Del martillo de Thor a la daga de Tutankam¨®n
Diversos estudios cient¨ªficos apuntan a que ciertas armas legendarias fueron fabricadas con material extraterrestre procedente de meteoritos.
En el primer cap¨ªtulo de Herreros y alquimistas (1959), Mircea Eliade formul¨® una relaci¨®n entre las m¨ªticas armas celestes de los dioses y la metalurgia primitiva procedente del hierro mete¨®rico, que las ¨²ltimas investigaciones geol¨®gicas, cient¨ªficas y arqueol¨®gicas no dejan de refrendar, pues hoy no existe ninguna duda acerca del origen extraterrestre de numerosas armas de hierro fraguadas antes de la explotaci¨®n de minerales ferrosos del subsuelo terr¨¢queo.
En realidad, cuando apareci¨® la primera edici¨®n francesa de Forgerons et alchimistes (1956), la mayor¨ªa de las fuentes geol¨®gicas de Eliade eran del siglo XIX, aunque su fastuosa erudici¨®n mitol¨®gica le permiti¨® relacionar el palladion troyano y la Kaaba de La Meca con los hallazgos de hierro mete¨®rico en tumbas de Creta y la piedra negra ca¨ªda del cielo que los or¨¢cu?los ordenaron trasladar a Roma desde Pesinunte, tras la segunda guerra p¨²nica. Las hip¨®tesis de Mircea Eliade eran m¨¢s persuasivas por po¨¦ticas que por arqueol¨®gicas: los aerolitos hab¨ªan ca¨ªdo sobre nuestro mundo coruscantes de sacralidad y por eso fueron convertidos en hachas, martillos y lanzas que golpeaban con la fuerza del trueno.
En 2006, ge¨®logos suecos descubrieron en el mar de Barents un enorme cr¨¢ter submarino de 40 kil¨®metros de di¨¢metro, frente a las costas de Noruega. Lo llamaron en homenaje al martillo de Thor, dios n¨®rdico del rayo. La dimensi¨®n del cr¨¢ter indica que el b¨®lido que all¨ª cay¨® deb¨ªa de tener ¡ªal menos¡ª dos kil¨®metros de di¨¢metro y su impacto provoc¨® un tsunami del cual hay evidencias geol¨®gicas, as¨ª como la diseminaci¨®n de miles de fragmentos de hierro que los vikingos usaron para forjar armas que han aparecido en yacimientos de Escandinavia y Norteam¨¦rica, como el asentamiento de Point Rosee.
Por otro lado, uno de los objetos m¨¢s misteriosos que Howard Carter encontr¨® en la tumba de Tutankam¨®n era una daga de hierro con mango y vaina de oro, cuyo material era incompatible con los objetos met¨¢licos de la ¨¦poca. Sin embargo, aquel pu?al dej¨® de ser una inc¨®gnita en 2016, cuando un equipo de cient¨ªficos, ge¨®logos y arque¨®logos egipcios e italianos public¨® en la revista Meteoritics and Planetary Science el art¨ªculo ¡®The meteoritic origin of Tutankhamun¡¯s iron dagger Blade¡¯, donde qued¨® demostrado que la daga del fara¨®n fue forjada con hierro extraterrestre, conclusi¨®n a la que los autores llegaron tras analizar miles de muestras mete¨®ricas recogidas en un ¨¢rea de cientos de kil¨®metros alrededor de la tumba de Tutankam¨®n, que compart¨ªan part¨ªculas con el pu?al del fara¨®n.
A diferencia de la ¨¦poca en que Eliade escribi¨® Herreros y alquimistas, hoy la NASA ha creado un portal donde puede consultarse un inventario de los meteoritos que han impactado sobre la Tierra, lo que quiere decir que podr¨ªamos establecer la correspondencia entre mitos que hablen de ¡°armas celestes¡± o ¡°piedras del cielo¡± con las evidencias geol¨®gicas de restos de aerolitos. En los Andes y Mesoam¨¦rica, cronistas de Indias, extirpadores de idolatr¨ªas y antrop¨®logos han recogido leyendas sobre ¡°lluvias de piedras¡± o ¡°armas divinas¡± que podr¨ªan tener su origen en fen¨®menos mete¨®ricos.
Hoba ¡ªel meteorito m¨¢s grande del mundo¡ª se halla en Namibia, pesa 66 toneladas y su masa tiene 84% de hierro y 16% de n¨ªquel. Su forma elipsoide sugiere que impact¨® en el mar y que fue rebotando como un gigantesco guijarro hasta depositarse en ?frica, donde fue descubierto en 1920. Si hubiera ca¨ªdo en otro lugar, habr¨ªa armado a incas, faraones, emperadores romanos o guerreros vikingos.
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