24 horas en Tortosa, de las vistas desde su castillo a una traves¨ªa por el Ebro
La ciudad tarraconense es ¨²nica por sus murallas y fortificaciones, la catedral g¨®tica, las esculturas de los Jardines del Pr¨ªncipe y el placer de contemplar el atardecer navegando en la¨²d
M¨¢s de 2.000 a?os contemplan la historia de Tortosa, capital de la comarca del Bajo Ebro (Tarragona) y asentada cerca del delta del r¨ªo. Es una sede episcopal hist¨®rica de arquitectura imponente ¡ªla catedral de Santa Mar¨ªa, la juder¨ªa, los Colegios Reales del siglo XVI, las Avanzadas de San Juan son algunas de sus vistas imprescindibles¡ª y con un pasado donde hoy se mezclan huellas de las culturas romana, ¨¢rabe y cristiana.
Cualquier d¨ªa en esta tierra sabe a poco. Y esta ruta lo demuestra.
10.00 Para empezar el d¨ªa
El escritor en lengua catalana Crist¨°for Despuig, perteneciente a una familia de la nobleza y autor de Los col¡¤loquis de la insigne ciutat de Tortosa, de 1557, ya habl¨® de la situaci¨®n geogr¨¢fica privilegiada de la ciudad, gracias, en parte, a la fertilidad del valle del Ebro. En la Tortosa del siglo XVI suced¨ªan los asuntos culturales y art¨ªsticos m¨¢s relevantes de Catalu?a.
Pues bien, a esos tiempos y otros es posible viajar mediante la rica variedad de rutas que ofrece la localidad: entre otras, est¨¢ La Tortosa templaria, amenizada por un caballero que habla de esa Orden; tambi¨¦n, la que hace descubrir la Tortosa de la Guerra Civil espa?ola y la que habla del paso por esta zona de Ernest Hemingway como corresponsal. Sin olvidar la que lleva a adentrarse en la catedral de Santa Mar¨ªa, gran estandarte del g¨®tico catal¨¢n, que muestra el arte de nueve siglos: epigraf¨ªa romana, visig¨®tica y ¨¢rabe, pinturas, c¨®dices, pergaminos, esculturas, orfebrer¨ªa, tapices, siller¨ªa¡
12.00 Un castillo-mirador
Si se ha abierto el apetito por seguir conociendo lugares arquitect¨®nica e hist¨®ricamente relevantes, nada mejor que subir al castillo de la Zuda o de San Juan (1). Se trata de una atalaya rodeada de murallas donde no cuesta imaginar el baluarte defensivo que fuera anta?o y que ofrece una gran panor¨¢mica de toda la ciudad. Fue, en el siglo VIII, la residencia del pr¨ªncipe omeya Abd-al-Rahman I, que se convertir¨ªa en el primer emir independiente de C¨®rdoba. Los ¨¢rabes lo hicieron alcazaba en el siglo X y construyeron un pozo central (o zuda) gigantesco. Jaime el Conquistador, en el siglo XIII, enfatiz¨® su funci¨®n militar, y de resultas de ello pueden verse aljibes, galer¨ªas subterr¨¢neas con mazmorras y hornos. Ser¨ªa con las guerras de Sucesi¨®n y contra los franceses en el XIX, m¨¢s la Guerra Civil, cuando el castillo sufri¨® una grave destrucci¨®n, hasta que, en 1972, y tras restaurarse, se convirtiera en Parador Nacional de Turismo.
14.00 Almuerzo con postre papal
El castillo entronca con una celebraci¨®n realmente asombrosa: la Fiesta del Renacimiento. En ella, cada tercer fin de semana del mes de julio, participan 3.000 ciudadanos vestidos como hace 500 a?os, en medio de un centenar de espect¨¢culos que se despliegan por las calles con actuaciones, desfiles, mercados de productos variados y men¨²s de inspiraci¨®n renacentista en los restaurantes del municipio.
Tortosa y su entorno, desde el punto de vista gastron¨®mico, es rico en arroces y otros platos como la anguila en suc, el guiso suquet calero, la sardinada, el suquet de pescado y, ya pasando a los postres, los pastissets de Tortosa, rellenos de cabello de ¨¢ngel, o las garrofetas, una pasta menuda y seca que fue creada en el siglo XV para aliviar la dolencia estomacal de Benedicto XIII, el llamado Papa Luna. Seg¨²n la leyenda, este dulce contribuy¨® a su longevidad (muri¨® a los 96 a?os). A destacar el restaurante El Parc, que ofrece el know-how de la nueva cocina de vanguardia, en medio del parque Teodoro Gonz¨¢lez, y otro restaurante de autor, DMiquel Cuina de Temporada, justo en el centro de la ciudad.
16.00 Los Jardines del Pr¨ªncipe
Luego, para bajar el placer de una comida copiosa, es de lo m¨¢s recomendable dar un paseo por los Jardines del Pr¨ªncipe (2), una suerte de museo al aire libre, pues en ¨¦l se puede disfrutar de las esculturas de Santiago de Santiago (?vila, 1925). Es un espacio que antes ocupaban unos antiguos ba?os de principios del siglo XIX, c¨¦lebres por sus aguas medicinales. En 1991 inauguraba el jard¨ªn el entonces pr¨ªncipe Felipe, pudi¨¦ndose contemplar una colecci¨®n escult¨®rica de 23 piezas en torno a ¡°El hombre, su motivaci¨®n y su destino¡±. De este modo, la obra capta distintas etapas de la humanidad, como el hombre primitivo, la tragedia de Hiroshima o el viaje en busca de otras galaxias.
18.00 La puesta de sol desde el Ebro
El d¨ªa avanza y, tras tanto andar, quiz¨¢ apetezca sentarse para dejarse llevar y conocer a ras de agua el Ebro mediante el llamado Crucero Atardecer de 90 minutos, que ofrece la empresa Lo Sirgador. Esta tiene varias ofertas interesantes para atravesar el r¨ªo, como una traves¨ªa con m¨²sica en directo en uno de sus barcos (en un la¨²d, en concreto). A bordo de la embarcaci¨®n, se explica la historia de la ciudad ¡ªpor sus aguas, camino de Zaragoza, se trasladaban tejidos y sedas de Florencia¡ª y la naturaleza que la rodea, y as¨ª se llega al bosque de ribera de la isla de la Xiquina (3) para acabar viendo la puesta de sol. Un rato este que est¨¢ aderezado con una copa de cava o de mistela y de un pastisset local.
20.00 Cenar y dormir en el parador
A la hora de retirarse, lo mejor ser¨¢ cenar y dormir en el parador de Tortosa (4), que dispone de una gran piscina de temporada y desde el que se tiene una visi¨®n privilegiada de la ribera del r¨ªo Ebro en su parte final, as¨ª como de la ciudad y de su casco antiguo. El mobiliario de estilo antiguo, sus techos abovedados y las vigas de madera hacen que el viajero tenga muy presente que se encontra en un establecimiento que proporciona pura historia catalana desde el medievo. El comedor, de ventanales g¨®ticos, del restaurante Marmitia Parador de Tortosa combina productos de la huerta, del delta del Ebro y de la monta?a y el mar, lo cual participa del ambiente de placer y quietud que se respira all¨ª, en lo alto de una monta?a que no cesa de deparar sorpresas. Fue el caso de una l¨¢pida funeraria descubierta en 1973, en el cementerio ¨¢rabe del castillo, relativa a un gobernador del siglo X, que, con una hermosa escritura c¨²fica, hac¨ªa menci¨®n a la vida m¨¢s all¨¢ de la muerte y a preceptos religiosos cor¨¢nicos.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiraci¨®n para tus pr¨®ximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, Twitter e Instagram.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.