Qu¨¦ hacer 24 horas en ?vila: mucho patrimonio, historia y dulces
Recorrer su muralla y probar las yemas de Santa Teresa son dos imprescindibles de esta recoleta y recogida ciudad que se puede explorar en un tranquilo paseo
Visitar ?vila es empaparse de historia, culturas varias, buen vino y excelente gastronom¨ªa, como las deliciosas yemas de Santa Teresa. La ciudad castellana escondida tras la muralla que mand¨® construir el rey Alfonso VI de Le¨®n y de Castilla en el siglo XI, a pesar de su monumental patrimonio, se puede recorrer en un d¨ªa. Recoleta y recogida se pasea con tranquilidad. Estos son los hitos imprescindibles que no hay que perderse.
10.00 Panor¨¢mica espectacular de ?vila extramuros
Antes de empezar a descubrir sus adoquinadas calles, lo primero ser¨ªa contemplarla murallas afuera, desde Los Cuatro Postes (1), el mirador de ?vila por excelencia situado en la margen izquierda del r¨ªo Adaja. El promontorio de las cuatro columnas d¨®ricas unidas por un arquitrabe que muestra el escudo de la ciudad, regala, ya sea en la puesta de sol, con la luz inquietante de una tarde de tormenta, o al candor de la iluminaci¨®n nocturna, una panor¨¢mica espectacular de la ciudad, patrimonio mundial de la Unesco desde 1985.
A¨²n extramuros, no lejos del mirador, est¨¢ el monasterio de la Santa Encarnaci¨®n (2), declarado tambi¨¦n patrimonio mundial como elemento individual, integrante del conjunto Ciudad Vieja de ?vila e iglesias extramuros. Este es un convento donde aprender sobre la interesante vida de Santa Teresa: aqu¨ª permaneci¨® casi ininterrumpidamente desde 1535 hasta 1574, y fue priora antes de fundar la Orden de Carmelitas Descalzos. Las monjas carmelitas que hoy viven en la Santa Encarnaci¨®n cumplen con los mismos votos de silencio, pobreza y castidad de anta?o. Si bien no se puede entrar en sus estancias, hay zonas visitables que muestran su forma de vida, los locutorios a trav¨¦s de los cuales se comunican con sus seres queridos, e incluso, si no est¨¢n orando, se puede entrar en la iglesia.
12.00 Recorriendo la muralla
Nueve son las puertas de la muralla, entre las que elegir la entrada a la ciudad antigua. En la puerta del Alc¨¢zar (3), donde se destron¨® figuradamente a Enrique IV de Castilla ¡ªla farsa de ?vila¡ª en junio de 1465, est¨¢ uno de los cuatro accesos muralla arriba, desde donde emprender el recorrido obligatorio y on¨ªrico de dos kil¨®metros de longitud para admirar la ciudad desde sus m¨¢s rec¨®nditos rincones, explorar de cerca los torreones y recrear la mucha historia que entra?an sus piedras. De los 87 torreones, a partir del torre¨®n cuatro hasta la puerta de San Vicente (4), la muralla rompe su forma rectangular para dibujar una curiosa oblicuidad de la que se desconoce su prop¨®sito.
14.00 El Palacio de Sofraga, patricio ap¨¦ndice de la muralla
Casi tres kil¨®metros de andadura abren las ganas de comer. Y es precisamente en la puerta de San Vicente, sita en la esquina noroeste, donde se encuentra uno de los muchos palacios pegados a la muralla. Se construyeron con prop¨®sitos defensivos, agazapados, como los ni?os tras las faldas de su madre, en este caso al amparo de esa muralla p¨¦trea, se?a de identidad de la ciudad.
Los muros color ocre del Palacio Sofraga (5) se unen a las piedras ¨¢mbar de la muralla. Y no solo lo hacen en el exterior. Puertas adentro del palacio, hoy el Hotel Palacio Sofraga que pertenece al sello de World Hotels, tambi¨¦n se funden. Es m¨¢s que aconsejable, antes de entrar en el restaurante, echar un vistazo al interior del alojamiento que cuenta la historia de ?vila a cada paso. Ver c¨®mo una de las paredes, sin remozar, no es otra cosa que un trocito de muralla, cuya presencia se cuela por muchas de las ventanas y balcones. Observar la sabia restauraci¨®n del edificio, que no ha perdido ni un ¨¢pice de su prestancia y, sin embargo, se ha convertido en un hotel con todas las comodidades del siglo XXI. Impresionante la suite principal con vigas en los techos, donde fantasear con la rica historia de ?vila, mientras se escuchan las campanas de sus iglesias, quiz¨¢s sean de las extramuros de San Nicol¨¢s, Santa Mar¨ªa de la Cabeza, San Segundo o San Mart¨ªn, o la de San Pedro Ap¨®stol que protagoniza el Mercado Grande. Pero seguramente ser¨¢n las campanas de la vecina catedral del Salvador.
Al sentarse a la mesa del restaurante Sofraga comienzan a salir aperitivos t¨ªpicamente abulenses; unas jud¨ªas con chorizo, suaves y sabrosas donde las haya, y las patatas revolconas que no pod¨ªan faltar. El chulet¨®n de ?vila aparece coronando una paella cuyo arroz se ha empapado de su exquisito sabor. Compiten en excelencia las cocochas a la bilba¨ªna y las mollejas de cordero lechal, bocados de lujo. Todo ello regado con vinos denominaci¨®n de origen nacionales; un mimo especial a la D.O.P. Cebreros. Famosa como es la reposter¨ªa abulense, el chef hace los honores sacando de postre un variado de tarta fina de hojaldre, la de la abuela, una de queso, deliciosa, y un suave tiramis¨².
17.00 Un paseo hist¨®rico
Hay que bajar la comida y para ello lo mejor es dar un buen paseo, o bien subir a bordo de un tuctuc si se est¨¢ cansado. Se podr¨ªa empezar por la plaza del Ayuntamiento (6), llena de agradables bares y caf¨¦s, hasta alcanzar, entre palacios y casonas, la antigua morada de Santa Teresa, que actualmente alberga la bas¨ªlica de Santa Teresa y el museo, de estilo barroco carmelitano. Se puede continuar por la juder¨ªa, de arquitectura sencilla y donde aparece una puerta de la muralla de marcada estrechez. Por la puerta de San Isidro o de la Malaventura (7) salieron los jud¨ªos cuando fueron expulsados, y lo hicieron por el angosto arco, ya que esta puerta no daba pie a sacar carros ni enseres. Solo cab¨ªan los desterrados y lo que llevaran puesto. Frente a la puerta, en el llamado Jard¨ªn de Mosh¨¦ de Le¨®n, m¨ªstico hebreo que redact¨® El Zohar o Libro del Esplendor, se encuentra el monumento que guarda una de las frases de su libro.
Contrarresta, en situaci¨®n y amplitud, la puerta del Peso de la Harina (8), donde est¨¢ la Casa de las Carnicer¨ªas ¡ªcuya construcci¨®n adosada al paramento exterior de la muralla, entre 1590-1591, se atribuye a Francisco de Mora¡ª. Hoy es el enclave de la oficina municipal de turismo, que da acceso a uno de los puntos elegidos de la muralla para contemplar la puesta de sol. Desde su torre¨®n n¨²mero uno se alcanza a ver la catedral del Salvador (9), iluminada al anochecer. Como al atardecer brilla con el sol la bas¨ªlica de San Vicente (10), que constituye uno de los mayores exponentes arquitect¨®nicos y escult¨®ricos de los periodos rom¨¢nico y g¨®tico. Un ejemplo ¨²nico del rom¨¢nico hispano, declarado monumento nacional en 1923 y patrimonio de la Unesco.
20.00 Quedamos en La Flor de Castilla
?vila es una ciudad tranquila, con buena calidad de vida, donde pasea la gente sin prisa, se saludan unos a otros y tienen sus lugares de encuentro. Uno de ellos es La Flor de Castilla (11), cuyo obrador naci¨® en 1860 y sigue manteniendo la receta original de las yemas de Santa Teresa, haci¨¦ndolas a mano, una a una. All¨ª se reun¨ªan los llamados tertulianos de la Flor de Castilla; pensadores, escritores, que charlaban de temas actuales, endulz¨¢ndolos a base de yemas. Mientras, el conocido pintor abulense Jos¨¦ S¨¢nchez Merino se encargaba de caricaturizar a los tertulianos ilustres, en unas pinturas que hoy siguen expuestas en el establecimiento.
Y es que no se puede dejar ?vila sin llevarse el dulce recuerdo de las yemas de Santa Teresa y, de paso, visitar el obrador que las elabora mientras se disfruta de una merienda-cena. Su tienda est¨¢ tapizada con cajas de yemas de Santa Teresa, reposter¨ªa de tradici¨®n ¨¢rabe en la que se especializaron las monjas, aprovechando las yemas sobrantes de las claras utilizadas, unos dicen que, para los vinos, otros que, para aclarar la voz, y los hay quienes mantienen que fue para amalgamar las piedras de la muralla.
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