Ese se?or somos usted y yo
Si usted se hubiera acercado a la ¨²ltima edici¨®n de Arco, quiz¨¢ se habr¨ªa detenido tambi¨¦n ante esta escultura. ?Por qu¨¦? Por su capacidad de representaci¨®n, supongo. Todos, de un modo u otro, en la atm¨®sfera hipercapitalista que nos ha tocado vivir, nos pasamos la mitad de la existencia en esa postura en la que tampoco es raro que se nos caigan los pantalones. Enti¨¦ndase lo dicho en el sentido figurado. Hay muchos modos de humillarse, aunque algunos son m¨¢s evidentes que otros. Quiero decir que uno, sin haber atravesado, literalmente hablando, por una situaci¨®n como la de la foto, no ha dejado sin embargo de padecerla. Se puede vivir con las manos en alto sin necesidad de levantarlas y con los pantalones ca¨ªdos sin necesidad de baj¨¢rselos. Y tal es, me parece, el valor de esta imagen: el de que nos reconozcamos en ella sin haber sido puestos contra la pared por un atracador o por la polic¨ªa.
Me pregunto si la escultura lleg¨® a venderse y, en tal caso, si el comprador pens¨® en ella como en una inversi¨®n o como en un objeto para colocar en el recibidor. Aunque no la veo, francamente, como un adorno dom¨¦stico. Los ni?os har¨ªan preguntas dif¨ªciles de responder. La veo m¨¢s bien a la entrada de las sedes centrales de los bancos, por poner un ejemplo. O en el vest¨ªbulo del Ministerio de Hacienda. No encajar¨ªa, en cambio, y a pesar de ser una obra de arte, en el de Cultura, por resultar transgresora en exceso para la instituci¨®n. Pero lo que pretend¨ªamos se?alar, que ya empez¨¢bamos a dispersarnos, es que el se?or de la foto somos usted y yo cuando nos llega el recibo de la luz.
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