Rub¨¦n Blades: ¡°?Hasta cu¨¢ndo vamos a estar echando la culpa a los gringos en Am¨¦rica Latina?¡±
El hijo de Anoland y Rub¨¦n, el nieto de Emma Aizpuru, pas¨® de un barrio de Panam¨¢ donde no hab¨ªa muerto la verg¨¹enza a leyenda de la m¨²sica latina, rey de la salsa, jurista y pol¨ªtico. Es Rub¨¦n Blades, pensador y uno de los artistas m¨¢s influyentes de Am¨¦rica Latina, que sigue en la brecha publicando discos como Salswing o actuando en series como Fear ¡®The Walking Dead¡¯. El suyo es un discurso progresista y realista plagado de sentido com¨²n
Rub¨¦n Blades, la leyenda, aparece sin sombrero, despreciando su iconograf¨ªa y haciendo valer en cambio la autenticidad que desprende por la piel y la voz. El d¨ªa en que nos recibe le acababan de imponer la Medalla de Oro al M¨¦rito en las Bellas Artes y quer¨ªa pasear por Madrid antes de volver a Estados Unidos. Pero antes quiso hablar con El Pa¨ªs Semanal y contarnos que a sus 72 a?os est¨¢ metido en un libro de memorias para cumplir con el consejo que le dio Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez: ¡°Rub¨¦n, aclara las vainas¡±, le dijo. Tambi¨¦n que pens¨® presentarse a las ¨²ltimas elecciones de Panam¨¢ en 2019, pero que finalmente lo desech¨®; que sigue apoyando a grupos j¨®venes, como a los espa?oles Stay Homas; que Trump, dice, ¡°es un imb¨¦cil¡±, pero que exist¨ªa una Norteam¨¦rica silenciada a la que no se supo escuchar, y que el rey de la salsa y el baile latino construy¨® algunos de sus mayores ¨¦xitos, como Pedro Navaja, aplicando conceptos del jazz para que la gente dejara de bailar, se les quebrara el ritmo y escucharan la letra. Vigoroso, simp¨¢tico, abierto y transparente, Rub¨¦n Blades, genio y figura en el panorama hispano universal, historia de la m¨²sica, abogado y pol¨ªtico, es una galerna de experiencias y vida en todos esos ¨¢mbitos y tambi¨¦n en el cine o ahora en las series de televisi¨®n con la s¨¦ptima temporada de Fear The Walking Dead como lo sigue siendo en la m¨²sica latina, donde a¨²n marca tendencia con discos como Salswing, aparecido el pasado mes de abril.
Pregunta. Pens¨® presentarse a las elecciones de Panam¨¢ en 2019, finalmente no lo hizo. ?Qu¨¦ pas¨®?
Respuesta. No me pareci¨® factible. Hay cosas que no entiendo, los partidos pol¨ªticos tradicionales en Panam¨¢ han demostrado un nivel de corrupci¨®n y mediocridad apabullante. No comprendo c¨®mo la gente se inscribe en ellos¡ Somos un pa¨ªs de cuatro millones de habitantes y un porcentaje muy alto se inscriben en ellos, que para m¨ª son la ra¨ªz del problema. No ve¨ªa los votos ah¨ª. Por otro lado, el riesgo de ahora es distinto al de la vez anterior, cuando me present¨¦ en 1994. La gente no le cree a nadie; algunos, si despertamos confianza, es por otras razones. Pablo Pueblo, el personaje de mi canci¨®n, funciona como un hombre que percibe los cambios. Si vas a participar en un proceso democr¨¢tico, necesitas apoyo para no gobernar solo. Necesitas paciencia para que veas que el proceso de cambio no es inmediato, sino generacional. Y ahora no se da esa paciencia.
P. Habla de Pablo Pueblo y me hace recordar c¨®mo Nicol¨¢s Maduro, en Venezuela, al criticarle usted, le ech¨® en cara que hab¨ªa dejado de lado el ideal de esa canci¨®n.
R. Es extraordinario. M¨ªralo a ¨¦l y a Daniel Ortega en Nicaragua. Es una pena para la izquierda que se los considere a ellos parte del argumento. Esos dos no hacen socialismo. ?Por favor!
P. ?C¨®mo lo podemos llamar?
R. Ineptitud. Mediocridad. Una tiran¨ªa de hecho aunque la quieran vestir de derecho. La ley obedece a una hermen¨¦utica. De pronto una norma dice que solo las personas zurdas podr¨¢n votar y esta se promulga por una asamblea. Ley y justicia no son lo mismo, como sabemos. Ya lo dec¨ªa el jurista Hans Kelsen al hablar de Hitler: ?Qui¨¦n le ha dicho a usted que la ley tiene que ser racional?
P. En apenas un momento han aparecido en estas primeras preguntas el Rub¨¦n Blades pol¨ªtico, el jurista y el m¨²sico. ?Qui¨¦n de todos es m¨¢s usted?
R. Yo soy el hijo de Anoland y de Rub¨¦n. Las condiciones con las que te nutres: mi abuela, mis padres, mi barrio, mis maestros¡ A m¨ª me nutri¨® Panam¨¢, que alcanz¨® un mill¨®n de habitantes en los a?os sesenta, cuando yo crec¨ª. Exist¨ªa un sentido de comunidad, solidaridad, pertenencia, la verg¨¹enza no hab¨ªa muerto, se daban las condiciones que me permitieron sobrevivir despu¨¦s en Nueva York, con todas las desviaciones y tentaciones que te salen por el camino. Me ayud¨® a bregar con la fama, que es un lugar donde no vivo, pero que visito a veces y resulta agradable. No lo necesito. Lo que me hizo sobrevivir a esas necedades fue lo de antes.
P. ?Le aport¨® un sano bagaje?
R. Con mi abuela, por ejemplo, que ejerc¨ªa de mi tutora y que tuvo estudios en un pa¨ªs donde a las mujeres nada m¨¢s que se les permit¨ªa tener hijos machos y saber cocinar. Me hablaba todos los d¨ªas y me respond¨ªa a todas las preguntas de ni?o como a una persona racional. Me explic¨® lo que era la muerte al paso de un cortejo f¨²nebre. Se par¨® como se?al de respeto despu¨¦s de que sali¨¦ramos del cine con el aire acondicionado m¨¢s fuerte de todo el hemisferio occidental y donde serv¨ªan unos hot dogs buen¨ªsimos. ¡°Yo me voy a morir y t¨² tambi¨¦n, pendejo¡±, me dijo.
P. Bueno.
R. As¨ª, otra vez, yo le pregunt¨¦ si ¨¦ramos pobres. Me respondi¨® que por qu¨¦ le preguntaba eso y yo le dije: ¡°Bueno, porque veo que hay cosas que nosotros no tenemos ni podemos comprar¡±. Y ella me cont¨®: ¡°No, mira, nosotros no somos pobres, nosotros lo que pasa es que no tenemos dinero¡±. Y yo: ¡°Bueno, ?no es lo mismo?¡±. ¡°No, no es lo mismo¡±, me dijo, ¡°pobre es el que no tiene intelecto ni esp¨ªritu, pobre es el ignorante. Un idiota se gana la loter¨ªa ma?ana y no deja por eso de ser pobre. Hay gente que es pobre porque lo ¨²nico que tiene es dinero. No est¨¦s pensando en eso¡±. ?Una lecci¨®n del carajo! No se me olvid¨® como fundamento. Viv¨ªamos en barrios donde las familias todas comparten esa esperanza invencible del que ha sido perdedor.
P. ?C¨®mo se llamaba su abuela?
R. Emma Bosque Aizpuru. Y mi bisabuela, Adela Aizpuru Aizpuru, una mujer a la que nunca vi sonre¨ªr. Si lo hac¨ªa era a solas. Muy arisca a los abrazos.
P. Con esa armadura se fue a Nueva York.
R. Me fui porque mi padre tuvo un problema con Noriega en 1973, yo acab¨¦ los estudios y sal¨ª. El mito que existe en Panam¨¢ es que yo acab¨¦ los estudios para contentar a mi mam¨¢. Y no es as¨ª. Eso lo dice la gente que no sabe lo que es estudiar cinco a?os de leyes entre otros con profesores como Camilo P¨¦rez, un s¨¢dico, que en un examen a 175 alumnos solo aprob¨® a 8. Nadie pasa por ese martirio para satisfacer a su querida madre. Y yo aprob¨¦. Si mi pap¨¢ no hubiera tenido ese problema en Panam¨¢, qui¨¦n sabe si yo no hubiera sido m¨²sico, ni actor, ni estar¨ªamos hablando aqu¨ª ahora. Pero yo no quise ejercer en un pa¨ªs gobernado por un tirano.
P. Una estirpe maldita la de los dictadores en Am¨¦rica Latina.
R. Y en gran parte triunfan por algo com¨²n, con la misma ra¨ªz.
P. ?Qu¨¦?
R. La indiferencia c¨ªvica.
P. ?M¨¢s incluso que el imperialismo o una herencia autoritaria?
R. No, no, no, no¡ La indiferencia es el problema. En Panam¨¢, Noriega no hubiera podido tener el poder que tuvo con una guardia de 15.000 personas. Re¨²nes a 100.000 y esos tipos salen corriendo. Van a morir algunos, de acuerdo. ?Por qu¨¦? Porque pasa. Las dictaduras se dan y se perpet¨²an por el apoyo t¨¢cito de la gente. Hay pa¨ªses perdidos de corrupci¨®n con asambleas llenas de miembros a los que nosotros hemos puesto all¨ª con el voto. ?De qui¨¦n es la culpa? ?De los gringos? ?Hasta cu¨¢ndo vamos a seguir culp¨¢ndolos a ellos o al colonialismo en Am¨¦rica Latina? En 1989 cay¨® Noriega y en 31 a?os hemos tenido m¨¢s corrupci¨®n emanada del poder civil que nunca. Dime, ?de qui¨¦n es la culpa?
P. En su carrera ha revolucionado la salsa aplicando conciencia social y tintes de protesta. ?Piensa que ha tenido sentido?
R. Yo soy optimista, estoy completamente seguro de que son procesos. No creo que el universo fuera creado para el mal. Hay demasiada belleza en una flor, en los colores de un ave para creer que todo esto se lo va a llevar el diablo. No lo veo. S¨ª es cierto que el problema que tenemos ahora son los extremos. Hay gente que cree que no se han producido cambios, y eso es completamente falso. Poco a poco. Si a m¨ª me dices en 1974 que ver¨ªa un negro como presidente de Estados Unidos¡
P. Al que sigui¨® un blanco de pesadilla.
R. La democracia no es infalible. Nadie se imagin¨® que ese imb¨¦cil de Trump iba a ganar. Pero vivimos en ?burbujas que nos impiden ver la realidad. Muchos sectores se sintieron marginados en torno a una ¨¦lite y a ese tipo lo eligi¨® la gente que andaba brava y sent¨ªa rabia.
P. ?Sin darse cuenta de que votaban a la ¨¦lite que realmente oprime?
R. Ese es el populismo, el mismo cuento de toda la vida.
P. Hitler, Mussolini¡
R. Siempre ha sido as¨ª. Y nosotros, ves, tenemos gran parte de la culpa. Por la indiferencia humana. Pero los cambios vienen, se dan, como proceso lento. Todav¨ªa hay lugares del sur de Estados Unidos donde la gente no acepta un billete de cinco d¨®lares porque tiene la imagen de Abraham Lincoln. Y eso no quiere decir que no haya cambios.
P. ?Pero tantos como para que tenga sentido luchar como usted lucha contra ellos?
R. S¨ª, porque te coloca, creo yo, en el lado correcto de la historia. S¨ª, hay que tener paciencia. En Panam¨¢ convocas una manifestaci¨®n contra la corrupci¨®n y van cuatro personas. Organizas otra contra los homosexuales y van miles. ?Por qu¨¦? Si a m¨ª un homosexual nunca me ha robado¡ Te sumas a la estupidez, pero algunos decimos: ?No!
P. Cuando llega a Estados Unidos en 1974, verdaderamente, ?no so?aba con ganarse la vida como m¨²sico?
R. No, de verdad que no. Yo fui a Miami, donde estaban mis padres. Mi mayor preocupaci¨®n era encontrar trabajo para ayudar a mi familia. En medio de todo, como yo ten¨ªa alg¨²n contacto con La Fania gracias a un disco que hab¨ªa grabado en Panam¨¢, llam¨¦ a la compa?¨ªa para ofrecer mis servicios como escritor de canciones y me dijeron que no. Solo dispon¨ªan de un puesto en el correo: para enviar discos. Pagaban 125 d¨®lares a la semana y eso era mejor que nada. As¨ª fue que yo llegu¨¦ a La Fania¡
P. Ya, pero despu¨¦s se convirti¨® en el rey de aquello.
R. Bueno, yo ten¨ªa mi guitarra, estaba seguro de que no ser¨ªa posible para m¨ª encontrar trabajo como cantante. Mi preocupaci¨®n principal consist¨ªa en enviar la plata a mi mam¨¢. Eso era lo que a m¨ª me importaba. Yo pagaba 100 d¨®lares por el cuarto, le mandaba 200 a ella y el resto para gastos.
P. ?Qu¨¦ com¨ªa?
R. Lo que pillaba. Pero yo no me sent¨ªa pobre, yo caminaba en vez de coger el metro, as¨ª me ahorraba 21 d¨®lares al mes. Nunca aprend¨ª a manejar, no quise jam¨¢s un carro, yo manejo en las pel¨ªculas y mis amigos se mueren de la risa. No dur¨® mucho aquello, fue corto. No creo que exista la suerte, sino la oportunidad, a la que se a?ade la fortuna en el momento determinado. A Ray Barretto se le quebr¨® la banda, Tito Allen se fue y me dieron la oportunidad. El tipo ese que anda en el correo canta y escribe¡ Me probaron con un par de cosas y me escogieron. Pero yo no renunci¨¦ al correo. Con la m¨²sica no me daba para vivir todav¨ªa. Pagaban muy mal. Si hab¨ªa trabajo, ganaba unos 35 d¨®lares. Los monos no se sueltan de la rama hasta que no tienen otra en la mano¡ Luego, dos a?os m¨¢s tarde, lleg¨® Willie Col¨®n.
P. ?Por entonces ya escrib¨ªa letras con carga social?
P. Pablo Pueblo es de 1968. Yo ya le daba a eso. Como me dec¨ªa Garc¨ªa M¨¢rquez, el Gabo: ¡°T¨² lo que eres es un cronista¡±. Yo lo que hago son cuentos cortos. Todo viene de Jongo Trio y canciones suyas como Terra de ningu¨¦m¡ Tambi¨¦n de Chico Buarque con A banda, o Piero en Argentina. Con esas influencias yo ya ven¨ªa escribiendo estas cr¨®nicas. En Nueva York me enfoqu¨¦ en eso porque cuando en Panam¨¢ estudiaba en la universidad me hab¨ªa salido de la m¨²sica.
P. Con Garc¨ªa M¨¢rquez, ?qu¨¦ relaci¨®n mantuvo?
R. Yo le hab¨ªa le¨ªdo La hojarasca o Relato de un n¨¢ufrago, que yo le dec¨ªa que era lo mejor que hab¨ªa escrito en su vida¡ Nos conocimos antes de que ganara el Nobel. Convers¨¢bamos a menudo. Una vez me contaron que ¨¦l dec¨ªa que lo que le hubiese gustado es escribir Pedro Navaja. Consider¨¦ eso una exageraci¨®n monumental. Hasta que una vez me lo confirmaron.
P. Aparte de una cr¨®nica, Pedro Navaja es la s¨ªntesis perfecta entre el jazz, la m¨²sica latina y el cabar¨¦. Desde Kurt Weill a¡
R. De Kurt Weill me fij¨¦ en que quer¨ªa hacer m¨²sica envolvente y circular para que la gente dejara de bailar y se fijara en la letra. Eso hice con Desapariciones. Cuando creamos Pedro Navaja, yo le dije a Luis Perico Ortiz, el arreglista: ¡°Quiebra la clave¡±. Aquello era un anatema. Cuando escuchas el mambo de la canci¨®n llega un momento en que se cruza la clave y ?qu¨¦ pasa? Pues que quien baila tiene que parar. Es como si vas caminando y ves un accidente, ?qu¨¦ ocurre? Te tienes que parar. No es solo para bailar, es para que pongas atenci¨®n. Son l¨ªneas de jazz.
P. Eso a muchos les pareci¨® sacrilegio.
R. Muchos creen que la salsa no debe meterse en pol¨ªtica y todo eso, pero quien mejor defini¨® lo que los m¨²sicos deber¨ªan hacer en ese aspecto fue Pau Casals, el chelista. ?l cre¨ªa que los malos efectos de la mala pol¨ªtica tienen consecuencias sobre los artistas. Mi soluci¨®n es que, aunque me menten a la madre, si no les gusta, que no lo oigan. Hay mucha gente que te odia porque lo hiciste. Existe un tanto por ciento de la humanidad que est¨¢ en contra de que se pruebe a hacer algo por primera vez.
P. Para evasi¨®n, lo que hace usted en Fear The ?Walking Dead.
R. Pero es una evasi¨®n que te hace pensar, y m¨¢s ahora con la pandemia. Lo que plantea es qu¨¦ har¨ªamos si desapareciera la normalidad, c¨®mo ser¨ªa el mundo, eso es lo que plantea esa vaina y mira lo que ha ocurrido con la covid. Los ¨²nicos en condiciones de sobrevivir un apocalipsis ahora son los cubanos, que llevan d¨¦cadas en el desastre.
P. ?Qu¨¦ le parece el reguet¨®n?
R. Pues que, como en todo, hay gente muy buena. Ren¨¦ [Residente], por ejemplo, no es que solo sea bueno, es que va a sobrevivir: todo lo que hace es extraordinario porque le da gran importancia a las letras. Lo que s¨ª me parece es que a los reguetoneros les interesa la salsa como influencia, y eso lo s¨¦ porque me los encuentro en mis conciertos con sus pap¨¢s, como a Bad Bunny. Si hiciera una canci¨®n con ese tipo y se convirtiera en un hit, ?yo pago la hipoteca!
P. ?C¨®mo se lleva ser la leyenda con la que todo el mundo quiere colaborar?
R. Pues lo entiendo como lo que me pasaba a m¨ª con un chorro de gente, con Lou Reed o Bob Dylan, por ejemplo, con quien empec¨¦ a hablar para un tema, nos pasamos cinco horas comentando tonter¨ªas y nunca acabamos la canci¨®n¡ Hay que ayudar a todo el que se pueda ayudar, o bien colaborando, o bien coment¨¢ndolo en las redes, como ahora hice con un grupo espa?ol muy joven y muy bueno que se llama Stay Homas. Estamos aqu¨ª para ayudar, as¨ª de simple. Ahora estoy escribiendo un libro.
P. ?De memorias?
R. S¨ª, para seguir un consejo que me dio Gabo: ¡°Mira, Rub¨¦n, aclara las vainas¡±. Y en eso entra desde c¨®mo se pronuncia mi apellido, Blades, as¨ª, con todas las letras y como le gustaba a mi abuelo, y no en ingl¨¦s. O c¨®mo mi nombre va con acento en la ¡°e¡± y no en la ¡°u¡±, como me dec¨ªa Michael Jackson. Un tipo muy profesional al que le hice una canci¨®n que cant¨® muy bien, s¨ª se?or, pero que cuando me propuso que le hiciera un disco le dije que no ten¨ªa tiempo. Cosas as¨ª. ¡°Rub¨¦n¡±, me dec¨ªa, ¡°vente para Australia¡±. Y yo: ¡°?T¨² sabes la cantidad de vainas que tengo yo que hacer? No voy¡±. O c¨®mo yo me met¨ª en el cine y c¨®mo enfoco lo del cantar.
P. ?C¨®mo?
R. En t¨¦rminos mel¨®dicos, como una trompeta, y en t¨¦rminos r¨ªtmicos, como una comba, tumbadora.
P. ?Y cuando escribe? ?Como un cronista nada m¨¢s?
R. Completamente, como un periodista que describe hechos. Muy devoto de Gabo, que nunca despreci¨® el trabajo que nosotros hac¨ªamos.
P. ?Lejos de la poes¨ªa tambi¨¦n?
R. No, tampoco, algo debe haber de poes¨ªa, pero sin tratar de ser poeta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.