La gallega que ha inventado un tejido con fibra ¨®ptica
In¨¦s Rodr¨ªguez abandon¨® una plaza de funcionaria para abrir un taller de innovaci¨®n textil en la localidad orensana de Allariz. Ha creado telas con materias primas innovadoras. Su m¨¢ximo compromiso es con la sostenibilidad y la dinamizaci¨®n rural.
Una ma?ana del invierno de 2011, mientras conduc¨ªa hacia su puesto de trabajo como inspectora de Hacienda en Pontevedra, In¨¦s Rodr¨ªguez Rodr¨ªguez perdi¨® el control de su Citro?n Berlingo y acab¨® clavando las ruedas delanteras en el borde mismo de un barranco. No lleg¨® a sufrir ni un rasgu?o, pero comprendi¨®, vaya que s¨ª, el mensaje: demasiados kil¨®metros a diario, much¨ªsimo estr¨¦s, muy pocas horas de sue?o para una mujer con pareja y tres ni?os peque?os. Aquel mismo 14 de febrero, decidi¨® renunciar a la seguridad de un empleo fijo y bien remunerado para convertirse en artesana, emprendedora radical y ardua defensora de la dinamizaci¨®n de los entornos rurales. El Ministerio de Hacienda perdi¨® una supervisora con casi dos d¨¦cadas de experiencia y expediente intachable, pero el mundo ha ganado una tejedora singular¨ªsima, inventora de nuevos pa?os impensables y hasta activista de esa Espa?a rural que solo ahora, conscientes s¨²bitamente de que la est¨¢bamos perdiendo para siempre, ha saltado al argumentario pol¨ªtico.
Desde entonces esta ¡°paridora de ideas¡±, como la defini¨® un coach con el que colabora, no ha dejado de alumbrar nuevos caminos para la industria textil desde su peque?o taller en Allariz, un adorable pueblo de Ourense. Lo del alumbramiento viene muy al caso si tenemos en cuenta que uno de sus hallazgos m¨¢s pintorescos es el tejido de fibra ¨®ptica, un prototipo registrado ya como nuevo dise?o industrial que permite integrar lucecitas regulables y programadas entre los hilos de lana. O la fibra de prote¨ªna l¨¢ctea, que conjuga lana y case¨ªna para dar forma a unas mantas suav¨ªsimas, biodegradables y sutilmente olorosas, de tacto encantador, ideales para arropar beb¨¦s. ¡°Los neur¨®logos saben que el olfato estimula el sistema l¨ªmbico y asocia olores con los recuerdos m¨¢s remotos de nuestras vidas¡±, argumenta Rodr¨ªguez mientras apura un caf¨¦ a la sombra de la bella iglesia de Santiago, su rinc¨®n predilecto. ¡°Y me atrae tejer piezas cari?osas, con las que te sientes abrazado. No es un eslogan; es un empe?o personal¡±.
?C¨®mo acaba una experta en fraudes fiscales reinvent¨¢ndose como artesana rural y adalid en la Asociaci¨®n de Mujeres Ejecutivas de Galicia? Ante todo, sac¨¢ndole provecho a sus virtudes. ¡°Soy sociable, abierta y algo valiente, supongo. Pero, ante todo, luchadora. Es dif¨ªcil que me d¨¦ por vencida¡±. Cuando decidi¨® dar carpetazo definitivo a esos viajes diarios de 130 kil¨®metros entre Allariz y Pontevedra se recicl¨® en el sector del arte floral y acab¨® dise?ando la decoraci¨®n de eventos en el parador de Santo Estevo de Ribas de Sil, un lugar m¨¢gico. Pero, sobre todo, recuper¨® el esp¨ªritu de su madre, con la que hab¨ªa aprendido a calcetar y rematar prendas para Adolfo Dom¨ªnguez o Purificaci¨®n Garc¨ªa cuando la mujer, reci¨¦n separada, hubo de buscarse un sustento. Ella siempre admir¨® ese esp¨ªritu de superaci¨®n y record¨® que de ni?a, en el humilde barrio orensano de O Pino, mataba las horas dibujando, modelando figuras de barro o descubriendo los intr¨ªngulis de la cester¨ªa. Y no, las manualidades no se le daban nada mal.
Inventar. Reinventar. Ah¨ª estaba el futuro. Ah¨ª, y en el mundo rural. ¡°Mi ¨²nica vocaci¨®n es la de crear cosas¡±, insiste. Conoci¨® a Javier Olleros, el chef de Culler de Pau (O Grove), el primer restaurante gallego con dos estrellas Michelin (estrenadas en la edici¨®n de 2021 de la famosa gu¨ªa culinaria), y no quiso conformarse con dise?ar los uniformes y delantales de los empleados. Tambi¨¦n concibi¨® unos pa?os de lino sobre los que se sirven, directamente, los crocantes de calamar. ¡°Era un homenaje a aquellos abuelos que, en los a?os del hambre, aprovechaban sus pa?uelos para guardar mendrugos de pan¡±. Concibi¨® un tejido de lino antiguo y algod¨®n, de un blanco casi nuclear, para la panza, flecos y borlas de la nueva gaita de Xos¨¦ Manuel Budi?o, uno de los m¨²sicos gallegos m¨¢s internacionales.
En enero de 2020 logr¨® estar presente como una de las ¨²nicas cinco artistas no francesas que expon¨ªan en la Maison & Objet de Par¨ªs, significada entre las mejores ferias de decoraci¨®n de Europa. All¨ª se plantific¨® con una primorosa manta de 180 por 90 cent¨ªmetros a la que bautiz¨® como morno (en gallego, ¡°c¨¢lido¡±), una alegor¨ªa del agua inspirada en un cuadro de Georgia O¡¯Keeffe y tejida durante un largo mes de trabajo con lana de la trashumancia segoviana. ¡°La hil¨¦ a mano¡±, especifica, ¡°con un huso de morera que me hab¨ªa regalado en Canarias do?a Alcira Padr¨®n, la artesana y poeta de El Hierro¡±.
Detallismo. Evocaci¨®n. Antropolog¨ªa. Son constantes en el trabajo de Rodr¨ªguez, fiel partidaria de la vida al ralent¨ª y la cotidianidad minuciosa. El 1 de diciembre de 2017, al fin, inaugur¨® su propio taller en un angosto edificio de 1890 incrustado en los restos de la muralla medieval de Allariz. Ah¨ª radica desde entonces el cuartel general de In¨¦s, RIR & Co., el nuevo nombre de su factor¨ªa, que juega con las iniciales de sus apellidos y su apego por el trabajo colaborativo.
En la planta baja, algunas muestras de su trabajo personal¨ªsimo: bufandas inspiradas en los paisajes de la comarca, bolsas de tela que nunca repiten no ya dise?o, sino dimensiones. Todo ¨²nico, todo distinto. Sostenibilidad pura. ¡°Y alegor¨ªa de la diferencia como lo m¨¢s hermoso que tenemos los seres humanos¡±, apostilla. En la primera planta, los viejos y preciosos telares de los a?os cincuenta. Y en la segunda, el rinconcito de David Vila, su aprendiz, un alumno de la escuela de moda viguesa. Otro amante, incluso a sus 21 a?os, de la ecolog¨ªa, la sonrisa perenne y el trabajo lento.
El pasado oto?o, el ministro de Agricultura, Luis Planas, entreg¨® a RIR uno de los 12 premios nacionales a la Excelencia e Innovaci¨®n de las Mujeres Rurales. La artesana aprovech¨® para recordarle que los pueblos no solo necesitan explotaciones agr¨ªco?las y ganaderas, sino transportes, servicios, clases de arte, movimiento cooperativo. Ella vive en San Mamede de Urr¨®s, una parroquia de 40 habitantes a siete kil¨®metros del centro de Allariz. Erico, su marido, es tinerfe?o de Tegueste, pero lee en gallego las novelas de Domingo Villar. Y los hijos esperan cada ma?ana al coche de ruta para llegar al instituto. ¡°Podr¨ªamos llevarlos nosotros¡±, admite In¨¦s Rodr¨ªguez, ¡°pero esta es la ¨²nica manera de conservar en las aldeas el transporte p¨²blico¡±.
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