La cara oculta de Mikonos
Lleva casi un siglo como destino de moda, pero la isla griega a¨²n tiene un lado tranquilo. Lo descubrimos de la mano del fundador del hotel Kalesma
En la d¨¦cada de 1930 el mundo mir¨® de nuevo a Mikonos. A finales del XIX, el universo arqueol¨®gico hab¨ªa observado asombrado el descubrimiento del yacimiento de Delos, pero no fue hasta medio siglo despu¨¦s cuando el lugar entr¨® de lleno en el punto de mira de la intelectualidad bohemia. All¨ª llegaron escritores, exploradores, pintores y escultores que buscaban nuevos caminos en la contemplaci¨®n de los cl¨¢sicos. As¨ª empez¨® la leyenda de esta isla griega, extendida a trav¨¦s de las d¨¦cadas gracias a esa imposible combinaci¨®n entre ricachones que se acercaban al lugar, locales que aprend¨ªan el idioma de los turistas y la gran explosi¨®n hippy de los sesenta y setenta, cuando este para¨ªso empez¨® a mutar, convertido a posteriori en refugio de la comunidad LGTBI, de los amantes de la fiesta y de cualquiera que deseara alargar su noche hasta la salida del sol.
Paradise Beach, Scorpios o Alemagou pasaron de ser maravillosas playas de arena fina a t¨®tems de la evasi¨®n veraniega y sus costas se llenaron de chiringuitos, restaurantes y tiendas. Llegaron las grandes marcas, las mejores cadenas hoteleras y los empresarios m¨¢s ambiciosos, y Mikonos se convirti¨® en la m¨¢s bulliciosa de las islas griegas, c¨¦lebre desde tiempos inmemoriales por su afici¨®n a olvidar el reloj.
A Aby Saltiel, un empresario de Brooklyn, se le puso entre ceja y ceja construir aqu¨ª un hotel distinto. ¡°Hay otro Mikonos¡±, cuenta quien decidi¨® pasar de las charlas en las que contaba a sus amigos que la isla ten¨ªa un lado desconocido, ideal para desconectar, a sublimar aquella idea. Aquel paraje, con una poblaci¨®n de 11.000 habitantes que se multiplicaba por 10 en el mundo prepandemia, es ahora su casa. Kalesma se asienta en la cima de una colina, sobre la bah¨ªa de Ornos, uno de esos enclaves en los que solo se oye la brisa. El conjunto de 10.000 metros cuadrados, con 20 habitaciones (cada una con piscina climatizada), abri¨® en primavera como una apuesta por el dise?o y el lujo. Empezando por su mobiliario, obra de Rick Owens (es el ¨²nico alojamiento en el mundo que cuenta con piezas del dise?ador californiano). ¡°Queremos ser un pueblo, m¨¢s que un hotel: aqu¨ª puedes tener todo lo que necesitas, pero est¨¢s a 10 minutos de cualquier parte¡±, dice Saltiel. Se encuentra a unos tres kil¨®metros del centro de Mikonos y abunda en la idea de que la isla, como la Luna, tiene una cara oculta. No es casualidad que sus arquitectos sean tambi¨¦n los responsables del nuevo aeropuerto: Bonarchi y K-Studio, que en el pasado crearon el local m¨¢s famoso de la isla, el Scorpios Beach Club. Kalesma pretende alejarse de la nube de moda y vida nocturna y se ha pensado para modular el n¨²mero y perfil de visitantes, dispuestos a vivir (un poco) m¨¢s tranquilos. En Mikonos se vislumbra ahora la llegada de una nueva filosof¨ªa. El hotel es solo la primera pata de la cara oculta de la Luna.
El encanto de Ano Mera
Uno puede pasarse por el muy muy exclusivo Jackie O¡¯ en Super Paradise Beach, la Soho House en la playa Scorpios o disfrutar de la comida (y los c¨®cteles) de Alemagou, pero existen lugares menos obvios, igualmente atractivos, que Saltiel desgrana para El Viajero. ¡°Hay un peque?o pueblo llamado Ano Mera, en el interior. Si uno busca el monasterio de Panagia Tourliani, all¨ª al lado hay una plaza llena de restaurantes locales y todo el lugar es como otra isla en s¨ª misma. Es ideal si uno llega con la familia, perfecto y tranquilo¡±. Su mejor consejo es visitar el local m¨¢s popular: ¡°El Tsaf. Un restaurante cl¨¢sico, con sardinas y calamares y un servicio exquisito¡±.
Para los amantes del agua recomienda Fokos: una de esas playas que a¨²n conservan la mentalidad ¡°salvaje, de lugar que no ha sido conquistado¡±. No hay tumbonas, ni vendedores ambulantes, ni bares de moda, y por no haber, no hay ni olas. S¨ª tiene uno de los mejores (y m¨¢s ocultos) restaurantes de la isla. ¡°La taberna Fokos es preciosa. Ella es canadiense y cocina de maravilla, el marido es el griego que socializa y su hija es la encargada¡±. Ubicado al final de un camino de tierra, es famoso por sus ensaladas y un ritmo impropio, por relajado, de un sitio como Mikonos. La otra arena que se debe pisar (esta con algo m¨¢s de l¨ªo) es la playa de Agios Sostis. El restaurante Kikis es un im¨¢n que provoca que el lugar nunca deje de ser uno de los m¨¢s transitados de la isla. Algunos van a ver, otros van a ser vistos y todos van a comer. ¡°Una instituci¨®n que sirve la mejor comida de Mikonos. Est¨¢ escondido, no tiene cartel, y con la playa cerquita. Tienen una peque?a barbacoa en la que cocinan todo y da igual lo que pidas: est¨¢ riqu¨ªsimo¡±, cuenta. Eso s¨ª, abre a las 12.30 y mejor llegar a las doce: habr¨¢ que hacer cola igual, pero es probable que uno consiga la ansiada mesa.
Para rematar la jugada gastron¨®mica, el griego de Brooklyn recomienda su gran refugio: ¡°El Oti Apomine, en Ano Mera, es un sitio con un grill inigualable¡±. En esta taberna hay que pedir zazicki, dolmades y feta, y nadie puede obviar la tigania, un cerdo empanado con especias. El restaurante es otro de esos sitios fuera de las rutas habituales, y otro de los grandes representantes del Mikonos m¨¢s reposado.
Pero si al final vuelven a apetecer esas viejas costumbres del viajero de toda la vida, hay que recordar dos de las grandes apuestas para las compras que presenta una isla llena de establecimientos donde dejarse la cartera: la joyer¨ªa Minas, famosa por su obra original en plata y un cl¨¢sico para los que quieran llevarse algo realmente local; y Soho Soho, una tienda para los que gustan de vestir con dise?o de altos vuelos. ¡°Tenemos de todo, y hemos vuelto¡±, remata Saltiel, con sonrisa de lado.
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