Chiclana de la Frontera, ciudad de playa y fino
Paseo por el centro hist¨®rico, una parada imprescindible en sus bodegas, visita al Museo del Vino y la Sal, y diversi¨®n vespertina en el arenal de La Barrosa de la localidad gaditana
A media hora de C¨¢diz en coche se avista Chiclana de la Frontera. Un pueblo con pasado fenicio y cinco bodegas clave, herederas de su tradici¨®n vin¨ªcola. Gracias al vino, el rey Alfonso?XII le otorg¨® en 1876 el t¨ªtulo de ciudad. Hoy sus monumentos color albero y el r¨ªo Iro, navegado por romanos y fenicios, le conceden un aire noble y de calma. No cabe el aburrimiento en este rinc¨®n de la Costa de la Luz ni en la playa de La Barrosa, su amplio arenal de ocho kil¨®metros con un chiringuito cada 50 metros. Para situar en el mapa este pueblo-ciudad, los chiclaneros han creado la firma tur¨ªstica Destino Chiclana, y Mila Bulpe es su cara visible. ¡°El pescado de esteros [explotaciones salineras], la uva [mayormente, palomino fino y moscatel] y las playas de Chiclana son algo ¨²nico¡±, apuntilla desde la oficina municipal de Dinamizaci¨®n. Pese a carecer de estaci¨®n de autob¨²s para dar servicio a sus 85.500 lugare?os (en verano puede triplicar la cifra), es un destino nacional clave.
9.00. Homenaje al at¨²n
Los alrededores buscan su sitio al albur del jaleo chiclanero. Un desv¨ªo en la autov¨ªa, al sur, nos reta a comprobarlo en Conil de la Frontera (1), donde iniciamos el recorrido. Son c¨¦lebres los roces entre chiclaneros y conile?os, alejados por 20 kil¨®metros de asfalto. Culebreamos, entre bares y comercios, hasta desayunar un bol de frutas eco y un caf¨¦ en el nuevo y delicioso Malcaf¨¦ Coffee & Deli (calle de Antonio Ureba, 17). Despu¨¦s, visitamos la plaza para contemplar la inmaculada iglesia de Santa Catalina, y callejeamos hasta su avenida playera, donde un at¨²n gigante de acero y bronce del chiclanero Pedro Luis Barber¨¢ (el primero de una serie repartida en ciudades atuneras) pone un toque de concordia entre ambas pedan¨ªas.
10.30. Pasado fenicio
Dejamos Conil para perdernos en Chiclana, cuna de leyendas. En el coraz¨®n de su centro hist¨®rico, justo en la ilustrada plaza Mayor, luce la iglesia mayor de San Juan Bautista (2), una joya del neocl¨¢sico. A su lado, la torre del Reloj del siglo XVIII, con su arquillo, y el Museo de Chiclana (3), custodiados por una escultura del c¨¦lebre p¨¢rroco Padre Almandoz. Cerca se puede visitar el yacimiento fenicio Cerro del Castillo. Despu¨¦s, tras caminar unos 15 minutos, el mirador de la ermita de Santa Ana (4) ofrece desde lo alto unas vistas de infarto sobre la bah¨ªa de C¨¢diz.
12.00. Jerez, desde 1933
El chiclanero es, ante todo, leal al fino. Su denominaci¨®n de origen Jerez-X¨¦r¨¨s-Sherry, en la regi¨®n de El Marco de Jerez, es la m¨¢s longeva de Espa?a (data de 1933). En su honor, visitamos dos bodegas c¨¦ntricas. En El Sanatorio (5), entre barricas y fotos de ancestros, sirven finos en copa a nueve grados. Es la central de catas de la bicentenaria Manuel Arag¨®n. Cerca, y tras los portones de Bodega Cooperativa (6), resucitada en el a?o 2000, muestran la fermentaci¨®n del vino en una de sus 1.500 barricas de fino, moscatel y cream (tambi¨¦n hacen vinagre). Dicen producir dos millones de litros al a?o.
13.00. Escenario salino
Con todo, las 30.000 hect¨¢reas de vi?edos se han reducido dr¨¢sticamente. El recuerdo de la tradici¨®n vin¨ªcola y salinera de Chiclana se guarda en el genuino Centro de Interpretaci¨®n del Vino y la Sal (7), un bello museo con objetos y fotograf¨ªas alusivas. Nos hacemos un selfi bajo una instalaci¨®n de sal marina. Alejadas del centro y m¨¢s pegadas al Atl¨¢ntico, las salinas de Santa Mar¨ªa de Jes¨²s (8) son testimonio de su ya escasa recolecci¨®n artesanal.
14.00. No te olvides del abanico
La ¨²ltima visita cultural nos lleva a contemplar el retablo barroco de la iglesia de Jes¨²s Nazareno (Jes¨²s Nazareno, 1) (9). Las monjas agustinas de su convento anexo elaboran un dulce de almendras que se puede catar para cenar en el cercano restaurante El Molino Tapas (956 53 50 11) (10). Una parada antes de poner rumbo a la zona playera puede ser para llevarnos un abanico artesanal de Arte y Moda La Flamenca (11) y capear as¨ª el calor.
En un extremo de La Barrosa se divisa la isla del castillo de Sancti Petri (667 50 23 69; info@elcastillodesanctipetri.com) (12), que bautiza una playa y un poblado, en pleno parque natural Bah¨ªa de C¨¢diz (13). La leyenda dice que all¨ª fue enterrado H¨¦rcules. Se puede explorar en barco, y tambi¨¦n con una visita guiada. En el centro se asienta la urbanizaci¨®n Novo Sancti Petri, donde el chef ?ngel Le¨®n tiene Alevante (14), con una estrella Michelin, en el hotel Gran Meli¨¢.
15.00. El sabor del garum
En busca del ¨²ltimo grito, a la altura de la torre del Puerco (15) ¡ªuna atalaya vig¨ªa del XVI¡ª avistamos El Cuartel del Mar (16), un multiespacio que mira al Atl¨¢ntico. Fue cuartel de la Guardia Civil y hoy acoge un restaurante con dise?o de Alejandra Pombo y una buc¨®lica terraza donde deleitarse con la cocina de Manuel Berganza y sus platos con garum, una salsa romana de pescado. Tambi¨¦n hay galer¨ªa de arte, bicis, cursos de surf y los c¨®cteles de Luca Anastasio triunfan en el patio y la azotea.
17.00. La hora del chiringuito
Junto a La Barrosa est¨¢ el castillo de Sancti Petri, que bautiza una playa y un poblado en pleno parque natural
Tras el ¨¢gape, es momento de un buen ba?o para luego acercarse al Coconovo (17), un beach club con m¨²sica en vivo de pop o flamenco y camas balinesas que se abarrotan de j¨®venes (y no tanto) para ver la puesta de sol. Sirven ¡°cocina fusi¨®n vasco-asi¨¢tica¡±. A 50 metros de distancia, Atenas (18) le hace competencia.
22.00. Noche flamenca
La luna invita a pescar en familia y con linternas sargos, urtas y doradas en la orilla. La noche en Chiclana se remata en los bares de la avenida de La Barrosa o con el flamenco de la Pe?a Flamenca Chiclanera (calle de la Luna, s/n) (19). Para dormir, una buena opci¨®n es elegir el c¨¦ntrico hostal boutique Casa La Laja (20), del siglo XVIII. Modernidad y tradici¨®n conviven en Chiclana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.