Pol¨¦micas, pol¨¦micas, pol¨¦micas
Podr¨ªamos discutir para tratar de llegar a un acuerdo. O para convivir amistosamente con nuestras discrepancias
Marcel Proust escribi¨® que las buenas ideas no son las que provocan el asentimiento sino la contradicci¨®n: no las que confirman nuestras certezas, sino las que las cuestionan; no las que nos confortan sino las que nos provocan o incomodan, o incluso las que nos escandalizan. Lleva raz¨®n: al fin y al cabo, pensar de verdad consiste en pensar contra el clich¨¦, pensar ¡°out of the box¡±, contra las convenciones o simplemente contra lo que la mayor¨ªa quiere escuchar ¡ªque casi siempre son mentiras, porque las mentiras suelen ser menos inc¨®modas que la verdad¡ª, todo lo cual resulta con frecuencia chocante o escandaloso. Visto as¨ª, una idea que no es pol¨¦mica no es una idea ¡ªapenas llega a ocurrencia¡ª y la expresi¨®n ¡°idea pol¨¦mica¡± es un pleonasmo, igual que la expresi¨®n ¡°sabio feliz¡±: un sabio que no es feliz no es un sabio.
Dir¨¢n ustedes que a m¨ª todo esto me viene de perlas, porque no paro de meterme en l¨ªos. Tambi¨¦n llevan raz¨®n. Pero cr¨¦anme: no lo hago adrede. Nunca tuve vocaci¨®n de polemista; de hecho, mi lema siempre fue el de Machado: ¡°En paz con los hombres y en guerra con mis entra?as¡±. Pero fracas¨¦, y ahora mismo mi lema podr¨ªa ser otro que m¨¢s bien suena a Unamuno: ¡°En guerra con los hombres, y tambi¨¦n con mis entra?as¡±. La culpa de tal calamidad la tiene esta maldita columna, que este peri¨®dico tuvo la temeridad de encargarme hace 20 a?os, con las lamentables consecuencias de todos conocidas. Pero s¨ª: hay que desconfiar de las ideas que nos convienen, precisamente porque nos convienen, como me pasa a m¨ª con la que formul¨¦ en el primer p¨¢rrafo. Porque lo cierto es que, aunque Proust no se equivoque, la verdad no siempre es pol¨¦mica. A veces, incluso, es o parece un clich¨¦: se olvida que las ideas no se convierten en clich¨¦s porque sean falsas, sino porque son verdaderas o porque contienen una parte sustancial de verdad. Por otra parte, hoy a cualquier cosa se le llama pol¨¦mico. Qu¨¦ s¨¦ yo: decir que las Trece Rosas ¡ª13 j¨®venes comunistas ejecutadas al terminar la Guerra Civil por los vencedores¡ª se dedicaban a violar y torturar en las checas del Madrid republicano no es hacer una afirmaci¨®n pol¨¦mica, seg¨²n repitieron los medios cuando la hizo Ortega Smith; es s¨®lo decir una trola como una casa. El ejemplo anterior muestra que hoy en Espa?a la palabra ¡°pol¨¦mica¡± significa a menudo ¡°mentira¡±, lo cual explicar¨ªa en parte por qu¨¦ entre nosotros las pol¨¦micas est¨¢n mal vistas. Pero s¨®lo en parte. Otra parte la explica el hecho de que, debido a nuestra fastuosa tradici¨®n de intolerancia ¡ªcuya ¨²ltima gran manifestaci¨®n delictiva no fue el franquismo, ni siquiera ETA, sino el secesionismo catal¨¢n de 2017¡ª, aqu¨ª la discrepancia intelectual suele interpretarse como una agresi¨®n personal; es un disparate: usted puede decir que le gusta menos Gald¨®s que a m¨ª, pero no por eso est¨¢ intentando agredirme (y yo no deber¨ªa pensar que usted dice que le gusta menos Gald¨®s que a m¨ª s¨®lo porque quiere hacerse el moderno, mientras que usted tampoco deber¨ªa pensar que yo digo que me gusta m¨¢s Gald¨®s s¨®lo porque soy un patriotero, o porque aspiro al sill¨®n Z de la Academia). O, dicho de otro modo, con frecuencia confundimos un error intelectual con un error moral: yo puedo pensar que est¨¢ usted equivocado por ser favorable al secesionismo catal¨¢n, pero no tengo derecho a pensar que lo es porque es usted un corrupto y un canalla; y a la inversa: yo puedo cometer un error al estar contra el secesionismo, pero usted no deber¨ªa pensar por ello que lo estoy porque cobro un sueldo del CNI (y otro de La Zarzuela). Lo que ocurre, simplemente, es que usted y yo discrepamos sobre Gald¨®s y el secesionismo catal¨¢n, y no por ello estamos obligados a resolver nuestras diferencias a garrotazos; si acaso, podr¨ªamos discutir sobre el asunto ¡ªeso es lo que en realidad significa la palabra ¡°pol¨¦mica¡±: ¡°discusi¨®n¡±, ¡°controversia¡±¡ª para tratar de llegar a un acuerdo. O para convivir amistosamente con nuestras discrepancias, que es lo m¨¢s divertido y provechoso.
En resumen, visto as¨ª, cuantas m¨¢s pol¨¦micas, mejor. Aunque yo me vea envuelto en ellas. Qu¨¦ m¨¢s da ya: de perdidos, al r¨ªo.
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