Recetario emblem¨¢tico con grandes vistas

Las excepcionales vistas panor¨¢micas que ofrece el restaurante Nito, asentado en una atalaya sobre la r¨ªa de Viveiro, figuran en la lista de sus mayores atractivos. A sus modernas instalaciones, cada vez m¨¢s cuidadas, suma una bodega de envergadura que m¨¢s all¨¢ de los vinos gallegos acumula referencias espa?olas e internacionales. Tan relevante como su carrito de quesos, o el servicio de caf¨¦, muy cuidado, que se elabora por infusi¨®n a la vista de los clientes.

M¨¦rito de la familia Balseiro, propietaria de este restaurante y hotel, fundado en 1970, que regentan sus hijos, los hermanos Eva y Alejandro. Fiel a su trayectoria, Nito contin¨²a convertido en un espejo de la cocina tradicional gallega. En un sumario de platos y sabores que, al margen de los mariscos cocidos al natural y los pescados a la plancha, de los que se abastecen en los puertos pr¨®ximos, incluyen algunas recetas emblem¨¢ticas. Tarea de la que se ocupa el veterano jefe de cocina Julio Parga. La constante evoluci¨®n de este restaurante, sin embargo, contrasta con el conservadurismo excesivo de su cocina, algunas de cuyas recetas, verdaderos tesoros, piden una puesta al d¨ªa en lo relativo a las proporciones, puntos de cocci¨®n y presentaciones, algo descuidadas.

Cumplen con lo esperable las croquetas de jam¨®n de masa fluida, y resulta m¨¢s que correcta la empanada de bonito. Por el contrario, desmerece el pulpo a la gallega, revoltijo en el que las patatas superan con creces a la insipidez del cefal¨®podo. Tampoco da la talla el caldo gallego, convertido en un pur¨¦ con tropezones de grelos y alubias. Con los platos principales la t¨®nica se mantiene. Alcanza el notable el salpic¨®n de bogavante, generoso en trozos del crust¨¢ceo; agradables los lomos de bonito a la salsa de tomate y correcto el rollo de bonito. Por el contrario, los calamares de la r¨ªa se presentan guisados sin la tinta con la que se anuncian mientras que la merluza de pincho de Celeiro a la gallega, pieza magn¨ªfica, se presenta falta de punto en compa?¨ªa de una ajada desmesurada. Mera cuesti¨®n de equilibrio. El cap¨ªtulo dulce no se desv¨ªa de la t¨®nica. El arroz con leche estilo asturiano es p¨¦simo, mientras que la tarta de queso y la leche frita cumplen sin alardes. En la sala, diligente, aunque acelerada, sobresale la figura del joven sumiller, Alberto Vega, profundo conocedor de los vinos gallegos. Nada tiene de extra?o que con buen tiempo resulte dif¨ªcil reservar en su terraza, un espacio de los que no abundan.