Simeone, a los 10 a?os en el banquillo del Atl¨¦tico: ¡°Me siento una fiera, un toro¡±
Dice que el sacrificio le genera placer y las dificultades le motivan. Discreto, desconfiado y siempre imprevisible, Diego Pablo Simeone, El Cholo, cumple una d¨¦cada frente al Atl¨¦tico de Madrid. Se ve a s¨ª mismo como un director de orquesta
El pr¨®ximo 7 de enero, Diego Pablo Simeone cumple 10 a?os en el banquillo del Atl¨¦tico de Madrid. Algo ins¨®lito en el f¨²tbol mundial. Aquel d¨ªa de 2012 dirigi¨® su primer partido, aunque su fichaje se anunci¨® el 23 de diciembre anterior. En gran parte, esta haza?a de continuidad ¨²nica en el f¨²tbol europeo se debe a que El Cholo es imprevisible. Puede que esa actitud resulte de lo menos recomendable para un entrenador. Llevar un banquillo requiere orden incluso para no ense?ar tus cartas. Pero en la imprevisibilidad de Simeone existe una l¨®gica honda que se aleja de los manuales.
Recordemos cuando el Atleti gan¨® la ¨²ltima Liga, en Valladolid. Lo previsible en estos casos, lo que todos esperamos al otro lado de las pantallas o que nos cuenten los micr¨®fonos con las hist¨¦ricas monsergas de los periodistas deportivos; lo que toca, en fin, es llorar. Ese paradigma del macho alfa que es en nuestros tiempos el futbolista deviene fr¨¢gil justo porque se ba?a en l¨¢grimas al ganar. Pues bien, dentro de esa l¨®gica imprevisible con la que ¨¦l, a los 51 a?os, lleva toda la vida sorprendi¨¦ndonos, se puso a re¨ªr. Fue la imagen m¨¢s aut¨¦ntica de la felicidad, la m¨¢s categ¨®rica y festiva, aunque nos hayamos acostumbrado a lo contrario, uno no sabe muy bien por qu¨¦¡
¡°Lo que hice fue lo que sent¨ª. Si me pregunt¨¢s: ¡®?De qu¨¦ te r¨ªes?¡¯, no lo s¨¦, puede que fue porque lo volvimos a hacer, es lo primero que me viene. Uno, para llegar ah¨ª, pasa por un mont¨®n de obst¨¢culos. Nosotros no nos arredramos, seguimos creciendo aun cuando mucha gente no cree, cuando aparece la cr¨ªtica fuerte¡±, dice el argentino, inconformista como es y empe?ado en un constante desaf¨ªo a las convenciones.
Con ello logr¨® tambi¨¦n algo imprevisible hace 10 a?os en el Atl¨¦tico: que no tuvieran que pasar ciclos de m¨¢s de una d¨¦cada para alzarse con la Liga. Con Diego Simeone en el banquillo van ocho t¨ªtulos: dos Ligas, dos Europa League, una Copa del Rey, dos Supercopas de Europa, una de Espa?a¡ ¡°Nuestra b¨²squeda, entre otras cosas, consiste en eso: en acortar los tiempos que transcurren en lograr Ligas. Lo que m¨¢s feliz me hizo fue esa b¨²squeda que emprendimos para ganarla otra vez. Un logro conjunto de los dirigentes, de los trabajadores del club, de la gente que empez¨® a marcar el camino all¨¢ por 2012; ellos fueron los primeros que nos hicieron creer que se pod¨ªa competir y alimentar la din¨¢mica de ganar¡±, explica.
En eso ha tenido mucho que ver una filosof¨ªa de contagio transversal: desde el despacho hasta el campo. De las decisiones del due?o del club, Miguel ?ngel Gil Mar¨ªn y su presidente, Enrique Cerezo, al vestuario. ¡°Con ellos tengo muy buena relaci¨®n, siempre nos dimos mucho de las dos partes, todo el crecimiento se debe a lo que nosotros hicimos en el campo y ellos fuera. Ni que hablar de los futbolistas que quieren venir hoy al Atl¨¦tico de Madrid¡±.
Mientras El Cholo re¨ªa aquel d¨ªa del triunfo liguero, al otro lado del campo Luis Su¨¢rez lloraba. Pero algo en ese llanto escond¨ªa una inc¨®gnita: la del sabor de la venganza hacia el club que lo dej¨® marchar. ¡°Luis es el orgullo, la rebeld¨ªa¡±, cuenta Simeone. Para el jugador, Simeone es un entrenador capaz de convencer: ¡°Te vende el Vaticano. Escucha y sabe lo que necesita cada uno de nosotros en los momentos dif¨ªciles¡±, ha declarado Su¨¢rez en repetidas ocasiones. Cuando Koeman y el Bar?a lo descartaron, Simeone oli¨® que el instinto de aquella humillaci¨®n multiplicar¨ªa los efectos letales del delantero. Lo que luego llam¨® ¡°la zona Su¨¢rez¡±. Lo dijo p¨²blicamente pocas jornadas antes de ganar. Era un mensaje dirigido a ¨¦l, a ese orgullo, a esa herida no cerrada. ¡°Cuando me cuentan que estaban pensando en traerlo me consultaron. No hac¨ªa falta. Vino a potenciar un equipo encaminado a algo importante. Tuve la valent¨ªa de decirlo cuando estaba atravesando una crisis. Pero reaccion¨®: vino a mostrar que est¨¢ vigente. Necesit¨¢bamos esa contundencia¡±, asegura.
Lo mismo vale para otra figura extraviada: Antoine Griezmann. Un hijo pr¨®digo que ha decidido regresar al seno de Simeone. Todos ellos saben que es con ¨¦l con quien se convierten en mejores jugadores, que les aprieta teclas hasta conducirles a lugares que ellos quiz¨¢ no sab¨ªan que pod¨ªan alcanzar. As¨ª ha sido con Diego Costa, con Griezmann, con Carrasco¡ ¡°En el caso de Antoine, su salida del club, creo, no fue sentida. Siempre quiso volver. S¨¦ que va a hacerlo a lo grande. Tiene car¨¢cter, calidad, es noble, gran compa?ero, trabaja para el equipo y un peque?o detalle: no olvidemos que es campe¨®n del mundo¡¡±.
?Y la afici¨®n? Esa caldera emocional inflamable que es el seguidor del equipo y que se muestra inflexible en su casa al m¨¢s m¨ªnimo fallo, ?le dejar¨¢ volver a ser lo que fue? ¡°A los aficionados les doli¨® su marcha porque lo quer¨ªan¡ La afici¨®n es justa, te da amor, pero necesita que se lo devolv¨¢s, y cuando no, se enojan. Es simple, no es muy dif¨ªcil¡±. Simeone sabe de lo que habla: ¡°Yo he conocido todas las etapas, como jugador cuando el Calder¨®n se pon¨ªa duro y en el Wanda tambi¨¦n. Retumba, lo da todo¡±.
El antiguo estadio era compacto. El nuevo ha necesitado su tiempo de cocci¨®n, all¨¢ en las afueras. ¡°La energ¨ªa la provoca el equipo; si el equipo no la transmite, mal. Si la gente ve intensidad, se entusiasma, se excita. Nosotros tenemos que provocar que la grada nos ayude. El Wanda necesitaba tiempo, pero en tres meses yendo al mismo lugar, dejando que se asiente el sentido de pertenencia, evoluciona. Ha incorporado lo que ten¨ªa el Calder¨®n, pero en una dimensi¨®n m¨¢s grande¡±.
Parece que en esta temporada la afici¨®n va a tener que armarse de paciencia dados los ¨²ltimos resultados en Liga. Aunque son las dificultades las que m¨¢s motivan a Simeone. ¡°Como entrenador, nunca me qued¨¦ quieto, siempre busqu¨¦ mejorar. Me produce ruido interior la comodidad. No la tolero, te traiciona cuando la acept¨¢s, as¨ª que me movilizo¡±. Es el obst¨¢culo lo que le hace feliz. ¡°Me despierta m¨¢s ideas. Aparece una situaci¨®n compleja y me genera adrenalina. Prefiero la dificultad de la responsabilidad y el peso que vamos teniendo me genera m¨¢s responsabilidad¡¡±. ?Qu¨¦ quiere decir? ¡°Que me alegraba m¨¢s antes, disfrutaba la victoria. Ahora solo siento alivio, pero no felicidad¡±.
La felicidad la encuentra en casa, como ¨¦l comenta y como puede verse en Simeone: vivir partido a partido, la serie documental de seis cap¨ªtulos que estrenar¨¢ Amazon el 26 de enero sobre el entrenador. ¡°En lo personal he evolucionado: he creado una nueva familia, paso de los 50, que ya es una situaci¨®n para el hombre¡¡±. Y la clave de esa felicidad se la debe a su esposa, Carla Pereyra, y a sus hijos: los tres que tuvo en su anterior matrimonio con Carolina Baldini, todos varones ¡ªy futbolistas: Giovanni, Gianluca y Giuliano¡ª, y ahora las dos ni?as que crecen junto a ellos dos en Madrid: Francesca, de cinco a?os, y Valentina, de dos.
¡°Nos conocimos aqu¨ª en Madrid y el tiempo pasa muy r¨¢pido¡¡±, afirma ella mientras su marido termina la sesi¨®n de fotos. ?C¨®mo equilibra ¨¦l esa energ¨ªa que le vemos en el campo, delimitada en el ¨¢rea permitida al entrenador? ¡°S¨ª, s¨¦ a lo que te refieres: como de fiera enjaulada¡±, contesta Pereyra. ¡°No, nada que ver, no se podr¨ªa sostener ese derroche en casa. Pero energ¨ªa tiene. Hay veces que no s¨¦ de d¨®nde la saca¡±.
Lo que llama la atenci¨®n ¡ªde nuevo lo imprevisible¡ª es que todo ese torrente mana de una personalidad sabia y calmada. ¡°Con un punto zen, que ve m¨¢s all¨¢¡±, comenta Pereyra. ¡°Piensa en todos, se adelanta a las situaciones. Esa energ¨ªa te arrastra. Siempre es positivo. Frente a una situaci¨®n mala, no se enfada, simplemente sabe que le toca m¨¢s. No es que se alegre, pero no la toma con nadie¡±. Al final, su actitud contagia. ¡°Yo soy muy positiva tambi¨¦n, pero quien est¨¢ expuesto es ¨¦l. Todo el tiempo lo est¨¢n juzgando y al final t¨² te juzgas primero a ti mismo. Es su forma de ser. Quiz¨¢s el ¨¦xito le ha llevado as¨ª hasta donde est¨¢. Te empuja a ser mejor¡±, concluye Pereyra.
Si hay algo que detesta El Cholo es la mentira. ¡°La odio, la odio¡±, dice el entrenador: ¡°Son pocas letras y hace mucho da?o. No hay reparo en la mentira, no vuelve la confianza. No igual. Como a todos en la vida, me mintieron. Es lo que m¨¢s detesto¡±. Ante eso posee un detector. ¡°Mi sensibilidad me hace percibir cu¨¢ndo me miente alguien. Despu¨¦s, que la persona lo quiera ver es otra cosa. Es mejor ponerte colorado y que duela un rato, pero contar la verdad¡±.
Esa actitud la transmite: ¡°Soy desconfiado, posiblemente la vida te propina golpes que te hacen ser m¨¢s desconfiado, pero doy. Siempre se lo digo a mis hijos: en la vida hay que dar; luego, si no te devuelven, ya es problema del otro, no tuyo¡±. He ah¨ª el c¨®digo de una persona que destila nobleza y que no quiere esconder esa virtud porque persevera en ella: ¡°Nobleza tengo mucha, eso seguro¡±, afirma. Y esa nobleza le ha dado r¨¦ditos siempre. ¡°Es recto y correcto hacia las personas: lo que ves. No piensa de una forma y act¨²a de otra. Quiere vivir tranquilo, y eso le hace no sentirse culpable¡±, agrega Carla Pereyra, sin que ¨¦l escuche c¨®mo le define: ¡°Es sereno y muy equilibrado, creo que est¨¢ en paz. Incluso aunque lo vea agobiad¨ªsimo, est¨¢ siempre pendiente de quien lo pase mal. Tiene a mucha gente en su cabeza y es aut¨¦ntico al demostrar sus emociones¡±.
A eso contribuyen en buena medida sus hijas. ¡°Soy afortunado¡±, confiesa el entrenador. ¡°Tuve tres hijos y ahora dos nenas. Los juegos son diferentes: ellas te exigen mucha m¨¢s atenci¨®n, m¨¢s creatividad, te demandan estar. Al var¨®n le das una pelota y tiene otra forma de encontrarse con el pap¨¢. Las nenas necesitan que est¨¦s ah¨ª sentado¡±. Pero atentas a todo. Sin perder comba. ¡°No s¨¦ con qui¨¦n andaba el otro d¨ªa y en un momento dije: ¡®?El f¨²tbol es mi vida!¡¯. Al otro lado del sal¨®n estaba mi hija Francesca, como a sus cosas, pero de repente nos solt¨®: ¡®Pap¨¢, el f¨²tbol no es tu vida. Nosotras somos tu vida¡±. Marcando espacio¡
Lo primero, por tanto, son los hijos, la familia. Tambi¨¦n sus padres, Carlos y Nilda, que siguen partido a partido, ya saben, el camino del entrenador. Con ellos habla casi todos los d¨ªas. Su padre llama despu¨¦s de cada encuentro: ¡°Sus cr¨ªticas crecen, es m¨¢s impaciente tambi¨¦n. Eso nos permite acercarnos continuamente. Pero, si perdemos, no lo llamo. De mi viejo hered¨¦ un car¨¢cter distante, me critican muchas veces porque hablo poco. Trato de escuchar: escuchando te equivoc¨¢s menos que hablando¡±.
La exigencia est¨¢ claro de d¨®nde le viene: de su padre, vendedor en el barrio de Palermo Viejo, adonde fueron a parar la familia de italianos que son sus ancestros, con una abuela que lo marc¨®: ¡°Era dura, genovesa. Me pinchaba la pelota si romp¨ªamos las plantas¡±. Pero todo aquello lo atemperaba do?a Nilda, su mam¨¢, peluquera: ¡°La personalidad me la fue marcando ella. Muy noble, muy buena¡±.
La infancia, el barrio¡ No se olvida. ¡°Volv¨ª hace unos meses por el documental. El barrio es el barrio. Mir¨¢ c¨®mo hablo, en todo lo que hago est¨¢ ese pibe de barrio. Era un lugar maravilloso: todo adoquines, con lo cual la pelota no rodaba bien; jug¨¢bamos de ¨¢rbol a ¨¢rbol, en medio iban los autos; la pelota no picaba correctamente nunca, as¨ª se aprende la t¨¦cnica, no tengo ninguna duda¡±.
De aquel muchacho queda el recuerdo del tes¨®n. ¡°Siempre fui un chico que quise, en las categor¨ªas menores me hicieron capit¨¢n; en el f¨²tbol sala, en juveniles, en la selecci¨®n, evidentemente ve¨ªan en m¨ª una personalidad distinta. Ni mejor ni peor. Distinta. El que se adora gust¨¢ndose y crey¨¦ndose l¨ªder va mal; a m¨ª me toc¨®, pero me eleg¨ªan. El liderazgo te lo dan los dem¨¢s¡±.
Aquella idea se reforz¨® cuando un profesor de m¨²sica lo design¨® para dirigir una orquesta de chicos mayores. ¡°Viste que est¨¢s en esa situaci¨®n con el palito, ?no? Como los capos de orquesta. Me pregunto por qu¨¦ el profesor me puso a dirigir a 20 pibes de 12 a?os cuando yo ten¨ªa 8. Dec¨ªme qu¨¦ vio el tipo¡¡±. Puede que en ese trance descubriera el don del carisma que define a un director de orquesta y tambi¨¦n a un entrenador. Una cualidad que se transmite en dos sentidos: hacia los m¨²sicos o, en su caso, los jugadores. Y hacia la grada. ?l alza las manos en cada partido para nivelar el crescendo cuando necesita que animen. Dice que no lo piensa conscientemente. En su caso, queda claro que lo aprendi¨® de ni?o y le sale mec¨¢nicamente: ¡°Hago lo que siento, unas veces acertadamente, otras equivocadamente. Varias, tambi¨¦n, forzado: es lo que me sale. Busco transmitir al equipo la energ¨ªa de quien va al estadio, le hubiera gustado ser futbolista y la insuflo hacia arriba¡±.
Lo incre¨ªble en su caso es que no decae. ¡°Tiene muchos cojones, y me gustan las personas as¨ª¡±, lo define Cristiano Ronaldo en el documental de Amazon. ¡°Ha cambiado la historia de su club¡±, agrega Sergio Ramos. Dos adversarios que coinciden con la opini¨®n del presidente del Atl¨¦tico de Madrid. ¡°La energ¨ªa no decae en ¨¦l porque es inagotable, es la del ganador¡±, asegura Enrique Cerezo. ¡°Y lo es as¨ª desde que jugaba y se echaba el equipo a la espalda¡±, dice en referencia a cuando Simeone visti¨® la camiseta rojiblanca, entre 1994 y 1997, y de nuevo entre 2003 y 2005, antes de su vuelta a Argentina, donde se retir¨® en 2006, 18 a?os despu¨¦s de su debut en el campo, en el Racing de Avellaneda. Cerezo sabe que Simeone ha contribuido de forma fundamental a cambiar la mentalidad del club: ¡°Si antes sal¨ªamos con la actitud de ganar pero a ver qu¨¦ pasaba, hoy salimos con una intenci¨®n radical en ese aspecto. Ganar y nada m¨¢s que ganar¡±.
Esa combusti¨®n no cesa. Aunque muchos a¨²n se preguntan de d¨®nde brota todo ese vendaval que en 10 a?os ha conseguido 8 t¨ªtulos m¨¢s para sumar al palmar¨¦s de los 12 que ya ten¨ªa como jugador, 5 de los cuales logrados con la camiseta argentina. ¡°Mor¨ªa dentro de la cancha, contagiaba¡±, comenta Leo Messi en el documental. Quiz¨¢s esa energ¨ªa mane de una actitud estoica ante su posici¨®n: ¡°A¨²n pienso que me pueden echar ma?ana. Es la ¨²nica realidad y verdad de este juego. A este proyecto lo avala el ganar. Lo mejor que hemos hecho en estos a?os es buscar siempre el reinventarnos. Ya est¨¢ instalada esa mentalidad, depende de nosotros sostenerla¡±, afirma Simeone. Pero aguantar la autoexigencia ?agota? ¡°Siempre me pregunto por qu¨¦ el Barcelona, el Real Madrid salen siempre a ganar. ?Por qu¨¦ nosotros no podemos hacer lo mismo?¡±. Con la diferencia de que esos clubes van cambiando sus banquillos y ¨¦l ah¨ª sigue, una d¨¦cada despu¨¦s. ¡°Si me detengo a pensar lo que cuesta, el d¨ªa en que no encuentre la fuerza necesaria me tendr¨¦ que ir. ?Por qu¨¦? Porque no voy a ser yo¡ No le har¨¦ bien al club¡±.
?l decidir¨¢ el d¨ªa que quiera salir por la puerta, confirma Cerezo: ¡°Eso est¨¢ claro, cuando ¨¦l quiera¡±. Tan solo anduvo cerca el d¨ªa que perdi¨® la segunda final de Champions ante el Real Madrid. Fueron d¨ªas tensos, recuerda Carla Pereyra. ¡°Necesito pensar¡±, confes¨® El Cholo despu¨¦s del batacazo. ?Alarma! ¡°Entonces me dije: ¡®?C¨®mo hago para volverlos a convencer? Debo bajar al vestuario, comparecer donde te esperan todos con el cuchillo abierto¡¯. Salgo y cuento lo que me sali¨®: necesitaba pensar. Carla y yo nos marchamos a Mil¨¢n, con dolor. Pero la familia no tiene la culpa de que vos gan¨¦s un partido u otro¡±.
¡°Fue dur¨ªsimo¡±, recuerda Pereyra. ¡°Cuando nos fuimos a Italia tras la final, anduvo mal. Llegamos y llov¨ªa. Pero ocurri¨® igual, en dos d¨ªas dio el espacio a ese duelo, recibi¨® ofertas de otros equipos y decidi¨®: no me puedo ir¡±. Fue un momento de duda, nada de quiebre, insiste Simeone: ¡°Muchas veces hay un vac¨ªo que aparece en derrotas grandes, te desacostumbras al golpe cuando sueles ganar. Tambi¨¦n, si no te ves representado en el equipo, algo te provoca moverte. Quiebres no tengo, pero de la misma manera que uno festeja ganar tiene que darle un espacio al perder, porque si no te olvidas la sensaci¨®n de celebrar el triunfo. Tampoco hablo de saber perder, esa palabra es rar¨ªsima¡±.
Prefiere, en esos trances, redoblar la voluntad. ¡°Voluntad, s¨ª. Es un gran concepto. No se transfiere, la ten¨¦s o no. Soy voluntarioso. Entreno todos los d¨ªas para m¨ª. Me quiero ver bien, me importa que me vean bien y posiblemente sea un est¨ªmulo para que los dem¨¢s lo perciban as¨ª, que el entrenamiento salga lo mejor posible para ir a mi casa y decir: ¡®?Pucha, esto es lo que me gusta!¡±. El ejercicio tambi¨¦n sirve de terapia y evita tensiones en casa. ¡°Cuando Carla me ve histri¨®nico o hist¨¦rico me dice: ¡®?Por qu¨¦ no te vas a entrenar un ratito?¡±, cuenta Simeone. ¡°Lo mando a correr¡±, certifica ella.
Todo en ¨¦l es exigencia: tanto en su trabajo como en el amor y la complicidad con su pareja. ¡°Cada vez ando m¨¢s convencido de que ese es el camino: la exigencia. Todos necesitamos ser exigidos; cuando no, estamos muertos, no llegas. Carla, por ejemplo, me provoca. Me hace mejor, desde que la conozco soy mejor, no me deja quedarme en el lugar aquel donde viv¨ªamos tres amigos juntos en una casa. El problema es cuando no acept¨¢s la exigencia de quien te quiere¡±.
As¨ª, ambos redoblan otro concepto unido al esfuerzo, por muy parad¨®jico que resulte: el placer. ¡°Es una palabra rara. El sacrificio genera placer, lo que cuesta al sentirlo. A m¨ª, ?qu¨¦ me genera placer? Ganar. Pero tambi¨¦n una comida con mis amigos, irnos de viaje los dos, ver a las nenas y a mis hijos felices, me da placer. Cuando siento que la gente que quiero disfruta. Comprobar que mis jugadores prosperan y superan sus dificultades. Los cuerpos hablan, cuando percibo que los cuerpos dentro del campo transmiten esa energ¨ªa que me gustar¨ªa a m¨ª inyectar me da placer¡±.
Poco sacrificio le ha costado redundar en todo lo que le genera gozo. Hasta en eso comprobamos que es generoso. Le transmite casi tanto la felicidad de los dem¨¢s como la suya propia en plena madurez: ¡°Crecimos como familia, construimos amistades, y todo eso alimenta, alimenta a esa persona; me encuentro bien, feliz, con cosas nuevas. Desde que conoc¨ª a Carla y nacieron mis hijas, me siento una fiera. Un toro. Todas esas cosas generan en la persona un estado, un equilibrio que permite renovar esa energ¨ªa¡±.
Aunque esas metas le provoquen de vez en cuando remordimientos. ¡°Cuesta desconectar. Nos jugamos la vida en todos los partidos. Est¨¢ lindo, pero para mantener lo que hacemos, le digo a ella, hay que ser ego¨ªsta, tristemente es as¨ª. Puede que no sea siempre bueno, pero para generar lo que tenemos en casa, la clave es no decaer. Me gusta ocupar el lugar que ocupo y para sostenerlo hay que apretar¡±.
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