De la mierda primigenia a los alces de Laponia: la pareja que revolucion¨® su vida con una furgo
D¨¦borah Garc¨ªa e Iratxe Goikoetxea son n¨®madas del siglo XXI. En Instagram cuentan y muestran sus aventuras con el alias de Fl?neuses
Con las dos puertas traseras cerradas, el caf¨¦ impregna el ambiente del olor ligero de los desayunos. ¡°Es un caf¨¦ colombiano que nos ha dado mi padre. ?l suele guardarlo en el mismo sitio desde hace a?os, dentro de un bote viejo¡±, cuenta la historiadora D¨¦borah Garc¨ªa mientras Iratxe Goikoetxea, su pareja, dise?adora gr¨¢fica, de interiores y de producto, agarra el borde de una taza met¨¢lica con una pinza de apariencia rob¨®tica, para no quemarse. Dos de los artilugios que suelen cotizar al alza entre los que habitan una casa con ruedas son la batidora y la cafetera. Pero en esta hay muchos m¨¢s enseres que te ayudan a resolver el d¨ªa a d¨ªa: una l¨¢mpara que se despliega como las p¨¢ginas de una novela, una caja de herramientas, un brazo extensible para la tablet, una picadora. En este caso, adem¨¢s, hay plantas (entre ellas, una oscularia) y hay libros. ¡°Mi felicidad es leer¡±, dice D¨¦borah frente a la estanter¨ªa que comparte con Iratxe y donde solo entran un pu?ado de t¨ªtulos. Un hogar de seis metros cuadrados ¡ªcomo la furgoneta usada que compraron y camperizaron Iratxe y D¨¦borah¡ª tiende a ser minimalista por naturaleza.
Tras varios a?os de relaci¨®n a distancia ¡ªuna viv¨ªa en Oiartzun, un pueblo del Pa¨ªs Vasco con poco m¨¢s de 10.000 habitantes, a 14 kil¨®metros de San Sebasti¨¢n, y la otra, en Vitoria¡ª, la pareja de treintea?eras eligi¨® un veh¨ªculo como domicilio y como alternativa contra un sistema que impide el acceso a la vivienda a las rentas bajas. Antes de salir a las carreteras, un p¨®sit con dos palabras escritas ¡ª¡±vida n¨®mada¡±¡ª fue para ellas como una especie de mantra. A la basura que sacaron de la c¨¢mper tras meterle mano la llamaron ¡°mierda primigenia¡±. Transformaron las entra?as de la furgoneta en cocina-sal¨®n-dormitorio-oficina. D¨¦borah aprendi¨® lo que significa la palabra escuadrar ¡ªdisponer un objeto de modo que sus caras formen con las caras contiguas ¨¢ngulos rectos¡ª. Instalaron un dep¨®sito de 80 litros para distribuir el agua. Han aprovechado las dos puertas correderas para ventilar mejor y para tener un ba?o m¨¢s independiente. Y hoy, con lo que se hubieran gastado mes a mes por un piso de alquiler, hacen la compra, echan gasolina, pagan las facturas de los desperfectos y cubren el gasto de sus tel¨¦fonos.
Lo que convierte a Iratxe y D¨¦borah en n¨®madas modernas son los ordenadores port¨¢tiles y sus m¨®viles con aplicaciones. Se entienden mejor con Google Maps que con los mapas f¨ªsicos. Usan Park4night para escoger d¨®nde pasar¨¢n la noche. Palabras como timeline o van life son parte habitual de su vocabulario. Saben c¨®mo hacer volar un dron. Suelen ir en busca del sol, como las antiguas civilizaciones, porque la placa solar de la furgoneta les permite una mayor autonom¨ªa energ¨¦tica. Y en las redes sociales son conocidas como fl?neuses ¡ªuna derivaci¨®n de la palabra francesa fl?neur¡ª porque creen m¨¢s en el verbo descubrir que en el verbo llegar y se identifican con la actitud de los que caminan sin un rumbo fijo. ¡°Nuestro nombre nos une a esas mujeres que, salt¨¢ndose las convenciones sociales, fueron viajeras, aventureras, paseantes¡±, aseguran.
A menudo, las ventanas que utilizan para interactuar con la gente no son las de la c¨¢mper en la que amanecen, sino Twitter e Instagram, donde suelen firmar como Deb e Ira. ¡°He visto cosas que no creer¨ªais: el mar de Barents, auroras boreales, Laponia, alces y renos. Los paisajes m¨¢s alucinantes¡±, escribi¨® D¨¦borah en marzo de 2021. ¡°Siempre recordaremos Valldal por ser el lugar donde m¨¢s lavadoras y secadoras pusimos. Programamos tantas que los plomos saltaron¡±, cuenta otra de las publicaciones. ¡°Esto corresponde al d¨ªa de ?tretat. Estuvimos cuatro horas recorriendo acantilados. Lugares que otros, antes que nosotras, caminaron y pintaron¡±, dice una de sus postales digitales de Instagram. Gracias a esos instantes como empaquetados ¡ªa veces visuales y a veces, adem¨¢s, sonoros¡ª, logran que sus seguidores viajen y vean a trav¨¦s de sus ojos. En ocasiones, nos trasladan a parajes con nombres casi impronunciables, como Skibotn o Briksdalsbre. Y tambi¨¦n nos comparten las modificaciones que han hecho en la c¨¢mper.
Para cuadrar las cuentas, D¨¦borah escribe sobre cine y arte, y tiene suscriptores en Patreon, un sitio web de micromecenazgo para creadores. Iratxe hace dise?os como freelance. Un patrocinador les permite el acceso inal¨¢mbrico a internet. Entre las dos le han dado forma al p¨®dcast ¡°Historias en estado n¨®mada¡±. Y de vez en cuando se animan a domar el cabello de su pareja y ejercen de peluqueras. Han aprendido a dejar la comida sobre el techo cuando refresca para minimizar el uso del frigor¨ªfico, y a hacer de la sostenibilidad un credo. Y han sabido adaptarse a rutinas indispensables dentro de una furgoneta: cuando llega el fr¨ªo, por ejemplo, no se olvidan de apagar la bomba de agua todas las noches para evitar que las tuber¨ªas se hielen, y tratan de guardar las cosas donde corresponde. Aqu¨ª, la ¨²nica pol¨ªtica que siempre ha funcionado bien es el orden.
En este espacio donde cada mueble se acopla el resto a la perfecci¨®n, como si se tratara de piezas de Tetris, los problemas son lo ¨²nico que no tiene un espacio asignado previamente. ¡°Pero cuando est¨¢s viajando ni se evaporan ni desaparecen. Si tienes TOC, depresi¨®n o ansiedad, seguir¨¢s teni¨¦ndolos¡±, comenta D¨¦borah. ¡°Y adem¨¢s, est¨¢ el tema de la seguridad ¡ªle interrumpe Iratxe¡ª. A nosotras, en Suecia, nos abrieron la furgo¡±.
La pareja insiste siempre en que su elecci¨®n es personal. Y aunque se reconoce como parte de una tribu bastante solidaria, que a veces despierta en un aparcamiento y otras, en playas o bosques, tiene una manera singular de interpretar el mundo. Iratxe y D¨¦borah reivindican el derecho a perderse, la diversidad y la diferencia. Han escrito un elogio a las ruinas y entienden cada horizonte como un recuerdo. Han reflexionado en torno a la salud mental, el sufrimiento o la pobreza. Dicen que hay muchos cuadros pintados por mujeres en los s¨®tanos de los museos, que deber¨ªan estar expuestos y que Goya ten¨ªa una perspectiva interesante de g¨¦nero. A veces, hacen fotos con una Polaroid antigua y, a veces, la que no conduce le lee a la otra en voz alta alg¨²n pasaje de un libro. D¨¦borah escribe diarios a mano. Y entre las dos le van dando forma a la incertidumbre y tratan de disfrutar los momentos m¨¢s sencillos como si fueran grandes acontecimientos.
Las fl?neuses han compartido espacio con un m¨²sico que tocaba el viol¨ªn, con una chica francesa que alimentaba a un cordero con un biber¨®n, con otra que hu¨ªa de un extra?o que la persegu¨ªa y con un joven que sol¨ªa sacar una silla a la calle para tomar caf¨¦ reci¨¦n hecho. Han hecho amigos hasta cambiando bombillas. Rescataron a una gata en una estaci¨®n de servicio, la han adoptado y la han llamado Juanita en honor a las grandes Juanas de nuestro pasado, como Juana de Arco o Juana la Loca. ¡°Y porque era el ¨²nico nombre al que respond¨ªa¡±, explica Iratxe, y despu¨¦s se r¨ªe a d¨²o con su pareja mientras la gata juega en el suelo con lo que se encuentra (pies, zapatillas). Y el octavo pasajero es un caracol que aparece y desaparece. Un inquilino tan lento como silencioso que se pasea por el veh¨ªculo en un viaje de supervivencia que lo ha llevado a visitar una de las plantas, uno de los accesos a la furgoneta y hasta el armario donde est¨¢ la ropa.
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