C¨®rdoba en verde: jardines, senderos, patios y laberintos
La huella de la cultura ¨¢rabe se deja sentir con fuerza al pasear por los rincones m¨¢s verdes de la ciudad andaluza, entre molinos medievales, fortalezas y calles embellecidas con geranios y buganvillas
Laber¨ªntica y llena de poes¨ªa, C¨®rdoba luce una silueta que se recorta contra el tel¨®n de fondo de? Sierra Morena, y un coraz¨®n de arcadas y patios ¨¢rabes, de iglesias medievales, sinagogas y puentes romanos que se asoman al Guadalquivir. Pero la bulliciosa y abigarrada ciudad andaluza cuenta tambi¨¦n con oasis verdes, en forma de parques, jardines y caminos en torno al r¨ªo, o de senderos por su cercana sierra. Y, sobre todo, presume de patios monumentales, conventuales o populares, donde las flores y plantas crean una embriagadora alianza de color, frescura y aromas.
Un paseo junto al Guadalquivir
El primer y m¨¢s evidente respiro urbano en C¨®rdoba es el Guadalquivir y su manso entorno natural. Varios paseos animan a caminar cerca del r¨ªo, en rutas donde emergen molinos fluviales, terrazas que bajan hasta la orilla y zonas exuberantes de fauna y vegetaci¨®n, como el monumento natural de los Sotos de la Albolafia.
Tres senderos urbanos permiten conocer la diversidad ambiental y paisaj¨ªstica de esta zona. El primero es el que parte del molino de Martos y va recorriendo los jardines del balc¨®n del Guadalquivir, cruza el contempor¨¢neo puente del Arenal (de 1993) hasta llegar al parque de Miraflores, inaugurado en 2003, y baja por sus terrazas hasta la orilla sur de la corriente. La segunda de las caminatas transita por una zona rica en fauna y vegetaci¨®n: los Sotos de la Albolafia. Se inicia en el puente romano de San Rafael y atraviesa los cuatro molinos cordobeses de San Antonio, de Enmedio, P¨¢palo Tierno o de T¨¦llez y de la Albolafia. La tercera alternativa es seguir el camino de la Ribera Silvestre, donde conviven lo natural y lo urbano, que se puede recorrer como ruta senderista hasta el ¨²ltimo puente de la ciudad sobre el Guadalquivir. Partiendo del molino de la Albolafia, nos llevar¨¢ r¨ªo abajo por la margen derecha del r¨ªo hasta llegar al moderno puente en forma de arco de Ibn Firn¨¢s, construido en 2011. Entre los hitos en este paseo est¨¢n la noria de la Albolafia y los molinos hidr¨¢ulicos que van quedando en las orillas, s¨ªmbolo de la industria harinera que floreci¨® aqu¨ª durante las ¨¦pocas romana, ¨¢rabe y cristiana. A¨²n quedan 11 de estos ingenios ¡ªque la Junta de Andaluc¨ªa declar¨® monumentos en 2009¡ª, casi todos de construcci¨®n ¨¢rabe. Solo tres siguen funcionando pero con otros prop¨®sitos: el de la Alegr¨ªa, hoy es sede del Museo Paleobot¨¢nico; el de Martos, que alberga el Museo Hidrol¨®gico; y el de San Antonio, reconvertido en una sala de exposiciones. Y muy cerca del puente romano, la noria de la Albolafia, un interesante ingenio fluvial que serv¨ªa para llevar agua de riego desde los jardines del Alc¨¢zar. Aunque de origen romano, el aspecto que presenta actualmente proviene de una restauraci¨®n del siglo IX, durante el califato de Abderram¨¢n II. El espacio natural en el que se enmarca, los Sotos de la Albolafia, es un verdadero refugio verde en el que crecen ¨¢lamos, fresnos, adelfas o lirios de agua entre los que se esconde una valiosa avifauna. Al atardecer se pueden contemplar las bandadas de aves que vuelan hasta el lugar.
El r¨ªo no es solo lugar para pasear por su ribera sino tambi¨¦n para vivir experiencias diferentes, como contemplarlo desde el interior de su cauce, casi tocando sus principales espacios verdes. Solo hay que apuntarse a una ruta en piragua en el Club de Piraguismo de C¨®rdoba, una manera original y diferente de llevarse a casa otra perspectiva de la ciudad.
Senderismo y arqueolog¨ªa por la sierra cordobesa
Antes de internarnos en sus jardines y patios, es interesante explorar otras zonas verdes en los alrededores de la ciudad. Porque C¨®rdoba est¨¢ en las faldas de una casi desconocida sierra, a solo 10 minutos del centro hist¨®rico. En estas lomas que se asoman en la distancia se esconde una naturaleza riqu¨ªsima, llena de color y con paisajes inesperados de bosque mediterr¨¢neo, arroyos en galer¨ªa y dehesas con un gran valor bot¨¢nico. El acceso, adem¨¢s, es muy c¨®modo para el visitante, ya que a la barriada de Santa Mar¨ªa de Trassierra, punto de partida de muchas rutas, se puede llegar f¨¢cilmente en autob¨²s desde el centro de C¨®rdoba.
En estas estribaciones de Sierra Morena se encuentra el conjunto arqueol¨®gico de Medina Azahara, cuya visita nos desvela los entresijos de la corte andalus¨ª del siglo X. Levantada por Abderram¨¢n II entre los a?os 936 y 976 y a tan solo siete kil¨®metros de C¨®rdoba, esta ciudad aglutin¨® las labores tanto administrativas como residenciales del califato y su visita resulta imprescindible para entender el legado hispanomusulm¨¢n en Al-?ndalus. Pero no es la ¨²nica joya hist¨®rica en la zona: cerca est¨¢ tambi¨¦n el Monasterio de San Jer¨®nimo de Valpara¨ªso, fundado en el siglo XV y para cuya construcci¨®n se emplearon materiales procedentes de Medina Azahara. Es un lugar casi m¨¢gico, con una bonita panor¨¢mica del valle del Guadalquivir, con Medina en primer plano y la capital al fondo. El monasterio ha llegado hasta nuestros d¨ªas convertido en un palacio privado, cerrado al p¨²blico, aunque en ocasiones se organizan visitas guiadas. Pese a que no se pueda acceder a su interior, merece la pena subir desde Medina Azahara (a un kil¨®metro escaso) por un camino entre cipreses para contemplar su gran fachada de balcones y ventanas.
Y tras estos dos enclaves hist¨®ricos, los parajes de la transierra cordobesa esconden otros muchos tesoros para caminantes que ans¨ªan un ba?o de naturaleza. Encontraremos rutas po¨¦ticas, como la que sigue el arroyo del Bejarano hasta llegar a los Ba?os de Popea; rutas hist¨®ricas, como la de los puentes romano y califal, o la llamada ruta de Las Ermitas, desde cuyo Balc¨®n del Mundo podremos contemplar un horizonte que en los d¨ªas claros dibuja la totalidad de Sierra Morena.
Entre todas las rutas de la sierra cordobesa, probablemente la m¨¢s m¨¢gica y de mayor valor medioambiental sea la ya citada del Bejarano y los Ba?os de Popea, un conjunto de peque?as cascadas y saltos de agua alternados con peque?os remansos que sigue el curso del arroyo Molino, cercano a la desembocadura del Guadiato, uno de los principales afluentes del Guadalquivir. Los senderistas que se adentran en ella pasan por la Fuente del Elefante, r¨¦plica del surtidor de ¨¦poca califal que aqu¨ª se encontr¨® ¡ªel original est¨¢ en el palacio episcopal de C¨®rdoba¡ª, por los restos del acueducto romano de Valdepuentes, por las cascadas de los veneros del Bejarano hasta culminar en los Ba?os de Popea. Un total de 15 kil¨®metros a trav¨¦s de un bosque mediterr¨¢neo con una variada fauna y un genuino ecosistema de alto valor bot¨¢nico.
Otro paseo precioso es el que se puede hacer por la orilla de r¨ªo Guadiato. Es el llamado camino de los puentes, que fue una de las v¨ªas romanas de comunicaci¨®n m¨¢s importantes de la provincia. Anta?o conocido como camino de las diligencias, tambi¨¦n fue la ruta ¨¢rabe yadda que un¨ªa C¨®rdoba con Badajoz. Todav¨ªa podemos ver un puente romano de cuatro ojos del siglo I en muy buen estado, que salva el r¨ªo Guadalnu?o antes de desembocar en el Guadiato, y, m¨¢s adelante, la rom¨¢ntica silueta de los restos de un puente de ¨¦poca califal, del siglo X, conocido como Puente Roto, uno de los lugares secretos de la arquitectura hidr¨¢ulica isl¨¢mica. Cruzar el r¨ªo tiene su recompensa: ante nuestros ojos irrumpe una de las m¨¢s bellas estampas de la sierra, una amplia panor¨¢mica acompa?ada de la grandiosidad de los saltos de agua que horadan la roca formando grandes pozas en un paisaje salvaje. Son unos seis kil¨®metros de paseo que pueden hacerse en un par de horas comenzando y finalizando en el puente de los Arenales.
Por ¨²ltimo, la ruta del Casta?ar de Valdetejas es uno de los paseos m¨¢s sorprendentes, ya que su entorno, a ratos, parece m¨¢s n¨®rdico que mediterr¨¢neo. Tras caminar entre eucaliptos, alcornoques y quejigos, se llega al impresionante y extenso casta?ar, trufado tambi¨¦n de especies mediterr¨¢neas como pinos, encinas y jaras. Es un lugar lleno de encanto, con ¨¢rboles que se entrelazan sobre nuestras cabezas creando impresionantes arcos vegetales. Se puede completar en una ruta circular de 11 kil¨®metros con partida y retorno en Santa Mar¨ªa de Trassiera, pasando por el Cortijo de la Porrada Nueva, desde donde se disfrutan de unas espectaculares vistas del valle, con el castillo de Almod¨®var al fondo, c¨¦lebre por haberse transmutado en Altojard¨ªn, el hogar de la casa Tyrell en la serie Juego de tronos. Construido en el a?o 760 y de origen musulm¨¢n, es un magn¨ªfico ejemplo de fortaleza medieval. La leyenda cuenta que por sus nueve torres, su patio de armas y sus murallas deambula la princesa Zaida buscando eterna e in¨²tilmente a su amado.
La vida secreta del Jard¨ªn Bot¨¢nico
De vuelta a la ciudad pero sin entrar en su casco hist¨®rico, emerge otro espacio verde significativo: el Jard¨ªn Bot¨¢nico. Siguiendo el curso del Guadalquivir, pasado el puente de San Rafael y asom¨¢ndose al r¨ªo, encontramos este verdadero epicentro de la cultura vegetal de la ciudad. Promovido en la d¨¦cada de 1980 por un grupo de profesores de la Universidad de C¨®rdoba, es un meandro de paz, sombra y relajaci¨®n para los sentidos. En su interior hallaremos el Arboretum, que simula un bosque natural, distintos invernaderos, un jard¨ªn tacto-olfativo, una escuela agr¨ªcola, la rosaleda, los jardines, el conservatorio con especies silvestres andaluzas o el herbario. Tambi¨¦n alberga varios museos, como el de Etnobot¨¢nica, donde nos espera una exposici¨®n sobre la relaci¨®n de la sociedad con las plantas. O el Hidr¨¢ulico, instalado en el molino de Martos, que interpreta la historia a trav¨¦s de la cultura, la gesti¨®n del agua y la tradici¨®n en el uso de las plantas.
El jard¨ªn ofrece rutas guiadas (previa cita) y varios programas educativos con actividades y talleres especiales.
Los jardines urbanos, oasis verdes
En el compacto centro hist¨®rico de C¨®rdoba, como en toda urbe de impronta ¨¢rabe, las plantas y el agua proliferan en fant¨¢sticos patios, pero tambi¨¦n en zonas ajardinadas que conforman espacios id¨ªlicos que sirven de pausa al d¨¦dalo de calles y callejas. C¨®rdoba tiene parques y jardines de muy diverso dise?o y dimensi¨®n, muchos de ellos de reciente creaci¨®n y rodeando el centro. Otros, ocupan huertos conventuales o son herencia de antiguos jardines palaciegos.
El id¨ªlico Jard¨ªn Huerto de Orive, en el coraz¨®n del barrio de la Axerqu¨ªa, en el casco hist¨®rico, es una propuesta irresistible donde parar el tiempo. Ocupa la antigua huerta del convento de San Pablo y a ¨¦l se asoman la fachada trasera del palacio renacentista de Orive y la antigua sala capitular del convento. En su subsuelo duermen los restos del circo romano y algunas casas almohades, la dinast¨ªa bereber que domin¨® el norte de ?frica y el sur de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica desde 1147 a 1269. En superficie, su ajardinamiento nos recuerda, por su variedad de frutales arbustos y plantas arom¨¢ticas, a los huertos, a la vega y a la campi?a cordobesas.
Tambi¨¦n est¨¢n llenos de magia los hist¨®ricos Jardines del Alc¨¢zar que se pueden visitar de d¨ªa y de noche, acompa?ados por el rumor del agua de los estanques. El Alc¨¢zar cordob¨¦s se levant¨® en la Edad Media sobre lo que hab¨ªa sido una fortaleza romana junto al Guadalquivir. Entre sus muros y torres se fragu¨® la conquista del reino nazar¨ª de Granada pero tambi¨¦n el descubrimiento de Am¨¦rica. Sus extensos jardines son de inspiraci¨®n ¨¢rabe y se trazaron para completar el espacio destinado al har¨¦n real, en el lugar m¨¢s cercano a los ba?os y remat¨¢ndose al final con una huerta.
Pero hay otros vergeles de dise?o m¨¢s moderno, como los Jardines de Col¨®n o de la Merced, llamados as¨ª por su proximidad al convento del mismo nombre, en el centro de la ciudad, con una variada flora y una peque?a y curiosa mezquita en uso, bautizada popularmente como El Morabito: fue construida en 1940 como regalo de Franco a los soldados musulmanes de la llamada guardia mora que contribuy¨® decisivamente a su victoria en la Guerra Civil. Est¨¢ considerada como una de las primeras mezquitas modernas de la Pen¨ªnsula.
Junto a la muralla almohade, encontramos otro jard¨ªn moderno, el de los Poetas, dise?ado por Juan Serrano, uno de los artistas del influyente Equipo 57 (1957-1962), quien conjug¨® el jard¨ªn tradicional con el parque moderno. En la margen derecha del r¨ªo, en un jard¨ªn sobre las terrazas del Guadalquivir, se posa un antiguo avi¨®n DC-7, donado a la ciudad en 2009 por un piloto suizo, que un d¨ªa pretendi¨® ser centro cultural.
Al oeste del centro hist¨®rico, una ancha banda verde enlaza varios parques lineales, comenzando por el llamado popularmente Jard¨ªn de los Patos (de la Agricultura), creado por los franceses a principios del siglo XIX. Enlaza con los Jardines de la Victoria y del Duque de Rivas, que se extienden entre la avenida de la Victoria y Rep¨²blica Argentina, en forma de alfombra verde con palmeras, kioscos y p¨¦rgolas que son un remanso tranquilo en medio de la ciudad.
Los patios, esencia cordobesa
Pero el espacio de convivencia y esparcimiento m¨¢s genuino de C¨®rdoba son sus patios, reconocidos por la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad. En realidad, los ¨¢rabes heredaron el concepto de los romanos, pero lo mantuvieron y, a lo largo de los siglos, la arquitectura andaluza los ha convertido en su elemento diferenciador. En C¨®rdoba los patios son adem¨¢s floridos y olorosos, un refugio seguro en los t¨®rridos veranos, una explosi¨®n floral en primavera e incluso en oto?o, y un espacio de convivencia durante todo el a?o. Los hay vecinales y populares, pero tambi¨¦n palaciegos y conventuales. Y no hay que esperar al Festival de los Patios, que tiene lugar en mayo, para visitarlos: existen rutas para verlos todo el a?o.
El m¨¢s tradicional suele tener un oscuro zagu¨¢n con reja, est¨¢ encalado en blanco y el tipo de empedrado es el famoso chino cordob¨¦s, dise?ado con peque?as piedras de r¨ªo que evitan que se formen charcos. Suelen adornarse con limoneros, jazmines, gitanillas y plantas arom¨¢ticas. Los patios populares se entrev¨¦n tras las rejas, por ejemplo, en la Juder¨ªa o la Axerqu¨ªa. Pero tambi¨¦n muchas instituciones, instaladas en antiguos hospitales, conventos o casas se?oriales, lucen sus patios monumentales, adornados con columnas o capiteles a veces procedentes de la vecina Medina Azahara.
Y no hay que olvidarse de los patios conventuales, que en C¨®rdoba reciben el nombre de comp¨¢s, como los del convento de Santa Marta, el de las Capuchinas, o el de Santa Isabel. Son los patios m¨¢s secretos y dif¨ªciles de ver (aunque no es imposible).
?Por d¨®nde empezar a asomarse a los patios cordobeses? Pues tal vez por tres muy concretos: el m¨¢s hist¨®rico, el m¨¢s literario y el m¨¢s complejo. El primero ser¨ªa el Patio de los Naranjos, que no es otro que el de la mezquita-catedral de C¨®rdoba, el gran patio de la ciudad donde se mira el resto. En tiempos fue el patio de abluciones (ceremonia del lavado) de la mezquita aljama de C¨®rdoba, una plaza llena de vida que era tambi¨¦n escuela y tribunal de justicia. Los naranjos no fueron plantados hasta el siglo XVI, ya en ¨¦poca cristiana, y desde entonces perfuman el espacio.
El m¨¢s literario es sin duda el Patio de la Posada del Potro, una corrala de entre los siglos XIV y XV que Miguel de Cervantes inmortaliz¨® en El Quijote y tambi¨¦n P¨ªo Baroja, en La feria de los discretos (1917). Su patio empedrado, encalado y coronado por una galer¨ªa con balaustrada de madera alberga el Centro Flamenco (entrada libre), dedicado al maestro del cante Antonio Fern¨¢ndez D¨ªaz, m¨¢s conocido como Fosforito.
Y el m¨¢s complejo es el del Palacio de Viana, que son en realidad 12 patios m¨¢s un jard¨ªn con muchas variedades de plantas. Se le conoce como el Museo del Patio y est¨¢ formado por una sucesi¨®n de casas-patio que forman un palacio que en 1980 fue comprado a la ¨²ltima marquesa de Viana por una entidad bancaria que, con la complicidad del entonces alcalde Julio Anguita, impidi¨® que se sacasen de all¨ª sus tesoros art¨ªsticos. Hoy este exquisito muestrario de arte y arquitectura conserva la atm¨®sfera aristocr¨¢tica en su medio centenar de salones y galer¨ªas llenas de muebles, pinturas y porcelanas. Pero sobre todo, el palacio es famoso por sus jardines y sus 12 patios engalanados con toda variedad de plantas. Desde el patio de los Gatos, de origen medieval, hasta los patios renacentistas como el de Recibo y el de las Rejas, el barroco patio del Archivo, el rom¨¢ntico y refinado patio de la Madama o el jard¨ªn de Viana.
Y a¨²n hay m¨¢s corralas imprescindibles de visitar, como la de la calle San Basilio, 44, en una antigua casa de vecinos del barrio del Alc¨¢zar Viejo, abierta todo el a?o y gratuita. Se trata de un ejemplo de jard¨ªn vertical mucho antes de que estos se inventaran. Hoy es la sede de la Asociaci¨®n Amigos de los Patios. Tampoco hay que perderse?el?Patio de Carmela (Trueque, 4), en el barrio de San Lorenzo, hoy convertido en Centro Cultural Inmaterial de los Patios de C¨®rdoba, en el que se muestra todo lo relacionado con la fiesta de estos espacios. Entre los visitables est¨¢ tambi¨¦n el patio del antiguo Hospital del Cardenal Salazar, hoy facultad de Filosof¨ªa y Letras, un espacio barroco pero austero, con palmeras, mucho verde y bancos de azulejos donde los alumnos repasan sus apuntes al sol.
Merece la pena tambi¨¦n visitar la Casa ?rabe, con dos patios del siglo XVI, verdes y floridos, o la antigua casa se?orial de las Cabezas, que abre al p¨²blico sus cuatro ¡°Patios de leyenda¡±, m¨¢s un antiguo callej¨®n de origen musulm¨¢n llamado ¡°de los Siete Infantes de Lara¡±. Entre los m¨¢s populares est¨¢ la Casa de las Campanas, en Las Siete Revueltas, donde conviven el flamenco y el arte mud¨¦jar. Es de entrada libre y el bailaor Antonio Mond¨¦jar y su hermana Mar¨ªa son los encargados de cuidar de sus begonias, jazmines, geranios y gitanillas.
Entre los patios conventuales, el Comp¨¢s de Santa Mar¨ªa se esconde en el interior del cenobio m¨¢s antiguo de la ciudad, del siglo XV. Las Jer¨®nimas guardan celosamente este patio g¨®tico y su claustro posterior.
Cada oto?o se celebra el Festival Internacional de las Flores (la edici¨®n de 2020 se cancel¨® por la covid) que invita a los principales artistas del mundo a realizar una obra in situ y reinterpretar el patio donde se ubica con una visi¨®n contempor¨¢nea. Y algunos patios privados se pueden visitar durante todo el a?o, previa concertaci¨®n de cita con empresas tur¨ªsticas con las que tienen acuerdos.
Los laberintos m¨¢s escondidos y floridos
En la b¨²squeda de un ¨²ltimo refugio, no ya de lo verde, sino de todo lo contrario, encontramos esos peque?os rincones secretos en la intrincada ret¨ªcula que es el centro antiguo de C¨®rdoba, que evocan la gran medina ¨¢rabe que fue cuando era la capital del mundo. Son placitas engalanadas tambi¨¦n de flores en sus balcones, como la de Fuenseca, casi de postal, con su fuente y torre¨®n, donde se instala uno de los pocos cines de verano que a¨²n conserva la ciudad. O como la Calle Cabezas, una de las callejas m¨¢s hermosas de la ciudad, en suave curva, donde el tiempo parece haberse detenido hace muchos siglos. Est¨¢ llena de Historia y de historias y es la foto que todo turista busca llevarse en su equipaje, incluso m¨¢s que la archireproducida mezquita o la del puente romano. Otro lugar muy fotog¨¦nico y carism¨¢tico es la Calleja de la Hoguera, en plena juder¨ªa, una v¨ªa que hace recodo, con placita y sabor a medina ¨¢rabe, que incluso conserva el antiguo alminar de la mezquita de los andaluces. O a la m¨¢s conocida y retratada de todas, la Calleja de las Flores, con sus paredes engalanadas, que termina en una placita tambi¨¦n llena de color vegetal con unas vistas estupendas de la mezquita-catedral.
Un paseo sin prisas, callejeando, nos llevar¨¢ a descubrir otras muchas im¨¢genes donde hay que pararse y disfrutar del ambiente, como la Calleja de los Infantes (o de los Arquillos), con aroma ¨¢rabe y rodeada de leyendas, o la laber¨ªntica calle de Romero de Torres que conecta el Portillo con la plaza de Jer¨®nimo P¨¢ez, con sus balcones engalanados con flores colgantes. C¨®rdoba, en definitiva, es un frenes¨ª de sensaciones, a lo que ayuda esa mezcla tan genuina de tradici¨®n, historia y sabor andaluz.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.