Las joyeras olvidadas por la historia
Oficio de tradici¨®n masculina, la joyer¨ªa conoci¨® la modernidad cuando las mujeres se hicieron cargo de ella. Un libro recupera ahora la memoria colectiva de aquellas pioneras.
Cada d¨ªa, a las seis de la ma?ana, Louis Aragon cruzaba Par¨ªs desde Montparnasse hasta la rive gauche, malet¨ªn en ristre, como un representante cualquiera. Monsieur Triolet, se presentaba. En la valija, seis bandejas de fieltro, unas sobre otras, listas para ser desplegadas ante los compradores de las principales casas de moda. La mercanc¨ªa a colocar era tan imposible como excepcional: piezas de crin de caballo blanca, cuentas de vidrio transl¨²cido, porcelana y algod¨®n retorcido y recubierto de pintura nacarada. ¡°Collares de nieve y sue?os¡±, dijeron cuando se exhibieron por primera vez en el Sal¨®n de la Uni¨®n de Artistas Modernos parisiense, en 1929. ¡°Estas joyas hechas de nada¡±, respond¨ªa su autora, Elsa Triolet, madre de la joyer¨ªa moderna. Ya iba siendo hora de que se supiera de tama?a contribuci¨®n.
La de Elsa Triolet y Louis Aragon es una de esas historias que encienden el orgullo nacional franc¨¦s. ?l, poeta, escritor, ensayista e historiador, uno de los fundadores del surrealismo, intelectual del comunismo, miembro de la Resistencia durante la ocupaci¨®n nazi. Ella, novelista, periodista y traductora, la primera escritora en ganar el Premio Goncourt de literatura en 1945. Se conocieron en 1928, en La Coupole, una brasserie en la que alternaban con Duchamp, Picabia, Kisling, Man Ray y el matrimonio Delaunay, y se casaron en 1939. C¨®mo ser¨ªa el alcance de su romance que hasta Agn¨¨s Varda le dedic¨® un documental, Elsa la rose (1966). Lo que no se hab¨ªa contado es que tanto fue ese amor que ¨¦l lleg¨® a renunciar a su insigne nom de guerre para apoyar las seminales inquietudes art¨ªsticas de ella. Hasta ahora. ¡°Aunque los trabajos como joyera de Elsa Triolet tienen cierta repercusi¨®n, en realidad casi nadie conoce la verdadera historia. Por eso quise escribir este libro¡±, cuenta Pauline Castellani, autora de Libres et cr¨¦atrices: Elles ont invent¨¦ le bijou moderne (Libres y creadoras: ellas inventaron la joya moderna), el volumen editado por La Martini¨¨re a finales del pasado a?o que, sorpresa, destapa la joyer¨ªa como aliada de la mujer en su lucha por la igualdad.
Qui¨¦n lo iba a decir: metales nobles y piedras preciosas con discurso feminista. ¡°La joyer¨ªa siempre ha acompa?ado a las mujeres, haciendo visibles sus conquistas y nuevos gestos de libertad, a veces incluso de manera subversiva¡±, expone Castellani. La periodista, historiadora de formaci¨®n, ha convertido a las pioneras de la artesan¨ªa orfebre en las cuentas con las que hilvanar una narraci¨®n que no solo refiere los hallazgos creativos, sino tambi¨¦n la evoluci¨®n de la sociedad del ¨²ltimo siglo. ¡°Libros sobre Coco Chanel, Elsa Peretti o Loulou de la Falaise hay bastantes, pero ninguno hasta la fecha que las reuniera a todas y pusiera en perspectiva com¨²n sus contribuciones a este oficio y los tiempos que les tocaron vivir por igual¡±, explica. En un universo de tradici¨®n masculina, la irrupci¨®n femenina supuso, desde luego, revoluci¨®n y avance. ¡°Fueron ellas quienes finiquitaron la dictadura de la joyer¨ªa aparatosa, heredera del siglo XIX. Bajo su liderazgo, a partir de mediados de los a?os veinte puede decirse que las joyas nos han seguido en nuestro camino hacia la emancipaci¨®n¡±, contin¨²a Castellani, que habla de creaciones pensadas por mujeres para las mujeres, no para ser elegidas y regaladas por padres, maridos, amantes o amigos.
Entre los episodios m¨¢s significativos que recoge Libres et cr¨¦atrices figura, claro, el momento disruptivo de Coco Chanel con la presentaci¨®n de su primera l¨ªnea de alta joyer¨ªa, Bijoux de Diamants, en 1932. En las estancias del apartamento de la dise?adora, las 47 piezas de platino y diamantes luc¨ªan expuestas en maniqu¨ªes de cera, tremenda osad¨ªa. Chaumet, Cartier, Mellerio, Mauboussin, Radius y Van Cleef & Arpels, sus vecinos en el epicentro joyero de la Place Vend?me, respondieron a la provocaci¨®n presionando para impedir no solo la venta de las joyas, sino que adem¨¢s fueran desmontadas. ¡°Esta nueva generaci¨®n de creadoras comienza a erradicar la mirada masculina que ha imperado en el oficio, algo que se siente como una amenaza¡±, dice Castellani.
¡°Siempre me ha sorprendido que en Van Cleef & Arpels, por ejemplo, se nombre tan poco a Ren¨¦e Puissant¡±, prosigue, refiriendo el caso de la que fuera primera directora creativa de la firma. Hija de Alfred van Cleef y Estelle Arpels, Rachel Ren¨¦e Puissant es, en efecto, santo y se?a de la reinvenci¨®n del negocio. Al frente de la casa paterna desde 1926, los relatos suelen desplazarla en favor de Ren¨¦ Sim Lacaze, ensalzado como genuino dise?ador. De Puissant se cuenta que nunca aprendi¨® el oficio, que lo suyo era el estilo y detectar tendencias; sin embargo, durante su jefatura y hasta su prematura muerte (se suicid¨® en 1942) se sucedieron las innovaciones tecnol¨®gicas, como la serti myst¨¦rieux, t¨¦cnica patentada en 1933 que vuelve invisible el metal sobre el que se engastan las piedras preciosas.
Castellani aprovecha para visibilizar a aquellas pioneras cuyos nombres han quedado sepultados por el peso de las firmas en las que desarrollaron sus carreras. Ah¨ª est¨¢ la belga Jeanne Toussaint, modelo de determinaci¨®n a la que Louis Cartier encomend¨® la direcci¨®n creativa de la alta joyer¨ªa en 1933. Su extraordinario sentido del color, la proporci¨®n y el volumen atrap¨® para ¨¦l un nuevo tipo de clienta, fuerte, poderosa e independiente. ¡°Ha puesto la joyer¨ªa en el camino de la modernidad sin sacrificar el buen gusto¡±, proclamaron los titulares. La pantera s¨ªmbolo de la firma fue creaci¨®n suya. Y las lib¨¦lulas, las aves del para¨ªso, los flamencos, las extravagancias tutti frutti y las opulentas piezas inspiradas en el joyer¨ªo de los maraj¨¢s indios, legado continuado tras su retirada, en 1970.
De la misma pasta era la suiza Suzanne Belperron, que en 1919, a los 23 a?os, conquist¨® la casa parisiense de Ren¨¦ Boiven con sus formas simples y sus viv¨ªsimos contrastes de color. En las revistas, sus clips, brazaletes, carteras y pitilleras se usaban una y otra vez para enfatizar las prendas de Elsa Schiaparelli. Aliada con Bernard Herz, cuando el joyero fue detenido por la Gestapo y deportado al campo de concentraci¨®n alem¨¢n de Drancy (donde morir¨¢ en 1943), se las ingeni¨® para salvar la firma del expolio nazi haci¨¦ndose con el negocio. En las filas de la Resistencia francesa sigui¨® creando incluso cuando el Banco de Francia prohibi¨® el comercio de oro. En Karl Lagerfeld tuvo un rendido admirador y coleccionista.
¡°No se trata de unas joyeras entregadas a la belleza, son creadoras que responden a las necesidades de su tiempo, dinamizando el sector con su visi¨®n¡±, afirma Castellani, que cita a Line Vautrin y Elsa Triolet como favoritas, por el plus art¨ªstico de sus piezas: ¡°Ambas imbu¨ªan de poes¨ªa todo lo que creaban¡±. ¡°Me he empe?ado en hacer collares con materiales nunca antes utilizados, para que nadie tuviera que ense?arme la t¨¦cnica¡±, escribi¨® Triolet en Colliers de Paris. Lo que queda de su obra, apenas unas 56 piezas, se conservan en la Biblioteca Elsa Triolet de Saint-?tienne-du-Rouvray, en Normand¨ªa.
La memoria de Libres et cr¨¦atrices tambi¨¦n alcanza a las siguientes generaciones que han continuado sincronizando la joyer¨ªa con el momento sociocultural y pol¨ªtico. En plena segunda ola del feminismo, a principios de los setenta, Elsa Pe?retti y Loulou de la Falaise simbolizan esta nueva sensibilidad con piezas que abrazan cada ondulaci¨®n de un cuerpo cada vez m¨¢s libre. A partir de los a?os dos mil, el relevo lo encabeza la irreverente Victoire de Castellane desde Dior, bien secundada por Marie-H¨¦l¨¨ne de Taillac, Marion Vidal, Charlotte Chesnais, Val¨¦rie Messika, Gaia Repossi, Solange Azagury-Partridge¡ ¡°Como sus mayores, han conseguido zafarse de los c¨®digos vincu?lados a las piedras preciosas y la est¨¦tica misma de la joyer¨ªa, que todav¨ªa resultan demasiado estrictos¡±, concluye la autora. ¡°La suya es una conquista que se ha prolongado a lo largo de un siglo, por eso creo que es importante conocer sus historias. Eso y ponerlas en el lugar que merecen: el centro de la creaci¨®n¡±.
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