Ocho rutas en coche o ¡®camper¡¯ por Italia (todas igual de apetecibles)
Recorrer el lago de Como, visitar deliciosa regi¨®n del Piamonte, viajar de Trieste a Sappada o descubrir la Toscana etrusca. Viajes para disfrutar de los paisajes, la gastronom¨ªa, la historia y la naturaleza del pa¨ªs a un ritmo pausado
Hay pocos lugares tan interesantes como Italia para recorrer por carretera. Y si es en coche o camper, mejor: tendremos m¨¢s autonom¨ªa y libertad para salirnos de las rutas convencionales y descubrir lo mejor del pa¨ªs. Ciudades rom¨¢nticas y monumentos hist¨®ricos, sabrosa gastronom¨ªa y un paisaje que abarca desde cumbres nevadas y lagos de cuento hasta parajes remotos y costas especta...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Hay pocos lugares tan interesantes como Italia para recorrer por carretera. Y si es en coche o camper, mejor: tendremos m¨¢s autonom¨ªa y libertad para salirnos de las rutas convencionales y descubrir lo mejor del pa¨ªs. Ciudades rom¨¢nticas y monumentos hist¨®ricos, sabrosa gastronom¨ªa y un paisaje que abarca desde cumbres nevadas y lagos de cuento hasta parajes remotos y costas espectaculares; de las cumbres alpinas a los pueblos toscanos en lo alto de las colinas o los pueblos pesqueros en la costa Amalfitana.
Algunos de los hitos m¨¢s famosos del mundo se alternan con joyas poco conocidas que mantienen la emoci¨®n del descubrimiento. Sobre cuatro ruedas y con el alojamiento a cuestas, Italia est¨¢ cubierta de rutas para todos los gustos, desde visitas a ciudades gourmet y vi?edos hist¨®ricos hasta d¨ªas de sol y playa en las costas menos masificadas o senderismo por preciosos parques nacionales. Aqu¨ª van ocho propuestas de road trip para recorrer el pa¨ªs.
1. Los id¨ªlicos lagos italianos
Muchos escritores, desde Goethe hasta Hemingway, han alabado los lagos italianos, bordeados de espectaculares monta?as nevadas y con lujosas villas y jardines exuberantes. Con cinco d¨ªas y hasta una semana recorriendo carreteras podemos hacernos a la idea de su enorme atractivo. En el lago Maggiore, los palacios de las islas Borromeas forman una flota de hermosos bajeles, mientras las frondosas laderas del lago de Como evocan jeques ¨¢rabes y escenarios de pel¨ªculas de James Bond. En el lago Maggiore se puede hacer una excursi¨®n por los silenciosos bosques del valle Cannobina y en la localidad de Stresa recuperar fuerzas en un nost¨¢lgico caf¨¦ de belle ¨¦poque. En Como, podemos so?ar con convertirnos en Napole¨®n o en el agente 007 en una villa dorada al borde del agua, mientras que, hacia el interior, B¨¦rgamo resulta igualmente cl¨¢sica, aunque menos pretenciosa. Pero hay mucho m¨¢s.
Parada impresionante de esta ruta por las carreteras de los lagos es por ejemplo Verbania, la capital de la provincia de Verbano-Cusio-Ossola. En realidad, hay dos Verbanias: Pallanza, un laberinto de sinuosas callejuelas y lugar de embarque a las islas Borro?meas, e Intra, con un puerto mayor, m¨¢s moderno, para los ferris. Entre ambas se halla la decimon¨®nica Villa Taranto. En 1931, el arquero real y capit¨¢n escoc¨¦s Neil Boyd Mc Eacharn compr¨® la villa a la familia Saboya y empez¨® a plantar 20.000 especies vegeta?les; hoy es uno de los mejores jardines bot¨¢nicos de Europa.
Más información en la nueva guía Las mejores rutas en coche y cámper por Italia de Lonely Planet y en loneyplanet.es.
Resguardado por una monta?a, el pueblo medieval de Cannobio que?da a cinco kil¨®metros de la frontera con Suiza y esto se nota. Y siguiendo ruta, est¨¢ Varese, la pr¨®spera capital provin?cial al sur de los montes de Campo dei Fiori, donde en el siglo XVII los nobles milaneses empezaron a construir segundas residencias, como el suntuoso Palazzo Estense (aunque no est¨¦ abierto al p¨²blico, se puede pasear por sus jardines de estilo italiano), o como la espectacular mansi¨®n Villa Panza.
Pero el lugar m¨¢s conocido de los lagos es Como, una ciudad construida en el apogeo de la industria de la seda, elegante y llena de paseos agradables por sus callejuelas del centro medieval. Si?gue siendo el principal fabricante de productos de seda de Europa, como cuentan en su Museo della Seta, en el que se desentra?a su historia industrial. Al otro lado del puerto deporti?vo, un funicular sube monte arriba hasta el pueblecito de Brunate, desde donde las vistas al lago son espl¨¦ndidas. Y tambi¨¦n es imposible resistirse al encanto del litoral lacustre de Bellagio, con sus barquitos, su laberinto de escalinatas de piedra, sus campos de cipreses y sus cuidados jardines. La mejor forma de disfrutar Bellagio es paseando con mucha calma. Se descubren as¨ª algunas de las mansiones m¨¢s bellas del lago, como la neocl¨¢sica Villa Melzi d¡¯Eril, con jardines que descienden hasta la orilla, decorados con es?tatuas cl¨¢sicas que asoman entre las azaleas. Un estilo similar a la de la Villa Carlota en Tremezzo, del siglo XVII, con sus jar?dines bot¨¢nicos con p¨¦rgolas de naranjos entretejidos y bellos ro?dodendros, azaleas y camelias.
Fiel reflejo de Bellagio, en la orilla opuesta est¨¢ Varenna. Este es otro pueblo lleno de encanto, envuelto en una vegetaci¨®n exuberan?te, con calles estrechas y casas de tonos pastel amontonadas en las laderas.
2. Piamonte para ¡®gourmets¡¯
El Piamonte es una propuesta fant¨¢stica para dedicarle una semana. Si, adem¨¢s, escogemos el oto?o para recorrer sus carreteras, podremos hacer una parada en los diferentes festivales gastron¨®micos que han hecho de la regi¨®n un para¨ªso gourmet. Sus monta?as, valles y ciudades son un escaparate de las especialidades del norte de Italia, con dulces avellanas, raras trufas blancas, arroz arborio y uvas nebbiolo que se convierten en vinos barolo y barbaresco. En la cuenca del r¨ªo Po lucen las estrellas Michelin, y con toda la raz¨®n. Lo mejor es organizar una ruta epic¨²rea y contrarrestar el exceso de calor¨ªas con caminatas y paseos en bicicleta.
Se puede comenzar en Tur¨ªn, la ciudad que ofreci¨® al mundo la primera tableta de chocolate. Tambi¨¦n es famosa por acoger uno de los mayores misterios (el Santo Sudario), por su extraordinario Museo Egipcio y porque tuvo un papel decisivo en la creaci¨®n del Estado italiano. Esta variada historia se puede seguir en el Museo Nazionale del Risorgimento Italiano. Aparte del relato na?cional y del intrigante Sudario, sobre el que se puede ampliar la informaci¨®n en el Museo della Sindone, se suele visitar esta ciudad por su chocolate. Organizar el viaje para que coincida con el festival Ciocco?lat¨° es un buen inicio. Chocolate apar?te, Tur¨ªn es la sede del revolucio?nario supermercado slow food Eataly, que ocupa una antigua f¨¢brica, vende una asombrosa variedad de bebidas y alimentos sostenibles y acoge con regularidad catas y talleres de cocina.
Desde la capital piamontesa, una ruta por carretera nos puede llevar por C¨²neo, una ciudad refinada con una plaza porticada renacentista y la monumental Piazza Galimberti, donde cada martes se montan los puestos del mercado. Despu¨¦s se puede parar en Bra, donde espera uno de los templos de la nueva gastronom¨ªa: la peque?a Osteria del Boccondivino, con paredes cubiertas de botellas de vino, y el primer restaurante slow food en la d¨¦cada de los ochenta. En el mismo patio est¨¢ la sede de Slow Food International, con una peque?a librer¨ªa con gu¨ªas de todos los restaurantes y productores de Italia acredita?dos por la organizaci¨®n.
A las afueras de Bra, en la loca?lidad de Pollenzo, est¨¢ la Universit¨¤ di Scienze Gastronomiche (Universidad de Ciencias Gastron¨®micas), que ofrece cursos de tres a?os en gastronom¨ªa y manipulaci¨®n de alimentos. Al lado est¨¢n la Banca del Vino y una bodega-biblioteca de vinos italianos.
El circuito por los vinos y las delicias gastron¨®micas de la regi¨®n se completa con paradas en Barolo, en su Castello Falletti, hoy Museo del Vino a Barolo, y en Alba famosa por sus trufas, y rodeada por las f¨¦rtiles colinas de las Langhe, con hileras de vi?edos y huertos repletos de uvas, avella?nos y bodegas. Explorarlos a pie o sobre dos ruedas es un placer poco habitual, entre casta?ares, vi?edos, y bodegas y excursiones para buscar trufas (los precios var¨ªan seg¨²n el n¨²me?ro de participantes).
3. De Trieste a Sappada, recorriendo Friuli-Venecia Julia
En los l¨ªmites nororientales del pa¨ªs, las carreteras de la regi¨®n de Friuli-Venecia Julia que van de Trieste a Sappada revelan un patrimonio cultural ¨²nico, que a lo largo de los siglos ha ido recibiendo las influencias de sus vecinos austriacos y eslavos. Se parte desde Triestey, al alcanzar el ¨²nico punto de Austria desde donde se divisa el mar, se sube hasta Cividale del Friuli, donde visitar la ¨²nica escuela europea de mosaicos en Spilimbergo, saborear vino Tocai de procedencia h¨²ngara en Collio y terminar en la monta?osa Sappada. Es una ruta perfecta para dedicarle una semana (unos 200 kil¨®metros) y descubrir una tierra de frontera, pluriling¨¹e, multicultural y llena de historia.
Trieste es una ciudad que merece por s¨ª misma un viaje. Floreci¨® bajo los auspicios de los Habsburgo entre 1382 y 1918, y atrajo a escritores y fil¨®sofos como Thomas Mann y James Joyce a sus animados caf¨¦s de Piazza dell¡¯Unit¨¤ d¡¯Italia. All¨ª disfrutaban del car¨¢cter abierto de Trieste, punto de encuentro de las culturas latina, eslava, jud¨ªa y germ¨¢nica. El barrio de Borgo Teresiano refleja este bati?burrillo cultural y en la Via San Francesco d¡¯Assisi se pueden visitar la sinagoga y la Chiesa di Santo Spiridione, un incre¨ªble templo ortodoxo serbio.
No muy lejos, es parada obligada Aquilea. Colonizada por Roma en el 181 a.C., fue una de las ciudades m¨¢s grandes y ricas del Imperio. Arrasada por los hunos de Atila en el a?o 452, sus habitantes huyeron hacia el sur y el oeste, donde fundaron Grado y luego Venecia. A comienzos de la Edad Media surgi¨® una localidad m¨¢s peque?a sobre la ciudad romana con la construcci¨®n de la actual bas¨ªlica, que conserva algunos de los suelos de mosaicos m¨¢s grandes y espectaculares del mundo. Adem¨¢s de la bas¨ªlica, entre los vestigios dispersos de la urbe romana est¨¢n las ruinas de Porto Fluviale, el viejo puerto, y las columnas del antiguo foro en Via Giulia Augusta.
Estamos en una regi¨®n donde se produ?cen algunos de los me?jores vinos blancos de Italia, con variedades locales como el friula?no, la malvas¨ªa de Istria y el ribo?lla gialla. Un mosaico de vi?edos rodea el pueblo de Corm¨°ns. Incluso en temporada, es f¨¢?cil visitar docenas de bodegas familiares y degustar raras cose?chas con vinateros.
Los siguientes 18 kil¨®metros hasta Cividale del Friuli son los m¨¢s espec?taculares de la ruta, conduciendo por una carretera secundaria que atraviesa los vi?edos y pasa por varios pueblecitos. Cividale, fundada por Julio C¨¦sar en el a?o 50 antes de Cristo invita a un paseo matutino por sus pintorescas calles de piedra o hacerse una foto en el Ponte del Diavolo, que divide la locali?dad en dos.
Pero el centro espiritual y gastron¨®mico de la zona es ?dine, aunque cediera a rega??adientes su capitalidad a Trieste en la d¨¦cada de 1950, con un amurallado centro medieval en torno a la Piazza della Libert¨¤, que muchos consideran la plaza veneciana m¨¢s bonita del continente. M¨¢s ecos venecianos resuenan en los frescos del Tiepolo en el Oratorio della Purit¨¤, o en el castillo.
En la cercana San Daniele del Friuli, en lo alto de una colina, la parada est¨¢ justificada por las espl¨¦ndidas vistas del paisaje, pero sobre todo porque aqu¨ª se produce el dulce y oscuro prosciutto di San Daniele, la joya gastron¨®mica del Friuli de la que dan todas las explicaciones pertinentes en La Casa del Pros?ciutto, abierta en 1906.
Y la ruta tiene un broche final en Sappada, votado como uno de los pueblos m¨¢s bellos de Italia y merecedor de un premio de sostenibilidad en el 2019. Sappada (Plodn, en el dialecto local) es un pueblo alpino de postal enclavado en una soleada ladera, entre las espectaculares cumbres de los Dolomitas. Se encuentra en la frontera del V¨¦neto, Carnia y Carintia (Austria), y fue fundada por familias del Tirol oriental. Es una isla ling¨¹¨ªstica singular y sus habitantes conservan con orgullo su cultura y tradiciones. Los visitantes llegan atra¨ªdos por sus exquisitos restaurantes, las excursiones por la monta?a y excelentes instala?ciones para esquiar en invierno.
4. Por los Dolomitas v¨¦netos
La carretera que atraviesa los Dolomitas v¨¦netos pasa por uno de los tramos rurales m¨¢s sofisticados y menos visitados de Italia. Algunas de las villas y pueblos medievales amurallados m¨¢s bonitos de la regi¨®n del V¨¦neto est¨¢n aqu¨ª, y un poco m¨¢s al norte las vides de prosecco tapizan las ondulantes laderas de los Alpes. Todo ello, coronado por la gran estrella italiana de las estaciones de esqu¨ª: Cortina d¡¯Ampezzo, siempre de moda, cara e impresionantemente bella. Una ruta en camper de siete d¨ªas nos puede llevar a rincones m¨¢gicos como Treviso, Asolo, Possagno o Belluno.
Treviso es el punto de inicio. Esta ciudad, con murallas medievales, canales, callejas adoquinadas e iglesias con frescos, ha vivido siempre eclipsada por la cercan¨ªa de Venecia, pero es un lugar estupendo para experimentar la aut¨¦ntica vida del V¨¦neto lejos de las aglomeraciones. Como su vecina, est¨¢ cercada por el agua: sus murallas est¨¢n rodeadas por un foso con aguas del r¨ªo Sile, que discurre hacia el sur de la ciudad. Verdes parques, sauces llorones y norias le dan encanto, igual que su lonja de pescado. Para completar la visita con una experiencia aut¨¦ntica hay que visitar una osteria tradi?cional, como la Osteria Dalla Gigia o Hosta?ria dai Naneti.
Conduciendo tranquilamente entre campos llanos y peque?os pueblos se llega a Asolo, uno de los enclaves m¨¢s bellos de Italia, en un altozano con espl¨¦ndidas vistas de paisajes monta?osos. Tradicionalmente ha sido una ciudad rica, que en 1489 se convirti¨® en el peque?o reino de Caterina Cornaro, reina de Chipre, quien, a cam?bio, cedi¨® su isla a la Rep¨²blica de Venecia. La reina llen¨® la ciudad de artistas e intelectuales, como Gentile Bellini y el humanista Pietro Bembo, que la dotaron de un aire refinado y cosmopolita que ha perdurado a lo largo de los siglos. M¨¢s tarde llegar¨ªan otros bohe?mios, como el novelista america?no Henry James, el poeta ingl¨¦s Robert Browning, el compositor ruso ?gor Stravinski, la actriz italiana Eleonora Duse o la aven?turera inglesa Freya Stark. Hay un peque?o museo y un castillo, pero lo m¨¢s placentero es pasear por las rom¨¢nticas calle?juelas y visitar el jard¨ªn de Villa Freya con vistas de ensue?o, y alojarse en la Villa Cipriani, donde vivieron Robert Browning y lord Guinness, que dispone de un spa y una piscina con vistas fabulosas. Tambi¨¦n fue aqu¨ª donde Andrea Palladio se las arregl¨® para sintetizar el pasado cl¨¢sico sin copiar?lo, creando edificios que, en su d¨ªa, fueron sugerentes, pr¨¢cticos y de una elegancia incomparable.
El vino es otro de los protagonistas de la ruta. Valdobbiadene ocupa la parte central de la tierra del prosecco, con vides en sus laderas y es un punto para seguir la Strada di Prosecco y descubrir algunas de las mejores bodegas de la zona, como Cantina Bisol, donde generacio?nes de la familia Bisol han servido vinos Galera desde 1542.
5. Descubriendo la Toscana y el Lacio etruscos
Mucho antes de que Roma existiera, los etruscos ya hab¨ªan forjado una gran civilizaci¨®n en las accidentadas monta?as del sur de la Toscana, Umbr¨ªa y el norte del Lacio. Una ruta por carretera, de tres o cuatro d¨ªas, atravesando estas zonas tan poco conocidas del pa¨ªs abre una ventana al espectacular paisaje natural y a los asombrosos tesoros etruscos. Es un recorrido que sorprende y que va desde los picos de la Toscana a las evocadoras tumbas que salpican las verdes laderas del Lacio.
Se puede arrancar en Chiusi, en el n¨²cleo etrusco de la Tosca?na, en una zona donde los arque¨®logos siguen excavando tumbas. La colecci¨®n espectacular de hallazgos que se exponen en el Museo Nazionale Etrusco di Chiusi es perfecta para ponerse en ambiente antes de emprender esta ruta.
Pero es en el cercano pueblo de Sovana donde est¨¢n las tumbas etruscas m¨¢s importantes descubiertas en la Toscana. Su necr¨®polis es un parque arqueol¨®gico que abarca tierras en torno a los pueblos de Sovana, Sorano y Vitozza, con hallazgos tan importantes como la monumental Tomba Ildebran?da o dos tramos de carretera original etrusca, la Via del Cavone y la Via Cava di Poggio Prisca.
Pitigliano aflora de una pared rocosa, con vertiginosos barrancos por tres lados. Es un agradable entrama?do de escaleras curvadas, calle?jones adoquinados y pintorescas casas de piedra en el que no falta un interesante museo arqueol¨®gico con su colecci¨®n de hallazgos etruscos. El pueblo tiene tambi¨¦n una interesante historia jud¨ªa, que pue?de conocerse en La Piccola Gerusalemme.
Treinta kil¨®metros m¨¢s adelante, bordeando el mayor lago volc¨¢nico de Italia, se llega a Bolsena, ya en la regi¨®n del Lacio, que fue un importante destino medieval de peregrinaje desde que en 1263 tuvo lugar all¨ª un milagro que condujo al papa Urbano IV a crear la fiesta del Corpus Christi. Aparte del lago, la raz¨®n principal para parar aqu¨ª es visitar la Rocca Monaldeschi, una fortaleza del siglo XIII. M¨¢s conocida y visitada es Viterbo, fundada por los etruscos, tomada luego por los romanos y, despu¨¦s, importante ciudad medieval que en el siglo XIII fue brevemente sede papal. Su pasado etrusco se muestra en su Museo Nazionale Etrusco, uno de los lugares m¨¢s interesantes del bien conservado centro storico.
6. Por el coraz¨®n verde de Italia: una ruta por Umbr¨ªa y Las Marcas
Desde cuevas fantasmag¨®ricas hasta los salvajes y verdes montes Sibilinos, este recorrido se abre paso sinuoso por el coraz¨®n rural de Umbr¨ªa y Las Marcas. Hay pocos lugares tan apartados de las rutas tur¨ªsticas como esta zona del centro de Italia. Los peque?os caminos pasan por campos de trigo; las oscuras monta?as que se ven a lo lejos ofrecen sombra, y pueblos medievales de monta?a se aferran a las boscosas laderas. Pero no todo es naturaleza; tambi¨¦n hay galer¨ªas de arte, bas¨ªlicas y ¨®pera en verano. En unos cuatro d¨ªas por carretera se pueden visitar sus lugares m¨¢s llamativos.
Lo suyo es comenzar en Perugia, la mayor ciudad de Umbr¨ªa y la m¨¢s cosmopolita, universitaria y con un impecable centro medieval. Su centro hist¨®rico, que parece no haber cambiado en m¨¢s de 400 a?os, se alza en una mara?a de calles adoquinadas, escaleras con arcos y piazze enmarcadas por solemnes iglesias y magn¨ªficos palacios g¨®ticos.
Spoleto es la siguiente parada, presidida por una fortaleza medieval, con un bonito Duomo rom¨¢nico y arropada por los anchos Apeninos, con sus cimas heladas en invierno. En conjunto, resulta impresionante. Antes de dejar la localidad hay que fotografiar el medieval Ponte delle Torri, un puente de 10 arcos que salva de forma espectacular un frondoso y profundo barranco, escena captada con belleza por J. M. W. Turner en un ¨®leo de 1840.
La ciudad de Gubbio, pr¨®ximo destino, parece salida de un fresco medieval. Angular, sobria e impo?nente, sus edificios grises se aprietan en las empinadas laderas del monte Ingino en un batiburrillo de te?jados, torres g¨®ticas y torrecillas del siglo XIV. Hay unas vistas inolvidables desde el Funivia Colle Eletto, un pretencioso telesilla con cestas de metal de aspecto precario, en su subida a la Basilica di Sant¡¯Ubaldo, magn¨ªfica iglesia medieval en la que se muestra el cuerpo de san Ubaldo.
El recorrido de 19 kil¨®metros hasta Costacciaro desemboca en el Parco Regionale del Monte Cucco por una carretera panor¨¢mica que baja sinuosa por los m¨¢rgenes orientales del parque, con vistas que cambian en cada recodo, pasando por pintorescas aldeas y bosques habitados por lobos, linces y jabal¨ªes.
Los paisajes son tambi¨¦n impresionantes en el Parco del Conero, al sur de Ancona, la prin?cipal ciudad y puerto de Las Marcas. Los acantilados calizos se elevan sobre el Adri¨¢tico y las bah¨ªas en forma de media luna, con guijarros blancos, se esconden tras pinares, robledales, hayedos, retamales y adelfales. Hay senderos que atraviesan este parque regional de 60 kil¨®metros cuadrados, que a¨²n sigue fuera del radar de muchos viajeros y conserva un aire tranquilo que no se ve en ning¨²n otro lugar de la costa de Las Marcas. Su pico m¨¢s alto es el monte Conero (572 metros), que cae en picado al mar y ofrece terreno f¨¦rtil para los vi?edos que se pierden por sus laderas hasta el horizonte, origen del excelente Rosso Conero, un tinto con mucho cuerpo.
En el sur del parque, la tur¨ªs?tica Sirolo, rodeada de acan?tilados, es una magn¨ªfica base para explorar la zona. La mejor manera de ver las calas es una salida en barco. M¨¢s adelante, de vuelta hacia el interior, es parada obligada Macerata, que a¨²na el encantador paisaje de pueblo de monta?a con la energ¨ªa estu?diantil: tiene una de las univer?sidades m¨¢s antiguas de Europa, se fund¨® en 1290, y numerosos palazzi renacentistas como la Loggia dei Mercanti, un edificio con arcadas encargado para el cardenal Alejandro Farne?sio, construido en 1505, que en su origen hospedaba a los comer?ciantes que viajaban para vender su mercanc¨ªa.
A unos 40 kil¨®metros espera Sarnano, el t¨ªpico pueblo italiano de monta?a, con un laberinto de callejas medievales que se desparrama colina abajo. Es una buena base para explorar los montes Sibilinos, protegidos por el Parco Nazionale dei Monti Sibillini. Desde aqu¨ª, la carretera se abre paso entre ¨¢rboles colgantes y setos descomu?nales hasta desembocar en un paisaje de picos boscosos que se alejan en lontananza. La encantadora Ascoli Piceno marca el final de la carretera.
7. Conduciendo por la costa del Cilento
Bordeada de acantilados, la pen¨ªnsula del Cilento es una de las franjas costeras menos exploradas del pa¨ªs. Tras prosperar bajo el mando de griegos y romanos, el Cilento fue abandonado durante siglos, quedando a merced de los piratas. Hoy, sus pueblos pesqueros y poblaciones instaladas sobre colinas viven en gran medida ajenos al desarrollo descontrolado, y eso pese a sus playas largas y arenosas y sus aguas cristalinas.
Los tres imponentes templos de Paestum son de los mejor conservados de la Magna Grecia, la colonia griega que domin¨® gran parte del sur de Italia. Los griegos capitularon ante los roma?nos en el a?o 273 a.C., pero Poseidonia, como se la conoc¨ªa, sigui¨® siendo un pr¨®spero puerto comercial hasta la ca¨ªda del Imperio romano.
Desde Paestum, la carretera empieza a abrirse ca?mino entre las colinas del Parco Nazionale e Vallo di Diano, el segundo parque nacional m¨¢s grande de Italia. Esta es una zona llena de descubrimientos: cerca de Castelcivita se pueden explorar las Grotte di Castelcivita, un complejo de cuevas prehist¨®ricas. Y para los senderistas, el pueblo de Sicignano degli Alburni, coronado por un castillo medieval, constituye una buena base para acometer el exigente ascenso al monte Panormo (1.742 metros) o animarse a dar un paseo por el casco antiguo medieval de Postiglione, dominado por un castillo normando del siglo XI.
Una de las primeras paradas de la ruta es Agropoli, una antigua localidad que vigila el flanco norte de la pen¨ªnsula del Cilento y ofrece vistas espectaculares del golfo de Salerno hasta la Costa Amalfitana. Y despu¨¦s es el turno de Santa Maria di Castellabate, que, en lo alto y fuertemente defendida, conserva un centro hist¨®rico con el aire t¨ªpico del sur de Italia, uno de los pueblos mas encantadores de la costa del Cilento. Desde lo alto de su castillo, el barrio pesquero de Castellabate se extiende en un laberinto de calles tachonadas de arcadas, plazoletas y alg¨²n que otro palacio.
Otro pueblo pesquero, restaurado con buen gusto, es Acciaroli, al que llegan muchos lectores de Ernest Hemingway, que pas¨® una temporada aqu¨ª a principios de los a?os cincuenta, y se inspir¨® en un marinero local para su obra El viejo y el mar, o eso dicen por aqu¨ª. Y otra diminuta aldea costera es Pioppi, que se ha ganado fama culinaria como cuna espiritual de la dieta mediterr¨¢nea. El m¨¦dico estadounidense Ancel Keys vivi¨® aqu¨ª m¨¢s de 30 a?os, en los que se dedic¨® a observar a los vigo?rosos residentes y a estudiar los beneficios para la salud de su die?ta. Es muy agradable disfrutar del ambiente de Piazza de Millenario antes de hacer un p¨ªcnic en la playa de guijarros (a un paso).
8. El valle de Itria y el barroco del sur de Italia
Este valle queda solo a una hora por carretera de Bari, una de las grandes ciudades del sur de Italia, pero parece estar a a?os luz. Esta es una regi¨®n agr¨ªcola de tranquilas carreteras secundarias, campos frutales y olivos centenarios que brotan de la tierra rojiza. En lo alto de las colinas se mantienen atractivos pueblos con centros hist¨®ricos encalados y los curiosos trulli (casas circulares de piedra) aparecen en medio de un rocoso paisaje. Al final de la ruta aguarda Lecce, cuna del barroco en Apulia.
Bari es la capital de la regi¨®n de Apulia, una ciudad de ruidosos bulevares con tiendas y majestuosos edificios munici?pales, y con una gran poblaci¨®n estudiantil que da vida a las plazas, bares y caf¨¦s. Buena parte del trazado en damero del centro es del siglo XIX, pero es en el casco antiguo, cono?cido como la Bari Vecchia, donde est¨¢n los principales reclamos: la Basilica di San Nicola, una colosal cate?dral rom¨¢nica que contiene las reliquias de san Nicol¨¢s; y el cercano e imponente Castello Svevo (Suevo), que evoca la ¨¦poca dorada de Apulia du?rante el gobierno del rey suevo Federico II.
Conduciendo por los t¨ªpicos campos de Apulia, entre muros de piedra seca, campos de frutales y olivos, se llega a las Grotte di Cas?tellana,, la red subterr¨¢nea natural m¨¢s larga de Italia. En la breve subida de 17 kil¨®emtros a Alberobello se ven los extraor?dinarios trulli en los campos y olivares a ambos lados de la carretera. Reconocida por la Unes?co desde 1996, la capital regional de los trulli cuenta con m¨¢s de un millar de estas casas de tejados c¨®nicos, muchas de ellas api?adas en la ladera del barrio de Rione Monti. Locorotondo es otro de los pueblos de la ruta, encaramado en un risco con vistas al valle, que presume de tener uno de los centros hist¨®ricos m¨¢s bellos de Apulia. Y si bien es parco en atracciones al uso, merece la pena por su centro storico circular (Locorotondo deriva de ¡°lugar redondo¡±), donde todo est¨¢ pintado de un blanco inmaculado y las calles ¡ªpavimen?tadas con piedras lisas de color marfil¡ª se expanden alrededor de la iglesia de Santa Maria della Greca.
Pero la principal localidad del valle de Itria es Martina Franca, conocida por sus elegantes construcciones barrocas y su delicioso casco antiguo, un conjunto de callejas sinuosas, cegadoras casas blancas y floridos balcones de hierro forjado.
En lo alto de otra colina descansa Cisternino, considerado uno de los borghi pi¨´ belli (pueblos m¨¢s bellos) de Italia. Envuelto en unos barrios anodinos, queda un centro storico que recuerda a una casba. Es tambi¨¦n c¨¦lebre por los fornelli pronti (literal?mente, ¡°hornos preparados¡±), y en muchas carnicer¨ªas y trattorie se puede elegir un corte de carne que al cabo de unos minutos ser?vir¨¢n reci¨¦n sacado del horno.
Abrazada por un oc¨¦ano de olivos, la refinada Ostuni se extiende por tres colinas. La localidad, que supone el final de la regi¨®n de los trulli y el inicio del caluroso y ¨¢rido Salento, se ve invadida cada verano por turistas que buscan sus buenos restaurantes y bares. El centro hist¨®rico es ideal para pasar el rato, pero si se tienen ganas de explorar hay un par de sitios que merecen la pena: la impresionante catedral, del siglo XV, con una at¨ªpica fachada g¨®tico-rom¨¢nica, y el peque?o Museo di Civilt¨¤ Preclassiche della Murgia, que exhibe los descubrimientos de una cercana zona funeraria paleol¨ªtica, incluido el esqueleto de una mujer de 25.000 a?os de antig¨¹edad apodada Delia.
Y la ruta termina en Lecce, la ¡°Florencia del sur¡±, una animada ciudad universitaria famosa por su arqui?tectura barroca en un estilo local del siglo XVII enormemente recargado, todo un derroche de g¨¢rgolas, columnas en forma de esp¨¢rrago y traviesos duen?decillos.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiraci¨®n para tus pr¨®ximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, X e Instagram.