A la sopa boba: de c¨®mo el est¨®mago vac¨ªo impulsa la imaginaci¨®n
Escritores y pintores de la picaresca han representado c¨®mo sobrevivir en la escasez. Para emprender no hay nada m¨¢s audaz que el hambre, tambi¨¦n en la gastronom¨ªa
Pocos desgarros son tan maliciosos como una infancia rota. Precisamente por su fragilidad, esta se ve golpeada, despreciada, ensuciada con la desatenci¨®n. Inocencias te?idas con el dolor del desamparo. Es lo que debi¨® de sentir el peque?o Antonin ?Car¨ºme con 10 a?os, al ser abandonado en las calles de Par¨ªs por su padre, un estibador del r¨ªo Sena. A pesar de eso, lleg¨® a ser uno de los grandes nombres de la cocina de su tiempo.
Sigue habiendo ni?os callejeando solos por el mundo, infancias en el punto ciego del inter¨¦s general. No tranquiliza conocer que antes hab¨ªa m¨¢s. Porque siempre hubo m¨¢s. Descalzos, desarrapados, mugrientos, jugando con cualquier cosa. En manos de un ni?o, un trozo de pan o una fruta se transforman en un interminable inventario de opciones con las que entretenerse. Simple como la envidia. Cuanto m¨¢s desordenado e impreciso sea un objeto, sin una utilidad clara, m¨¢s susceptible ser¨¢ de adquirir un papel en virtud de la necesidad del momento: ejercer de carruaje, moneda o alimento en una fingida tienda de comestibles. Es lo que tiene la infancia, que, aunque se le roben los derechos, no se le vulnera la ilusi¨®n.
En la Espa?a de los siglos XVI y XVII, la astucia infantil llenaba las calles. La precariedad impulsa a emprender, probando que no hay nada m¨¢s audaz que el hambre, como bien retrat¨® la novela picaresca en ese periodo de la historia, en el que el rico come, el pobre se alimenta y el p¨ªcaro mira, en palabras de Francisco de Quevedo. En La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades se retrata esa despensa ordinaria a trav¨¦s de la casa de un cl¨¦rigo: ¡°Alg¨²n tocino colgado al humero, alg¨²n queso puesto en una tabla o en el armario, alg¨²n canastillo con algunos pedazos de pan¡±. El fuego del hogar serv¨ªa, adicionalmente, para secar y ahumar productos con el fin de dilatar una caducidad que, como el hambre, nunca caducaba. Bacalao o carnero secos junto a tasajos de cabra adornaban el hogar y los sopicaldos. El Quijote da bastantes pistas de lo que se podr¨ªa comer a partir de tan limitado escenario, que se completaba con ajos, ristras de cebollas, alg¨²n fortuito vegetal, nabos, coles, zanahorias, habas y de tiempo en tiempo, con seguridad, el deseo de algo de carne fresca. El caldero era el protagonista, al que se echaba un poco de todo lo que hab¨ªa, cuando se consegu¨ªa. Si alcanzaba, se coc¨ªan caldos, legumbres, casquer¨ªa, dando forma a un escueto recetario de duelos y quebrantos, salpicones, empanadas de conejo, pisto, olla podrida, gazpacho manchego ¡ªun guiso caldoso de torta desmigada con algo de carne¡ª, manjar blanco o albondiguillas.
Y mientras la ilusi¨®n y los sue?os de Sancho Panza se llenaban de los alimentos de las mesas ricas, en las puertas de conventos y monasterios se repart¨ªa la sopa boba. Un aguachirri compuesto de mucha agua, poco vino blanco, mendrugos de pan, hortalizas y algunos huesos que se daba a los pobres, a los que se sumaban los estudiantes sin recursos, haciendo famosa la expresi¨®n ¡°a la sopa boba¡± que se dice de aquel que vive sin trabajar y a expensas de otro.
Un periodo de rufianes buscavidas, se?ores mezquinos, cl¨¦rigos avaros, regatones, frailes cebados, nobles corruptos, peste, pulgas, perros y muchachos callejeros en un mundo saciado de privaciones y desdichas en el que tambi¨¦n hab¨ªa lugar para la ilusi¨®n inocente. Ni?os comiendo uvas y mel¨®n, Tres muchachos, Anciana espulgando a un ni?o, El joven mendigo, Ni?os comiendo de una tartera o J¨®venes jugando a dados, donde se contempla a dos mozuelos sentados jugando a los dados junto a un tercero que de pie mira al frente a la vez que mordisquea un mendrugo junto a una cesta con frutas. Lienzos que operan como instant¨¢neas de una ¨¦poca facilitando referencias sobre el modo de vida y costumbres cotidianas. Bartolom¨¦ Esteban Murillo supo plasmar detalles de aquella despensa del siglo XVI junto a la infancia en su plenitud. Tal vez por tal motivo, la ni?ez de Murillo se rebela contra el des¨¢nimo de la privaci¨®n exhibiendo sonrisas abiertas, expresiones puras y vitales. Quer¨ªa, en su visi¨®n del mundo, que los ni?os comiesen, aun sabiendo que las miserias humanas penetran por el punto m¨¢s d¨¦bil.
Mel¨®n con jam¨®n
Ingredientes
Para 4 personas
Para la emulsi¨®n de jam¨®n
- Recortes de grasa de jam¨®n ib¨¦rico
- Lecitina de soja
Para el mel¨®n
- 400 gramos de mel¨®n
- 70 gramos de jam¨®n ib¨¦rico
- 20 gramos de hidr¨®xido de calcio (Calx)
- 1 litro de agua
Instrucciones
1. La emulsi¨®n de jam¨®n
Pedir a nuestro charcutero de confianza recortes de grasa de jamón. En una olla a fuego muy bajo, fundir y dejar que se derrita el jamón sin llegar a cocinarse. Pasar por un colador de malla fina. Pesar la grasa de jamón y calcular una quinta parte de agua. Añadir 1 gramo de lecitina de soja por cada 500 gramos de cantidad de mezcla y mezclar con un robot de cocina.
2. El mel¨®n
Pelar el melón, despepitar y cortar en cuadrados de unos 3 × 3 centímetros. En un recipiente, incorporar el agua y agregar el óxido de calcio sobre esta. Es importante agregar el calcio al agua y no el agua al calcio; de ser así, se produciría una subida de temperatura inmediata. Con la ayuda de una cuchara, mezclar muy bien la solución cálcica.
Agregar los cubos de melón en esta solución por tres horas; de tanto en tanto es recomendable darle unas vueltas al conjunto. Pasado ese tiempo, retirar los cubos y lavarlos muy bien con agua. Cocinar durante 20 minutos a 180 grados. Dejar enfriar. El exterior se habrá mantenido firme. Hacer un pequeño agujero en la base de los cuadrados. Picar bien fino el jamón ibérico y, con ayuda de una manga, introducir un poco en cada cuadrado.
4. Acabado y presentaci¨®n
Colocar la emulsión en un plato, disponer orgánicamente los dados de melón y acabar con unas hojas de albahaca.
Caracter¨ªsticas
El mel¨®n es una fruta con alto contenido en agua que aporta muy pocas calor¨ªas. Destaca su contenido en vitamina C, folatos y potasio.
Aporte nutricional
Contiene provitamina A (beta caroteno principalmente), que se transforma en vitamina A en nuestro organismo. El mel¨®n, adem¨¢s, aporta 34 kilocalor¨ªas por 100 gramos a la dieta.
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