Carolina Durante: m¨²sica para combatir la ansiedad
De fen¨®meno generacional con su himno ¡®Cayetano¡¯ al batacazo de la pandemia. Tras la aparici¨®n de su vocalista, Diego Ib¨¢?ez, en la serie del momento, ¡®Cardo¡¯, el grupo regresa con disco. Hablan sin tapujos del ¨¦xito, de las expectativas y de la angustia
Acaba de caer otra ronda de cervezas y es como si se hubiesen roto los diques de contenci¨®n. Mediod¨ªa de viernes y Malasa?a respira ya el ambiente de fin de semana. Ante un sorprendente y agradable sol de enero, las terrazas cobran vida, aunque sea invierno. La imposibilidad de encontrar sitio en las inmediaciones de la plaza del Dos de Mayo obliga a trasladarse hasta la de las Comendadoras, pero poco importa: Diego Ib¨¢?ez y Mart¨ªn Vallhonrat, cantante y bajista de Carolina Durante respectivamente, tienen ganas de charlar de su nuevo ¨¢lbum, Cuatro chavales. Sentados en una terraza, llega la nueva ronda de cervezas tostadas y es cuando Diego, con su particular¨ªsima chuler¨ªa castiza madrile?a al hablar, comenta de pasada que, a veces, est¨¢ demasiado en ¡°modo lloro¡±. No quiere darle m¨¢s importancia, pero conviene saber. Al final, mete unos sorbos al vaso y, con la complicidad de Mart¨ªn, ese modo sirve para explicar muchos de los problemas que afectan a su generaci¨®n y entender la esencia misma de una banda que, sin ning¨²n disco publicado, se convirti¨® en 2018 en un fen¨®meno de la m¨²sica independiente espa?ola, luego consolid¨® en 2019 su ¨¦xito al ser la formaci¨®n que actu¨® en m¨¢s festivales y ahora ha visto c¨®mo la pandemia cort¨® tajantemente su ascenso. Quiz¨¢ una proyecci¨®n truncada como les ha sucedido a muchas m¨¢s bandas y artistas, pero que en el caso de Carolina Durante casi suena a ese ¡°hosti¨®n en toda la cara¡± al que se refieren.
El golpe todav¨ªa duele. Carolina Durante ha sido uno de esos grupos cuya narrativa tiene todos los elementos de f¨¢bula del rock. La banda naci¨® en 2016 salida del colegio Santa Mar¨ªa de Yermo de Madrid. Una pandilla de amigos que se intercambiaba m¨²sica al salir de clase y que decidieron montar un grupo tras asistir a un concierto de Perro y Belako. Como dicen ellos mismos, no sab¨ªan cantar ni tocar, pero quer¨ªan divertirse. A la manera de Los Punsetes y Juanita y los Feos. En el local de ensayo, pasaron de versionar temas de otros a componer sus propias canciones con el fin de dar rienda suelta a todo lo que les pasaba por la cabeza. As¨ª, en sus primeros conciertos montados por ¡°colegas¡± en bares y salas peque?as, cantaban a los amores et¨ªlicos como se mofaban de las noches interminables en los garitos de Malasa?a. Eran una banda gamberra como otra cualquiera, intentando que la adolescencia fuera m¨¢s divertida cant¨¢ndola que vivi¨¦ndola. Hasta que lleg¨® Cayetano, la canci¨®n que lo cambi¨® todo. El bum. El pelotazo. El bofet¨®n a los pijos. ¡°Uno, dos, tres, cuatro¡¡±, cantaba Diego, recordando a la manera en la que Ramones daban paso a sus canciones punk aceleradas. ¡°Todos mis amigos se llaman Cayetano, zapatillas Pompeii, algunos tienen barco, siempre tres botones desabrochados, menudo pelazo, CEU San Pablo¡¡±, segu¨ªa la letra, acompa?ada de las guitarras macarras de Mart¨ªn y Mario del Valle y la bater¨ªa nerviosa de Juan Pedrayes. Adem¨¢s, ten¨ªa un estribillo definitivo: ¡°Todos mis amigos se llaman Cayetano. No votan al PP, votan a Ciudadanos¡±.
La canci¨®n sali¨® en marzo de 2018 y corri¨® como la p¨®lvora. Hasta entonces, cualquiera que hab¨ªa o¨ªdo el nombre del grupo pensaba que se refer¨ªa a una nueva cantante salida de alguna gran discogr¨¢fica con el fin de asaltar Operaci¨®n triunfo o las listas de ¨¦xito de Los 40. Sin embargo, lo que asaltaron fue la primera divisi¨®n del indie nacional, llegando a tocar en macrofestivales como el Bilbao BBK. Tambi¨¦n penetraron en la psicolog¨ªa de un pa¨ªs. Cayetano era una cr¨ªtica sin paliativos a parte de la derecha espa?ola, pero como radiograf¨ªa social alcanzaba a destapar una especie de subcultura, latente desde mucho tiempo atr¨¢s en Espa?a. Se refer¨ªa a alguien que, como en una parodia c¨®mica, todo el mundo sabe perfectamente qui¨¦n es, hasta ¨¦l mismo. Cayetano como t¨¦rmino era el nuevo pijo que podr¨ªa encontrarse en cualquier ciudad espa?ola, que ped¨ªa reservados en las discotecas y era enchufado por sus padres y sus contactos en las empresas. La canci¨®n no solo se convert¨ªa en un himno del grupo, sino que tambi¨¦n entraba en el acervo de la cultura popular espa?ola, como poco despu¨¦s hizo Rosal¨ªa con Malamente y ese adverbio que ya utiliza mucha gente. Ser un cayetano es ser el pijo que reivindica cierta rebeld¨ªa clasista y lo pol¨ªticamente incorrecto, que, si quiz¨¢ hoy ya no vota a Ciudadanos, vota de nuevo al PP o a Vox.
A Carolina Durante le han preguntado tanto por esta canci¨®n que parecen aburridos de contestar cualquier pregunta al respecto. Diego, compositor del grupo, insiste en que cre¨® el grupo para ¡°divertirse¡±. ¡°No somos una banda con la responsabilidad de hablar de nada¡±, asegura. ¡°Se espera que estemos todo el d¨ªa leyendo el peri¨®dico¡±, se queja Mart¨ªn. ¡°A m¨ª no me emocionan las chapas de pol¨ªtica y filosof¨ªa. En el arte no quiero el ensayo¡±, a?ade. A Cayetano le sigui¨® un primer ¨¢lbum que tambi¨¦n cargaba contra la hipocres¨ªa social y los convencionalismos. Ahora, con Cuatro chavales, vuelven a mostrar acidez en sus letras para ilustrar a personajes de nuestros d¨ªas, como en la canci¨®n Famoso en tres calles. ¡°Dedicada a toda esa gente que se quiere mucho y busca molar demasiado todo el tiempo¡±, se?ala Diego. Y, con todo, asegura Mart¨ªn: ¡°Nunca hemos hecho una canci¨®n pensando en lo que alguien espere de nosotros¡±. A lo que a?ade el cantante: ¡°Compongo pensando en mi peque?o mundo, en lo que me rodea¡±.
El t¨ªtulo del nuevo disco responde a ese peque?o mundo. Un lugar en el que Diego, Mart¨ªn, Mario y Juan ¡ªtodos tienen 27 a?os, menos Mart¨ªn, que tiene 29¡ª se cachondean de la vida y de s¨ª mismos, pero en el que, al igual que no quieren ser ¡°altavoz¡± de ninguna causa pol¨ªtica, no les gusta, a veces, la condescendencia hacia ellos. O les toman muy en serio o les tratan como a ni?os. Ese ¡°cuatro chavales¡± es la manera en la que se dirigen hacia ellos en todos lados: su propio sello discogr¨¢fico, periodistas, fot¨®grafos, publicistas, m¨²sicos m¨¢s mayores¡ ¡°?Qu¨¦ narices me est¨¢is contando?¡±, se pregunta Diego, recordando que todo el mundo les dice c¨®mo tienen que ser: no deben mostrarse m¨¢s adultos, no pueden posar con tanto rollo rock, tienen que ser ¡°m¨¢s ligeros¡±¡ ¡°Como cuando le dicen a Diego en las sesiones de fotos: ¡®Venga, pon tus caras de chaval¡±, explica Mart¨ªn, ri¨¦ndose de su compa?ero de banda. Diego empieza a hacer el tonto y se suma Mart¨ªn con m¨¢s caras de mono. ¡°El t¨ªtulo del disco y la canci¨®n Tu nuevo grupo favorito es una mofa, pero diciendo: ¡®Deja el rollo ya de los chavales. Que no somos ni?os ni somos gilipollas¡±, indica Mart¨ªn. ¡°?Qu¨¦ pesadez! El otro d¨ªa llamaron chaval a Jaime Lorente ¡ªactor de La casa de papel¡ª y luego vi que ten¨ªa 30 palos y es padre. ?No me jodas!¡±, se queja. Entre risas, el cantante a?ade: ¡°Solo lo entiendo cuando se lo oigo decir a mi abuelo en la carnicer¨ªa, que se lo dice hasta a pe?a de 50 a?os. Tampoco reivindicamos que seamos viej¨®venes, m¨¢s bien ser¨ªamos joviejos. Pero, sobre todo, reivindicamos que nos dejen un poco en paz¡±. Diego es uno de los protagonistas de Cardo, la serie sobre j¨®venes atascados sin expectativas creada por Claudia Costafreda y Ana Rujas y producida por Los Javis. Ha sido uno de los fen¨®menos de la temporada, llev¨¢ndose dos premios Feroz (mejor serie dram¨¢tica y mejor actriz para Rujas). Uno de los momentos m¨¢s comentados ha sido el primer plano del pene erecto de Diego en uno de los episodios.
Diego y Mart¨ªn charlan entre ellos llev¨¢ndose la contraria, burl¨¢ndose de s¨ª mismos, sin ning¨²n tipo de gravedad y con una alegr¨ªa contagiosa. Montan debates por todo y suelen acabar entre risas. Mario y Juan han tenido que irse, pero cuando est¨¢n son exactamente igual. Los cuatro se muestran muy naturales y simp¨¢ticos y nunca temen decir lo que piensan. Estos joviejos tienen una m¨¢xima: ¡°Aceptamos consejos, pero no chapas¡±. Es, por eso, que les ha gustado escuchar a m¨²sicos m¨¢s veteranos hablarles de c¨®mo afrontar el enorme par¨®n de la pandemia, todav¨ªa coleando en la vida de tantos artistas y que a ellos les cort¨® bruscamente su mete¨®rica carrera. ¡°El problema es que nos ha ido bien siempre hasta que lleg¨® la pandemia¡±, recuerda el cantante. ¡°Me entra bajona de pensarlo. Porque el tropiezo no es por nosotros, sino por algo ajeno. Adem¨¢s, tengo asociado que lo mejor de un grupo sucede al principio y que, a medida que pasan los a?os, va a ir peor¡±.
La mesa est¨¢ presidida por raciones de alitas de pollo y nachos con queso cuando Diego comenta que todas estas preocupaciones le ponen en ¡°modo lloro¡± y, entonces, sus colegas de toda la vida le espabilan para que se d¨¦ cuenta de todo lo que tiene y ha conseguido. ¡°Me dicen que a llorar a la llorer¨ªa¡±, se?ala. ¡°Soy un preo?cup¨®n¡±, sentencia. Entonces, llega la nueva ronda de cervezas tostadas. Esa ronda que rompe definitivamente la contenci¨®n. Parece que la cosa se va a quedar ah¨ª, pero, tras unos tragos, accede a explicarse m¨¢s: ¡°Lo que quiero decir es que me preocupo por lo que ha pasado y por lo que podr¨ªa haber pasado¡±.
Esa preocupaci¨®n en m¨¢s de una direcci¨®n se guardar¨ªa en la segunda cara de Cuatro chavales, m¨¢s ¨ªntima y oscura que la primera del disco. Al principio de la conversaci¨®n, Mart¨ªn se hab¨ªa referido a ella como una parte que habla de la ¡°aceptaci¨®n¡±. Diego dec¨ªa que, al componer, no quer¨ªa entrar en la apat¨ªa ni en la solemnidad de la pandemia, pero tampoco en lo que llaman ¡°optimismo fake [falso]¡±. ¡°Quer¨ªamos que la sensaci¨®n que deje el disco sea la de un grupo que se acaba de juntar. Cuatro acordes y para adelante¡±, asegur¨® Mart¨ªn. Esa urgencia sonora de esa banda que parece que se acaba de juntar, y que a veces recuerda a Ramones, otras a Mam¨¢ Ladilla y otras a una formaci¨®n indie anglosajona de primera escuela, destapa, finalmente, a unas personas con problemas de ansiedad, tristes y, por momentos, resignadas. Puede que haya risas y l¨¢grimas a la vez, pero no deja de haber l¨¢grimas dentro del t¨ªo vivo sin frenos que parecen estos tiempos. Es m¨²sica en el famoso ¡°modo lloro¡±.
Tan expresivo con los gestos de las manos siempre, Diego baja revoluciones y confiesa que nunca se ha puesto a hablar de su ansiedad y que no entraba en sus planes. Mart¨ªn le anima, casi de la ¨²nica forma posible: hablando antes ¨¦l de la suya. ¡°Aqu¨ª tenemos que turnarnos para estar mal. Es como si cuando lo est¨¢ uno, no lo puede estar el otro¡±, apunta el bajista, quien tuvo una gran crisis el pasado marzo. A Mart¨ªn le mataba la apat¨ªa que ten¨ªa por todo, incluida su familia y amigos. ¡°Solo ve¨ªa todo lo malo de mi entorno y eso no me permit¨ªa estar con gente¡±, cuenta. Busc¨® evadirse con fiestas en pisos y donde fuera mientras no paraba de demandarse a s¨ª mismo estar bien. ¡°Iba a tope, pero no serv¨ªa de nada¡±, recuerda. Y, al final, le pudo ¡°la exigencia de la sociabilidad¡±, es decir, tener que figurar entre todo el mundo porque era como una obligaci¨®n. ¡°Es muy dif¨ªcil de explicar porque est¨¢s en contradicci¨®n: tu cuerpo por un lado y tu mente por otro¡±. Acab¨® por reventar: ¡°Llegu¨¦ en marzo al hospital pensando que ten¨ªa un paro cardiaco¡±.
No hay excesiva gravedad en sus palabras. Al contrario: hay naturalidad. ¡°Creo que es un tema generacional hablar de la salud mental y m¨¢s ahora con la pandemia¡±, asegura el bajista, quien va al psic¨®logo. Sucede lo mismo con Diego, algo m¨¢s precavido al principio, pero que se expresa sin drama. ¡°Yo no he ido de urgencia al puto hospital¡±, dice con media sonrisa c¨®mplice. ¡°Pero he sentido tanto espacio vac¨ªo que tambi¨¦n he estado al borde del colapso¡±. Se ha acercado al precipicio en los ¨²ltimos a?os siempre bajo la sombra de ¡®Cayetano¡¯. ¡°Hago una canci¨®n buena, pero solo pienso en que tengo que hacer muchas. Me como el coco solo con eso. Solo pienso en el hit¡±. Sin embargo, afirma que es ¨²nicamente uno de los agobios actuales. Dice vivir desde adolescente con ¡°pensamientos intrusivos¡± y que las ¡°rayaduras¡± vienen de siempre. ¡°F¨ªsicamente te saca de ti mismo. No te permite estar con gente a no ser que vayas todo chuzo. Da igual el ¨¦xito. Antes me machacaba con sacar nota en el colegio, con la carrera, con lo que iba a dedicarme tras la universidad¡ Todo me val¨ªa para ponerme presi¨®n¡±. Por eso, desde los 17 a?os Diego ha ido al psic¨®logo y al psiquiatra y se ha medicalizado. ¡°La ansiedad forma parte de m¨ª. Es mi bro¡±, sentencia bromeando. Un bro conocido por mucha gente, seg¨²n su propio an¨¢lisis al observar su entorno: ¡°Es lo que hay. Est¨¢ todo el mundo en la mierda¡±.
Hay tiempo para otra ronda de cervezas. Es viernes, luce el sol y conviene agarrarse ya al fin de semana. Como chavales. Cuando Diego piensa en todo lo que no han podido hacer como banda en estos casi dos a?os de pandemia, se acuerda de Los Enemigos. ¡°Escucho su tema Siete mil canciones y me vengo arriba. A estas alturas, cuando ya parec¨ªa que no volver¨ªan y estaban acabados, sacan esta brutalidad de canci¨®n¡±. M¨²sica para combatir la mierda. Justo, lo que quiere hacer Carolina Durante. Regresar. Y regresar ya a los conciertos. Porque all¨ª, sobre el escenario, con las guitarras rugiendo y el micr¨®fono ardiendo mientras empieza el pogo en el p¨²blico, Diego sabe definir a la perfecci¨®n esa sensaci¨®n, estado o locura: ¡°Modo Dios¡±.
Estilismo de Gema Polanco.
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