Un movimiento de piedad
Lo que le falta a ¨¦l es el alma, el esp¨ªritu, el aliento que podr¨ªa haber escapado de la habitaci¨®n por esa puerta verde, ligeramente abierta, tras la que se cuela una luz de una intensidad excepcional
La muerte es un misterio. Sigue si¨¦ndolo. Nos sobrecoge incluso cuando fallece aquel o aquella a los que odi¨¢bamos por miedo a que nuestro odio haya contribuido a su acabamiento. Los ni?os padecen un profundo sentimiento de culpa cuando expiran seres a los que amaban, y de los que depend¨ªan, por haber fantaseado en alguna ocasi¨®n con su final. Viven atrapados a¨²n en los confines mentales del pensamiento m¨¢gico, en los confines del delirio.
Las defunciones quiebran las rutinas de los vivos aqu¨ª o en Sebastopol. La fotograf¨ªa muestra a un grupo de personas en el trance de velar el cad¨¢ver de un hombre que se hab¨ªa manifestado contra el golpe militar acaecido en Myanmar (Birmania). Curiosamente, excepto el extinto, todas son mujeres, como si la muerte les concerniera tanto como el parto. Dan ganas de preguntarse qu¨¦ rayos le falta al cuerpo inm¨®vil que reposa sobre una esterilla colocada en el suelo, cubierto por la manta de colores, y que parece tan entero como el de ellas, cuyas expresiones, sin embargo, transmiten sensaci¨®n de movimiento. Y dan ganas de responder que lo que le falta a ¨¦l es el alma, el esp¨ªritu, el aliento que podr¨ªa haber escapado de la habitaci¨®n por esa puerta verde, ligeramente abierta, tras la que se cuela una luz de una intensidad excepcional.
?La luz del final del t¨²nel?
La muerte es un misterio. Tambi¨¦n un misterio fotogr¨¢fico, pues no puede uno tropezar con esta imagen sin preguntarse por los c¨¢lculos que llev¨® a cabo el periodista a fin de disparar desde el lugar moral preciso para provocar en nosotros un movimiento de piedad.
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