¡°Puede haber extraterrestres, pero no pueden llegar hasta aqu¨ª¡±
Vicente-Juan Ballester Olmos es el Sherlock Holmes de los uf¨®logos. Empez¨® a perseguir extraterrestres a los 17 a?os. Han pasado 57 y nunca dej¨® de analizar ovnis. Pero su rigor al aplicar un m¨¦todo racional de investigaci¨®n le ha llevado, parad¨®jicamente, a dejar de creer en platillos volantes. Sabe tanto que el Ej¨¦rcito le pidi¨® ayuda para desclasificar sus casos oscuros de avistamientos de fen¨®menos raros.
Tras 57 a?os investigando ovnis, Vicente-Juan Ballester Olmos, de 73, ha llegado a una conclusi¨®n: los ovnis no existen. Al menos, los que se entienden como naves tripuladas por extraterrestres. Ning¨²n ser de otro planeta ha llegado hasta aqu¨ª al mando de un platillo volante.
¡ª?Y no es eso una decepci¨®n tras tanto estudio?
¡ªNo, una liberaci¨®n.
¡ª?Y no siente que ha desperdiciado media vida persiguiendo algo que no existe?
¡ªNo, porque la aventura de descubrirlo ha sido y es fascinante.
La casa de Ballester Olmos es un piso de clase acomodada perfectamente normal en el centro de Valencia. Su estudio-biblioteca, no: ordenado al mil¨ªmetro, almacena miles de libros, en espa?ol, ingl¨¦s y franc¨¦s, sobre ovnis, astronom¨ªa, extraterrestres, avistamientos y astrof¨ªsica, entre otras materias, siempre relacionadas con la (posible) llegada de seres de otros planetas hasta la Tierra. Una de las estanter¨ªas guarda los 11 que ¨¦l mismo ha escrito sobre el asunto. Los archivos de documentos que conserva, tambi¨¦n perfectamente ordenados, registran una por una sus cientos de investigaciones sobre el terreno y sus zambullidas en el mar de documentos de organismos oficiales y no oficiales: atesora fotograf¨ªas de cosas luminosas en l¨¢minas plastificadas, recortes de peri¨®dicos de cinco d¨¦cadas, trayectorias de objetos, dibujos de alien¨ªgenas seg¨²n testimonios de informantes, expedientes militares, grabaciones de entrevistas a testigos¡ Es el Sherlock Holmes de la ufolog¨ªa. Su meticulosidad, su obsesi¨®n por el dato preciso y por no dejarse convencer de antemano le llevaron a que, hace a?os, un teniente coronel espa?ol de inteligencia, algo agobiado porque deb¨ªa desclasificar y hacer p¨²blicos m¨¢s de un centenar de casos de ovnis registrados por el Ej¨¦rcito espa?ol, le llamara para pedirle ayuda. Ballester acept¨® encantado. Llevaba desde la adolescencia prepar¨¢ndose para ello.
Muchas veces un detalle determina una vida. Una minucia estalla y todo bascula para siempre. El joven Ballester Olmos, un chico estudioso de 16 a?os, aficionado a la ciencia, le¨ªa un volumen sobre astronom¨ªa cuando una nota a pie de p¨¢gina le imant¨® en el sof¨¢: el texto de que hab¨ªa pilotos de la aviaci¨®n estadounidense que afirmaban haber observado objetos extra?os luminosos en el cielo que carec¨ªan de explicaci¨®n l¨®gica o cient¨ªfica. La minucia. Otros hubieran pasado de largo. O se hubieran conformado con buscar m¨¢s informaci¨®n en otros sitios sobre esos fen¨®menos, con consultar m¨¢s libros, con dar el salto l¨®gico a las novelas y a las pel¨ªculas. Vicente-Juan, no. Vicente-Juan sali¨® a su encuentro.
El primer paso lo dio meses despu¨¦s. Fue el 22 de octubre de 1966. Aquel d¨ªa ley¨® un titular en el peri¨®dico Levante: ¡°Objeto luminoso sobre el cielo de Valencia¡±. El texto, firmado por Pelejero, un periodista local, comenzaba as¨ª: ¡°A las cinco y media de la madrugada de ayer, un vigilante de uno de los almacenes del puerto nos llam¨® para informarnos de que hab¨ªa visto cruzar el firmamento un objeto extra?o que desprend¨ªa una gran luz. Nosotros nada ponemos ni quitamos¡¡±. Vicente-Juan pidi¨® a su padre que le llevara en coche al puerto de Valencia a fin de tratar de saber qu¨¦ era aquello. Emprend¨ªa su primera investigaci¨®n ovni. Entrevist¨® al vigilante que dio la voz de alerta; dibuj¨® un croquis de la zona, incluyendo la posici¨®n del testigo y el aspecto y la trayectoria del objeto, que era rojo intenso y amarillo; busc¨® las posibles explicaciones de expertos y redact¨® un informe mecanografiado que a¨²n conserva en su archivo infinito y que especifica que la bola que atraves¨® esa madrugada el cielo de Valencia era, con total seguridad, ¡°un meteoro incandescente¡±. Luego a?adi¨®, al lado de su firma, ¡°NEGATIVO¡±. Es decir: no hay constancia de seres extraterrestres.
Todo un presagio. Pero en vez de arredrarse o desmoralizarse, el novato se carg¨® de determinaci¨®n. Habr¨¢ que seguir buscando. Habr¨¢ que buscar en otra parte.
Empez¨® a estudiar una carrera, pero la dej¨® por su afici¨®n-obsesi¨®n a los ovnis. Entr¨® a trabajar en Ford, donde lleg¨® a ser gerente en el departamento financiero. Se cas¨®, tuvo tres hijos. Reconoce que no podr¨ªa haber hecho lo que ha hecho sin ese trabajo que le dejaba tiempo y del que se prejubil¨® a los 57 a?os, y sin esa mujer que acept¨® que una habitaci¨®n de la casa y una gran parte de la existencia de su marido estuvieran dedicadas a los ovnis.
No siempre fue un descre¨ªdo, pero jam¨¢s fue un cr¨¦dulo. Hay recortes de peri¨®dico en los que, con 20 o 25 a?os, afirma que no hay pruebas de la existencia de platillos volantes. ¡°Nunca quise creer por principio. Yo lo que quer¨ªa era saber. Al principio cre¨ªa porque mis mayores, es decir, muchos investigadores que me hab¨ªan precedido, cre¨ªan. Pero luego, poco a poco, me he ido dado cuenta de que todo eso es humo. No fue algo de un d¨ªa para otro. Fue paulatino¡±. Entre medias entrevist¨® a decenas de personas que aseguraban no solo haber visto platillos volantes, sino a extraterrestres descender de ellos o maniobrar en su interior. ¡°Eso era lo interesante. ?C¨®mo una persona normal, sin ¨¢nimo de mentir, asegura que ha visto eso? Siempre se repiten los mismos patrones: siempre es un ¨²nico testigo, y ya los romanos dec¨ªan: ¡®Testigo ¨²nico, testigo nulo¡¯. Nunca hay pruebas objetivas (huellas, marcas en el terreno¡) que no sean circunstanciales. Por si fuera poco, las entidades antropomorfas con las que dicen haberse topado nunca coinciden de un testigo a otro: a veces son altos, a veces bajos, a veces tienen una cabeza enorme. Analizar por qu¨¦ alguien cree haber visto eso entra dentro del campo de la psicolog¨ªa. Esos testigos no me ment¨ªan: muchos de ellos pensaban que hab¨ªan visto lo que dec¨ªan haber visto. Pero no era verdad¡±.
A veces el fen¨®meno es m¨¢s complicado e inquietante. La tarde del 5 de marzo de 1979, en Canarias, cientos de testigos y observadores de distintas islas vieron simult¨¢neamente un fen¨®meno luminoso que definieron a la vez como una bola, un objeto, un cohete, una estela y hasta un electrocardiograma dibujado en el espacio. No solo lo vieron los testigos desde tierra. El informe secreto que el Ej¨¦rcito del Aire elabor¨® al respecto ¡ªdesclasificado junto con todos los dem¨¢s en los noventa¡ª agrega los testimonios transcritos de algunos pilotos que conduc¨ªan aviones por la zona en ese momento y la de algunos controladores. Aqu¨ª se reproducen solo algunos:
Piloto de avi¨®n 1: ?Tenemos un objeto luminosoa nuestra derecha!
Piloto de avi¨®n 2: ?Creo que est¨¢ en la verticalde Tenerife y subiendo!
Piloto de avi¨®n 3: ?Nosotros lo hemos visto venir hacia nosotros dejando una estela luminosa a una velocidad enorme y de pronto se ha quedado parado y vemos que a¨²n est¨¢ parado
Controlador a base a¨¦rea militar: ?T¨² no ves ah¨ª una cosa muy rara de luz y eso? Es que lo est¨¢n viendo todos los aviones y nosotros tambi¨¦n (¡) ?Ha subido a 70.000 pies en 10 segundos! ?Es una barbaridad! A ver si nos est¨¢n invadiendo los ovnis¡
El comandante que hizo de juez instructor del informe concluy¨®: ¡°Despu¨¦s del an¨¢lisis de este fen¨®meno (¡) tenemos que plantearnos seriamente la necesidad de aceptar la hip¨®tesis de que unas naves de origen desconocido e impulsadas por una energ¨ªa asimismo desconocida se mueven libremente por los cielos de Canarias¡±.
Ballester Olmos, con el tiempo, demostr¨® lo que ¨¦l ¡ªy otros¡ª supon¨ªa desde el principio: el efecto lum¨ªnico se deb¨ªa a un misil. En concreto, a un misil bal¨ªstico intercontinental estadounidense lanzado desde un submarino situado a 1.000 kil¨®metros del archipi¨¦lago canario. Y lo demostr¨® ¡ªcomo demostr¨® decenas de fen¨®menos casi id¨¦nticos en la misma d¨¦cada¡ª cotejando, cuando tuvo acceso a los documentos secretos de la Marina de EE UU, las fechas y las horas de los lanzamientos con las de los avistamientos en Canarias.
Toda su vida ha consistido en eso: demostrar con datos, respaldado por la t¨¦cnica y el m¨¦todo cient¨ªfico, aun a costa de su propio deseo, que no era un platillo volante lo que hab¨ªa entrevisto un piloto o un conductor en una carretera solitaria, sino el planeta Venus, o un misil, o un globo sonda, o la reentrada en la atm¨®sfera de chatarra espacial, o un meteoro, o una nube, o un ave¡
Su postura le ha costado enfrentamientos con alg¨²n colega m¨¢s proclive a proclamar alegremente la existencia de extraterrestres. El fen¨®meno ovni se aliment¨® de una etapa hist¨®rica determinada, la que coincide con la conquista del espacio. Y Ballester Olmos pertenece a la generaci¨®n de uf¨®logos que empezaron entonces. Batall¨® siempre para que el Ej¨¦rcito, que guardaba celosamente desde 1962 sus archivos ovni, los desclasificara. Por eso sinti¨® como una victoria personal que una ma?ana de 1992, cuando se encontraba en la sede del Cuartel General del Aire, en Madrid, consultando unos documentos, le llamara el jefe de la secci¨®n de inteligencia del Mando Operativo A¨¦reo (MOA) y responsable de la desclasificaci¨®n de los expedientes ovni del Ej¨¦rcito, el teniente coronel ?ngel Bastida, que conoc¨ªa su trabajo, para que le ayudara a explicar y sacar a la luz toda esa informaci¨®n. Se cre¨® un equipo multidisciplinar que analiz¨® los 84 expedientes, que ocupaban 2.000 p¨¢ginas y que trataban 122 avistamientos (entre ellos, el del misil citado). Resolvieron todos los casos excepto dos, que, debido a su antig¨¹edad, no conten¨ªan datos suficientes como para ofrecer una explicaci¨®n convincente. Ni rastro de platillos volantes.
Entonces, ?no hay nada ah¨ª afuera? ?Estamos solos? La pregunta se vuelve casi amarga cuando se le hace a un hombre que lleva toda la vida persiguiendo extraterrestres sin ¨¦xito, en parte porque emplea el m¨¦todo de Sherlock Holmes a fin de no enga?arse. Asegura que la probabilidad de que haya vida inteligente en el universo es muy alta, que Carl Sagan calculaba que solo la V¨ªa L¨¢ctea podr¨ªa albergar millones de civilizaciones, de que hay estudios recientes que hablan de 5.000 exoplanetas con posibilidades¡ Pero luego a?ade que el gran problema es que el exoplaneta m¨¢s cercano de todos ellos se encuentra a muchos a?os luz de la Tierra y que la velocidad de la luz no se puede rebasar. Y concluye:
¡ªPuede haber extraterrestres, pero no pueden llegar hasta aqu¨ª.
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