La ¡®f¨®rmula Ayuso¡¯
Isabel D¨ªaz Ayuso repite como presidenta de Madrid. Hace dos a?os casi nadie la conoc¨ªa y hoy es una l¨ªder de la derecha. Poco convencional, m¨¢s una estrella medi¨¢tica que una pol¨ªtica al uso. Su determinaci¨®n: derrocar a Pedro S¨¢nchez. Su ambici¨®n es mayor que su ego. Admiradores, detractores y ella misma dan claves para entender el se¨ªsmo que agita la pol¨ªtica espa?ola.
M¨¢s pol¨ªtica que intelectual; m¨¢s apocal¨ªptica que integrada; m¨¢s hedonista que epic¨²rea; m¨¢s de intuici¨®n que de c¨¢lculo; m¨¢s de v¨ªscera que de raz¨®n (aunque lo est¨¦ intentando corregir); directa, sencilla, sincera, pero con la dudosa humildad de los soberbios; de armas tomar, pero sin elevar el tono; chula, ir¨®nica, enigm¨¢tica, puntillosa, emocional hasta el llanto extempor¨¢neo y audaz hasta la temeridad; de prueba y error, a todo o nada, como en las elecciones del 4 de mayo, donde la derrota hubiese supuesto su desaparici¨®n del mapa pol¨ªtico; locuaz y lenguaraz; sin rubor por equivocarse; con menos ego que ambici¨®n. ¡°Me veo y me asumo¡±. Poco preocupada por lo que digan de ella, aunque archive los agravios y ajuste cuentas sin pesta?ear; desconfiada; observadora de im¨¢genes y comportamientos con la mirada ausente y un ligero temblor de labios ¡ª¡±nunca dejo de darle vueltas a la cabeza¡±¡ª; agn¨®stica (aunque cada vez menos, por necesidades del guion); apenas interesada por el boato y la moda, pero loca por conocer, ver, descubrir y disfrutar: desde Nueva York en completa soledad, a un buen restaurante o un vino al final del d¨ªa con su labrador Bolbo a los pies trag¨¢ndose de principio a fin una serie en su apartamentito de su eterno barrio de Chamber¨ª, muy cerca de su madre, Mabel Ayuso, viuda de Leonardo D¨ªaz.
Isabel D¨ªaz Ayuso, aquella ni?a de cabello fosco, ojos grandes y manos de mu?eca, hiperactiva y dispersa, que lo mismo repet¨ªa curso que liquidaba los deberes en cinco minutos; protestona; v¨ªctima del fracaso escolar pero que hizo Periodismo con becas; con baches de autoestima, pero que ten¨ªa el p¨¢lpito de que algo grande iba a pasar en su vida; que pon¨ªa orden desde muy joven en un hogar infeliz y con problemas econ¨®micos del que so?aba huir, hoy, a sus 42 a?os, otra vez presidenta de Madrid e identificada popularmente como una l¨ªder de la derecha espa?ola, a¨²n desgrana su existencia como si no hubiera un ma?ana: ¡°Con la intensidad del que solo le queda un d¨ªa. He vivido como me ha dado la gana. En una ciudad libre. Donde rompes con tu pareja y no la vuelves a ver. Sin rendir cuentas. Sin pedir permiso. Me fui de casa con 22 a?os. Lo pas¨¦ mal. Y he hecho mi camino. He crecido despacio. Siendo durante muchos a?os una militante del PP de cuarta regional. Con tareas menores. Esperando algo m¨¢s; una mayor responsabilidad; una oportunidad. Dando cursos de digitalizaci¨®n a los militantes del PP por los pueblos en fin de semana sin cobrar un euro. Con mi cochecillo. Pero siendo libre. Y eso se me ha acabado. En poco tiempo me he echado a?os y kilos. La pol¨ªtica es dura; gobernar supone tomar decisiones; te expone, es una presi¨®n que no cesa; y acaba con tu privacidad. Es como ir desnuda por la calle. Me echo de menos. Tengo nostalgia de mi independencia. Pero quiero sacarle a la vida todo el jugo. Me hace feliz que la gente me quiera y rece por m¨ª. Me gusta y me relaja. Nunca he desconectado del mundo. Al contrario que S¨¢nchez, que no pisa un s¨²per desde que se march¨® por Espa?a a recuperar la secretar¨ªa general en 2016. Intento atender a todo el mundo, en la calle, por carta, por las redes. Escuchar. Ese es el lado bueno de mi trabajo. Lo que me mata es la rutina¡±, dice.
¡ª?En qu¨¦ sentido?
¡ªEnseguida me aburro y necesito acci¨®n. En la facultad me cambiaba de turno de clase cada a?o; tengo distintos grupos de amigos, muy diferentes, y que no mezclo ni veo de seguido; nunca voy y vuelvo por el mismo camino, busco alternativas. No soy gregaria. Me gusta caminar por el campo y viajar sola. De vez en cuando me motiva cambiar de vida y de casa; de vecinos, de gimnasio, de peluquer¨ªa y de frutero; he tenido seis o siete apartamentos, algunos compartidos con desconocidos, siempre de alquiler. Todos me dicen que compre, pero por aqu¨ª est¨¢ todo muy caro.
¡ª?Es de amores cortos?
¡ªLargos, porque los he estirado m¨¢s de la cuenta. Y ahora son mis amigos.
¡ª?Dice lo que piensa?
¡ªLo que pienso, lo digo. Es como hablo. No le doy m¨¢s vueltas. Pretendo ser clara y transparente para no caer en mi propia trampa; para no mentir y que me saquen los colores. Vuelo sin equipaje. No finjo ser quien no soy. Y puede dar la imagen de que no razono. No es cierto. Los pol¨ªticos hay cosas que no dicen porque no les parecen correctas. Yo las digo sin cors¨¦. Y estoy muy segura de lo que sale de mi boca en cada momento.
Isa, como la llaman los ¨ªntimos de la primera hora y los que ahora se acercan ante su fama y poder (el presupuesto del Gobierno de la Comunidad de Madrid es de 23.000 millones de euros, proporciona 180.000 empleos p¨²blicos, modela la primera econom¨ªa espa?ola, su sanidad, educaci¨®n e impuestos, y tiene una extensa red clientelar de entes, empresas, fundaciones, cursos y organismos), es m¨¢s un producto medi¨¢tico que un producto pol¨ªtico; m¨¢s de proyecci¨®n p¨²blica que de pura ideolog¨ªa, aunque su trayectoria haya sido la de una oscura y fiel appar¨¢tchik saltando de liana en liana en torno a la estructura del PP desde que ten¨ªa 22 a?os y con un contacto anecd¨®tico con el mercado laboral. En el entorno de La Moncloa la definen como una rock star. Isabel inflama a las masas. La vitorean por la calle. Se hacen fotos con ella. Y opina de todo. De la inmigraci¨®n en Ceuta, los fondos europeos, Maduro o los indultos. Algo poco habitual en una dirigente regional. Su mensaje es nacional. Es por lo que le preguntan cada ma?ana los periodistas, nunca de los transportes o los servicios sociales de la comunidad. Ella, encantada, contesta con desparpajo. Domina la escena. Parece de verdad.
Traduce los deseos de la gente en discursos. Ideales para las redes sociales. Ah¨ª se desata. ¡°Sin complejos¡±, repite. Por ejemplo, en la plaza de Col¨®n el pasado 13 de junio, cuando al hilo de la manifestaci¨®n de la derecha contra los indultos espet¨®: ¡°?Qu¨¦ va a hacer el Rey de Espa?a ahora? ?Va a firmar esos indultos? ?Le van a hacer c¨®mplice de eso?¡±. Al d¨ªa siguiente fue llamada al orden por el propio Casado. Pero ella recalc¨® que su jefe piensa como ella. Con ese estilo irreverente ha pescado 1,6 millones de votos en Madrid; el 45% de los sufragios. Y triunfado en 176 de los 179 municipios de la comunidad aut¨®noma y en los 21 distritos de Madrid, incluidos los barrios obreros como Carabanchel, Vallecas, Usera o Villaverde. Ha derrotado al PSOE en el territorio donde se alza La Moncloa; ha acabado con ?ngel Gabilondo y Pablo Iglesias; ha golpeado de muerte a Ciudadanos y frenado en seco a Vox (¡°que son siempre tan perfectos¡ que es dif¨ªcil hacer nada con ellos; yo nunca los voy a insultar¡, aunque las minor¨ªas son las minor¨ªas. Por fin me siento presidenta sin tener que pedir perd¨®n a alguien cada d¨ªa¡±). Y de paso ha insuflado ox¨ªgeno a un partido catat¨®nico por a?os de corrupci¨®n y derrota, y apuntalado el liderazgo de Pablo Casado, el presidente del PP, su amigo del alma y promotor desde hace 17 a?os (¡°a pesar de que tengamos vidas muy diferentes¡±); aunque, al mismo tiempo, lo haya sacudido como un se¨ªsmo. Un veterano dirigente del PP con mando interroga: ¡°?T¨² crees que Isabel va a ir a por todas; hasta el final; a por Espa?a? Porque a Pablo solo le queda un disparo, ya ha perdido dos generales¡¡±. Este reportaje est¨¢ construido a partir de cuatro encuentros con ella y de la opini¨®n de una veintena de sus partidarios y rivales.
Ayuso representa una generaci¨®n de pol¨ªticos placeados en las tertulias y las redes sociales, y con escasa relaci¨®n con la gesti¨®n y la tecnocracia, a la que desprecian (y que los cachorros 2.0 del PP madrile?o de Ayuso y Casado, criados por la neoliberal Esperanza Aguirre, identifican con Rajoy y S¨¢enz de Santamar¨ªa). Una generaci¨®n, la de Pablo Casado, en torno a los cuarenta y tantos, que estaba en la Facultad y la peque?a militancia durante los a?os triunfales de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el gran unificador de la derecha; el conductor del ¨®mnibus donde cab¨ªa todo lo que estaba a la diestra del PSOE. La generaci¨®n de Ayuso est¨¢ obsesionada por la comunicaci¨®n pol¨ªtica, el mensaje repetido hasta la saciedad; la dureza en las formas; por proporcionar noticias continuas y a velocidad de v¨¦rtigo para su consumo f¨¢cil y r¨¢pido, como un men¨² de comida r¨¢pida. Y que da respuestas sencillas y viscerales a cuestiones complejas. Buscan ganar la batalla de la opini¨®n p¨²blica. M¨¢s agitadora que periodista (como Boris Johnson), virtuosa y nativa de las redes sociales, como todo gran personaje pol¨ªtico que se precie, Isabel D¨ªaz Ayuso ya ha comenzado a perge?ar un plan para salvar a Espa?a. Su proyecto es nacional, porque no es una ideolog¨ªa, sino una forma de vivir. ¡°S¨¢nchez nos suelta su catequesis y quiere quitar hasta los chuletones; que no nos diga qu¨¦ comer ni c¨®mo vivir¡±, proclama.
Lo confirma uno de los consejeros de Ciudadanos a los que fulmin¨® el pasado 10 de marzo, justo al mediod¨ªa, sin borrar de su rostro su inescrutable sonrisa: ¡°Tiene unas premisas muy b¨¢sicas, pero que transmite con claridad y eficacia. Y detr¨¢s no hay mucho m¨¢s. No hay trampa ni cart¨®n. Hay lo que ves¡±. ?Est¨¢ muy ideologizada? ?Es una ultraliberal, una libertarian, una anarquista de derechas? Responde un exministro del PP: ¡°Hace un discurso liberal, sobre todo en lo econ¨®mico, pero sin una profundidad de pensamiento que la haga quedar atrapada en una corriente ideol¨®gica concreta. Es de ideas b¨¢sicas liberales, pero de pol¨ªticas pragm¨¢ticas. Por ejemplo, no aprob¨® el pin parental, que era una obsesi¨®n de Vox. No es una radical de derechas; no tiene tanta profundidad de pensamiento. Y se va a ir moderando. No le queda m¨¢s remedio¡±.
Ya ha comenzado. La f¨®rmula para este nuevo periodo que conduce hasta 2023 (unas elecciones que ser¨¢n m¨¢s complicadas para Ayuso porque coinciden con las municipales y representar¨¢n su rev¨¢lida nacional) es ser m¨¢s racional y menos emocional. M¨¢s mujer de Estado. Menos individualista, m¨¢s conservadora convencional, menos neocon y m¨¢s verde. M¨¢s cercana al PP ¡°convencional¡± de Galicia o Castilla y Le¨®n. Ya est¨¢ aderezando sus discursos con frases acu?adas por la izquierda como ¡°que nadie quede atr¨¢s¡±. En la cuesti¨®n del aborto, posici¨®n nebulosa: ¡°No es un derecho¡±. Como clave, bajar impuestos. En educaci¨®n, remar hacia los concertados, b¨¢sicamente de la Iglesia (en Madrid solo la mitad de los colegios son p¨²blicos). Y todo sin perder un ¨¢pice de frescura marca de la casa. Ni cambiar de vestuario y peinado.
Para M¨®nica Garc¨ªa, de 47 a?os, m¨¦dica anestesista y n¨²mero uno del partido de izquierda M¨¢s Madrid, hoy la l¨ªder de la oposici¨®n en Madrid por 6.000 votos, que llega a la cita en una BiciMad que no encuentra donde aparcar, ¡°Ayuso est¨¢ conectada a lo emocional, lo abstracto, lo ef¨ªmero. Ha arrebatado a la izquierda la palabra libertad. La ha comparado con salir a tomar ca?as en el momento en que la gente estaba m¨¢s cansada psicol¨®gicamente y m¨¢s ganas ten¨ªa de huir. Esa oferta ten¨ªa trampa. Era inmoral. Y ha construido un hospital, el Zendal, que ha costado 150 millones de euros de ladrillos y chanchullos, por marketing. Gobernar no es eso. Ayuso tiene voluntad de poder, no de gobierno. Se apoya en lo et¨¦reo. En las ilusiones de la gente. No da soluciones. Para la derecha, Madrid es un laboratorio neocon donde se experimenta c¨®mo reducir lo p¨²blico a un nivel residual (sobre todo en sanidad y educaci¨®n), que todo lo rija el mercado y que se salve quien pueda. Y los ciudadanos no queremos tantas ca?as y s¨ª que nos echen una mano para pagar el alquiler. Mi oposici¨®n, mi proyecto, quiere ir a lo cotidiano, no a lo emocional como hace Ayuso¡±.
¡ª?Qu¨¦ relaci¨®n tiene con ella?
¡ªNinguna. Por la Asamblea va solo a las preguntas. Me la encontr¨¦ una vez por el Retiro con los perros y me pareci¨® maja.
El bienio pand¨¦mico de Isabel D¨ªaz Ayuso ha consistido en dos a?os de campa?a. Dos a?os de agitaci¨®n m¨¢s que de gesti¨®n. Sin presupuestos. Su Gobierno madrile?o (impuesto por Ciudadanos y con tres consejeros clave ¡°sugeridos¡± por la sede nacional del PP) comenz¨® a andar en septiembre de 2019. En enero de 2020, la covid llam¨® a la puerta. Y en marzo se decret¨® el estado de alarma. Y se acab¨® la legislatura. Se trataba, a partir de ese 14 de marzo, de centrarse en la sanidad, apuntalar la econom¨ªa y poner en marcha los ERTE. Y accionar la maquinaria de la propaganda a cada paso que daba.
Desde el comienzo, Ayuso desconfi¨® de Ciudadanos (estaba convencida de que Aguado y Garrido la odiaban) y padeci¨® el profundo desd¨¦n de Vox, sobre todo de Roc¨ªo Monasterio (aunque Ayuso hab¨ªa sido de joven amiga de Abascal y respeta muchas de sus propuestas). No era su Gobierno. En la mitad no mandaba. Solo confiaba al m¨¢ximo en dos consejeros del PP, David P¨¦rez y Eugenia Carballedo. Sin embargo, siempre se relacion¨® con su Ejecutivo como si dispusiera de mayor¨ªa absoluta. Y nunca perdi¨® las buenas formas; no se peleaba con los consejeros de Ciudadanos en los consejos de gobierno, para eso ten¨ªa a sus consejeros del PP m¨¢s broncos que hac¨ªan el trabajo sucio, como Enrique L¨®pez. Ayuso (el PP) nunca entendi¨® lo que es gobernar en coalici¨®n.
Busc¨® el momento para disolver. No pod¨ªa ser al principio de su mandato, era poco est¨¦tico y le hab¨ªa costado tres meses de infinita paciencia llegar a un acuerdo de gobierno con Ciudadanos y apacentar a Vox para la investidura (que nunca lleg¨® a salir en la foto); luego lleg¨® la covid. Por ley no pod¨ªa disolver en el ¨²ltimo a?o de legislatura. Le quedaba el ejercicio 2021. En primavera aflojaba la pandemia. El pretexto iba a ser la moci¨®n de censura del PSOE en Murcia el d¨ªa 10 de marzo. Y actu¨®. Y, como dice su primera mentora y hoy fan absoluta, Esperanza Aguirre (m¨¢s ayusista que casadista): ¡°La suerte acompa?a a los audaces¡±. Seg¨²n un exconsejero de Ciudadanos en Madrid: ¡°Ayuso se aprovech¨® de esa situaci¨®n de Murcia para decir que hab¨ªa perdido la confianza en nosotros y que le quer¨ªamos robar el Gobierno en los despachos. Era una buena frase. Esa p¨¦rdida de confianza no exist¨ªa tan claramente en Madrid, pero ella tira de lo de Murcia para justificarse. Quer¨ªa gobernar en solitario. Se la jug¨® a una carta, le sali¨® bien, y a nosotros fatal¡±.
Ayuso acometi¨® en solitario el envite de disolver y convocar elecciones. ¡°Consult¨¦ a Pablo Casado, pero yo tom¨¦ la decisi¨®n. Gobernar es decidir. Escucho a todo el mundo, pero luego hago caso un 40%. Lo confirma un s¨¦nior del PP: ¡°S¨ª, Isabel te llama y te consulta, pero m¨¢s de pol¨ªtica y de estrategia que sobre decisiones concretas, y desde luego no de nombramientos, que lleva muy en secreto¡±.
Pill¨® a la oposici¨®n con el paso cambiado. Al PSOE, con un buen candidato, pero quemado (?ngel Gabilondo, que no ha querido hablar para este reportaje), al partido en Madrid sin m¨²sculo ni direcci¨®n (su anterior secretario general, Jos¨¦ Manuel Franco, ha declinado intervenir en este perfil) y a La Moncloa sobrepasada. A la izquierda, fragmentada. Y a Ciudadanos, inmerso en un debate sobre su futuro. Y todo con la colaboraci¨®n especial de Pablo Iglesias como candidato sorpresa de Podemos (que era el peor valorado en las encuestas por los votantes nacionales y tambi¨¦n los madrile?os), y de Pedro S¨¢nchez, omnipresente en la distancia. Nadie comprende c¨®mo el presidente del Gobierno de Espa?a baj¨® a la arena de Madrid. No ten¨ªa nada que ganar. Un miembro de su equipo explica: ¡°Isabel identific¨® muy pronto a S¨¢nchez como su adversario pol¨ªtico, ya en los comienzos de la pandemia. Sab¨ªa que su oposici¨®n real era ¨¦l y que ella tambi¨¦n lo pod¨ªa ser de ¨¦l. Y ha logrado capitalizar todo el cansancio y la desconfianza de Espa?a hacia S¨¢nchez¡±. O, como explica Alberto Ruiz-Gallard¨®n, retirado de la pol¨ªtica y ataviado de abogado patricio, parafraseando a su vez a Felipe Gonz¨¢lez: ¡°Isabel identifica el sentimiento de la gente; detecta lo que la ciudadan¨ªa desea; y ha tomado durante la pandemia decisiones que conectan con esas necesidades de la gente, que despu¨¦s la ha votado, aunque est¨¦n en sus ant¨ªpodas pol¨ªticas¡±.
¡°Lo grave¡±, seg¨²n Borja Cabez¨®n, dirigente socialista de Madrid, polit¨®logo y antiguo miembro del equipo de Iv¨¢n Redondo como director general de Asuntos Nacionales, ¡°es que, para ganar, Ayuso se inventa un ¡®nacionalismo madrile?o¡¯, igual que cuando los separatistas catalanes dicen ¡®Espa?a nos roba¡¯. Un marco primario, maniqueo, de buenos y malos; de ceros y unos; de bloques, no de partidos; incluso dise?a la lucha imaginaria de dos presidentes. Y le sale bien. En ese momento hist¨®rico de la covid, ese marco (cuestionable ¨¦tica y pol¨ªticamente) se compra con facilidad por los votantes, como ocurre con el electorado coyuntural de Trump o Le Pen. La buena noticia es que ese marco maniqueo tiene fecha de caducidad a partir de las vacunaciones, los fondos europeos para la recuperaci¨®n, la modernizaci¨®n del pa¨ªs y el rebote de la econom¨ªa. A ella ahora le toca gestionar. Y en 2023 todo ser¨¢ muy diferente. Ya no ser¨¢ un paseo¡±.
?C¨®mo hubiera sido el Gobierno de Ayuso sin pandemia? M¨¢s centrista y mucho m¨¢s aburrido. Pero se agarr¨® al clavo de la covid. Y le fue ¨²til. Para un exmiembro de los gobiernos de la era de Aznar, ¡°Ayuso no funciona con profundidad convencional; no lo es. Cuando comienza la pandemia, y siendo una presidenta novata y en minor¨ªa, otra, en su lugar, se hubiera plegado a las decisiones del Gobierno central (como hicieron las otras comunidades) y convertido en un sumiso gendarme sanitario (como el resto). Pero ella ve su oportunidad. Y se enfrenta a S¨¢nchez, al poderoso S¨¢nchez, que es un tipo arrogante que no se anda con chiquitas. Hay una bomba de descontento en Espa?a y ella es la espoleta. Y gana. Y se convierte en la oposici¨®n real a S¨¢nchez. Y en una l¨ªder a la que en el PP no conviene enfadar¡ por lo que te pueda pasar¡±.
Y, seg¨²n Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, presidente del Gobierno entre 1996 y 2004, Ayuso consigue algo m¨¢s. Aznar, en buena forma f¨ªsica (viene de subir a la carrera decenas de pendientes de 120 metros) y anal¨ªtica, y poco amigo de espolvorear halagos (¡°yo no soy fan de nada¡±), define, sin embargo, de ¡°¨¦xito espectacular¡± el triunfo de Ayuso, con la que confiesa hablar a menudo. Aznar otorga a la presidenta ¡°todos los valores del liderazgo: capacidad de escuchar, reflexi¨®n, decisi¨®n, espontaneidad y coraje¡±. Detr¨¢s de una mascarilla negra y en su despacho de FAES, cercano al Museo del Prado, el expresidente reflexiona en voz queda: ¡°El entorno de S¨¢nchez ten¨ªa una bien dise?ada estrategia, a partir de las elecciones catalanas de febrero, para apoyar a Vox como primera fuerza del centroderecha, y condenar al PP a la irrelevancia y el olvido a trav¨¦s de una operaci¨®n de mociones de censura en Murcia, Castilla y Le¨®n y Madrid, con Ciudadanos de ac¨®lito, y Vox, de beneficiario, que hubiera dejado al PP como un ente irrelevante, aislado en Galicia y el Ayuntamiento de Madrid. Y su rapidez en convocar elecciones se carga esa operaci¨®n y devuelve al PP su papel central de partido de gobierno; de im¨¢n de todo lo que est¨¢ a la derecha del PSOE. El 4 de mayo no se recupera todo, pero el panorama se simplifica. Y la izquierda sufre una mayor atomizaci¨®n¡±.
¡ª?Y eso qu¨¦ supone para el futuro?
¡ªQue con Ayuso comienza un cambio de ciclo. De la desilusi¨®n con el PP de Rajoy se pasa a ver que tiene otra vez la oportunidad de dar la batalla y ganarla. Madrid representa un modelo alternativo a S¨¢nchez para toda Espa?a, basado en la libertad individual; en la capacidad de elegir y decidir. Madrid como ciudad libre. Y S¨¢nchez se enfrenta en campa?a a Ayuso (lo que es inaudito en un presidente) y luego se retira a mitad de partido.
¡ª?Ha llegado la hora de que el PP sit¨²e a una mujer como candidata a la presidencia del Gobierno?
¡ªEl PP tiene su candidato, que es Pablo Casado, y es al que hay que apoyar. La victoria de Ayuso es para todo el partido, ha hecho lo que ten¨ªa que hacer, pero el candidato es Casado, que tiene todas las condiciones. Nuestro cartel es Pablo Casado.
¡ªPor cierto, usted descubri¨® a Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, el hoy poderoso director de gabinete de Ayuso¡
¡ªS¨ª. En Valladolid, en 1986. Era un periodista de 22 a?os que quer¨ªa acabar conmigo, y pens¨¦, a este t¨ªo tan listo, antes de que me liquide, lo ficho. Ten¨ªa mucho talento. Fue conmigo secretario de Estado de Comunicaci¨®n y portavoz del Gobierno. Es alguien sin el cual no se puede explicar la historia del PP y del Gobierno de Espa?a bajo mi mandato.
¡°Isabel no es convencional¡±, repiten en el PP a cada paso que das. Los problemas econ¨®micos de su familia, su estilo alternativo de vida, su independencia vital, su larga y afanosa escalada desde cero. Un diputado conservador reflexiona: ¡°No es la cl¨¢sica ni?a bien del PP, de perlas, mechas y misa dominical; en municipios m¨¢s obreros como Parla o M¨®stoles la ven como una de los suyos¡±. Y por eso, para reba?ar todo el voto madrile?o en unas generales (Madrid aporta 37 diputados, el mayor n¨²mero de Espa?a), es clave el t¨¢ndem entre Ayuso y el alcalde Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, que s¨ª es un pol¨ªtico convencional del PP: abogado del Estado, mon¨¢rquico de familia y educado en el Opus, que cae bien y arrasa en los distritos burgueses.
Nadie en el partido entendi¨® la decisi¨®n de Pablo Casado de nombrarla candidata a la comunidad en enero de 2019. Nadie en las altas esferas la conoc¨ªa. Para Casado, era el modo de salvaguardar su feudo madrile?o, su poder territorial, dentro de los complejos equilibrios familiares del PP, frente a Alberto N¨²?ez Feij¨®o, en Galicia, o Juan Manuel Moreno Bonilla, en Andaluc¨ªa (m¨¢s del viejo PP de Rajoy), con alguien de absoluta fidelidad. En el establishment de su partido la ningunearon; incluso la despreciaron. Se equivocaban, porque Ayuso (como Aznar) prefiere que la odien a que la desprecien; lo ¨²nico que consigue que mute el gesto es que la tomen por tonta. Siempre toma nota.
Y si Ayuso no es convencional en el centroderecha, menos a¨²n el hombre que susurra a su o¨ªdo; abre y cierra puertas en el palacio de la Puerta del Sol, acu?a sus discursos y frases m¨¢s c¨¦lebres (¡°socialismo o libertad¡±) y est¨¢ dispuesto a llevarse, llegado el caso, todas las bofetadas (vengan de dentro o de fuera del PP). Un hombre en campa?a permanente, porque no sabe estar quieto, y que sali¨® mal de La Moncloa en 1998: Miguel ?ngel Rodr¨ªguez (MAR), de 57 a?os, director del gabinete de la presidenta, antiguo periodista, publicitario productor, tertuliano y consultor pol¨ªtico. El Iv¨¢n Redondo de Ayuso. Aporta al binomio experiencia, olfato y c¨¢lculo; y Ayuso, espontaneidad y fuerza de la naturaleza. El c¨®ctel funciona. MAR representa el papel de poli malo. Los consejeros le temen; el PP de Madrid le teme; G¨¦nova le teme.
Descamisado, vaqueros, zapatos de hebilla de se?orito decadente, melena aleonada y risa f¨¢cil, Rodr¨ªguez contesta entre el humo de sus cigarrillos, y con una coca-cola, tila, caf¨¦ o whisky en la mano, seg¨²n la hora del d¨ªa que corresponda. Vive su segunda juventud. Seg¨²n un viejo compa?ero de sus tiempos de La Moncloa (1996-1998), ¡°MAR tuvo un pasado mejor que su presente y, de pronto, consigue la segunda oportunidad de su vida con Isabel. Tiene talento, pero no se amolda a los cargos; tiene objetivos ambiciosos; otea el horizonte de Ayuso. Y puede que ella no se vea todav¨ªa como candidata nacional, pero ¨¦l s¨ª. Y no es un estratega, pero tampoco miope. Ayuso ha unido su destino al de su viejo maestro de comunicaci¨®n pol¨ªtica. ?Y qui¨¦n sabe m¨¢s de medios y propaganda que ¨¦l?¡±.
Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, un asesor que dice preferir la MTV a la BBC, ¡°siempre a toda leche¡±, comenz¨® a trabajar en la primera campa?a de Ayuso sin cobrar (como Iv¨¢n Redondo con S¨¢nchez). Y fue fichado como su director de gabinete el 21 de enero de 2020, ante la desconfianza de Ciudadanos y el desasosiego del PP. ?C¨®mo define a su cliente? MAR responde: ¡°Es un personaje pol¨ªtico porque se lo cree. Claro que tiene ideolog¨ªa, quiere cambiar la sociedad, no solo gestionar. No tiene una ideolog¨ªa intelectual, sino mamada en los pueblos. Y piensa (como yo) que si tienes el poder es para usarlo. Fue ella la que decidi¨® montar el hospital de Ifema y despu¨¦s tuvo la idea del Zendal¡±.
¡ªQue dice la oposici¨®n que ha costado 150 millones y no sirve para nada.
¡ªUn hospital en Madrid siempre tendr¨¢ m¨¢s utilidad que el ministerio de Irene Montero, que tiene un presupuesto de 450 millones.
¡ªDicen que usted la maneja¡
¡ªLa gente habla bien de mi papel solo para denostarla a ella. No lo hacen para decir que yo soy cojonudo, sino para decir que ella es tonta.
¡ª?Es usted el Iv¨¢n Redondo de Ayuso?
¡ªYo me diferencio de Iv¨¢n en una cosa: ¨¦l ha trabajado para la derecha y la izquierda; y yo nunca podr¨ªa trabajar para el PSOE. Para m¨ª la pol¨ªtica es ideolog¨ªa y son las ideas liberales las que han cambiado el mundo.
Rodr¨ªguez, que se mueve habitualmente dos pantallas por delante de la realidad, sabe que, a partir de ahora, las oportunidades para Ayuso est¨¢n, sobre todo, dentro del PP; y tambi¨¦n los peligros, como aquel s¨®rdido fuego amigo que se llev¨® por delante a la prometedora (y progre) Cristina Cifuentes, en 2018, por haber robado unas cremas. Por eso, la estrategia es cuidar con mimo la relaci¨®n con Almeida (que dirige la otra instituci¨®n clave de Madrid, en un territorio muy peque?o y con equipos normalmente enfrentados), pero, al tiempo, hacerse como sea en 2022 con el poder en el PP de Madrid (la agrupaci¨®n m¨¢s importante de Espa?a, con 84.000 afiliados), vacante desde Cifuentes. Y todo sin pisarle los callos al reticente secretario general del partido en el ¨¢mbito nacional, Teodoro Garc¨ªa Egea, de 36 a?os, que no es de Madrid, ni 2.0, ni neocon; es murciano y aporta a la sede nacional la mala leche de la que (dicen) adolece Pablo Casado. Y desconf¨ªa de ella. Ni tampoco molestar a los l¨ªderes perif¨¦ricos del PP (sobre todo Feij¨®o), que no entienden muy bien en qu¨¦ consiste eso de ¡°vivir a la madrile?a¡± en territorios vaciados, rurales y envejecidos. A continuaci¨®n, Ayuso planea reabsorber la hemorragia de Vox con un discurso de derechas sin fisuras y recoger los pedazos del naufragio de Ciudadanos, mediante fichajes como Toni Cant¨® o Marta Rivera de la Cruz. Y llegar a El Dorado, a la casa com¨²n, a la reunificaci¨®n de la derecha en Madrid, como durante la era de Aznar. Y, a partir de ah¨ª, todo depende del resultado de su jefe, Pablo Casado, en las pr¨®ximas generales. ¡°Si pierde (que ya ha perdido dos), la alternativa por aclamaci¨®n ser¨¢ Ayuso¡±, concluye un s¨¦nior del PP. Es una opini¨®n extendida en el partido, frente a la opci¨®n de Feij¨®o.
Ha sido un d¨ªa largo. Como todos los suyos. A media tarde asiste a un acto de FAES, el think tank (el laboratorio de ideas) del presidente Aznar, en el centro de Madrid, donde se entrega telem¨¢ticamente el premio por la libertad al l¨ªder opositor venezolano Juan Guaid¨®. Habla Almeida. Habla Aznar. Todo institucional. No habla Casado. Habla ella. Su mensaje es, como siempre, agresivo y nacional. Pega fuerte a S¨¢nchez. ¡°No desaprovecho la oportunidad¡±. Despu¨¦s se re¨²ne por pen¨²ltima vez con el periodista. Su mensaje hoy es conciliador: ¡°No pienso en mi futuro; ya he vivido lo m¨¢s dif¨ªcil; ahora queda mejorar la vida de la gente, con cercan¨ªa e ilusi¨®n. Las emociones de la gente son una responsabilidad para m¨ª¡±. Acaba. Tiene prisa. ¡°Tengo una cena¡±.
Elegante vestido de c¨®ctel, sin joyas ni complementos, se introduce rodeada de escoltas en su Volkswagen oficial en direcci¨®n al domicilio de Tamara Falc¨®, donde es agasajada por la familia. En los d¨ªas siguientes aparece colgada en Instagram la imagen de ambas (y el novio de Tamara) durante la velada. En horas, alcanza 90.000 me gusta. Isabel D¨ªaz Ayuso vive la vida como si no hubiera ma?ana.
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