Viaje al coraz¨®n del oro blanco en el Valle Salado de A?ana, en ?lava
A 30 kil¨®metros de Vitoria se encuentran las salinas m¨¢s antiguas del mundo, de m¨¢s de 7.000 a?os, declaradas patrimonio agr¨ªcola mundial y principal destino de turismo industrial en el Pa¨ªs Vasco
Para admirar y entender el Valle Salado de A?ana hay que repensar la idea de paisaje. Al leer esta palabra solemos pensar en vegetaci¨®n frondosa y no intervenida por la mano humana, pero en este caso estamos ante un valle lleno de terrazas de madera, arcilla y piedra sobre las que se encuentran m¨¢s de 2.000 eras o plataformas de extracci¨®n de sal. La primera impresi¨®n puede ser desconcertante: nos hace pensar en los decorados de una pel¨ªcula o en un anfiteatro al aire libre dispuesto para un montaje teatral contempor¨¢neo, todo ello con un bosque al fondo. El paisaje del Valle Salado de A?ana es una sorpresa, no solamente para la vista, sino para todos los dem¨¢s sentidos, que se activar¨¢n de inmediato ante tantos est¨ªmulos.
El valle se encuentra en el peque?o pueblo de Salinas de A?ana, a 30 kil¨®metros de la ciudad de Vitoria. El nombre del lugar ya nos da a entender su fuerte v¨ªnculo con la producci¨®n de sal, nexo que se remonta a 7.000 a?os atr¨¢s, cuando comenz¨® a extraerse del valle gracias a su manantial de salmuera, un resto geol¨®gico del antiqu¨ªsimo Mar de Tetis que exist¨ªa en la zona en la Era Mesozoica. Estamos ante la salina activa m¨¢s antigua del mundo, y eso provoca en los visitantes fascinaci¨®n y respeto a partes iguales. El ingenioso sistema de extracci¨®n de la sal a partir de la salmuera y la peculiar arquitectura del valle nos acerca a lo mejor de los seres humanos: a su habilidad para desarrollar ideas sostenibles sin da?ar su entorno, de ah¨ª que este valle se considere un SIPAM o Sistema Importante de Patrimonio Agr¨ªcola Mundial, una merecida medalla para lucir en la solapa que otorga valor al conocimiento ancestral contenido en esta salina alavesa.
Tradici¨®n es la palabra clave de este enclave, y para entenderla y sumergirse en ella lo mejor es seguir las actividades que proponen desde la Fundaci¨®n Valle Salado de A?ana, premiada con el galard¨®n Europa Nostra de Patrimonio Cultural en 2015.
La variedad de experiencias que se ofrecen a lo largo de todo el a?o ¡ªsi bien su temporada alta es entre mayo y octubre¡ª convierte la visita en una aventura con muchos matices. Es inevitable apuntarse al recorrido medioambiental, siempre reservando con antelaci¨®n, que ayuda a entender el valor hist¨®rico, cultural y arqueol¨®gico que tenemos ante nuestros ojos, pero tambi¨¦n merece la pena realizar el ¡°ba?o de bosque¡±, una pr¨¢ctica nacida en Jap¨®n y conocida all¨ª como shinrin-yoku, a trav¨¦s de la cual repararemos en aspectos insospechados del entorno como los sonidos que nos rodean y la paleta de colores del valle, propia de un lienzo de Antoni T¨¤pies.
En el spa salino nos expondremos a los beneficios de la salmuera sobre nuestra piel, pero, ante todo, uno no debe olvidarse de observar a la mascota del valle: la Artemia parthenogenetica, un crust¨¢ceo diminuto que ti?e de rosa las superficies blancas de las salinas y que ha facilitado el ingreso del valle salado en la lista Ramsar de humedales de importancia mundial.
Salineros por un d¨ªa
La actividad que m¨¢s secuelas (buenas) nos dejar¨¢ en el cuerpo es la de ejercer de salineros por un d¨ªa. Moveremos m¨²sculos que no sab¨ªamos que ten¨ªamos y aprenderemos a manejar utensilios como el trabuquete o los rodillos con los que revolveremos la salmuera, intentando imitar al maestro salinero Edorta Loma, que ya ve¨ªa a su bisabuelo trabajar en las eras de A?ana, y que anda por all¨ª trabajando, vestido ¨ªntegramente de blanco y calzado con unas botas de goma del mismo color.
Que no se nos olvide: aunque el paisaje donde se produce este mineral comestible sea casi lunar, estamos en el Pa¨ªs Vasco, sin¨®nimo de alta gastronom¨ªa. As¨ª que, tras concluir la cata de sales en el Valle Salado, donde aprenderemos a distinguir entre la de manantial, la flor de sal y los apreciados chuzos o estalactitas, hay opciones para seguir estimulando el paladar. Una de ellas est¨¢ a pocos pasos: es el restaurante Almazen, fundado en plena pandemia por la valiente chef Beatriz Pascual, que establece un di¨¢logo culinario y verbal con sus comensales en su peque?o y encantador local con cocina a la vista. El showcooking de la chef y de su ayudante se convierte en una experiencia intensa y cercan¨ªsima, pues los comensales se sit¨²an rodeando a los art¨ªfices de su selecto men¨²-degustaci¨®n, que solamente incluye productos frescos y de temporada. El placer de ver aparecer de repente ante ti un pimiento de piquillo relleno de brandada de bacalao, un steak tartar de carne de potro o una tartaleta con helado de queso y flores en medio de una conversaci¨®n amigable no tiene parang¨®n. Y todo ello aderezado con sal de A?ana, por supuesto, presente tambi¨¦n en otros restaurantes de primera como Mugaritz, el de Dani Garc¨ªa o el Celler de Can Roca, asiduos clientes del Valle Salado.
Aquellos que quieran permanecer por la zona y seguir con las experiencias slow, pueden gestionarlas a trav¨¦s de Walk On The Basque Side, un proyecto de inmersi¨®n en la cultura vasca, y tambi¨¦n por medio de los alojamientos rurales que han ido surgiendo en los alrededores. La casa rural Madera y Sal, en Salinas de A?ana, alquila apartamentos a grupos durante todo el a?o. Sus due?os, los amables Zuri (Zuri?e) S¨¢nchez y Edu Fern¨¢ndez de Arroyabe, se ocupan de sus hu¨¦spedes como si estos fueran miembros de su familia. Y en aldeas cercanas como Sobr¨®n o Ast¨²lez tambi¨¦n hay caser¨ªos con propuestas de ecoturismo como Natura Sobr¨®n o Caser¨ªo Montehermoso, donde se puede practicar yoga, inmersi¨®n forestal y otras actividades que nos dejar¨¢n como nuevos.
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