??igo Errej¨®n: ¡°Estamos todos hechos trizas y nadie se para a reconocerlo¡±
Es uno de los mayores referentes de la izquierda actual, protagoniz¨® desde la fundaci¨®n de Podemos una de las transformaciones m¨¢s importantes de la pol¨ªtica en Espa?a. Ahora, a los 37 a?os y en su condici¨®n de l¨ªder de M¨¢s Pa¨ªs, ??igo Errej¨®n hace recuento de aquello en ¡®Con todo¡¯, su memoria de varias haza?as y algunos cataclismos. Su ruptura con Pablo Iglesias, su visi¨®n del futuro, su compromiso y sus errores, a examen.
Quien dentro de unos a?os quiera estudiar qu¨¦ pas¨® en el tiempo convulso del presente dentro de la izquierda espa?ola tendr¨¢ que leer Con todo (Planeta), de ??igo Errej¨®n. Es un libro memorial y honesto donde un pol¨ªtico reconoce errores y persigue aciertos. Desde su paso por Podemos como fundador a su evoluci¨®n en M¨¢s Pa¨ªs como t¨ªmida pero creciente alternativa, desde su cobijo te¨®rico como polit¨®logo a la trinchera pr¨¢ctica del ejercicio de la pol¨ªtica, el relato se va abriendo paso entre el tono par¨®dico a lo Woody Allen, a ratos desternillante, y el joven que medita o aplica ¡ªa su pesar¡ª cierta soberbia intelectual. Es Errej¨®n a tumba abierta: familiar, sentimental y tocapelotas. Un pol¨ªtico distinto con discurso, excurso, arrepentimientos y dolores de tripa.
Pregunta. En este libro que acaba de publicar, sorprende que de un pol¨ªtico brote cierto tono autopar¨®dico, a lo Woody Allen.
Respuesta. Bueno, porque es honesto, joder. Normalmente, cuando sales ante las c¨¢maras lo haces con palabras muy medidas. Pero yo quer¨ªa contar que quienes ejercitamos la pol¨ªtica somos personas que hacen el tonto, que se equivocan, que aciertan por casualidad, a veces: quer¨ªa ponerle mucha piel. Vivimos en una situaci¨®n de tanto descreimiento, de tan profunda desconfianza hacia la pol¨ªtica, que este es un libro a contrapelo de eso.
P. ?En qu¨¦ sentido?
R. Pretende reivindicar una trayectoria militante y lo que creo que se puede lograr en el futuro. De qu¨¦ pasos est¨¢ compuesto el compromiso, una palabra muy grande.
P. Un libro que, quien quiera saber en un futuro qu¨¦ pas¨® en Podemos, tendr¨¢ que leerlo.
R. En Podemos o en este tiempo pol¨ªtico. Espero que sirva. Siempre aspira uno a eso.
P. Dice usted que hablar bien es sospechoso, que a uno le miran mal. ?Le ha pasado?
R. No s¨¦ si esa desconfianza se da en otros lados o es algo muy espa?ol. Aqu¨ª pensamos: ¡°Algo me est¨¢ queriendo colar¡±. Como si fuera menos honesto. Yo lo entren¨¦ desde peque?ito. Mis padres me hablaban mucho y yo ya discut¨ªa y explicaba. Era muy pesao, luego me correg¨ªan. Desde muy joven ya me met¨ª en pol¨ªtica.
P. Fue delegado de clase, ah¨ª se empieza.
R. En la asamblea del instituto, en la facultad, en el barrio, yo lo primero que quise ser fue director de cine, pero ven¨ªa m¨¢s que de la pasi¨®n por el cine, por el hecho de contar. No s¨¦ si esa desconfianza se ha agudizado ¨²ltimamente. Puede ser que ya fuera as¨ª desde hace mucho tiempo. No lo s¨¦. Tenemos una forma de hablar dura, agresiva, eso s¨ª veo que ha ido a m¨¢s.
P. A usted, adem¨¢s, le va todo eso al est¨®mago y luego sufre esos dolores de tripa. ?Psicosom¨¢ticos?
R. Nervios. Yo hago los horarios al rev¨¦s. Le doy la vuelta al dicho: en vez de desayunar como un rey, comer como un pr¨ªncipe y cenar como un mendigo, al rev¨¦s. Ceno como un rey que va a morir de gota. Se me va la olla y como.
P. No se le nota.
R. Hago ejercicio y luego, eso, soy muy nervioso. La gente no se lo cree, pero yo como mucho.
P. A ver, ?qu¨¦ ha comido hoy?
R. ?Joder! Alubias con morro; de segundo, ternera estofada con patatas fritas, y un caf¨¦ con leche, sin postre. Es que yo adoro la cuchara. Como mucho y lo como todo. ?Por qu¨¦? Porque soy hiperactivo.
P. Bueno, ahora comprendo mejor lo del dolor de est¨®mago unido a los nervios. ?Sufre demasiado?
R. Lo que te apasiona lo sufres y si quieres una cosa lo debes pagar con la otra. ?Se nota?
P. En sus revelaciones queda m¨¢s o menos claro. Hay confesi¨®n y arrepentimiento, adem¨¢s.
R. Puedes estar de acuerdo o no, pero me he esforzado en no establecer filtros. Por ejemplo, cuando lo estaba escribiendo, mi estado de ¨¢nimo depend¨ªa de los d¨ªas que estaba narrando. Hab¨ªa partes que acababa muy euf¨®rico y otras apesadumbrado.
P. A usted, la cara de p¨®quer, ?no le sale?
R. Nunca, se me nota cuando estoy alegre o cuando estoy preocupado. Cuando me creo algo o no.
P. Tiene pronto, adem¨¢s¡ Y algo que reconoce: su soberbia intelectual.
R. S¨ª, tambi¨¦n. A ver, para m¨ª este libro habla de un tiempo de bisagra. Intenta dar cuenta de un ciclo que se ha cerrado y propone ideas para otro nuevo. Vivimos en un p¨¦ndulo. Hemos pasado de una etapa en que las propuestas de ideas democr¨¢ticas y progresistas predominaban y ahora estamos en el otro lado, en el momento de lo reaccionario, del descreimiento y de ofensiva moral de las derechas. Quer¨ªa proponer ideas para el ciclo que volver¨¢. No podemos estar a la defensiva. Tampoco escatimo en esto que se pod¨ªa haber hecho mejor.
P. Respecto a Podemos, ?en qu¨¦?
R. Yo creo que nos sobr¨® prisa, impaciencia, la necesidad de que lo que cre¨ªamos ten¨ªa que hacerse ya.
P. ?Ansiedad?
R. Quiz¨¢s¡ Si t¨² quieres transformar un pa¨ªs, lo primero que debes hacer es empaparte m¨¢s.
P. ?Lo desconoc¨ªan? ?Ten¨ªan una idea equivocada de ¨¦l?
R. Una parte. Es que hay muchas Espa?as. Una estaba preparada para el cambio pol¨ªtico. La otra buscaba m¨¢s seguridad, m¨¢s certezas. Y, claro, ten¨ªamos 30 a?os.
P. ?Fueron ustedes en Podemos injustos con aquella Espa?a sociol¨®gica que acogi¨® la Transici¨®n como un cambio natural?
R. Es que la Transici¨®n tampoco fue un cambio natural. Tuvo su violencia y sus muertos. En Espa?a, entonces, aparte de los hombres tranquilos que se reun¨ªan en un despacho, sigue existiendo gente que sufri¨®, a la que matan o a la que detuvieron.
P. Por eso: ?no han sido injustos al no reconocer ese sacrificio? Por ejemplo, cuando hablan ustedes del r¨¦gimen del 78 de manera despectiva.
R. Muchos han visto el 15-M desde algunos sectores de la izquierda tradicional como una impugnaci¨®n de los 40 a?os anteriores. Pero en mi opini¨®n no debemos hacer respecto a eso tabula rasa. No era deseable ni posible. No debemos impugnar lo que hicieron nuestros padres, sino centrarnos en lo que toca afrontar ahora.
P. Ya, pero, esa expresi¨®n, r¨¦gimen del 78, a usted que cuida el lenguaje, ?no le parece desafortunada? ?Cargada incluso de soberbia intelectual?
R. No era la intenci¨®n. Creo que nos pasamos de polit¨®logos en algunos casos. Con eso quer¨ªamos expresar que el conjunto del entramado de poder no inclu¨ªa solo a los pol¨ªticos que sal¨ªan en la tele. ?lites empresariales, culturales¡ No estaba formulada en clave de reprochar a la generaci¨®n de mis padres lo que hicieron bien o mal, sino de apelar a mi generaci¨®n para hacer lo que le toca. Esas certezas que en su d¨ªa ellos ten¨ªan respecto a sus trabajos o a que fueran sin duda a cobrar pensiones, hoy, est¨¢n en el aire. No era cantar las cuarenta en plan Pepito Grillo, sino que nos di¨¦ramos cuenta de que muchas cosas se hab¨ªan ca¨ªdo por el camino. A cada generaci¨®n le toca no pedir permiso, sino empujar, hacerlo.
P. La de sus padres, en varios ¨¢mbitos, dio el callo.
R. Ellos hicieron, y espero que no se me enfaden con ello, un viaje al marxismo desde el cristianismo. A m¨ª me parece bien, no es cr¨ªtica, adem¨¢s, si llegamos a las mismas conclusiones. ?Tiene narices que yo ahora me lea enc¨ªclicas del Papa y diga: estoy de acuerdo¡! Pero es que entre otras cosas sostiene que dos de los grandes problemas a los que nos enfrentamos hoy son la pobreza y el cambio clim¨¢tico. Hay valores muy recuperables. Yo de joven era m¨¢s sectario, pero a medida que pasa el tiempo pienso que vale, aunque hayamos recorrido caminos distintos.
P. ?En eso ayud¨® que Rita Maestre, con quien cuenta usted que mantuvo una relaci¨®n sentimental, le ense?ara, dice, a discutir?
R. ?Hostias, s¨ª! Yo ten¨ªa una manera de discutir muy t¨®xica. Ese proceso implica reconocer que el interlocutor te interesa. Las discusiones reverberan luego, como una canci¨®n que se te pega. Las afrontaba como un duelo de esgrima, una forma muy masculina de discutir. Y ella, un buen d¨ªa, me dijo: ¡°Pues bueno, pues no discutimos m¨¢s. Porque como no hay p¨²blico, ni marcador, ni se van a apuntar los tantos, ni hay nada que ganar¡¡±. Y me acuerdo que no me lo dijo ni ofendida ni nada. Aprend¨ª mucho.
P. ?A qu¨¦?
R. A asumir una discusi¨®n que integra al de enfrente. A comenzar la conversaci¨®n con un punto de duda sobre tus ideas y una sana sospecha sobre tus certezas.
P. ?Se obcecaba?
R. S¨ª, pero ahora menos.
P. ?Y solo discut¨ªan de pol¨ªtica o tambi¨¦n¡?
R. No, no solo de pol¨ªtica, de todo, como ahora, yo le consulto todo.
P. No se considera usted el t¨ªpico t¨ªo que anda todo el d¨ªa hablando de pol¨ªtica¡
R. No. Y menos ahora, desde que estoy en esto, al rev¨¦s, prefiero que mis amigos me hablen de f¨²tbol o de c¨®mo les va con sus parejas o¡
P. ?Es muy cotilla?
R. No, lo que necesito es que me hagan re¨ªr. Porque desde que entras aqu¨ª, al Congreso, hasta que sales, y si la gente se te acerca por la calle, solo te hablan de esto.
P. ?Se le acerca mucho la gente? ?Con buen rollo?
R. No siempre con buen rollo, pero s¨ª, puedo andar por la calle.
P. Porque mire lo que le ha pasado a Pablo Iglesias y las persecuciones que han sufrido ¨¦l y su familia.
R. Yo hago vida, hay gente a la que le pareces genial y otra a la que no, pero es cierto que el clima anda hostil. Ah¨ª es donde se nota el p¨¦ndulo. La derecha cree que los progresistas debemos estar en el poder como inquilinos, que el pa¨ªs es suyo, pero que cuando nosotros accedemos a ¨¦l solo lo hacemos en r¨¦gimen de alquiler, sin derecho a reformar la casa ni a hacer mucho ruido. Cuando la izquierda est¨¢ en el poder, para ellos lo ocupa de forma ileg¨ªtima. Hay que volver a lo que consideran natural: el poder del hombre, el de quien m¨¢s dinero tiene.
P. ?Y c¨®mo se templa eso?
R. Sin perder el pulso de la calle, la vida cotidiana y de las peque?as cosas¡ Cuando yo quedo con mis amigos a tomar algo no me hablan de la Espa?a 2050, ni de las encuestas, de la polarizaci¨®n. Me hablan de que no pueden m¨¢s, de que no pueden dormir, de que est¨¢n acojonaos por si no renuevan, de lo duro que ha sido llevar todo esto encerrados en un piso de 40 metros con los hijos, de la ansiedad que se les come todos los d¨ªas y de que un domingo por la tarde no hay forma de levantar el ¨¢nimo. Si esto es lo que le preocupa a la gente, ?por qu¨¦ nosotros hablamos de otras cosas? Por eso en M¨¢s Pa¨ªs decidimos hablar de ambulatorios, salud mental o de que no tienes con quien dejar a los ni?os cuando trabajas.
P. Alguna de esas medicinas que cit¨® de memoria en su famosa intervenci¨®n del Congreso en torno a la salud mental, ?se las ha tomado usted alguna vez?
R. Alguna vez, claro, claro.
P. ?Padece ansiedad? Ese dolor de tripa del que habla a menudo ?viene de ah¨ª?
R. Quiz¨¢s, en pol¨ªtica, nosotros hemos asumido un tipo de comportamiento permanente como si fuera normal, que no lo es. ?T¨² has visto la cara que se les queda a algunos despu¨¦s de cuatro a?os de legislatura? Yo creo que la ansiedad convive con todos nosotros. Permanentemente. El tel¨¦fono es una f¨¢brica de ansiedad. Algo que te dice: puedes tener todo lo que te propongas. Y la contracara es que si no lo tienes es porque no te has esforzado lo suficiente. Todo eso te deja solo. Pero si te pasa a ti y al vecino, igual hay que juntarse. Estamos todos hechos trizas y nadie se para a reconocerlo. Esas preocupaciones las he ido entendiendo con el tiempo y que las grandes palabras deben aterrizar en las peque?as cosas.
P. Como sostiene, ?ha pasado el tiempo de la ¨¦pica?
R. S¨ª, volver¨¢, pero ahora no estamos en esa fase. Ahora nos encontramos en una m¨¢s fr¨ªa. La izquierda cree que la primavera durar¨¢ siempre y cuando llega el invierno no sabe qu¨¦ hacer. Cada vez que baja el sufl¨¦, la derecha se dice: bueno, ya est¨¢, ya se les pas¨®. Pero vendr¨¢ otro, siempre viene otro ciclo de subida.
P. En ese tiempo pasado de la ¨¦pica, ?no les entr¨® a ustedes en Podemos cierta sensaci¨®n de delirio? Es decir, que el pa¨ªs que cre¨ªan que clamaba por ciertas cosas, en realidad, no lo hac¨ªa.
R. Uno siempre debe afrontar ese equilibrio. Hablar para el pa¨ªs que tiene, pero apuntar al que querr¨ªa llegar. Si solo hablas del que tienes, no transformas nada. Si te refieres ¨²nicamente al que quieres, te ver¨¢n como un lun¨¢tico. Esa tensi¨®n debes habitarla. Al 15-M, es verdad, le sigui¨® una victoria del PP, pero tambi¨¦n era una impugnaci¨®n a las pol¨ªticas del PSOE. Ped¨ªa m¨¢s y m¨¢s democracia, las cosas se siembran y tres a?os despu¨¦s nosotros entramos con cinco millones de votos: casi un 21%, que es lo que se necesita hoy para ganar unas elecciones.
P. Bien, y llegan ustedes ah¨ª. Pero cuando alcanzan ese objetivo, ?qu¨¦ pasa? Que empiezan las divisiones y a pegarse en p¨²blico. Un cl¨¢sico: la divisi¨®n.
R. Bueno, es normal. Pasa en las asociaciones de vecinos.
P. ?Normal o una condena de la izquierda?
R. Nos preguntamos por d¨®nde hab¨ªa que ir en un congreso y, en mi opini¨®n, ese rumbo era un error. Unos cre¨ªan que para dar el sorpasso la clave era juntarse con Izquierda Unida y nosotros no. A partir de ah¨ª empezamos a ocupar un lugar muy tradicional en nuestro ¨¢mbito: el lugar de Izquierda Unida. Nuestra opci¨®n daba para m¨¢s, pero se cierra el rumbo al que aspir¨¢bamos con eso, con conformarnos con ser lo que representaba IU. Eso se va traduciendo en diferencias pol¨ªticas serias que al final se convierten en insalvables. Hab¨ªa otra opci¨®n.
P. ?Cu¨¢l?
R. Callarse. Pero a m¨ª no me sirve. Por el camino nos hemos dejado mucho, como pa¨ªs. Ahora estamos en el otro lado del p¨¦ndulo, en un pa¨ªs descre¨ªdo, cansado, desconfiado. Cuando nosotros pudimos firmar un acuerdo con el PSOE ten¨ªamos 70 diputados y lo hicimos tres a?os despu¨¦s con la mitad. Privilegiamos el partido antes que al pa¨ªs.
P. Y mire que ustedes eran polit¨®logos, eh.
R. Una cosa es estudiar la pol¨ªtica y otra hacerla. A eso en la facultad no te ense?an. Irrumpes, corres y no resuelves nada. Fueron a?os veloces, pero paras menos, charlas menos, cocinas menos, duermes menos. Es valioso guardar espacios para gente que no se dedica a esto.
P. ?Qu¨¦ dir¨¢ Pablo Iglesias cuando lea su libro? ?Espera su llamada? Usted se arrepiente de varias cosas, aunque tambi¨¦n tira con bala.
R. Bueno, se?alo cosas que se hicieron bien y mal, por mi parte y por parte de otros.
P. Todo el mundo andar¨¢ buscando las claves de su enfrentamiento. ?Se hablan entre ustedes?
R. No, aunque nos hemos escrito alg¨²n mensaje cordial en tiempos de covid.
P. Si se diera esa conversaci¨®n, ?c¨®mo empezar¨ªa?
R. La verdad, no tengo idea. Pablo ha sido fundamental en los ¨²ltimos a?os en la pol¨ªtica espa?ola. Hasta que ha decidido colgar las botas. Por lo menos merece un m¨ªnimo respeto que, en su caso, no se ha cumplido en muchos ¨¢mbitos. Yo intento reconoc¨¦rselo.
P. ?Se ha resignado usted a que en muchos ¨¢mbitos le tilden como el de derechas de Podemos?
R. Nunca ha sido cierto. Se fabric¨® aquello para la pelea interna. Algunos lo dec¨ªan para echarnos en cara que ¨¦ramos nosotros quienes quer¨ªamos pisar moqueta y entrar en los ministerios. Y f¨ªjate ahora lo que ha ocurrido¡
P. ?Por qu¨¦ la izquierda ha perdido la batalla por el concepto libertad?
R. Puffff¡ Durante mucho tiempo hemos comprado la idea de que para la derecha queda la libertad y para la izquierda la igualdad. Hay que dar una patada a esa concepci¨®n. Ni de co?a yo reconozco eso. O sea, ?que mis padres lucharon toda su vida por la libertad y ahora resulta que se reduce a tomarse algo en una terraza¡? Para ser libre hay que vivir sin miedo. ?Qu¨¦ es eso? Una manera com¨²n pactada que garantiza que el d¨ªa a d¨ªa no lo afrontas con p¨¢nico: perder el empleo, ponerse enfermo. Para eso debemos cuidarnos. ?C¨®mo? Uno a uno. Juntos. La vacuna es eso: un logro colectivo. Un perfecto ejemplo de que eso no lo pod¨ªamos afrontar con una ley del mercado.
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