Qu¨¦ hacer 24 horas en Vigo en plena ¨¦poca navide?a
Una ruta al encuentro de ¡®El Sireno¡¯, mercados y la llamada ¡°calle de las ostras¡±, locales que recuerdan la Movida viguesa y, por su puesto, sus plazas iluminadas
Reinventarse o morir. En realidad, Vigo nunca estuvo muerta. ?O s¨ª? Cualquier pasado parece mejor en esta ciudad gallega abierta al g¨¦lido Atl¨¢ntico y contenida entre siete montes que se expande perdiendo la identidad desde su n¨²cleo original, el Casco Vello. Tuvo su ¨¦poca dorada con la Movida viguesa y el impulso de la moda gallega en los a?os ochenta. Tras la pandemia, se reinventa con un lavado de cara. De un lado, est¨¢n los planes urban¨ªsticos que incluyen escaleras mec¨¢nicas con estructuras de dise?o, rampas o incluso alg¨²n ascensor para paliar los desniveles de su orograf¨ªa. De otro, el inter¨¦s por el turismo natural, con rutas en barco por la r¨ªa y sus islas, conocidas como el Caribe gallego por su belleza natural. Autores de novela negra, series televisivas e iniciativas culturales se suman al nuevo p¨¢lpito.
En mitad de todo ello, Vigo atrae las miradas con su c¨¦lebre despliegue por Navidad y hasta 11 millones de luces que engalonan calles, plazas y ¨¢rboles. Entre piedra y hormig¨®n, unos hablan de reconversi¨®n viguesa. Los rom¨¢nticos, de nueva Movida. Este es un recorrido para ver su estado de eclosi¨®n en plena ¨¦poca navide?a.
10.00 Cita con el hombre pez
Un buen punto de partida para comprender el microcosmos vigu¨¦s es la antropom¨®rfica escultura del hombre pez, conocida como El Sireno (1), hoy icono de la ciudad. Obra del escultor gallego Francisco Leiro y erguido cuan dios pagano, mira al mar y nos vigila sobre sendas e interminables columnas de m¨¢rmol. Los vigueses le atribuyen una simb¨®lica relaci¨®n de la ciudad con lo que llaman ¡°fe¨ªsmo¡±, la tendencia que concede valor est¨¦tico a lo feo, plasmada en sus edificios de hormig¨®n. Nos encontramos en la Porta do Sol, centro neur¨¢lgico de la ciudad del pulpo a feira y el mejill¨®n, donde desayunar en alguna de sus animadas terrazas, si la nube lo permite.
Entre sus cl¨¢sicos edificios, destaca el recoleto y modernista Edificio Sime¨®n, que invita a pensar en tiempos de guerra y alianzas con los galos, ingleses y portugueses, porque Vigo tambi¨¦n se erigi¨® a base de mamporros. Incluidos los de corsarios, monjes y templarios. Para disfrutar de las mejores vistas conviene empezar subiendo al parque Monte do Castro (2), a cuyos pies brot¨® esta desnivelada ciudad, con sus pazos. Uno es hoy la pinacoteca Francisco Fern¨¢ndez del Riego (Abeleira Men¨¦ndez, 8) (3), donde darse un ba?o de arte galego. Seguimos la muralla construida en el barroco y decadente siglo XVII, que abraza el centro, all¨¢ donde dejamos flotando a El Sireno.
11.30 Puente entre dos mundos
El concepto del contraste, que el vigu¨¦s maneja con iron¨ªa, es constante en esta ciudad urbanita. Tomando otra cuesta llegamos a la fortaleza de San Sebasti¨¢n (4), un castillo en ruinas, entre baluartes, desde los que se defend¨ªan los antepasados vigueses. La bella estampa de la profunda R¨ªa de Vigo premia el ejercicio de subida. Hoy es un jard¨ªn con vistas panor¨¢micas, presidido por un cruceiro, reliquia en piedra del paisaje gallego. A la izquierda, hacia el puerto de Bouzas, quedan los muelles de astilleros y las lonjas de pescado, cuya sola vista exhala olor a mar. Cerca, en la bruma se dibujan las imponentes islas C¨ªes. Y al frente, el skyline del casco viejo sobre el puerto tur¨ªstico, donde tambi¨¦n llegan los trasatl¨¢nticos. La vista solo la secciona el Hotel Bah¨ªa de Vigo (C¨¢novas del Castillo, 24) (5), un edificio brutalista, la corriente arquitect¨®nica de los a?os cincuenta de formas geom¨¦tricas que dejaba al descubierto los elementos de construcci¨®n, y que vuelve al candelero. A la derecha, la d¨¢rsena industrial con sus gr¨²as, bajo el Monte de A Gu¨ªa. Sobre ella, la zona residencial, que da fe de las 300.000 almas que viven en la ciudad pontevedresa, la m¨¢s poblada del ¨¢rea metropolitana (con casi medio mill¨®n).
Detr¨¢s, nos custodian la torre del Concello o Ayuntamiento (6) y el auditorio municipal (7), sendos ejercicios de fe¨ªsmo vigu¨¦s. El gran puente de Rande, a cuya ensenada lleg¨® el pirata Francis Drake y que bautiz¨® la triste batalla de 1702, sirve all¨¢ al fondo de paso a la autov¨ªa del Atl¨¢ntico hasta Portugal.
12.30 Arte, rock y novela negra
De regreso al centro, entre pendientes y escalones, adi¨®s a la calma para dejamos caer por el bullicioso Mercado do Progreso (Progreso, 28) (8), donde hacerse idea del poder¨ªo del producto local. En la comercial calle de Pr¨ªncipe asoma el museo MARCO de Vigo (Pr¨ªncipe, 54) (9), de fachada cl¨¢sica y pan¨®ptico. Tras consultar su programa de arte moderno, damos un salto en el t¨²nel del tiempo para oler el garum, una salsa de pescado, en el Centro Arqueol¨®xico do Areal Salinae (Rosal¨ªa de Castro, 21) (10), asentado sobre una salina.
La ciudad vive en eterno estado de friquismo. Se aprecia en tiendas como Caramba Shop (Progreso, 36) (11). Aqu¨ª, Iv¨¢n Rodr¨ªguez vende ropa para ¡°gente distinta¡±: de chupas moteras a camisetas de bandas favoritas. Adem¨¢s, ropa g¨®tica y tatuajes en sus locales de Urz¨¢iz (114) y Pi i Margall (75). Los mejores discos de m¨²sica gallega y fusi¨®n est¨¢n en manos de Xusto Malej¨®n y ?scar Dom¨ªnguez, y el sello Inquedanzas Sonoras (Mart¨ªnez Garrido, 1) (12), hacia O Calvario. ¡°La clave cultural en Galicia pasa por las mujeres¡±, dicen. De Fillas de Cassandra o Tanxugueiras.
Tambi¨¦n la literatura viguesa se suma al cambio. As¨ª lo confiesa Pedro Feij¨®o, con 48 a?os y siete libros publicados de novela negra. Es un autor del peque?o boom del g¨¦nero. Tiene una teor¨ªa: ¡°Aqu¨ª hay una vida que antes no exist¨ªa¡±, confiesa. ¡°Peque?os motores van tejiendo una red¡±, apuntilla. Lugares como el Edificio El Moderno (Policarpo Sanz, 1) (13), hoy hotel de lujo, le sirven de localizaci¨®n. Adem¨¢s del fallecido escritor Domingo Villar, lo secundan ?lex Alonso, Manuel Esteban o Beto Luaces. Y al albur del Novo Cinema Galego surgen cineastas como ?liver Laxe o Lois Pati?o, y series rodadas en Vigo, como Rapa o Vivir sin permiso. ¡°Hay un gusto por reconocerse en lo cercano¡±, justifica Feij¨®o.
14.00 Un d¨®nut volante
De Col¨®n a las ilustres avenidas de Urz¨¢iz y Garc¨ªa Barb¨®n, con el Teatro Afundaci¨®n Vigo (Policarpo Sanz, 13) (14) y la Fundaci¨®n Barri¨¦ (en el n¨²mero 31) (15) al frente. La ciudad no parece un mal lugar donde asentarse, opini¨®n que comparten del barman al taxista, pese al clima lluvisoso y su estructura vial. En af¨¢n de mejoras urban¨ªsticas, y el proyecto Vigo Vertical, sostenido con fondos europeos, se ha construido Halo, una obra de ingenier¨ªa multimillonaria en forma de d¨®nut blanco que sobrevuela la autov¨ªa y conecta las partes baja y alta de la ciudad, y abrir¨¢ en breve. Incorpora un ascensor-torre de 50 metros.
Cerca quedan la nueva estaci¨®n de tren, la de autobuses y el gran centro comercial Vialia (Pza. Estaci¨®n, 1) (16) del premio Pritzker Thom Mayne. Javier Nogueira, madrile?o de 59 a?os, y ya m¨¢s aviguesado que las patatillas, retrata la ciudad as¨ª: ¡°Vigo es un Madrid en peque?o con mar¡±. Edita la revista Vivir y Disfrutar Vigo, que tira 25.000 n¨²meros al a?o. Mara Costas, famosa peluquera de las crestas de los ochenta, es pesimista: ¡°Har¨ªa falta m¨¢s industria¡±. Fue pionera en colgar un cuadro de Menchu Lamas en su peluquer¨ªa (hoy tiene locales en la arbolada plaza de Compostela y junto al Hotel Nagari (17)).
14.30 Entre pulpos y ostras
Entretanto, mercados y restaurantes por doquier invitan a abrir boca. Para tapear, hay que irse al Casco Vello (18), y la pulper¨ªa Polbo Bar (plaza Constituci¨®n, 10), o perderse en tabernas como La Central, A Pedra y La Favorita. Se catan quesos, empanada gallega, pimientos de Padr¨®n, ribeiros y albari?os. Alguna suena a rock, en homenaje a bandas como Siniestro Total o Golpes Bajos.
Para sentarse, est¨¢ Ni?o Corvo (Real, 22). Y para darse un homenaje hay que bajar a la llamada ¡°calle de las ostras¡±, junto al puerto, y el Mercado da Pedra, un callej¨®n de marisquer¨ªas con terrazas, turistas y ostras reci¨¦n desbulladas. Como Casa Vella, La Piedra y O Port¨®n. Hacia la Alameda (19), hay m¨¢s pescados y mariscos en La Trastienda del Cuatro (Pablo Morillo, 4) y O Rei Pescador (palza Compostela, 29), y cocina-fusi¨®n asi¨¢tica-gallega en Nikko Espacio Gastron¨®mico (M¨¦xico, 10). Merece su momento el restaurado Palacio de la Oliva (Oliva, 2) (20), un multiespacio para eventos, con lounge bar, carta de Pepe Solla y cena de Nochevieja.
16.00 Navidad de mar y poemas
De Vigo partieron cruceristas en busca de fortuna a las Am¨¦ricas. Arribamos al puerto comercial (21) tras la sobremesa para ver el Casino y un largo paseo. Los tur¨ªsticos trasiegan sin pausa a Cangas y Moa?a, a unos 15 kil¨®metros. Tambi¨¦n, a las protegidas islas C¨ªes; Ons, Tambo, S¨¢lvora y San Sim¨®n, que fue lazareto donde hacer cuarentena y hoy acoge eventos culturales. Este a?o, triunfan las excursiones por la R¨ªa. Otra opci¨®n es pillar el Barco do Nadal, iluminado y con un Pap¨¢ Noel a bordo. O hacer la Ruta del mejill¨®n para acercarse a las bateas y catar luego mejillones frescos con un blanco gallego. Las navieras Mar de Ons y Nabia ofrecen tiquets en la estaci¨®n mar¨ªtima para navegar sus 35 kil¨®metros de largo. Este animado muelle de A Laxe es parte del proyecto Abrir Vigo al Mar, que fusion¨® el centro de la ciudad con el Atl¨¢ntico: la piedra y el mejill¨®n. A ¨¦l llegan hoy cruceros que van y vienen al puerto de Southampton, en el Reino Unido; tambi¨¦n a C¨¢diz, Lisboa o las Azores. Tiempo para un selfi en el Real Club N¨¢utico, junto a la estatua de Julio Verne sentado sobre un calamar gigante.
De vuelta al centro, nos damos un empape navide?o en su tr¨ªo de plazuelas. La de la Constituci¨®n (22) luce la primera farola cl¨¢sica. De ah¨ª, al sumun, con ¨¢rbol y bola gigantes, mercadillo y noria, en un redoble consistorial, peatonalizando el centro para evitar el colapso total. La de Almeida (23) ostenta la sede del Instituto Cam?es y la de la Iglesia (24), la colegiata de Santa Mar¨ªa, con un olivo a sus pies, s¨ªmbolo vigu¨¦s. Tras picar algo rematamos en la Casa de la Collona, que fue un prost¨ªbulo del Barrio del Placer y hoy acoge la asociaci¨®n ?vame-Oroza (Costa, 5) (25), y a gente como el ilustre Ant¨®n Reixa y su Medalla de Oro al M¨¦rito en las Bellas Artes. M¨²sica, microteatro, muestras y performances conviven con recitales del p¨®stumo poeta local Carlos Oroza.
22.00 Una de Movida viguesa
Tras la reconversi¨®n de los a?os ochenta del pasado siglo, Vigo despunt¨® en la m¨²sica y el textil con Galicia Moda. Sigue liderando en autom¨®viles, congelados y conservas. Un ba?o de nostalgia lleva a salir por el barrio indie de Churruca y bares como el Radar, Mogambo, La Iguana o La F¨¢brica de Chocolate. M¨¢s all¨¢, el Teatro Salesianos, donde todo empez¨® con la Movida. Nada es igual. Pero algo resuena cerca, en el 20th Century Rock (Arenal, 18) (26), el bar m¨¢s mol¨®n, que abri¨® hace un cuarto de siglo. Para bien o mal, Vigo atrapa. Ya lo dec¨ªan los versos recitados de Oroza: ¡°Cerrar¨¢s las puertas a la locura, pero entrar¨¢s en m¨ª¡±.
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