconoce por su portada abierta en arco triunfal, con un marco de pilastras acanaladas y sendas enjutas grabadas en tondos. Sus tres plantas de canter¨ªa se abren en balcones y vanos adintelados, con un remate en pecho de paloma a lo largo de toda la cornisa. El edificio, distendido en una sucesi¨®n de estancias de capilla, resquicios claustrales y parte de las pinturas que lo exornaban en su primera ¨¦poca, fue abandonado tras la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal hasta principios del siglo XX, cuando un ancestro de la familia lo adquiri¨® como residencia. En 1999, al fragor de la ola neorrural, se transform¨® en hotel.

Un acristalamiento en 360 grados permite contemplar el espacio que ocup¨® la nave central de la iglesia, hoy constituida en un patio de evocaci¨®n ar¨¢biga por el gorgoteo de la fuente central. Diversos salones otorgan al hu¨¦sped el distanciamiento requerido para una estancia libre de contactos. Uno de ellos, orientado a los arcos de la iglesia, abriga los inviernos con su poderosa chimenea de le?a y sillones orejeros que invitan a una siesta. En verano, el sesteo se goza mejor en las hamacas de la piscina, en medio de un jard¨ªn.

Pepe Cerd¨¢, Jorge Gay, Gregorio Millas, Ignacio Mayayo, Jos¨¦ Luis Cano y otros artistas comprometidos con el Matarra?a exponen sus obras en las dependencias del convento, incluidas sus habitaciones m¨¢s codiciadas. Sitas en el edificio principal, las j¨²nior suites exhiben las b¨®vedas originales con sus arcos neog¨®ticos, el pavimento hidr¨¢ulico centenario o los doseles de tapicer¨ªas gruesas (necesitados de un repaso). En un ejercicio de malabarismo por adaptar las capillas eclesiales al momento actual, siete dobles se significan por sus b¨®vedas de revolt¨®n, su viguer¨ªa abuhardillada y unos suelos r¨²sticos de barro. Otros 10 dormitorios buscan encaje en la geometr¨ªa irregular del jard¨ªn, con terrazas de forja y arcos miradores sobre los tejados fresnedinos y el horizonte vecino de los puertos de Beceite y Calaceite.

Exquisiteces aparte, la cocina del hotel ofrece un cesto de mimbre y manta para hacer p¨ªcnic en alg¨²n rinc¨®n perdido del Matarra?a.