Ibeyi, las gemelas que curan con su m¨²sica
En su nuevo ¨¢lbum, giran hacia ritmos urbanos sin dejar su ra¨ªz cubana: ¡°Seguimos cantando al lado de nuestros ancestros¡±
Son gemelas, pero el parecido entre Lisa-Kaind¨¦ y Naomi es relativo. La primera tiene aspecto et¨¦reo y una voz suave, de esas que obligan a aguzar el o¨ªdo, aunque luego hable por los codos. A su lado, apoyada contra el respaldo de su butaca, su hermana Naomi escucha en silencio (y puede que con una pizca de desconfianza) e interviene solo cuando la ocasi¨®n lo requiere. Lisa-Kaind¨¦ vive en Londres, seducida por ¡°la electricidad que uno siente en sus calles¡±. La segunda prefiri¨® quedarse en la ciudad donde crecieron, Par¨ªs, hijas del percusionista cubano Ang¨¢ D¨ªaz, integrante de Buena Vista Social Club, y la cantante y fot¨®grafa Maya Dagnino, de origen tunecino y venezolano. El encuentro con las dos mitades de Ibeyi tiene lugar en la sede de su discogr¨¢fica en la capital francesa. Presentan su tercer ¨¢lbum, Spell 31, con el que estas hermanas de 27 a?os se distancian de algunos de los rasgos que las dieron a conocer hace una d¨¦cada, cuando Beyonc¨¦ o Adele las alabaron y el difunto Karl Lagerfeld las escogi¨® para poner banda sonora en directo a un desfile de Chanel en La Habana.
Tras dos discos muy marcados por la tradici¨®n cubana, cambian ligeramente de sonido, en direcci¨®n a esos ritmos urbanos que han invadido el planeta, en un giro que apuntalan sus colaboraciones con cantantes como Jorja Smith, diosa del soul de la ¨²ltima hornada, o Pa Salieu, rey del drill londinense. En la producci¨®n se encuentra Richard Russell, jefe de su sello, XL Recordings, y su primer valedor en la m¨²sica, al que debemos descubrimientos como M.I.A. o ?Dizzee Rascal. La espiritualidad de ra¨ªz yoruba sigue presente, pero con menos protagonismo. ?La quer¨ªan dejar de lado? ¡°De ninguna manera¡±, responden al un¨ªsono. ¡°Aunque aspir¨¢semos a eso, nunca lo lograr¨ªamos del todo. Seguimos cantando por nuestro padre, que muri¨® cuando ten¨ªamos 11 a?os. Por nuestra hermana Yanira, que tambi¨¦n falleci¨®. Seguimos cantando al lado de nuestros ancestros¡±. Hablan de un cambio de m¨¦todo. Antes era Lisa-Kaind¨¦ la que empezaba escribiendo sus letras, a las que Naomi pon¨ªa m¨²sica. Esta vez fue al rev¨¦s: todo empez¨® con los ritmos de la segunda, a los que su hermana se amold¨® hasta el punto de cederle su plaza de vocalista titular. ¡°No me hiri¨® el ego, ten¨ªa sentido¡±, dice Lisa-Kaind¨¦. ¡°Solo me cost¨® 24 horas hacerme a la idea¡±. Para ellas, acercarse al hip hop era una cuesti¨®n de coherencia. ¡°Es una m¨²sica que nos gusta, que se nos parece y que escuchamos en nuestras vidas. Un d¨ªa me gustar¨ªa hacer un disco de reguet¨®n¡±, sostiene Naomi, m¨¢s en serio que en broma (a su hermana, la perspectiva parece hacerle una gracia tirando a moderada).
En el disco se detecta tambi¨¦n un inter¨¦s por tratar nuevos temas. Un tema incluye el fragmento de un discurso de Michelle Obama sobre la relaci¨®n enfermiza de Donald Trump con las mujeres, mientras que otro recuerda un incidente de Lisa-Kaind¨¦ con la polic¨ªa francesa, que la detuvo por error cuando era adolescente. Se adivina un giro que las hace salir del apolitismo del pasado. ¡°No hablamos de eso¡±, se cierran en banda. Su compromiso existe, aunque no sea partidista.
El disco fue compuesto y grabado entre Londres y Par¨ªs en sucesivos confinamientos. ¡°Despu¨¦s de un periodo tan complicado, nuestra voluntad ha sido hacer m¨²sica capaz de curar¡±, dicen. Su medicina son las l¨¢grimas, como reza el t¨ªtulo de otro de los cortes del ¨¢lbum. ¡°Tenemos amigos que dicen que no han llorado desde hace a?os. A nosotras, llorar nos parece tan imprescindible como respirar¡±.
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