¡°La gente en este pa¨ªs es fundamentalmente buena¡±
El cineasta y novelista reconoce que es imposible eludir el tema de la violencia mexicana pero acota: ¡°Tambi¨¦n quiero contar lo otro: la generosidad, la humanidad, la solidaridad¡±
Es uno de los creadores mexicanos m¨¢s reconocidos desde que, en el a?o 2000, apareci¨® la pel¨ªcula Amores perros, que ¨¦l escribi¨®. Su ruta lo ha conducido una y otra vez por el espinoso camino que va del cine a la literatura. ¡°Siempre fui por la libre¡±, dice. Lo mismo ha ganado el premio al mejor guion del festival de Cannes, por Los tres entierros de Melquiades Estrada, que el premio Alfaguara de novela, por Salvar el fuego. Guillermo Arriaga (Ciudad de M¨¦xico, 1958) es, y se sabe, un cazador. Su temple qued¨® de manifiesto cuando, en su momento de mayor visibilidad en Hollywood, se enfrasc¨® en una sonada pol¨¦mica en defensa del papel de los guionistas como los verdaderos creadores de esas historias millonarias que saltan de pantalla en pantalla. Sigue haciendo cine y sus recientes novelas, El salvaje y Salvar el fuego, han sido ¨¦xitos de ventas a escala mundial.
Pregunta. Creciste en el sur de la Ciudad de M¨¦xico. La experiencia formativa de esos a?os y esas calles se refleja en pasajes de tu obra, tanto literaria como cinematogr¨¢fica. ?Qu¨¦ de ese M¨¦xico en el que creciste encuentras todav¨ªa en este pa¨ªs que vivimos y qu¨¦ piensas que ha cambiado, para bien o mal?
Respuesta. La Unidad Modelo, el barrio en que crec¨ª, fue creada por el arquitecto [Mario] Pani. Estuvo basada en la arquitectura funcional de Le Corbusier, que preve¨ªa que todos los servicios estuvieran planeados en torno al barrio. Estaba el supermercado, la iglesia, las escuelas, la peluquer¨ªa, la carnicer¨ªa, la verduler¨ªa y hab¨ªa una integraci¨®n total. Era casi provincia, un pueblito dentro de la ciudad. El barrio tiene cosas muy lindas, no es un barrio necesariamente peligroso todo el tiempo. Tiene una convivencia muy atractiva. Pero Pani le dise?¨® unos andadores que son como de un metro y medio de ancho, por los que no entran los carros. Y en los sesenta eso se convirti¨® en una trampa, porque apostaban francotiradores en las entradas... Y polic¨ªa que quer¨ªa entrar, polic¨ªa que se tronaban. Ah¨ª naci¨® un grupo que se llamaba ¡®Los Nazis¡¯ y empez¨® a darse el narcomenudeo. En el M¨¦xico en que yo crec¨ª, hab¨ªa estos grupos. Y hab¨ªa grupos de ultraderecha ah¨ª mismo, en el barrio. Pero la violencia que me toc¨® vivir no se compara en lo absoluto con la violencia que estamos viviendo ahora. La violencia de un barrio de clase media baja, como el que crec¨ª, no se compara a la violencia que est¨¢ sufriendo ahorita M¨¦xico. He andado mucho por brechas a lo largo del pa¨ªs, con campesinos, en zonas que ahora son impenetrables, y la gente siempre me recib¨ªa con gusto y [dec¨ªa]: ¡°Ven, ¨¦chate unos frijolitos, qu¨¦date en la casa¡±. Los campesinos mexicanos son muy generosos y no s¨¦ en qu¨¦ momento¡ bueno, s¨ª s¨¦ en qu¨¦ momento. Hay un momento muy particular en que M¨¦xico se descarrill¨® y lo que estamos viendo me parece que no tiene parang¨®n, excepto en la ¨¦poca de la Revoluci¨®n Mexicana.
P. ?Cu¨¢l dir¨ªas que fue el momento en la que las cosas se salieron de control?
R. Globalmente, tiene que ver con la elecci¨®n de Reagan, de Thatcher y de Juan Pablo II. Creo que la apuesta por el proyecto del corporativismo, los Reaganomics, el trickle-down famoso, [que postulaba] que iban a escurrir los beneficios hacia el resto de la sociedad. Ese fue el momento clave de la transformaci¨®n del mundo. Es curioso c¨®mo los dos pa¨ªses que empujaron la globalizaci¨®n de este tipo son los dos primeros que se han rajado: Inglaterra, con el Brexit, y Estados Unidos, con Trump. Pero ellos fueron los que empujaron ese modelo y lo vi en tiempo real, porque yo estaba con amigos m¨ªos, campesinos, cuando se dio la firma del Tratado de Libre Comercio, 1994, el a?o en que el campo mexicano sufri¨® una devastaci¨®n que no tuvo en otras ¨¦pocas previas. Mis amigos campesinos levantaron una cosecha de sorgo, la mejor cosecha de sorgo de su vida pero, al venderla, ten¨ªa tantos subsidios el sorgo americano y entr¨® tan barato [al mercado] que ni siquiera pudieron recuperar el costo de la semilla. A partir de ah¨ª empezaron a migrar. Conozco chavitos de Tamaulipas que ingresaron al sicariato porque no hab¨ªa mucha opci¨®n. O te ibas del pueblo o te entrabas al sicariato. Pude observar la descomposici¨®n en el campo mexicano, por lo menos donde yo estuve, en Tamaulipas.
P. A partir del Tratado Libre Comercio viene un empobrecimiento del campo, luego una migraci¨®n acelerada y se crea un vac¨ªo que es ocupado por el crimen...
R. Claro, y hay una desesperaci¨®n. Aquellos que pudieron migrar, se fueron¡ De mis amigos, el 85% de ellos migr¨® [a los EEUU], y ahora viven ah¨ª. Entre ellos Melquiades Estrada, al que le dediqu¨¦ una pel¨ªcula. Otro momento clave fue el ¨¦xito de la DEA en cancelar las rutas de la coca¨ªna por Puerto Rico, Miami y Rep¨²blica Dominicana. El momento en que exitosamente cerraron esa ruta, vino toda la negociaci¨®n entre Colombia y M¨¦xico, y eso tambi¨¦n degrad¨® el tema. Lo que no han entendido algunos gobernantes es que la demanda de la droga va a buscar siempre c¨®mo mover el producto. Y M¨¦xico, con esta frontera tan porosa que tiene¡ A esto agregamos la inexperiencia de los gobiernos panistas y la falta de colmillo, que dej¨® huecos muy grandes que fueron ocupados por el crimen.
P. Hasta llegar a un punto en el que pareciera dif¨ªcil o imposible el revertir el poder que ha alcanzado el crimen organizado.
R. Creo que se puede revertir y hay muchas maneras de revertirlo, pero ya es urgente la legalizaci¨®n de las drogas, de todas las drogas. A m¨ª me gustar¨ªa que nos explicara el presidente de la rep¨²blica que lo que est¨¢ tratando de hacer es un plan Marshall en el sur. Una especie de plan de: ¡°Vamos a financiar el sur para que se eleve¡±. Pero tambi¨¦n hay vac¨ªos de trabajo muy grandes en la frontera norte. Tuvieron una ventaja los de la frontera norte: que no ten¨ªan que hacer el gran viaje desde Chiapas o de Oaxaca, [en el norte] pr¨¢cticamente son ochenta kil¨®metros, cien kil¨®metros y cruzas la frontera. No es lo mismo llegar de Oaxaca sin conocimiento de c¨®mo es la maniobra en el norte. Pero, bueno, es un momento en el que tenemos que legalizar las drogas y eliminar la corrupci¨®n. Ese es, quiz¨¢, el problema m¨¢s grave que tenemos. Redise?ar el sistema legal, porque la impunidad es¡ No podemos decir: ¡°Se mataron entre ellos¡±. No se puede, tienes que ir caso por caso: ?Qui¨¦n lo mat¨®? ?Por qu¨¦ lo mat¨® y a qui¨¦n dej¨® viuda o a qui¨¦n dej¨® viudo? ?A qui¨¦n dej¨® hu¨¦rfano? El sistema judicial mexicano necesita ir resolviendo esos problemas.
P. Tus personajes reflejan conflictos profundos, pero en tu obra hay tambi¨¦n una mirada a las sociedades que rodean esos personajes, a sus conflictos de clase, por ejemplo, muy marcadamente en Salvar el fuego. ?C¨®mo enfrentas narrativamente el trabajo de contar M¨¦xico?
R. Cuando empiezo una obra no s¨¦ de qu¨¦ se va a tratar. Lo que me pasa en el d¨ªa, lo meto [a la novela]. De hecho, alg¨²n d¨ªa hice un tuit en que dije: ¡°Est¨¢ lloviendo, a ver c¨®mo influye en la novela¡±. Pero no era c¨®mo influ¨ªa la lluvia en mi estado de ¨¢nimo, era que si llueve, llueve adentro de la novela. Y, de hecho, llovi¨® en El salvaje cuando llovi¨® afuera. Se va filtrando. No hay manera de que no se filtre la realidad, sobre todo para alguien que, como yo, no tiene idea hacia d¨®nde va la novela. Cuando me siento a escribir no s¨¦ ni cu¨¢l va a ser la estructura, ni qui¨¦nes son los personajes, ni cu¨¢l es el final. Estoy completamente perdido, voy caminando como puedo. ?Me la paso viajando la frontera? Era inevitable que la frontera no se filtrara. ?Tengo el pasado de la Unidad Modelo? Era imposible que no se filtrara. ?Vivo en una sociedad convulsa? Es imposible que no se filtre. Pero, al mismo tiempo, tambi¨¦n quiero filtrar lo otro: la generosidad del mexicano, la humanidad, la solidaridad. Somos un pueblo muy hospitalario, somos un pueblo muy generoso. Yo, por mis experiencias, creo que la gente en este pa¨ªs es fundamentalmente buena. Eso espero que lo refleje tambi¨¦n la novela. Pero, perd¨®n, no siento que tengo un compromiso por ver c¨®mo van a ver a M¨¦xico o no [a trav¨¦s de mi obra]. Estar¨ªa cargando la obra con pesos que no va a soportar, se va a romper si estoy pensando en eso.
P. En muchos pasajes de El salvaje y Salvar al fuego se retrata un dolor grande...
R. Viviendo en este pa¨ªs no sales indemne. Le han pasado cosas terribles a gente conocida, no muy cercana, pero s¨ª gente que fue muy amable. Por ejemplo, te cuento: a un ranchero que nos prestaba su propiedad para cazar, lo torturaron durante tres d¨ªas. La forma en que lo torturaron es que lo abrieron en canal, lo dejaron vivo en canal durante tres d¨ªas, luego le fueron cortando pedazo y pedazo de intestino. Y no ten¨ªa nada que ver, fue una confusi¨®n. Su hermano era polic¨ªa y cre¨ªan que ¨¦l era ¡®halc¨®n¡¯, cre¨ªan que eran ¡®halcones¡¯ los dos pero ¨¦l no ten¨ªa nada que ver. Sin embargo, lo torturaron tres d¨ªas as¨ª, con las tripas abiertas... Durante mucho tiempo quisieron que escribiera una pel¨ªcula sobre las muertas de Ciudad Ju¨¢rez. Yo me negu¨¦ siempre, pero tuve acceso a los archivos y las fotos.... Y hay una parte en la que dices: ¡°No puedo pintar un M¨¦xico lindo, sinceramente, porque aqu¨ª hay unas masacres¡±. Y luego te das cuenta de la profunda corrupci¨®n que ha habido en este pa¨ªs, a todos los niveles, desde el polic¨ªa municipal al presidente de la rep¨²blica que¡ Soy un optimista y siempre ser¨¦ un optimista, pero no puedes no escribir sobre estas realidades. Las he visto de cerca. Yo llegu¨¦ al pueblo de Allende, donde hubo una matanza de trescientas personas, un d¨ªa despu¨¦s. Iba en la inopia, sin saber nada. Llegu¨¦, ¨ªbamos a comprar unas cosas a Allende, estaba en un pueblo cercano, que se llama Zaragoza y el ambiente [se sent¨ªa] enrarecido. Entonces vi las manos de chango, estas palas gigantes de las gr¨²as que hab¨ªan roto las casas para sacar la gente de ah¨ª adentro. Hasta que nos dijeron: ¡°?Les damos un consejo? V¨¢yanse¡±. Y sabes que ah¨ª mataron a trescientas personas , a partir de unos chavitos, que los confundieron con ¡®halcones¡¯. Y as¨ª se fue infiltrando la verdad. Por eso trat¨¦ de meterle un poco de humor en Salvar el fuego, que es mi novela que retrata de manera m¨¢s descarnada esto. Porque si no, nos volvemos locos.
P. ?Parte del trabajo es que no se vuelva intransitable el libro a fuerza de apilar horrores?
R. Claro, yo no quise apilar horrores. Lo que quise fue darle un sentido humano, porque incluso dentro del narco hay humanidad. Dentro de todo monstruo palpita un dejo de humanidad.
P. T¨² eres cazador, has hablado extensamente de ello. En este pa¨ªs de gente armada, que comete cr¨ªmenes de sangre todos los d¨ªas, ser¨¢ inevitable que alguien te diga: ¡°El cazador tambi¨¦n es un criminal¡±, ?no?
R. Para empezar, los humanos somos una especie sentada en un trono de sangre. El otro d¨ªa vi en Twitter c¨®mo las navajas de las segadoras de cosechas dejan cientos de animales decapitados: codornices, conejos, liebres, correcaminos. El hecho de que no veas la muerte no significa que no la haya. Todos, de alguna manera, tenemos que destruir algo para comer. Y que los veganos no digan que no maltratan animales, porque ellos nunca han ido a ver c¨®mo se desmonta [una cosecha], a ver c¨®mo entran las trilladoras. No han estado ah¨ª, no saben c¨®mo es el proceso. En todo proceso de alimentaci¨®n, inevitablemente, hay una cuesti¨®n de crueldad y muerte. Lo que yo he hecho es tomar en mis manos el acto de la muerte. No estoy pag¨¢ndole a un carnicero. No le estoy pagando a un pescador. No le estoy pagando a un agricultor. Estoy tomando en mis manos el animal que voy a comer y esto me hace ser m¨¢s respetuoso de la vida. Yo, por ejemplo, nunca dejo un pedazo de animal en mi plato, nunca lo tiro. En un coctel de camar¨®n, el ¨²ltimo camaroncito, si alguien va a desecharlo, digo¡ ¡°Esp¨¦rate. Ese camaroncito se muri¨®, carnal. No lo tires a la basura. No es justo¡±. Tengo m¨¢s aprecio por la vida que la mayor parte de las personas. Y [la caza] no es criminal. Creo que la gente ha perdido, sobre todo en las ¨¢reas urbanas, el sentido de d¨®nde vienen los alimentos. Sigo comiendo del venado que cac¨¦ en enero, cada tercer d¨ªa. Y aqu¨ª [en casa] se come venado, y se comi¨® ganso, y se comi¨® paloma, y se comen patos. Mis hijos con eso crecieron, comiendo carne salvaje. Pero los animales que cazo tuvieron la oportunidad de irse. No como estos horrores de las granjas, donde los tienen confinados en un espacio miserable durante a?os y sin la menor oportunidad. Yo no cazo ni hembras, ni beb¨¦s, ni machos j¨®venes; cazo determinados tipos de animales y procuro hacerlo de la manera m¨¢s ¨¦tica posible.
P. Eres un escritor que no politiza sus historias, al menos no en el sentido que se politizan en los debates de actualidad. ?C¨®mo te relacionas con ese tipo de debates, con la politizaci¨®n de la literatura, de los personajes, e incluso de las figuras, los hechos y los dichos de los escritores?
R. Uno de mis temores es que nos empecemos a censurar, que en aras de lo pol¨ªticamente correcto hagamos una literatura desdentada, hagamos una literatura que no ponga lim¨®n sobre las heridas. Aparte, somos seres de nuestros tiempos, no se puede juzgar una obra por los tiempos, ?no? Nunca escribo con el ¨¢nimo de hacer pol¨ªtica. Sin embargo, se han reflejado [temas pol¨ªticos], en Salvar el fuego, sobre todo: el padre abusador, macho, que humilla a la mujer y a los hijos. Hay una parte donde se habla del racismo de los Estados Unidos, obviamente del racismo en M¨¦xico, el racismo hacia lo ind¨ªgena, que es bien cabr¨®n. Y tambi¨¦n la corrupci¨®n, la impunidad. Pero no lo hago por hacer pol¨ªtica, la verdad no me interesa hacer pol¨ªtica. Toda novela, desde el momento que se escribe, ya tiene una visi¨®n existencial, filos¨®fica, pol¨ªtica, social, psicol¨®gica. Aunque t¨² no lo quieras ah¨ª est¨¢. Y tienes que aprender a manejarte.
P. Eres un autor le¨ªdo y reconocido internacionalmente. ?C¨®mo enfrenta la cr¨ªtica un creador que, como es tu caso, aborda temas espinosos, episodios extremos, personajes al l¨ªmite?
R. En M¨¦xico padecemos de una cr¨ªtica muy superficial, que no ahonda de ninguna manera en lo que la obra es¡ Te das cuenta de que leyeron una p¨¢gina, luego otra, leyeron diez salteadas y as¨ª hacen su cr¨ªtica. Ese tipo de cr¨ªtica ni siquiera la tomo en serio. Ahora, con respecto a los cr¨ªticos extranjeros, es chistoso, pero, por ejemplo, El salvaje tuvo una resonancia en el extranjero que no tuvo entre los cr¨ªticos aqu¨ª. Yo no pertenezco a ning¨²n grupo literario, ni a ning¨²n grupo de cine. Siempre me he ido por la libre. Y muchos de los cr¨ªticos pertenecen a un clan y se dan bola uno a otro. Eso sucede aqu¨ª, pero cuando te publican en otro lado, ya no perteneces a ning¨²n clan, hay un poco m¨¢s de objetividad. Y, obviamente, los europeos con un libro como El salvaje no saben ni c¨®mo reaccionar...
P. Los ¨²ltimos a?os de historia europea y el tipo de sociedades que han construido quiz¨¢ ha creado una suerte de burbuja alrededor de ciertas violencias sociales que, sin embargo, eran corrientes en Europa¡
R. S¨ª. Cuando a m¨ª en Espa?a o en Alemania me dicen: ¡°Es que M¨¦xico es un pa¨ªs muy violento¡±, les respondo: ¡°Mira qui¨¦n habla¡±. T¨² sabes las matanzas que se hicieron entre 1936 y 1939 en Espa?a, y las matanzas que sigui¨® prodigando el se?or Franco a lo largo de los a?os, hasta matar en 1975 con garrote vil a tres personas. ?Hace 45 a?os estaban clav¨¢ndole un tornillo a un preso pol¨ªtico! Y qu¨¦ mayor horror que el que existi¨® en Alemania. Y qu¨¦ mayores racismos de los que hay en Europa. Cada vez que me cuestionan sobre lo que pasa en M¨¦xico, les digo: ¡°Ustedes tampoco est¨¢n tan lejos¡±. A veces, basta una circunstancia hist¨®rica para que salga toda el agua podrida. Las burbujas no son tan poderosas como para detener lo que est¨¢ sucediendo. Nos lo est¨¢ demostrando Estados Unidos: la burbuja que est¨¢n tratando de construir no est¨¢ sirviendo para nada. Entonces, en lugar de meternos a burbujas, hay que hablar de las cosas como lo que son. Y hay que tocar los temas y hay que confrontarnos y hay que abrirnos y hablar de frente. Lo que pasa es que ya todo quieren que lo hagamos de ladito, soslayado, con la mirada agachada. Pero no: hay que ver de frente. Es algo que puedo decir que, con mi obra, lo han agradecido en Europa. A pesar del shock que les crea. Por ejemplo, en Holanda, El salvaje agot¨® la primera edici¨®n en un d¨ªa. ?Qu¨¦ pas¨® en Holanda, que una novela que tiene que ver con la Unidad Modelo en los a?os sesenta se convirti¨® en un ¨¦xito? Y en Italia, Alemania y Francia. Algo reson¨® de ese libro en los lectores europeos.
P. Tienes una carrera destacada en el cine, pero en los a?os recientes has puesto un acento muy marcado a tu faceta literaria, como si hubieras redoblado una apuesta por la literatura como medio de expresi¨®n, con un par de novelas que han tenido mucha resonancia cr¨ªtica y ¨¦xito entre los lectores. Esto pareciera ir a contracorriente de una ¨¦poca en que la imagen y lo visual priman sobre la literatura, sobre lo impreso...
R. Mi trabajo siempre ha sido literatura, siento que lo que hago en cine es literatura. A un dramaturgo de teatro nunca le cuestionan si hace literatura o no, pero a un dramaturgo de cine s¨ª. Lo que yo escribo es un trabajo que est¨¢ comunicado con el resto de mi obra. No es una obra por encargo, no es una obra manoseada, tengo una aproximaci¨®n est¨¦tica que viene desde [el libro de relatos] Retorno 201, estas cosas no lineales las hago desde los 23 a?os. El cine es muy seductor, pero tambi¨¦n hay una parte que requiere grandes capitales y para acceder a esos grandes capitales necesitas hacer concesiones que yo no estuve dispuesto a hacer. Prefer¨ª la literatura y la literatura me llev¨® al cine, y la literatura me va a volver a llevar al cine. Llegu¨¦ al cine porque empezaron a comprar los derechos de mis novelas. Un dulce olor a muerte la iba a dirigir, originalmente, Alfonso Cuar¨®n. En alg¨²n momento me sent¨¦ con Guillermo del Toro para ver si dirig¨ªa Escuadr¨®n Guillotina. No me desprendo del cine, he producido pel¨ªculas y no he dejado de dirigir. El a?o pasado, fui a Venecia con una pel¨ªcula de la que me siento muy orgulloso, que se llama Hablar con dioses, una pel¨ªcula en la que llam¨¦ a varios directores importantes del mundo para hablar de su propia religi¨®n. Pero ten¨ªa necesidad de escribir estas novelas. Y en el mundo literario, el di¨¢logo que entablas con un lector es distinto al que sostienes con un espectador. Hay una profundidad diferente, hay algo que tocas m¨¢s profundo en un lector que en un espectador. Y eso se convierte en una adicci¨®n tambi¨¦n.
P. Una de las cosas que te ha caracterizado en el mundo de cine es tu lucha por dignificar al guionista como creador. El cine es una actividad colectiva, con equipos de trabajo y comit¨¦s... ?La libertad comparativa que da la literatura es algo que extra?as, cuando haces cine?
R. No, no, porque si de algo me siento orgulloso es que nunca conced¨ª. Concili¨¦, porque tienes que hacerlo, pero nunca conced¨ª. Firmo lo que escribo con orgullo, aunque fracase, pero lo firmo yo. Y no lo firmar¨ªa si me piden cosas que no son aceptables para m¨ª. Preferir¨ªa vivir mal, econ¨®micamente mal, a sentir que me vend¨ª, que no hice lo que deb¨ªa hacer. Entr¨¦ a la televisi¨®n americana y precisamente por esta actitud de no conceder, no pude avanzar. Tienes a veintis¨¦is cabrones opin¨¢ndote lo que tienes que hacer. Y est¨¢n muy nerviosos por el focus group y viene el vicepresidente de desarrollo¡ Y hay diecisiete vicepresidentes en cada cadena que van a opinar sobre lo que haces y es muy desgastante. La televisi¨®n no me gust¨®. Claro: te puedes hacer millonario si le pegas a una de esas. Tengo un amigo escritor con el que me iba a asociar para hacer una productora en Hollywood. Un d¨ªa me dijo: ¡°Tengo que ir a hacer un [programa] piloto a Irlanda¡±. Y yo dici¨¦ndole: ¡°No vayas a hacer televisi¨®n a Irlanda¡± [risas]. Se llama David Benioff y es el creador de Game of Thrones. Le acaban de pagar 150 millones de d¨®lares solo por firmar con Netflix. Pero es desgastante, hay que tener car¨¢cter para eso.
P. ?La prioridad es estar comprometido con tus historias y defender tu identidad como autor?
R. Hay batallas que tienes que librar y la mayor parte de los escritores en el negocio del cine est¨¢n insatisfechos. Hay un ninguneo, un menosprecio al trabajo del escritor, que he tratado de revertir, no por m¨ª, sino por todos los escritores¡ El director est¨¢ acostumbrado al poder, le gusta el poder. Pero el escritor no tiene poder y no sabe c¨®mo manejar al poder. El director est¨¢ acostumbrado a enfrentar a estrellas de cine en Hollywood. Pero a m¨ª me sali¨® el barrio. Y dije: ¡°Pues me vale¡±. Y fue un pleito medi¨¢tico muy grande y tuvo costos muy grandes. Fue una madriza, pero no me arrepiento. Quise poner el nombre de los escritores en alto y que sepan que hay un escritor detr¨¢s de una pel¨ªcula. Pero, mira, la gente sabe que yo escrib¨ª Amores perros, en general nadie sabe qui¨¦n escribe una pel¨ªcula, pero de m¨ª saben que escrib¨ª Amores perros. Y te puedo decir que voy a donde sea, a Nueva Zelanda o Australia, y puedo llenar foros. Y me pagan bien por ir. Entonces, hasta monetariamente tiene sus ventajas defenderse, ?no?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.