Qu¨¦ ver y hacer en Tur¨ªn: 15 planes imprescindibles
La capital de la regi¨®n italiana del Piamonte es un destino perfecto para una escapada. Una ciudad elegante, llena de historia, arte y gastronom¨ªa, cerca de los lagos alpinos y rodeada de vi?edos
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Tur¨ªn es tambi¨¦n famosa por su chocolate, por su Museo Egipcio, por sus armoniosas calles y soportales y por sus palacios reales. Con una propina a?adida: una gastronom¨ªa excelente que cada a?o incorpora nuevas propuestas, desde los mercados populares con productos de proximidad hasta los m¨¢s refinados chefs con estrella Michel¨ªn.
En Tur¨ªn todo tiene un ambiente refinado, fruto de sus muchos a?os como capital del Ducado de Saboya desde el siglo XVI. El Palazzo Reale (Palacio Real) puede ser el primer contacto con la ciudad y una forma de explicarla: los jardines, la armer¨ªa y la biblioteca reales, el Museo di Antichit¨¤, la Galleria Sabauda y el Palazzo Chiablese son permanentes s¨ªmbolos del poder y la cultura turineses.
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Tras siglos de modificaciones y ampliaciones el resultado es un perfecto juego de espacios y luces que contrastan con la sobriedad de la fachada vigilada por las estatuas ecuestres de C¨¢stor y P¨®lux. En el interior, la luz y la austeridad van dando paso a la pompa de la que fue residencia de la familia Saboya hasta 1865. Las paredes levantadas sobre una planta cuadrangular en torno a un patio interno esconden salas enormes y ricamente ornamentadas. Lo m¨¢s llamativo es la escalera de honor, el imponente sal¨®n de la Guardia Suiza, la sala de los pajes, la sala del trono, el fastuoso comedor, la evocadora sala de baile y el asombroso gabinete chino.
Desde hace bien poco los jardines reales han sido recuperados como rinc¨®n verde en pleno centro. Y tambi¨¦n ha vuelto a abrir, restaurada tras un incendio en 1997, la Cappella della Sacra Sindone en la catedral, obra del arquitecto Guarino Guarini, donde se custodia la famosa reliquia de la S¨¢bana Santa.
Otra de las joyas guardadas en este palacio, concretamente en su Biblioteca, es el valioso Autorretrato de Leonardo da Vinci (1513), un boceto a sanguina adquirido por el duque de Saboya a mediados del siglo XIX, junto a una inestimable colecci¨®n de dibujos, incunables, manuscritos iluminados y grabados.
Y para terminar, el Caff¨¨ Reale Torino, emplazado en la antigua fruter¨ªa real, invita a reponer fuerzas entre objetos de plata y porcelana en las salas internas o el espacio exterior del patio de honor.
Cine en la Mole Antonelliana
La Mole Antonelliana es uno de los iconos de la ciudad, con su forma osada e inconfundible y sus 167,5 metros de altura. Este original edificio fue proyectado a finales del siglo XIX, como sinagoga, pero, tras las diferencias entre el arquitecto y la comunidad hebrea de Tur¨ªn, la acab¨® comprando el Ayuntamiento. Fuera siempre hay personas con la cabeza levantada admirando el imponente pronaos con columnas de 30 metros de altura y tratando de descifrar el significado de la instalaci¨®n lum¨ªnica Il volo dei numeri, de Mario Merz, inspirada por la famosa sucesi¨®n de Fibonacci.
Dentro acoge el Museo Nazionale del Cinema, con un atrevido dise?o del escen¨®grafo Fran?¨®is Confino y dividido en diferentes secciones, todas muy originales. El remate final es subir por la Rampa Elicoidale para disfrutar del efecto m¨¢gico del conjunto. Al salir, uno no tiene la sensaci¨®n de haber ido a un museo, sino al cine, y no solo como espectador.
Los misterios de Egipto
El cine, el chocolate o las plazas columnadas son sin duda algunos de los s¨ªmbolos de la elegante Tur¨ªn, como lo es tambi¨¦n la cultura egipcia. Y es que la ciudad presume de tener el segundo museo m¨¢s importante del mundo: el Museo Egipcio, el m¨¢s rico en fondos de aquella civilizaci¨®n despu¨¦s de El Cairo. En 2006, el escen¨®grafo Dante Ferretti, colaborador de Fellini y Pasolini, recre¨® la penumbra de una tumba fara¨®nica para transformar su colecci¨®n de esculturas en un espacio solemne y misterioso donde destaca una figura sedente de Rams¨¦s II, la joya del museo, fundado en 1824 por el rey Carlo Felice de Saboya con las estatuas, papiros, cer¨¢micas, amuletos, muebles, momias, joyas, objetos dom¨¦sticos y ajuares funerarios reunidos por Bernardino Drovetti (1776-1852) durante su estancia como c¨®nsul franc¨¦s en Egipto.
Drovetti aprovech¨® su amistad con el virrey Mohamed Ali para sacar del pa¨ªs m¨¢s de 5.000 piezas que vendi¨® por una fortuna. Excavaciones posteriores, como las que realizaron Ernesto Schiaparelli y Giulio Farina entre 1903 y 1937, contribuyeron a enriquecer los fondos de la colecci¨®n, que hoy cuenta con m¨¢s de 26.500 piezas, de las que s¨®lo unas 6.500 pueden ser expuestas. Una reciente renovaci¨®n ha ampliado los espacios dedicados a la historia del museo y ha hecho el recorrido m¨¢s accesible.
Nuevas propuestas gastron¨®micas
Pilares de la tradici¨®n, abanderados de la vanguardia, chefs con estrella Michelin, locales populares¡ El panorama culinario de Tur¨ªn es excepcionalmente variado y cambia a un ritmo sorprendente, pero sobran los motivos para reservar mesa. Incluso basta con visitar los restaurantes m¨¢s cl¨¢sicos que se atreven a innovar.
Para relajarse en un ambiente informal o disfrutar de la cordialidad piamontesa, lo mejor es ir a una piola (equivalente a una osteria) para degustar un plato casero y una copa de vino dolcetto, o bien a una de las bocciofile (boleras) turinesas, frecuentadas por los apasionados de la petanca, pero que ofrecen actividades, buena comida y entretenimiento a una clientela cada vez m¨¢s numerosa.
En los ¨²ltimos a?os, Tur¨ªn ha acogido a grandes nombres de la gastronom¨ªa nacional e internacional que han abierto restaurantes o colaborado en los men¨²s de establecimientos excelentes en la capital del Piamonte. Son chefs muy premiados, como Antonino Cannavacciuolo, que ha inaugurado un bistr¨® en la zona de Gran Madre y, tras la estrella Michelin recibida, planea abrir otro en una ubicaci¨®n todav¨ªa por revelar; el catal¨¢n Ferran Adri¨¤ y el moden¨¦s Federico Zanasi hacen brillar Condividere, emplazado en el complejo Nuvola Lavazza; e Iginio Massari ha abierto una pasteler¨ªa en pleno centro. Tampoco hay que perder de vista a dos j¨®venes chefs que ya gozan de reconocimiento: Christian Mandura, cuyo restaurante Unforgettable, cercano al Santuario della Consolata, fue galardonado con una estrella Michelin en el 2021; y Stefano Sforza, jefe de cocina del restaurante Opera, situado en las inmediaciones de la estaci¨®n de Porta Susa.
Entre los referentes m¨¢s afianzados, Al Gatto Nero, sirve desde 1927 platos intachables y vinos excepcionales. Y Casa Vicina sirve especialidades piamontesas premiadas con una estrella Michelin. En Magorabin encontramos cocina creativa y en Porto di Savona, un restaurante t¨ªpico en una casa de postas de 1863.
Descubrir el ¡®bicerin¡¯ turin¨¦s
La bebida original de Tur¨ªn es el bicerin (caf¨¦ con chocolate y nata). Al parecer, los empleados del Caff¨¨ Al Bicerin, el hist¨®rico local que prepara la bebida t¨ªpica original desde 1763, tienen prohibido por contrato revelar la receta. El aut¨¦ntico bicerin se bebe solamente en este local que sol¨ªa frecuentar el mism¨ªsimo Cavour y que tiene una terraza estupenda en piazza della Consolata. El bicerin, una evoluci¨®n de la dieciochesca bavareisa (a base de caf¨¦, chocolate, crema de leche y sirope), se sirve en vasos redondeados de cristal con las capas de chocolate, caf¨¦ y leche bien visibles y se disfruta mejor acompa?ado de un dulce t¨ªpico.
Pero hay muchos otros lugares para probar otras versiones, como el Caff¨¨ Mulassano un hist¨®rico caf¨¦ de piazza Castello donde sirven tres variantes: con nata suave, con clara montada a punto de nieve o con merengue. O Guido Gobino, el reino del chocolate de calidad donde no pod¨ªa faltar la bebida chocolateada turinesa por excelencia. Se proponen dos versiones: la tradicional, con crema de leche y chocolate negro, y la reinterpretada, con gianduia (pasta de chocolate y avellana) y nata montada.
Y para rodearnos de glamour cl¨¢sico: el Caff¨¨ Torino propone el bicerin d¡¯Cavour tradicional, elaborado con crema de leche, en la elegante piazza San Carlo, entre estuco dorado y m¨¢rmol.
Porta Palazzo y el mercado del Bal?n
Los rostros, colores y sabores de la Tur¨ªn antigua y contempor¨¢nea nos esperan en el hist¨®rico mercado al aire libre del Bal?n, uno de los mayores de Europa. All¨ª se puede hacer cada ma?ana la compra, entre un mont¨®n de colores y sabores, para luego curiosear en los puestos de segunda mano y las tiendas de antig¨¹edades del Bal?n y el Gran Bal?n.
En Porta Palazzo, de lunes a s¨¢bado, los furgones llegan al amanecer y, en cuesti¨®n de minutos, llenan las cuatro secciones de la enorme piazza della Repubblica, proyectada por Filippo Juvarra, de puestos llamativos a la espera de clientes. Desde 1825, este gran mercado al aire libre es el referente imprescindible de la vida comercial y cultural de la ciudad. A simple vista parece inevitable desorientarse, pero existen unas coordenadas fijas y f¨¢ciles de aprender: en la exedra situada al sur de Corso Regina Margherita est¨¢n los vendedores de flores, fruta, verdura, pescado y queso; en la ubicada al norte, la Tettoia dell¡¯Orologio, un pabell¨®n de estilo Liberty de 1916 que acoge, adem¨¢s de a queseros y carniceros, los puestos de los campesinos que traen del campo sus productos de temporada. Las mejores compras se efect¨²an a primera hora de la ma?ana, pero a ¨²ltima de la tarde se encuentran ofertas muy tentadoras.
Detr¨¢s de Porta Palazzo, siguiendo por Via Borgo Dora hacia el r¨ªo, cada s¨¢bado es posible perderse entre los incontables puestos habituales e improvisados del Bal?n, un importante mercadillo que el segundo domingo del mes se extiende hasta convertirse en el Gran Bal?n y ofrece de todo: rarezas, curiosidades, objetos de valor, obras de arte, grabados de lo m¨¢s infrecuentes, abalorios. Es algo ¨²nico.
Se recomienda echar una ojeada tambi¨¦n al Mercato Centrale, un centro gastron¨®mico inaugurado en el 2019 en el antiguo Centro Palatino, en el lado norte de la plaza, que forma parte de un amplio y controvertido proyecto de remodelaci¨®n en la zona. El resultado son tres plantas con restaurantes y locales de comida callejera de calidad, aulas did¨¢cticas, talleres y un espacio para eventos; mirando hacia abajo se distingue el antiguo nevero.
El elegante Palazzo Madama
Este edificio hist¨®rico ubicado en piazza Castello narra la historia de Tur¨ªn. Fue la puerta de acceso oriental a la romana Augusta Taurinorum, un castillo fortificado en la Edad Media y la residencia de los pr¨ªncipes de Acaya, pero debe su nombre a la Madame Royale Cristina de Francia, que habit¨® aqu¨ª desde 1637. Tambi¨¦n fue la sede del primer Senado Subalpino en 1848, y en los ¨²ltimos tiempos se ha convertido en un centro cultural y art¨ªstico.
Aunque el edificio proyectado en un inicio por Filippo Juvara jam¨¢s lleg¨® a realizarse, el arquitecto logr¨® completar la espl¨¦ndida fachada barroca de piedra blanca que hoy preside la plaza y mantiene en secreto la aut¨¦ntica forma de la estructura. Juvara, escen¨®grafo teatral, tambi¨¦n dise?¨® la doble rampa de la escalinata de acceso.
El palacio alberga el Museo Civico d¡¯Arte Antica, con cuatro cuatro plantas repletas de obras de arte e historia, y tambi¨¦n el Sal¨®n del Senado, un enorme sal¨®n en la primera planta decorado con historias de la casa de Saboya. Detr¨¢s de ¨¦l est¨¢ el jard¨ªn medieval, una agradable zona verde que ha revitalizado el foso con parterres de plantas y ¨¢rboles frutales y que se puede visitar de marzo a octubre. Y desde la torre hay vistas fant¨¢sticas de piazza Castello y de toda la ciudad.
Bombones, helados y pasteles
La historia de Tur¨ªn tambi¨¦n se ha forjado en las cafeter¨ªas, donde intelectuales y pol¨ªticos toman verm¨² o bicerin en los sof¨¢s de sus salas interiores o en las mesitas al aire libre. Y luego est¨¢n los bombones: el gianduiotto es la estrella m¨¢s brillante de una galaxia de delicias: cuneesi al ron, cremini, trufas, etc¨¦tera. Por no hablar de refinados productos de pasteler¨ªa como los baci di dama, los marrons glac¨¦s o los bignoles
Una de las confiter¨ªas m¨¢s famosas de Tur¨ªn es la Pasticceria Ghigo, cuyos merengues con nata son c¨¦lebres desde 1870, al igual que su nuvola de Navidad (pandoro recubierto con una capa de crema de mantequilla y az¨²car glas¨¦). Otra pista para golosos es la helader¨ªa Fioro, que desde siempre ha acogido a los apasionados del aut¨¦ntico helado de gianduia.
El Caff¨¨ Mulassano presume de haber importado a Italia los tramezzini (una especie de s¨¢ndwich) all¨¢ por 1926; se recomienda probar uno con mantequilla y anchoas acompa?ado de prosecco, un vino espumoso. Otro cl¨¢sico es el caf¨¦ modernista Baratti & Milano, famoso por sus dulces y antiguo proveedor de la Casa Real. O Pepino, una de las helader¨ªas m¨¢s antiguas de Europa, que en 1938 invent¨® el Pinguino, el primer helado de palo. Hay que probarlo con sabor a violeta.
Andando de ¡®piazza¡¯ en ¡®piazza¡¯
El arte del paseo y del deambular entre plazas y soportales es algo muy turin¨¦s. En piazza Castello confluyen las principales arterias del centro (Via Po, Via Roma, Via Pietro Micca y Via Garibaldi). Est¨¢ rodeada de p¨®rticos para que el rey pudiera desplazarse siempre bajo techo, presidida en el centro por el Palazzo Madama y delimitada en la esquina norte por el Palazzo Reale, el Palazzo Chiablese y la iglesia de San Lorenzo. Basta levantar la mirada para contemplar el primer rascacielos de Tur¨ªn: la torre Littoria (109 metros), un proyecto de Armando Melis de 1934.
Otra plaza imprescindible es San Carlo, antigua piazza Reale. Fue ideada por Cristina de Francia, la joven esposa de V¨ªctor Amadeo I de Saboya, que sent¨ªa nostalgia de su Par¨ªs natal. La belleza y majestuosidad de este espacio, en cuyos lados abundan los p¨®rticos y las firmas de alta costura, evocan las de la capital francesa.
De compras por los pasajes turineses
Tur¨ªn no tiene rival en cuanto a galer¨ªas comerciales hist¨®ricas; las m¨¢s importantes est¨¢n en pleno centro. Una de ellas es la ecl¨¦ctica Galleria San Federico, construida entre 1932 y 1933, que alberga el Cinema Lux, con una llamativa escalera bajo la gran c¨²pula central, el bistr¨® y concept store de Coop Fiorfood, y varias tiendas elegantes. M¨¢s antigua es la Galleria Subalpina, concebida como pasatiempo para la burgues¨ªa del siglo XIX: distribuida en dos niveles y rematada por un precioso techo de vidrio y hierro, conecta piazza Carlo Alberto con piazza Castello desde 1874 y acoge, entre otras cosas, un cine de arte y ensayo (el Cinema Romano), una helader¨ªa, una librer¨ªa especializada en vol¨²menes antiguos, la enoteca y licorer¨ªa Dispensa, con vinos y licores de todo el mundo, y los grandes escaparates del caf¨¦ Baratti & Milano.
Un paseo por el Quadrilatero Romano
Tras este recorrido por el arte y por la gastronom¨ªa, es hora de descubrir el animado barrio del Quadrilatero. Esta cuadr¨ªcula de callejuelas atestadas de casas, tiendecillas y restaurantes es un vestigio del campamento militar romano del siglo I antes de Cristo. sobre el que se fund¨® Julia Augusta Taurinorum. Su disposici¨®n regular ha influido en el desarrollo urban¨ªstico. El viajero puede imaginar que cruza las ancestrales puertas del castrum (solo queda una en pie) y descubrir los or¨ªgenes de Tur¨ªn. Para identificar el per¨ªmetro del antiguo campamento, basta trazar una l¨ªnea imaginaria entre las cuatro puertas que daban acceso a trav¨¦s de las murallas: la Porta Praetoria, la Porta Principalis Dextera, la ¨²nica superviviente; la Porta Principalis Sinistra, y la Porta Decumana. El decumanus maximus, una de las dos v¨ªas principales, corresponde hoy a Via Garibaldi y, a la altura de Via San Tommaso y Via Porta Palatina, se cruzaba con la otra arteria, el cardus maximus.
Densamente poblada a lo largo de los siglos y embellecida con edificios magn¨ªficos (sobre todo en los siglos XVII y XVIII), esta zona cay¨® en un proceso de decadencia y lleg¨® a ser casi marginal, con viviendas ruinosas o abandonadas completamente. La situaci¨®n se mantuvo as¨ª hasta la d¨¦cada de 1990, cuando la especulaci¨®n inmobiliaria y la oleada de renovaci¨®n general cambiaron la imagen del barrio; a principios del nuevo milenio, este se transform¨® en el centro de la movida y el lugar preferido para vivir o abrir un negocio (con todos los inconvenientes asociados), destino que despu¨¦s compartir¨ªan otros distritos turineses como San Salvario o Vanchiglia.
Parque y ¡®Castello¡¯ del Valentino
El pulm¨®n verde de la ciudad es un tesoro que se descubre paseando desde el puente Umberto I, bordeando el r¨ªo en bicicleta, visitando el castillo y el burgo medievales y tumb¨¢ndose en la hierba. Con 550.000 metros cuadrados, este jard¨ªn palaciego (que pas¨® a ser p¨²blico a finales del siglo XIX) es ideal para pasar una agradable jornada. All¨ª est¨¢ tambi¨¦n el castillo del Valentino, declarado patrimonio mundial, una de las residencias de la Casa Real de Saboya y actual sede de la Facultad de Arquitectura del Polit¨¦cnico de Tur¨ªn. Esta fortaleza del siglo XVI fue la espl¨¦ndida villa fluvial del duque Manuel Filiberto de Saboya. En la zona del Jard¨ªn Bot¨¢nico, que se cre¨® a principios del siglo XVIII, hay un un bosquecillo, un alpineto (espacio que imita el entorno natural monta?oso), un jard¨ªn y varios invernaderos.
Arte contempor¨¢neo en el GAM
La Galleria Civica d¡¯Arte Moderna e Contemporanea (GAM) es un pilar de la historia muse¨ªstica de Tur¨ªn (se fund¨® hace m¨¢s de 150 a?os) y un s¨ªmbolo de innovaci¨®n en la forma de promover el arte mediante cursos, encuentros y proyectos novedosos. Sus miles de obras (entre pinturas, fotograf¨ªas, v¨ªdeos, esculturas, instalaciones, grabados y dibujos) ilustran los siglos XIX, XX y XXI y se organizan en cuatro secciones tem¨¢ticas: Infinito, Velocit¨¤, Etica y Natura. A ello se suman las muestras temporales, siempre con largu¨ªsimas colas.
La refinada Villa della Regina
Villa della Regina es otra de las joyas de la casa de Saboya que ha recobrado recientemente su antiguo esplendor. Esta espectacular casa de recreo se construy¨® para el pr¨ªncipe cardenal Mauricio y la princesa Ludovica y fue residencia real hasta el siglo XIX. Tras admirar el interior, del siglo XVIII, uno puede perderse por su jard¨ªn entre fuentes y rincones con vistas.
Fue proyectada a comienzos del siglo XVII como casa de veraneo en el campo, pero ha ido evolucionando e incluso fue residencia temporal de Napole¨®n durante la ocupaci¨®n francesa. Tras el traslado de la corte en 1869, se convirti¨® en la sede del Istituto Nazionale delle Figlie dei Militari. A los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial sigui¨® un per¨ªodo de abandono al que no se puso remedio hasta 1994, cuando se iniciaron unas obras de restauraci¨®n finalizadas en el 2016. Es un palacio lleno de encanto que tras su restauraci¨®n merece la pena visitar: adem¨¢s del sal¨®n de fiestas de Juvara, con murales y espejos de efecto teatral, hay estancias, salitas y salas ¨ªntimas, luminosas y refinadas con b¨®vedas de estuco.
El jard¨ªn, dise?ado siguiendo el modelo de las villas italianas, recibe al visitante con una fuente magn¨ªfica en una plaza el¨ªptica. A ambos lados se extienden vi?edos que hoy se cultivan de nuevo. Detr¨¢s de la villa, el parque excavado en la colina se distribuye en tres niveles dando lugar a uno de los jardines m¨¢s bellos de Italia, ideal para dar paseos, contemplar panoramas que se extienden hasta los Alpes y explorar un sistema de grutas artificiales y fuentes que van del mirador a la v¨ªa principal.
La Reggia: el palacio real de Venaria
Entre las residencias reales m¨¢s bellas de Europa est¨¢ la Venaria Reale de Tur¨ªn. A principios de la d¨¦cada de 1990, el Ayuntamiento pretend¨ªa demoler este castillo para construir viviendas, pero los turineses protestaron y lograron parar el proyecto. De este modo, una de las principales joyas hist¨®ricas y art¨ªsticas de Italia ha recuperado su antiguo esplendor gracias a una importante restauraci¨®n que se ha extendido a toda el ¨¢rea circundante. En su origen fue un pabell¨®n de caza, despu¨¦s se fue convirtiendo en un magn¨ªfico palacio que ser¨ªa saqueado y vandalizado en el periodo napole¨®nico. Se han tardado m¨¢s de 50 a?os de restauraciones para poder abrirlo al p¨²blico.
Su mayor reclamo es la llamada Galleria Grande, una descomunal y elegante sala de color ocre y blanco, muy luminosa y ornamentada con estucos, lesenas y frisos. Esta obra maestra dieciochesca crea un suntuoso efecto teatral gracias a la luz que se filtra por 44 ventanas y 22 aberturas ovaladas y a su espl¨¦ndido suelo ajedrezado, y es fruto de la intervenci¨®n de Juvara sobre el proyecto original de Garove.
Todo el conjunto est¨¢ rodeado por unos jardines grandiosos, en los que no falta un gran canal, un estanque de peces, fuentes, templetes y parterres.
Los barrios industriales: Crocetta, San Paolo y Cenisia Sud
El paisaje y la atm¨®sfera de estos tres barrios son radicalmente diferentes a los del elegante centro de Tur¨ªn: Crocetta, el m¨¢s atemporal de los tres, se caracteriza por la tranquilidad, las villas y los edificios hist¨®ricos de la alta burgues¨ªa; San Paolo, animado y popular, a¨²n da muestras de su pasado obrero con la presencia de Lancia, Ansaldo y Pininfarina; y Cenisia, antigua ¨¢rea industrial, est¨¢ delimitada al sureste por el Polit¨¦cnico de Tur¨ªn.
Es en estas antiguas zonas industriales donde han surgido iniciativas como el museo Sandretto Re Rebaudengo, un aut¨¦ntico refugio para el arte contempor¨¢neo en la ciudad, no solo porque los amplios espacios blancos, acompa?ados de librer¨ªas y cafeter¨ªas de moda, acogen muestras de destacados artistas, sino tambi¨¦n porque la fundaci¨®n, instituida en 1995, siempre ha prestado atenci¨®n a las novedades y a las personalidades emergentes a trav¨¦s de encuentros con artistas, conferencias, actividades did¨¢cticas y eventos especiales. Su sede, emplazada en un ¨¢rea industrial en desuso, se convirti¨® en museo en el 2002.
Otra iniciativa de arte contempor¨¢neo en zonas industriales es la Fondazione Merz, creada en 2005 en la antigua central t¨¦rmica de Lancia, una construcci¨®n de la d¨¦cada de 1930 ubicada en el coraz¨®n de San Paolo. Fue transformada en un museo de arte contempor¨¢neo de 3.200 metros cuadrados por Beatrice Merz con la intenci¨®n de preservar y exponer las obras de su padre Mario y poner en marcha un proyecto de conexi¨®n entre muestras dedicadas al gran protagonista del arte povera y proyectos temporales in situ de artistas italianos y extranjeros.
Tambi¨¦n es una joya de la arquitectura industrial la antigua f¨¢brica y taller de reparaci¨®n de trenes OGR-Officine Grandi Riparazioni. Con una superficie de 190.000 metros cuadrados, fue inaugurada en 1895 y desmantelada a comienzos de la d¨¦cada de 1990. En 2017, tras una restauraci¨®n de casi tres a?os, OGR volvi¨® a brillar y hoy es un gran centro cultural que defiende la creatividad, la innovaci¨®n tecnol¨®gica y la sostenibilidad.
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