Razones para visitar las islas Eolias: las siete magn¨ªficas
El ex¨®tico archipi¨¦lago al norte de Sicilia sorprende por su mezcla de paisajes volc¨¢nicos, calas agrestes, puestas de sol y poblados prehist¨®ricos rodeados de los colores y perfumes de la vegetaci¨®n mediterr¨¢nea
A¨²n quedan rincones ex¨®ticos en el Mediterr¨¢neo, y no est¨¢n muy lejos. Como las islas Eolias, que est¨¢n a solo una hora del norte de Sicilia en barco y son un archipi¨¦lago espectacular. Las siete 'hermanas' del archipi¨¦lago e¨®lico, declarado patrimonio mundial por la Unesco, son una mezcla de historia, naturaleza, cultura y gastronom¨ªa. Desde la animada L¨ªpari a la explosiva Estr¨®mboli, pasando por Vulcano, Salina, Panarea, Filicudi y Alicudi, estas islas de origen volc¨¢nico re¨²nen sorpresas tanto a lo largo de su costa ba?ada en un mar turquesa como en el interior, dominado por los colores y los perfumes de la vegetaci¨®n mediterr¨¢nea.
Las Eolias son un destino ex¨®tico tanto para los que buscan playas tranquilas como para los excursionistas, que encuentran aqu¨ª una red de caminos relativamente f¨¢ciles para recorrer a pie. Pero tal vez lo mejor sean las vistas panor¨¢micas. En todas las islas hay decenas de terrazas panor¨¢micas y miradores realmente espectaculares, sobre todo al atardecer, cuando los rayos del sol ti?en de rojo el mar.
A las Eolias se llega f¨¢cilmente desde Sicilia y desde N¨¢poles y Calabria, en ferris o en hidroplanos que adem¨¢s hacen los servicios entre islas.
L¨ªpari
Entre vi?edos, miradores y volcanes extinguidos
Es la m¨¢s grande de las islas Eolias, con una naturaleza exuberante, un interesante museo arqueol¨®gico, un puerto deportivo lleno de bares y restaurantes y unos atardeceres inolvidables. Pero sus verdaderas se?as de identidad son los restos de volcanes extinguidos y las hermosas playas pedregosas de sus escarpadas costas.
La visita obligada es la subida a pie al castillo, que destaca desde lo alto y es el coraz¨®n de la isla: habitado desde el Neol¨ªtico, luce inexpugnables murallas del siglo XVI y alberga el formidable Museo Arqueol¨®gico E¨®lico, con miles de hallazgos de todas las ¨¦pocas, y la bas¨ªlica de San Bartolomeo, principal lugar de culto de archipi¨¦lago.
El otro lugar imprescindible es el mirador de Belvedere Quattrocchi, un balc¨®n panor¨¢mico con vistas a la playa de Valle Muria. La puesta de sol se llena de espectadores ansiosos por fotografiar las inigualables vistas del cr¨¢ter humeante de Vulcano. El mirador tiene unas vistas privilegiadas del suroeste de la isla, y permite hacerse una idea de c¨®mo lleg¨® a formarse.
Tambi¨¦n en el sur de L¨ªpari se pueden descubrir antiguos cr¨¢teres volc¨¢nicos cubiertos por frondosos vi?edos e iglesias rurales muy t¨ªpicas, en un paseo delicioso que puede hacerse a pie, dedic¨¢ndole unas horas. Paseando por la isla, se pueden descubrir otros rincones muy curiosos y sorprendentes, como los restos de un balneario decimon¨®nico asentado sobre unas termas mucho m¨¢s antiguas, que ya aparec¨ªan mencionadas en las cr¨®nicas de Diodoro S¨ªculo, del siglo 50 antes de Cristo, en las de Plinio el Viejo y en las de Estrab¨®n. Las termas de San Calogero hoy est¨¢n abandonadas y ya nadie aprovecha estos manantiales de azufre que en otros tiempos fueron un reclamo tur¨ªstico importante. Curioseando entre la vegetaci¨®n, se descubre una piscina romana, otra redonda m¨¢s peque?a y un magn¨ªfico tholos mic¨¦nico del siglo XV antes de Cristo.
No todo es tradici¨®n y vistas al mar en las Eolias, desde hace un tiempo, las antiguas puertas de casas, almacenes y patios de L¨ªpari, Canneto y Acquacalda, cerra?das y peladas por el tiempo y los aires salubres, se han convertido en el soporte de las obras de #portedartista, un proyecto creativo de reurbanizaci¨®n que ha atra¨ªdo la atenci¨®n de fot¨®grafos y visitantes. El artista Demetrio Di Grado recorta y ampl¨ªa im¨¢?genes de personajes sacados de revistas de los a?os cincuenta y las pega en las contraventanas a modo de collage, recreando as¨ª la memoria hist¨®rica de la isla.
Vulcano
La isla tranquila a la sombra de un volc¨¢n
Playas negras ba?adas por aguas cristalinas, ca?ones para recorrer a pie y vistas espl¨¦ndidas del mar y de las islas, todo a los pies del Gran Cr¨¢ter de la Fossa, que le da un perfil inconfundible. As¨ª es Vulcano, la isla m¨¢s cercana a Sicilia, dominada por un volc¨¢n amenazador que suscita tanta fascinaci¨®n como temor. Es un lugar tranquilo, con aldeas como la pl¨¢cida Gelso, un oasis de paz y silencio ba?ado por un mar muy claro. Aqu¨ª el viajero descubre una naturaleza impresionante, antiguas leyendas sobre dioses milenarios y algunas vistas ¨¦picas que dejan sin aliento, como la del Capo Grillo.
La isla lleva el nombre del dios romano del fuego que, seg¨²n la mitolog¨ªa, viv¨ªa precisamente aqu¨ª. Hoy el dios sigue presente, entre los grandes flujos de azufre que emergen del cr¨¢ter de la Fossa, que entr¨® en erupci¨®n por ¨²ltima vez en 1888. El ascenso a la cima se hace por un sencillo camino de arena que conviene hacer con botas de monta?a, y que nos permitir¨¢ gozar de paisajes lunares y vistas impresionantes. Es un camino sencillo, en el que los paisajes van cambiando, desde las laderas cubiertas de matas de ginesta hasta las bombas volc¨¢nicas de aspecto lunar de la cumbre. En lo alto, nos espera un cr¨¢ter de unos 500 metros de di¨¢metro y 386 de altura.
El otro gran mirador de la isla, superado solo por el de la cima del cr¨¢ter, es Capo Grillo, a unos siete kil¨®metros del puerto, cerca de Vulcano Piano, en el centro de la isla. Hay que llegar en coche, o si hay ganas (y buenas piernas) subir en bicicleta. La recompensa son unas vistas impresionantes de L¨ªpari, Salina, Panarea y Estr¨®mboli, y en d¨ªas despejados tambi¨¦n de Filicudi.
El contraste est¨¢ en el diminuto pueblo de Gelso, en el lado opuesto al cr¨¢ter, un peque?o para¨ªso con vistas a las aguas cristalinas. Fue el primer centro habitado de la isla, lejos de los peligros de las erupciones, y sigue pareciendo de otra ¨¦poca, con un muelle donde atracan las barcas de pescadores, una agradable playa de piedra, una peque?a iglesia y un faro abandonado corro¨ªdo por la sal. Y nada m¨¢s.
La playa m¨¢s famosa de la isla es la de Sabbie Nere, una larga extensi¨®n de arena muy negra en la bah¨ªa Ponente, con aguas claras y poco profundas. Hay quien prefiere darse los ba?os en el lodo sulfuroso de Porto de Levante, una piscina termal cuyos fangos dicen que son eficaces contra los dolores reum¨¢ticos y algunas enfermedades de la piel.
Estr¨®mboli
Una isla de cine
Una pel¨ªcula - Stromboli, tierra de Dios (1950), dirigida por Roberto Rossellini y con Ingrid Bergman como actriz principal- puso Estr¨®mboli en el imaginario de los amantes del cine, que recuerdan aquella imagen amenazadora de uno de los volcanes m¨¢s activos del mundo. Esta es la isla m¨¢s oriental de las Eolias, una gran roca negra salpicada de agradables playas y dominada por la silueta humeante de un volc¨¢n que siempre ha atra¨ªdo a miles de viajeros. Muchos solo desembarcan por unas horas para ver el espect¨¢culo, pero vale la pena dedicar al menos un par de d¨ªas para disfrutar de la vida peculiar de este lugar.
El Estr¨®mboli tiene tres cr¨¢teres por encima de la llamada Sciara del Fuoco, un flujo de lava que desciende hasta el mar Tirreno. De ellos sale con regularidad magna incandescente y material volc¨¢nico que ilumina las noches. Muchos de estos fen¨®menos se pueden ver desde el mar, a bordo de embarcaciones que parten desde todas las islas del archipi¨¦lago, o desde el mirador de la Sciara del Fuoco. Pero para muchos, la experiencia indispensable sigue siendo la excursi¨®n a la cima del cr¨¢ter. El ascenso es duro, y hay que llegar antes de la puesta de sol, para coronar la cumbre al caer la noche, cuando las explosiones ti?en el cielo con espectaculares fuegos, que durante milenios fueron utilizados por los navegantes como una especie de faro natural. Solo se puede ir acompa?ado de un gu¨ªa vulcanol¨®gico y a veces est¨¢ prohibido hacerlo durante largos periodos, en funci¨®n de la intensidad de su actividad volc¨¢nica.
Mucho m¨¢s tranquilo es el peque?o pueblo de Ginostra, aislado en la ladera del volc¨¢n, en el extremo occidental de la isla. Tiene menos de 30 habitantes y solo se puede llegar por mar. No hay agua corriente ni alumbrado p¨²blico, pero es un lugar atemporal y delicioso que permite hacerse una idea de c¨®mo deb¨ªan de ser las islas Eolias hace siglos. Hay poco que hacer por aqu¨ª: silencio, rutas de senderismo, un mar cristalino en el que darse largos ba?os en las piscinette (piscinas naturales junto al puerto) o en la playa de Lazzaro, a 15 minutos del pueblo.
El edificio m¨¢s famoso de la isla es la Casa Rossa: en la primavera de 1949, durante el rodaje de Stromboli, tierra de Dios, Bergman y Rossellini se hospedaron en este edificio rojo a los pies del pueblo y se enamoraron, escanda?lizando a todo el mundo con su uni¨®n (ambos estaban casados). Aunque no es posible visitarla, son muchos los cin¨¦filos que se detie?nen en la casa para hacer una foto de recuerdo de la fachada, donde una placa conmemora el romance. Tambi¨¦n hay un museo del cine que recoge la memoria hist¨®rica y visual de las islas Eolias.
Salina
El refugio de Pablo Neruda
Quienes hayan visto la pel¨ªcula El cartero (y Pablo Neruda), de Michael Radford, premiada con un Oscar en 1994, reconocer¨¢n alguno de los rincones de Salina, la m¨¢s cosmopolita y preferida por la jet set internacional. La silueta de dos grandes volcanes extintos domina la isla m¨¢s verde del archipi¨¦lago, que atrapa sobre todo a quienes saben disfrutar de la naturaleza y del silencio con su legado prehist¨®rico y sus po¨¦ticos pueblos de pescadores.
Dominada por el perfil inconfundible del Monte dei Porri y el Monte Fossa delle Felci, dos volcanes extinguidos cubiertos por una densa vegetaci¨®n que se pueden recorrer por una amplia red de senderos (hay 12 se?alizados, la mayor¨ªa bastante exigentes), Salina es la segunda m¨¢s grande despu¨¦s de L¨ªpari. Algunos llaman el Jard¨ªn de las Eolias a esta isla exuberante, con playas de guijarros ba?adas por un mar muy azul. Es perfecta para quienes buscan un rinc¨®n tranquilo para escaparse del bullicio urbano.
Su rinc¨®n m¨¢s fotografiado y reconocible es el pl¨¢cido pueblo de Pollara, en el cr¨¢ter derrumbado de un antiguo volc¨¢n, que sirvi¨® de escenario para la pel¨ªcula El cartero, donde Pablo Neruda (Philippe Noiret) se refugiaba en una casa t¨ªpica de las Eolias con vistas al mar. En realidad, no hay mucho que ver ni hacer aqu¨ª. Durante el d¨ªa, sus aguas son perfectas para un ba?o tranquilo, y al atardecer es casi obligado sentarse a contemplar c¨®mo se esconde el sol detr¨¢s de los perfiles de Alicudi y Filicudi.
Recorrer esta peque?a isla nos descubre algunas sorpresas, como unas termas romanas en Punta Barone, en el extremo norte de Santa Maria Salina. Son del siglo II a.C., y terminaron dedicadas a la salaz¨®n de pescado. O, remont¨¢ndose a¨²n m¨¢s atr¨¢s en el tiempo, tendr¨ªamos que asomarnos al poblado prehist¨®rico de Portella, formado por 23 caba?as circulares a diferentes alturas. La nota nost¨¢lgica la encontramos en el Museo E¨®lico de la Emigraci¨®n, instalado en una hermosa casa con paredes encaladas, en Malfa. Cuenta la historia de la emigraci¨®n de los habitantes de Salina y de las otras islas hacia Estados Unidos, Argentina y Australia, destinos hist¨®ricos para miles de familias e¨®licas.
Pero a Salina no solo se va para ir a la playa y hacer actividades al aire libre. En la isla se realizan diversas iniciativas culturales de gran inter¨¦s. Muchas de ellas tienen lugar en el espl¨¦ndido Palazzo Marchetti, una prestigiosa villa del siglo XX en Malfa cedida a la asociaci¨®n Didime '90 por uno de los descendientes del propietario, un habitante de Salina que emigr¨® a EE UU. Durante todo el a?o se llevan a cabo exposiciones y conciertos (a menudo gratis) en los lujosos salones y en el exuberante jard¨ªn que la rodea.
Y para los que prefieren los placeres de los buenos vinos, en esta isla hay 11 bodegas que producen el famoso vino Malvasia delle Lipari. Muchas de ellas venden su producci¨®n al p¨²blico y permiten conocer los secretos de la elaboraci¨®n del vino o dar un paseo por los vi?edos.
Panarea
La m¨¢s exclusiva
Esta isla que esconde un coraz¨®n salvaje formado por senderos arom¨¢ticos, aguas turquesas y un pueblo prehist¨®rico en un cabo que se adentra en el mar. Los yates m¨¢s lujosos atracan en la glamurosa y exclusiva Panarea, la m¨¢s peque?a de las siete hermanas e¨®licas. Sin embargo, en sus costas se form¨® una de las primeras civilizaciones que poblaron el archipi¨¦lago y lo transformaron en una encrucijada del comercio en el Mediterr¨¢neo. Su naturaleza resume la esencia de las islas Eolias, algo que se puede descubrir recorri¨¦ndola a pie por sus senderos para despu¨¦s refrescarse con un ba?o.
El punto fuerte de Panarea para quienes se animan a conocer la vertiente cultural de la isla es el poblado prehist¨®rico de Punta Milazzese, de la Edad del Bronce, en un promontorio rocoso con vistas al mar al que se accede a trav¨¦s del estrecho itsmo desde San Pietro, la poblaci¨®n principal de Panarea. En sus caba?as se han encontrado cientos de objetos que han permitido conocer mejor c¨®mo era el comercio mar¨ªtimo entre las islas Eolias y Micenas quince siglos antes de Cristo.
La otra propuesta para hacer aqu¨ª es tumbarse en sus playas, como la de Calcara o la cala Zimmari (la ¨²nica de arena en todo Panarea) o buscar una cala m¨¢s pintoresca, como Junco, con aguas turquesas que ba?an una costa cubierta de grandes piedras. Son aguas para bucear o para amantes de la tranquilidad.
Alrededor de Panarea, en el tramo de mar que la separa de Estr¨®mboli, hay cinco islotes, cada uno m¨¢s hermoso y m¨¢s peque?o que el anterior. Constituyen una especie de miniarchipi¨¦lago dentro de las Eolias: Dattilo; Lisca Bianca; Basiluzzo, Lisca Nera y Bottaro, cuyas profundidades albergan los restos de un barco mercante ingl¨¦s hundido en el siglo XIX y por ello son un destino de buceo muy popular. Las peque?as islas se pueden recorrer alquilando una barca o con?tratando a una de las agencias que organizan salidas por los alrededores.
Alicudi
La isla de las mujeres voladoras
Los amantes de la naturaleza y la soledad adoran esta isla donde las calles son estrechas escaleras de piedra y todo se mueve a lomos de un burro. Los ancianos cuentan que una vez en Alicudi hubo mujeres que volaron. Se las denominaba mahare y eran personajes parecidos a las brujas; desaparec¨ªan al anochecer para reaparecer por la ma?ana, a menudo trayendo a casa comida o algo de dinero. Aparentemente, le jugaban malas pasadas a cualquiera que se las encontrara. Es probable que detr¨¢s de esta historia de repentinas desapariciones y retornos haya una explicaci¨®n muy prosaica. Se dice que la culpa la tuvo una hongo que a prin?cipios del siglo XX pudo haber infectado los cultivos de centeno de toda la isla: una seta en la que se localiz¨® por primera vez el ¨¢cido lis¨¦rgico, m¨¢s conocido como LSD. Con ese centeno se hac¨ªa un pan ¡°alucin¨®geno¡± que se cree que fue la causa de visiones colecti?vas como la de las mujeres voladoras.
Hoy no hay mujeres voladoras pero la isla puede ser una continua sorpresa. Salvaje, primitiva, habitada por unas decenas de per?sonas y desprovista de carreteras, es un para¨ªso ba?ado por un mar cristalino y dominado por el pico Filo dell'Arpa, a cuyos pies se extiende una llanura que espera a ser explorada.
Al Filo dell¡¯Arpa (675 metros) se puede acceder por empinados tramos de escaleras. Aunque muchos viajeros suben directamente hasta aqu¨ª para admirar las espl¨¦ndidas vistas del archipi¨¦lago, vale la pena alargar el itinerario y rodear a pie toda la isla (4,5 kil¨®metros, unas cinco horas) partiendo y finalizando en el puerto de Alicudi, visitando antiguos barrios abandonados y pastos en desuso, decorados con extra?as estructuras de piedra.
Alicudi es la isla m¨¢s occidental del archipi¨¦lago, y esto asegura unas puestas de sol espectacu?lares. Las almas rom¨¢nticas no deben perderse la Casa del Tramonto, una peque?a casa abandonada al final de un camino a media costa que empieza al oeste del puerto. Aqu¨ª no hay absolutamente nada, aparte de las ruinas y las terrazas de los anti?guos cultivos, pero ver el sol su?mergi¨¦ndose en el mar y ti?¨¦ndolo todo de rojo es un espect¨¢culo inolvidable.
En los ¨²ltimos a?os, Alicudi se ha forjado un lugar respetable entre los destinos de senderismo de las Eolias. Por toda la isla hay estrechos caminos de mula y senderos que van desde el puerto hasta todos los barrios y hasta el Filo dell'Arpa, el punto m¨¢s alto. En total hay una quincena de itinerarios se?alizados, cada uno indicado con carte?les de colores diferentes.
Filicudi
La isla que se resisti¨® a los mafiosos
Sus senderos conectan con aldeas antiguas, muchas de ellas abandonadas ¡ªcomo Zucco Grande, una aldea en ruinas donde se dice que en su d¨ªa viv¨ªan las mujeres m¨¢s bellas de la isla¡ª, o nos llevan a largas playas pedregosas. Tambi¨¦n guarda sorpresas arqueol¨®gicas, como los poblados de la Edad del Bronce de Capo Graziano y Filo Braccio, dos de los yacimientos m¨¢s interesantes del archipi¨¦lago, rodeados por un mar que esconde decenas de naufragios, hundidos desde el siglo V a.C. con su carga de ¨¢nforas y cer¨¢micas todav¨ªa a bordo. Los que no sean buceadores experimentados pueden admirar parte de los hallazgos en el Museo de Filicudi, cerca del puerto.
Los senderistas tienen un reto en la subida al Zucco Grande y el monte Fossa Felci, en un itinerario largo, recomendable solo para los m¨¢s experimentados, que tambi¨¦n se puede dividir en varias etapas. Empieza en el puerto de Filicudi, llega al poblado abandonado de Zucco Grande y sube hasta la cima de la isla, el monte Fossa Felci, para desde all¨ª descender hacia el sur a Pecorini a Mare, y regresar al punto de partida pasando por los asentamientos prehist¨®ricos. Un recorrido circular y completo entre aldeas deshabitadas, panor¨¢micas espectaculares y peque?as iglesias en lo alto de la monta?a, que puede completarse con un buen ba?o refrescante en la playa de Pecorini.
La historia reciente de la isla tiene incluso alg¨²n episodio heroico, como la resistencia en mayo de 1971 que sus habitantes demostraron cuando se negaron a acoger a 15 presuntos mafiosos destinados a vivir en confinamiento en esta peque?a isla. Los isle?os se resistieron todos a una a que su isla se convirtiera en una c¨¢rcel al aire libre. Ante la llegada de barcos de soldados para hacer cumplir la orden, se lanzaron en barcas al mar y llegaron a L¨ªpari, donde fueron recibidos como triunfadores. Ante esto el Gobierno Italiano tuvo que revocar la disposici¨®n y destinar a los presuntos mafiosos a la isla de Asinara.
Y para terminar: un plato y una copa a la e¨®lica
No solo hay senderismo, playas y puestas de sol espectaculares en las Eolias. Tambi¨¦n hay rincones para disfrutar de una buena copa de vino o una comida mirando el Mediterr¨¢neo. La gastronom¨ªa local tiene mucho en com¨²n con ciertos platos sicilianos, pero con su propio sello. El rey de los platos locales es el totano (similar al calamar, pero de tama?o mucho m¨¢s gran?de), ingrediente principal de la cocina e¨®lica. La mayor¨ªa de los restaurantes del archipi¨¦lago lo ofrecen all'eoliana, cocido con tomate, alcaparras y cebolla, usado como condimento de la pasta, o relleno de pan rallado, perejil, ajo, or¨¦gano, aceitunas y otros aromas.
Para probar la mejor cocina tradicional solo hay que ir a La Vela, un agradable caf¨¦-restaurante de Marina Corta en L¨ªpari, famoso por sus enormes ensaladas y sus abundan?tes platos t¨ªpicos de las Eolias (pasta alla norma, pane cunzato¡) Y todo, cocina de mercado. Otra propuesta interesante es Filippino, una verdadera instituci¨®n de las islas, a los pies del castillo de L¨ªpari. Utiliza solo ingredientes locales para sus platos, con los calamares como estrella. A las mesas con manteles de algod¨®n blanco llegan scialatelli a la tinta de sepia con ricota de Vulcano y gambas, involtini de pez espada con higos al lim¨®n y rascacio alla liparota.
Y como acompa?amiento, una imprescindible copa de Malvas¨ªa delle Lipari. La uva malvas¨ªa, importada por los griegos en el siglo V a.C., se cultiva principalmente en Salina, L¨ªpari y Vulcano. Actualmente con estas uvas se elaboran dos tipos de vinos: la DOC Malvasia delle Lipari, exce?lente con reposter¨ªa seca y quesos azules, y la DOC Malvasia delle Lipari Passito (la uva se deja secar durante 10-20 d¨ªas antes de la vinificaci¨®n), ideal para los postres.
Hay varias bodegas donde degustarlo, como Tenuta di Castellaro, en la Piana di Castellaro, al norte de L¨ªpari, que organiza visitas guiadas con degustaci¨®n, o como Fenech, una de las 11 bodegas que hay en Salina y que no solo produce Malvasia delle Lipari, sino tambi¨¦n IGT de Sicilia rojo y blanco y una buena grapa. Tambi¨¦n en Salina, la bodega Virgona produce una buena malvas¨ªa, grapa, vino blanco y tinto, cerveza artesanal, conservas y otras maravillas enogas?tron¨®micas.
Como postre, lo mejor es probar los dulces t¨ªpicos de las islas, los nacatuli, pasteles rellenos de pasta de almendras y aromatizados con malvas¨ªa, canela y c¨ªtricos. La pasteler¨ªa m¨¢s c¨¦lebre para degustarlos est¨¢ en L¨ªpari: en la Pasticceria Subba estas delicias dulces se hornean a todas horas.
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