Monasterio de San Zoilo, descanso monumental para peregrinos

Dos grandes pa?os de seda, probablemente del Oriente isl¨¢mico y tejidos entre los siglos X y XI, merecen el viaje hasta esta meca del Occidente cristiano. Y tomarse tiempo para admirarlos en el centro de la sacrist¨ªa muse¨ªstica de la iglesia del monasterio de San Zoilo, despu¨¦s de una noche ser¨¢fica en pleno Camino de Santiago. Sus muros fueron consagrados a san Juan Bautista en el 948, aunque el humanista Ambrosio de Morales, historiador de Felipe II, especula que pudo existir aqu¨ª otro cenobio m¨¢s antiguo hasta que Alfonso VI lo colocara bajo la regla de Cluny.

¡°A un tiro de arcabuz de Carri¨®n de los Condes¡± lo sit¨²a el cronista benedictino Antonio de Yepes. Y ah¨ª aparece hoy, con sus altos muros y sus exteriores ribere?os al r¨ªo Carri¨®n. Por sus enormes salones desfilan peregrinos, paseantes y hu¨¦spedes, atra¨ªdos por un portento ¨²nico de la historia de Castilla ¡ªel hispaniae camerarius cluniacense¡ª y por la escenograf¨ªa rom¨¢nica de su arquitectura, que invita a toda suerte de celebraciones multitudinarias (en tiempos no pand¨¦micos). Bodas en la iglesia, banquetes en el refectorio y 47 habitaciones para los invitados a tanto evento.

Qu¨¦ relajo meditar en el claustro g¨®tico renacentista, proyectado por Juan de Badajoz, El Mozo, en 1537; aprender de su pasado en los capiteles, descifrar la salmodia constructiva de sus arcos ojivales, sus m¨¦nsulas, sus medallones, sus cartelas, sus columnas corintias y sus b¨®vedas dedicadas a los pr¨®ceres b¨ªblicos. Y qu¨¦ decir del desv¨¢n de las antiguas cocinas, donde hoy est¨¢ instalado el restaurante Las Vigas, as¨ª denominado por la viguer¨ªa ¡ª?vigas de 15 metros!¡ª que sostiene todo el entramado de la cubierta. O el comedor del Abad, situado en el calefactorium, donde se abrigaban 60 monjes. Y, por supuesto, el refectorio del siglo XVI, con su artesonado mud¨¦jar.

Decoradas por Carmen Valverde, las habitaciones circundan la segunda planta del claustro, en lo que eran las antiguas celdas, aunque algunas de ellas est¨¢n habilitadas en los espacios de la huerta, los jardines y la enfermer¨ªa cenobial. Con sentido com¨²n y una mirada a la historia medieval del lugar, la interiorista ha colocado aqu¨ª y all¨¢ arcos, jambas, apliques y lamparillas de mesa, cabeceros de forja y un mobiliario de estilo castellano adecuado a esta tierra. La Gran Suite Alfonso?VIII se rinde a ella con unas austeras vistas del Camino de Santiago.