El archivo del futuro
En unos a?os, los ni?os de hoy leer¨¢n que nos quit¨¢bamos la mascarilla en lugares cerrados con m¨¢s gente, mientras que por la calle era obligatorio llevarla.
Hay una cuenta en Twitter (es tambi¨¦n una p¨¢gina web) que se llama Pessimists Archive. En ella se recopilan noticias reales de peri¨®dicos de la primera mitad del siglo XX en las que se puede leer miedo o desconfianza ante cosas que entonces eran nuevas y hoy son antiguas. O lo que es lo mismo: la historia de por qu¨¦ nos resistimos a las novedades.
Por ejemplo, la cuenta tuiteaba un art¨ªculo de opini¨®n de aquel entonces en el que el autor se queja de que los ni?os ¡°de hoy en d¨ªa¡± se pasan la vida leyendo libros, que ya no juegan en las calles o en el campo como antes, y advierte de los peligros de los libros. Un texto, sin duda, antepasado de las alarmas que saltaban con los videojuegos. Otra noticia que tuite¨® la cuenta era un art¨ªculo en el que se explicaban los peligros de los ascensores y se desaconsejaba su uso. Tambi¨¦n se pueden leer reportajes avisando de las consecuencias para la salud que entra?aba bailar demasiado, especialmente para las mujeres.
Yo estos d¨ªas ¡ªestos meses¡ª me imagino una cuenta similar del futuro recopilando el archivo actual. Nuestros ni?os de hoy, ya adultos, podr¨¢n comprobar en ella c¨®mo viv¨ªamos, c¨®mo actu¨¢bamos y qu¨¦ tem¨ªamos. Incidir¨¢n, seguro, en esta ¨¦poca de pandemia para enterarse de c¨®mo la percib¨ªamos y c¨®mo la manej¨¢bamos. Leer¨¢n, por ejemplo, que todos ¡ªcon buen criterio¡ª us¨¢bamos mascarilla para evitar la propagaci¨®n del virus (en 2021 a¨²n no se hab¨ªa inventado el purificador de aire bucal que, seguro, alguien idear¨¢ alg¨²n d¨ªa) y podr¨¢n comprobar que siempre la llev¨¢bamos puesta. Excepto en algunos supuestos.
Por ejemplo, gracias a la cuenta-archivo podr¨¢n saber que nos quit¨¢bamos la mascarilla cuando entr¨¢bamos en lugares cerrados con m¨¢s gente. Por la calle, por una amplia y solitaria avenida, era obligatorio llevarla. Pero en cuanto entr¨¢bamos en un bar o restaurante con m¨¢s personas, nos la quit¨¢bamos como quien se quita una bufanda, resoplando y con gesto de ¡°por fin¡±. Ver¨¢n tambi¨¦n noticias de agentes de las fuerzas policiales deteniendo a una mujer que paseaba sola por los Picos de Europa, sin nadie a kil¨®metros a la redonda, y que no llevaba mascarilla. Para tal haza?a, los agentes han utilizado un dron, podr¨¢n leer.
Otro supuesto que nos exim¨ªa de usar la mascarilla, leer¨¢n, era el de fumar. Si vas por la calle en silencio, tienes que llevarla puesta, pero, si decides empezar a soplar y adem¨¢s soplar un humo cancer¨ªgeno, entonces s¨ª pod¨ªas quit¨¢rtela. Faltaba m¨¢s. En este supuesto espero que quede recopilado un tuit que le¨ª hace unos meses en el que una tuitera, a este respecto de fumar por la calle sin mascarilla, dec¨ªa: ¡°?Y entonces c¨®mo hacemos?¡±. Una pregunta que define una ¨¦poca.
Ver¨¢n en el futuro que otro supuesto que exist¨ªa era el de hablar. Especialmente gritar. En silencio la gente llevaba la mascarilla, pero, si te acercabas a hablar a alguien y, por estar en un sitio cerrado, no te escuchaba bien, entonces te la bajabas y te pegabas a su o¨ªdo. Se daban casos, incluso, de gente que se bajaba la mascarilla para escuchar mejor. De forma que, en el instante en que dos personas acercaban sus bocas y empezaban a hablar, ninguno ten¨ªa puesta su mascarilla.
Conf¨ªo en que el archivo permita a nuestras siguientes generaciones recuperar noticias de manifestaciones y m¨ªtines con el virus ya descontrolado (menci¨®n especial a la manifestaci¨®n que se convoc¨® en Nicaragua contra el coronavirus: no contra las medidas o la gesti¨®n, sino contra el virus en s¨ª), y declaraciones de responsables pol¨ªticos y l¨ªderes de opini¨®n burl¨¢ndose del uso de la mascarilla al principio de la pandemia. Por ah¨ª estar¨¢ tambi¨¦n la noticia de cuando el alcalde de Sevilla, con la pandemia entrando en Europa, dijo que ¡°tendr¨ªa que venir el presidente de la OMS para que se cancele la Feria¡±.
El archivo, espero, har¨¢ una secci¨®n de bulos y rumores que corr¨ªan por una aplicaci¨®n de mensajer¨ªa llamada WhatsApp. Casi todos cre¨ªan y compart¨ªan toda clase de audios de supuestos m¨¦dicos o comunicados de supuestas instituciones. Esto ¨²ltimo, todo lo relacionado con la rumorolog¨ªa y las fake news, creo que es lo que m¨¢s va a llamar la atenci¨®n. De la misma forma que hoy nos asombra ver c¨®mo los rumores siglos atr¨¢s acababan en linchamientos y hogueras, las siguientes generaciones no podr¨¢n evitar alucinar cuando revisen c¨®mo la gente compart¨ªa cualquier informaci¨®n, por descabellada que fuera, que llegaba a sus dispositivos m¨®viles, entonces llamados tel¨¦fonos.
Menci¨®n aparte, y con una visi¨®n m¨¢s profunda, merecer¨¢ el an¨¢lisis de la actuaci¨®n pol¨ªtica: c¨®mo los dirigentes de aquella ¨¦poca, en su mayor¨ªa, estaban m¨¢s preocupados por los votos que por los muertos. C¨®mo se llevaban a cabo crueles c¨¢lculos pol¨ªticos donde se estimaba si restaba m¨¢s votos un muerto o un hostelero enfadado. Creo que ah¨ª, en esta ¨²ltima parte, no se reir¨¢n. O s¨ª.
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