Navegando por el lago de Como rodeados de ¡®bellezza¡¯
Recorrer en ferri el lago italiano es la mejor manera de explorar durante dos d¨ªas sus coloridos pueblos y sus villas barrocas y renacentistas
Surcar la zona central del italiano lago de Como, entre un poderoso conjunto monta?oso y el sinuoso curso de sus aguas, coloca al viajero en perspectiva, diminuto e impotente ante la armon¨ªa natural del entorno. Es por eso por lo que varias civilizaciones han intentado convertirlo, adem¨¢s de en fruct¨ªfera ruta mercantil, en el sitio de su recreo; un lugar en el que reconciliarse con el mundo. Desde el emperador romano Julio C¨¦sar al pintor Leonardo da Vinci, el compositor Giuseppe Verdi, el cineasta Luchino Visconti y el dise?ador de moda Gianni Versace encontraron inspiraci¨®n en ¨¦l antes de que George Clooney lo haya resituado en el imaginario de las nuevas generaciones.
La villa de Varenna, a apenas una hora de recorrido en tren desde Mil¨¢n, est¨¢ convenientemente situada en una zona privilegiada, en el medio del lago y con siglos de experiencia acogiendo a visitantes. Muy bien conectada tanto por tierra como por agua, sirve de perfecto centro de operaciones para explorarlo durante dos d¨ªas.
El castillo de Vezio vigila, ojo avizor, la zona desde hace m¨¢s de 1.000 a?os. Precisamente la vista panor¨¢mica desde sus instalaciones es su punto fuerte. Mientras que la iglesia de San Giorgio, ejemplo de arquitectura lombarda del final de la Edad Media, da nombre a la encantadora y c¨¦ntrica plaza semipeatonal desde donde abre sus puertas el majestuoso edificio decimon¨®nico del hotel Royal Victoria, que tambi¨¦n mira al agua desde su parte posterior. Su restaurante Royal Gourmet garantiza relax y algo de romanticismo, al igual que la piscina que corona el patio trasero y que parece desembocar en el lago. El cercano paseo de los Enamorados, un camino peatonal de madera protegido por una estructura met¨¢lica roja con p¨¦rgola cubierta de plantas, conecta el muelle de Varenna con su casco antiguo.
Los frecuentes ferris que paran aqu¨ª acercan en tan solo un cuarto de hora al pueblo de Bellagio, la aut¨¦ntica grande bellezza de la zona. La conocida forma del lago, una y invertida, se bifurca justo en este punto, como si en el pasado no hubiera querido impedir la existencia del que iba a ser el lugar de referencia para los viajeros. Se trata de una parada ideal para vivir el atardecer en una de sus terrazas e incluso para una satisfactoria jornada de compras en sus numerosas y elegantes tiendas de joyas, arte y ropa bajo los soportales de sus edificios frontales, a los que acceder nada m¨¢s pisar tierra, sin dejar de adentrarse por sus seductoras callejuelas. Tambi¨¦n, c¨®mo no, su visita es imprescindible por la est¨¦tica de sus villas barrocas y renacentistas. Villa Melzi permite pasear por sus jardines, entre estatuas, y rodear su quiosco moresco, un coqueto edificio blanquiazul que en el pasado serv¨ªa para tomar t¨¦. Desde Punta Spartivento, situada en el extremo norte del pueblo, uno olvida toda construcci¨®n humana y se abandona a la poderosa y primigenia naturaleza en una panor¨¢mica que a¨²na las tres ramificaciones del lago.
Un lugar de cine
En la segunda jornada de esta visita, iniciando el camino hacia el pueblo de Como, lo ideal es tomar el barco que, durante algo m¨¢s de dos horas, hace parada en casi todos los pueblos de la vertiente suroeste. A medida que la embarcaci¨®n se acerca a cada uno de ellos, enfrenta al pasajero con los coloridos paisajes de Menaggio, Tremezzo, Brienno y Cernobbio. Algunos de estos pueblos apenas superan los 400 habitantes, pero enriquecen el trayecto sin tener que hacer parada para explorarlos. Pasar por Lenno nos permite rodear la imprescindible Villa del Balbianello, construida a finales del siglo XVIII y cuya ostentosa arquitectura bot¨¢nica ha servido de escenario para las aventuras de James Bond en Casino Royale (2006), y tambi¨¦n para El ataque de los clones (2002), uno de los episodios de la saga de La guerra de las galaxias. Es, sin duda, uno de los rincones m¨¢s fotografiables del todo el recorrido.
Una vez llegados a Como no acaban las oportunidades de inolvidables vistas. Una de ellas se alcanza gracias al funicular que conecta con Brunate, al que se accede desde la estaci¨®n de la plaza A. de Gasperi, caminando solo unos pasos desde el embarcadero en el que nos deja el ferri. La distancia hasta este pueblo es de tan solo un kil¨®metro, pero resulta imposible incluso para los caminantes m¨¢s expertos debido a su elevada inclinaci¨®n, un 55%. Para alcanzar desde la estaci¨®n del funicular el faro Voltiano, uno de los mayores atractivos de Brunate, habr¨¢ que enfrentarse, esta vez s¨ª, a una sesi¨®n de senderismo de 30 minutos. Esta torre octogonal de 29 metros de altura, construida en 1927, es un proyecto del ingeniero Gabriele Giussani para rendir homenaje, en el centenario de su fallecimiento, al cient¨ªfico Alessandro Volta, hijo ilustre del lugar y el hombre que descubri¨® el metano e invent¨® la pila el¨¦ctrica. Adem¨¢s de iluminar la zona por la noche con luces de colores, el faro regala una mirada in¨¦dita del lago y de los Alpes.
Al bajar de nuevo a ras de suelo, el casco hist¨®rico de Como est¨¢ dominado por su catedral, que no es una cualquiera al combinar estilos como el g¨®tico tard¨ªo y el renacentista, y por la plaza San Fedele, en el pasado un mercado de trigo que ahora es uno de sus principales puntos de encuentro. En ¨¦l se ubica una hermosa iglesia rom¨¢nica construida en el a?o 1120. Donde s¨ª podemos disfrutar de un mercado al aire libre, al menos dos d¨ªas a la semana ¡ªlos martes y los s¨¢bados¡ª, es en las inmediaciones de Porta Torre, una fortificaci¨®n que vuelve a recordarnos c¨®mo el hombre lleva siglos intentando poseer una de las grandes joyas naturales de Italia.
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