Modernismo y mitos en Riga
Centenares de casas 'art nouveau', un casco antiguo reconocido por la Unesco, un mercado en hangares para zepelines y m¨¢s atractivos de la capital letona
Cuentan en Riga que un hombre herc¨²leo, Lielais Kristaps (Gran Crist¨®bal), fund¨® la ciudad con las monedas de oro que le dej¨® un ni?o al que ayud¨® a cruzar sobre sus hombros el r¨ªo Daugava. Aunque resulte incre¨ªble, es la historia de san Crist¨®bal trasplantada al B¨¢ltico. En realidad, Riga la fund¨® un obispo-guerrero alem¨¢n, Albert von Buxhoeveden, en el siglo XII para cristianizar estas tierras, al frente de su orden de caballer¨ªa, los Hermanos Livonios de la Espada. Probablemente fue quien trajo el culto a san Crist¨®bal que hoy es patr¨®n de la capital de Letonia, el nombre Kristaps es muy com¨²n y hasta los goyas del cine let¨®n son un Lielais Kristaps.
Riga es la m¨¢s grande y monumental de las capitales b¨¢lticas, y tradicionalmente una de las m¨¢s animadas d¨ªa y noche. En sus 800 a?os de historia, aqu¨ª han convivido ¡ªy tambi¨¦n guerreado entre s¨ª¡ª letones, alemanes, suecos, polacos, lituanos y rusos. Todos, especialmente alemanes y rusos, fueron configurando su personalidad. Volcada al comercio, y uno de los principales puertos de la Liga Hanse¨¢tica, goz¨® de cierta prosperidad hasta principios del siglo XX. Aquel esplendor se aprecia en las casas se?oriales decimon¨®nicas que jalonan el centro urbano. Muchas, m¨¢s de 750, son modernistas, lo que ha hecho de Riga la ciudad con mayor concentraci¨®n del mundo de casas de ese estilo; y que su centro, del que forma parte tambi¨¦n el medieval casco antiguo (Vecriga), sea considerado patrimonio mundial por la Unesco.
En torno a las calles Alberta, Elizabetes, Antonijas y Strelnieku se hallan los edificios modernistas m¨¢s impresionantes. Es una zona donde callejear disfrutando de los llamativos motivos curvil¨ªneos y relieves estilizados de plantas, animales, rostros¡ que ornamentan cornisas, fachadas de vivos colores y ventanas combadas. En el n¨²mero 12 de Alberta se halla el museo Riga Art Nouveau Center, en el que, adem¨¢s de su espectacular escalera circular, se ve c¨®mo era el interior de una casa modernista.
Camino del Vecriga pasamos por una zona de parques surcados por el canal Pilsetas de la que emerge una columna de 42 metros, coronada por una mujer: el Milda, el Monumento a la Libertad, s¨ªmbolo de la independencia letona. Cerca se hallan el Museo Nacional de Arte, con importantes obras impresionistas locales, y la catedral ortodoxa de la Natividad, de doradas y brillantes c¨²pulas. Llegamos a la ?pera, de las m¨¢s importantes de Europa, donde se puede disfrutar de una obra a muy buen precio. Sede del ballet y orquesta nacionales, cont¨® entre sus bailarines a Mija¨ªl Baryshnikov y como director a Richard Wagner, quien vivi¨® en la ciudad dos a?os.
Recorriendo el Vecriga
El Vecriga, a orillas del Daugava, est¨¢ formado por un laberinto de estrechas calles adoquinadas y peque?as plazas, con iglesias medievales de ladrillo rojo, palacios, comercios, animadas terrazas de bares y restaurantes, y joyer¨ªas que trabajan el ¨¢mbar que el B¨¢ltico deposita en sus costas. La iglesia m¨¢s relevante es la catedral luterana, la m¨¢s grande de la regi¨®n, que alberga el Museo de Historia y en cuyas dependencias dio clases el fil¨®sofo Herder. La de San Pedro tiene la torre m¨¢s alta, m¨¢s de 120 metros: las vistas desde su mirador compiten con las de la cercana Academia de Ciencias, un mastod¨®ntico rascacielos de look sovi¨¦tico. Mientras que la de San Juan esconde la leyenda entre sus muros. Para evitar que se desmoronaran durante su construcci¨®n, dos monjes se ofrecieron para ser emparedados siguiendo una estremecedora creencia medieval centroeuropea. A¨²n se conserva en una fachada la m¨ªnima ventana por la que se los alimentaba. Se supone que sus cuerpos siguen all¨ª.
Uno de los palacios del Vecriga es el del zar Pedro el Grande. Otros iconos son la Casa de los Cabezas Negras, la de los Tres Hermanos y la de los Gatos. La primera, una peculiar construcci¨®n g¨®tica de roja fachada renacentista, era propiedad de una cofrad¨ªa de comerciantes cuyo patr¨®n era el norteafricano san Mauricio, de ah¨ª su nombre. Se alojaban aqu¨ª los cofrades solteros que la hicieron famosa por las fiestas fuera de tono que organizaban, como la Fasnachtsdrunken (Noche de la Gran Borrachera). Al parecer, fueron los que crearon la tradici¨®n del ¨¢rbol de Navidad al decorar uno con flores en la Nochebuena de 1510. Despu¨¦s lo quemaron. Los Tres Hermanos son tres edificios adosados, construidos en distintas ¨¦pocas por los miembros de una misma familia. El de la derecha es el m¨¢s antiguo de Riga (data del siglo XV). Los tres tienen min¨²sculas ventanas en su parte alta. La raz¨®n: los impuestos se pagaban en funci¨®n del tama?o de una de las ventanas superiores. La Casa de los Gatos es todo un s¨ªmbolo: fue construida por un comerciante que situ¨® en sus c¨²pulas dos gatos dirigiendo sus traseros hacia los edificios de los Gremios Mayor y Menor tras ser expulsado del primero. Pero fue denunciado y tuvo que cambiarlos de direcci¨®n.
Merece una visita, junto al Vecriga, el peculiar Mercado Central, con 1.200 puestos ubicados en cinco antiguos hangares alemanes para zepelines. Aqu¨ª se puede degustar la cocina tradicional, basada en cerdo, ahumados, pelmenis (masa rellena de carne), pankukas (tortitas), rupjmaize (pan de centeno)¡ Tambi¨¦n en los abundantes restaurantes del centro, como Folkklubs Ala Pagrabs y Milda. Hay que probar el licor local, el Riga Balzams, de color negro, del que dijo Goethe que era ¡°el elixir de la vida¡±. Fuera del Vecriga, los restaurantes que frecuentan artistas, escritores o pol¨ªticos son Istaba, que es adem¨¢s una galer¨ªa de arte, y el Caf¨¦ Osiris.
Para terminar el d¨ªa, es recomendable cruzar el r¨ªo ¡ªya no hace falta la ayuda de Lielais Kristaps¡ª y disfrutar desde la otra orilla del skyline de Riga, iluminado en la noche en todo su esplendor, reflej¨¢ndose en el r¨ªo Daugava. Unas vistas cuyo recuerdo animar¨¢n a volver.
Manuel Florent¨ªn es editor y autor del ensayo ¡®La unidad europea. Historia de un sue?o¡¯ (Anaya).
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