Malm? a pie, la ciudad de las mil sorpresas
La localidad sueca ha acogido Eurovisi¨®n por tercera vez en su historia. Hoy es bien distinta a la urbe que acogi¨® el festival en 1992 y 2013, entre otras cosas por evolucionar su compromiso con la sostenibilidad, algo propiciado tanto por su ubicaci¨®n como por sus dimensiones
Malm? es la tercera ciudad de Suecia y, a lo largo de los siglos, ha mantenido su estrecho contacto con Dinamarca, no en vano le perteneci¨® hasta 1658. Hoy en d¨ªa el viajero que quiera ir de Jutlandia a Escania puede hacerlo en m¨²ltiples transportes, todos ellos de paso por el deslumbrante puente de Oresund. Inaugurado en julio del a?o 2000, cruza el B¨¢ltico y es un placer observar este mar mientras en poco m¨¢s de 40 quil¨®metros se enlazan Copenhague, tanto el centro como el aeropuerto, con nuestro destino, donde el Malm? Arena, con capacidad para 12.000 espectadores, es uno de sus faros, eso s¨ª, sin comparaci¨®n posible con el Turning Torso, un rascacielos curvado de Santiago Calatrava que alberga viviendas y oficinas comerciales. Aunque el Malm? Arena es el absoluto protagonista esta semana, pues es el escenario de Eurovisi¨®n, festival que la ciudad sueca acoge por tercera vez en su historia. Eso s¨ª, hoy Malm? es bien distinta a la urbe que acogi¨® el certamen en 1992 y 2013, entre otras cosas por evolucionar su compromiso con la sostenibilidad, algo propiciado tanto por su ubicaci¨®n como por sus dimensiones.
Lo m¨¢s posible es que lleguemos a Malm? junto a la estaci¨®n central. Las distancias para dar con lo esencial no son largas y, si no tenemos prisa, caminar siempre es el mejor modo para conocer. Desde la estaci¨®n de 1856, remodelada con un interior modern¨ªsimo lleno de tiendas y restaurantes, tenemos todos los monumentos y lugares m¨¢s destacados a poco menos de 500 metros. Al lado mismo de los trenes tenemos muchos atractivos para el ojo. Uno de ellos es el viejo faro, que puede contemplarse desde un parque estatuario entre los canales, con una de las piezas enmarc¨¢ndolo. La poes¨ªa de este panorama tiene una serenidad en las ant¨ªpodas de la transmitida por la ic¨®nica escultura The Knotted Gun, desde 1984 s¨ªmbolo ciudadano, visible para todos pese a estar esquinada. En este punto conviene no despistarse y mirar el complejo de la Universidad de Malm?, con su mezcla de antiguo, con el actual rectorado, y la modernidad junto a las aguas.
Un puente nos permitir¨¢ ir hacia otro meollo, el de la Stortorget, una de sus plazas fundamentales con el edificio del Ayuntamiento del siglo XVI, la estatua de Carlos X Gustavo, una fuente para marcar el emplazamiento de la vieja ciudad y la intuici¨®n de la iglesia luterana de San Pedro. Podemos llegar a la misma desde el pasaje de Lejonet, junto a la hom¨®nima farmacia, en la base de unos edificios con el t¨ªpico aroma de Malm?, con publicidad en sus laterales. Antes de esta traves¨ªa tropezaremos con uno de los grupos escult¨®ricos m¨¢s divertidos de la ciudad, el Optimistorkestern (la orquesta del optimismo), con unos m¨²sicos estramb¨®ticos y contagiosos de alegr¨ªa como pasarela hacia Sodergatan, una de las calles m¨¢s comerciales y reina de la Navidad.
El pasaje es un hito en s¨ª mismo, as¨ª como la iglesia de San Pedro, de origen en el siglo XIV y auster¨ªsimo interior, impactante por el blanco de sus muros, arm¨®nicos con las piezas de madera y el resto de decoraci¨®n, con discretos destellos dorados. En cierto sentido, esta visita a San Pedro rompe con una l¨®gica del recorrido, f¨¢cilmente recuperable si volvemos en un santiam¨¦n a Stortorget y de ah¨ª dejamos atr¨¢s la estatua de Carlos X Gustavo para encontrarnos de repente en la placita Lilla Torg, sin duda la m¨¢s pintoresca, con sus casas de distintos colores, negocios muy cool y una invitaci¨®n a recrearse en ese ¨¢ngulo tan c¨¦ntrico, aunque escondido.
Desde Lilla Torg hay mil posibilidades. La que nosotros escogemos se deja llevar hacia los parques, otra se?a de identidad de Malm?. El decano es el Kungsparken (el parque del rey), inaugurado por el monarca ?scar II de Suecia en 1872 a imagen y semejanza de los jardines ingleses. Entre sus sendas esconde muchos secretos, desde grutas hasta el casino, por no hablar de sus canales, un molino en la lontananza y su engarce con el parque hacia el castillo, otro eje de cualquier ruta en Malm?, que de fortaleza pas¨® a ser residencia real de Cristian III de Dinamarca en el siglo XVI. El castillo, con su museo, es un imprescindible, pero si seguimos nuestros pasos convenidos iremos del parque del Rey hacia la plaza de Gustav Adolf, la m¨¢s grande de la ciudad. A su derecha hay un parque que antes fue un cementerio, conserv¨¢ndose muchas tumbas, un ejemplo m¨¢s de espacios en desuso convertidos en pulmones para el presente.
Desde el parque cementerio bien podemos perdernos por Gustav Adolf o proseguir hacia el Folkets Park, de 1891 y pensado para la clase trabajadora. Lo bueno es que si vamos a pie antes de visitarlo veremos otros imprescindibles como puede ser la biblioteca municipal, la ¨®pera y toda la zona de la estaci¨®n Triangeln, de 2010 y con una entrada desde la que adentrarse en su interior para admirar esta peque?a joya de arquitectura contempor¨¢nea, que tambi¨¦n da nombre, no pod¨ªa ser de otro forma, a un gigantesco centro comercial. Este nos anticipa que el resto del camino hasta el Folkets Park puede ser perfecto para una pausa, comer y reponer fuerzas. Triangeln est¨¢ a poco m¨¢s de cien metros de la iglesia de San Juan, otra de las referenciales, para luego encontrar Friisgatan, una calle peatonal con muchos caf¨¦s y restaurantes entre una arquitectura unitaria con ese color ladrillo tan emblem¨¢tico en Malm?.
Tras este descanso, espera el Folkets Park. La experiencia merece la pena entre la readaptaci¨®n del ocio en nuestro siglo, su colorido kitsch rosa, con un parquecito con animales de ese color, los bustos en homenaje a grandes hombres, el restaurante Moriskan que se alza como una mezquita o las diversas estatuas, simp¨¢ticas y surrealistas, de rosas rosas, corazones con neones y l¨¢mparas caseras.
Tras esta fiesta al aire libre podr¨ªamos descender caminando hacia la playa, aunque lo m¨¢s pr¨¢ctico es coger uno de los muchos autobuses y bajar junto al Moderna Museet, que atesora en su colecci¨®n obras de Salvador Dal¨ª, Nils Dardel o Robert Rauschenberg, si bien solo su edificio, de 2009, ya es suficiente atractivo, sobre todo por c¨®mo dialoga con el castillo, detr¨¢s suyo; l¨ªmite de lo viejo con lo nuevo.
Desde el Moderna, a no m¨¢s de 10 minutos de la estaci¨®n, podemos ir hacia la playa, con la vista puesta hacia el Turning Torso de Calatrava, una de las contribuciones m¨¢s valiosas del valenciano a la arquitectura contempor¨¢nea. Es un goce andar y acercarse a esta sutil y sinuosa mole, cuya base sirve para atajar hacia ese horizonte de verdad incomparable, en espacial al atardecer, con el puente de Oresund al fondo entre los rayos del sol y sus destellos en el mar.
En Malm? todos los caminos terminan por conducirte a cualquier centro. Uno puede perderse a tu antojo y dar¨¢ con arquitecturas racionalistas, murales urbanos, estatuas inesperadas, un sinf¨ªn de parques y, quiz¨¢, la sensaci¨®n de vivir en un futuro de ciudades m¨¢s silenciosas con peatones felices en su convivencia con los ciclistas, hegem¨®nicos ante los coches, casi un ruido de anta?o.
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