Desde la celda de Adso de Melk
La famosa abad¨ªa austriaca que inspir¨® la novela 'El nombre de la rosa' inicia un pl¨¢cido recorrido por el valle del Wachau siguiendo el Danubio
Seg¨²n narra su introducci¨®n, la c¨¦lebre novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco, est¨¢ basada en un manuscrito encontrado en la biblioteca de la abad¨ªa de Melk, a orillas del Danubio, en plena campi?a austriaca. Desde una celda de este imponente monasterio, el ya anciano Adso (que en la novela es el monje disc¨ªpulo de Guillermo de Baskerville) se dispone a dejar constancia de ¡°los hechos asombrosos y terribles¡± que presenci¨® en su juventud. Pues bien; aqu¨ª, en Melk (a 88 kil¨®metros del centro de Viena), bajo la omnipresencia del monasterio benedictino encaramado en un acantilado rocoso, comienza esta ruta de un d¨ªa por el valle del Wachau (Baja Austria), declarado, por su historia y su belleza, patrimonio mundial de la Unesco.
Al ser uno de los lugares religiosos m¨¢s importantes del centro de Europa, la abad¨ªa fue sufriendo distintas modificaciones a lo largo del tiempo. Adquiri¨® su aspecto barroco actual ¡ªque en modo alguno reconocer¨ªa el monje Adso¡ª, de color blanco y albero, entre 1702 y 1736, tras la reforma dirigida por el arquitecto Jakob Prandtauer. El conjunto que se visita es abrumador: la plaza o patio del prelado, con la fuente, la c¨²pula de la iglesia y las pinturas barrocas de Franz Rosenstingl al fondo; la Kaiserstiege o escalera del emperador; la Sala de M¨¢rmol, anexa al ala imperial; el museo con antiguos manuscritos y otros objetos lit¨²rgicos y la galer¨ªa exterior, con impresionantes vistas sobre el Danubio, que une el ala imperial con la biblioteca.
Esta conforma, sin duda, el plato fuerte de la visita al monasterio. Adem¨¢s de ser el lugar en donde, seg¨²n la ficci¨®n de Umberto Eco, Adso de Melk le¨ªa a escondidas novelas de amor, hoy la biblioteca alberga, aproximadamente, 1.800 manuscritos desde el siglo IX y cerca de 750 incunables. En total, unos 100.000 vol¨²menes, entre los que en 1997 se descubri¨® un fragmento del siglo XIII del Cantar de los nibelungos. Es de mencionar tambi¨¦n que el monasterio tuvo su propia escuela, en torno a la que se desarroll¨® un scriptorium, o sala de escritura, de la que se conservan algunos manuscritos ilustrados del siglo XIII. Pero como ocurri¨® con casi todas las grandes abad¨ªas, el 14 de agosto de 1297 un terrible incendio la arras¨® por completo, incluida la biblioteca, destruyendo la mayor parte de las fuentes y documentos anteriores a esa fecha.
Nada mejor que pasear por la tranquila Melk al concluir la visita al monasterio. El edificio del Forsthaus alberga los archivos de la ciudad y muy cerca est¨¢ tambi¨¦n la oficina de informaci¨®n tur¨ªstica (Kremserstra?e 5). Desde ah¨ª se accede a la calle de Viena, que lleva a la plaza del Ayuntamiento (Rathausplatz), en cuyas terrazas o tabernas es recomendable tomar un vino local con un escalope vien¨¦s (Wiener Schnitzel) servido con ensalada de patatas y rodajas de lim¨®n.
Desde Melk, y siempre pensando que la ruta es solo de un d¨ªa, podemos seguir en barco, en autob¨²s o incluso en bicicleta (muy recomendable, pues el camino es llano). El crucero por el Danubio va pasando por cada pueblito, al igual que el autob¨²s, que serpentea por carreteras circundadas de vi?edos. Al clima y las condiciones de las inclinadas laderas de piedra sobre las que se asientan las vi?as debemos los conocidos vinos Rieslings (secos) y Gr¨¹ner Veltliners, propios de la zona. Adem¨¢s de la viticultura, la producci¨®n de albaricoques es un pilar importante en la econom¨ªa local.
Uno de los puntos m¨¢s populares del valle, a 23 kil¨®metros de Melk, es D¨¹rnstein, con casitas de tejados a dos aguas, api?adas en torno a la iglesia barroca pintada de a?il y blanco. Lo corona el castillo y, aunque subir a pie nos llevar¨¢ una media hora, merece la pena: desde arriba se puede ver c¨®mo el valle encajona al r¨ªo entre colinas arboladas y pueblitos de apenas un pu?ado de casas.
La canci¨®n del rey Ricardo
Tambi¨¦n se puede pasear entre las ruinas donde el rey de Inglaterra, Ricardo Coraz¨®n de Le¨®n, fue encerrado como prisionero del duque Leopoldo VI de Austria. Ocurri¨® entre 1193 y 1194, durante la Tercera Cruzada, al ser Ricardo sospechoso de intento de homicidio a su primo Conrado de Montferrat. La leyenda cuenta que cuando a Ricardo lo toman prisionero, su trovador Blondel recorre todo el pa¨ªs busc¨¢ndolo. En cada castillo canta una canci¨®n que solo ellos dos conocen. Al llegar a D¨¹rnstein recita la primera estrofa, el rey entona la segunda y de ese modo comienzan las negociaciones del millonario rescate en oro. D¨¹rnstein es tambi¨¦n el lugar ideal para comprar o degustar alguno de los tradicionales productos fabricados con el albaricoque de la zona: el frizzante, el n¨¦ctar, la mermelada, el chutney, el chocolate, el brandi o el licor, entre otros.
Muy cerca de aqu¨ª (a unos siete kil¨®metros) est¨¢ Krems. Lo primero que llama la atenci¨®n, a poco que paseemos por sus calles, es la cantidad de museos y la intensa vida cultural. La Kunsthalle Krems, situada en una vieja f¨¢brica de tabaco, alberga exposiciones temporales y obras de Egon Schiele, Oskar Kokoschka, Anton Kolig, Herbert Boeckl, Rudolf Wacker, entre otros. Eso s¨ª, est¨¢ cerrada (hasta nuevo aviso) desde el pasado 26 de diciembre por la covid. Junto a ella se encuentra el museo de la caricatura (tambi¨¦n cerrado temporalmente) y el Air-Artist in Residence, que ofrece residencias de uno a tres meses a m¨²sicos, pintores y escritores de todo el mundo. La puerta de Steiner, flanqueada por dos torres redondas, da paso al casco antiguo. En la Obere Landstra?e se puede disfrutar de un helado o hacer compras, y no muy lejos se encuentra la estaci¨®n.
De vuelta a Viena, sentados en el tren, se adue?a de nosotros el sordo desasosiego que trae la luz de la tarde, y que nos recuerda que la ruta llega a su fin. Si contamos con alg¨²n d¨ªa m¨¢s en la capital austriaca, las opciones son m¨²ltiples: de sus famosos caf¨¦s al palacio del Belvedere (cerrado hasta el 18 de enero), los parques o los museos (el Leopold Museum es uno de los m¨¢s bellos e interesantes del mundo). Pero si estamos en temporada ¡ªentre abril y octubre¡ª es el momento de visitar un heuriger. ?Y qu¨¦ es esto? Pues las tabernas t¨ªpicas ubicadas a las afueras de las ciudades austriacas donde los due?os, viticultores, permiten que la gente saboree el vino de la cosecha del a?o, junto a otras viandas, normalmente platos fr¨ªos. Su nombre viene de heurig, que en alem¨¢n significa ¡°en este a?o¡±, y solo pueden abrir durante el periodo de tiempo indicado. Cuando un heuriger est¨¢ abierto se cuelgan en la entrada un par de ramitas de con¨ªfera, indicando as¨ª que los visitantes son bienvenidos (o ¡°ausg¡¯steckt is¡±, en el dialecto de Austria). Entre los m¨¢s recomendables a las afueras de Viena est¨¢ el de Nussberg, con vistas a la ciudad y m¨²sica en directo.
Cristina S¨¢nchez-Andrade es autora del libro de relatos ¡®El ni?o que com¨ªa lana¡¯ (Anagrama).
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