Ibrahim Bah: ¡°?T¨² has visto a un negro con traje en Espa?a? Yo no lo he visto ni en Madrid¡±
Naci¨® en el seno de una familia privilegiada de Guinea-Conakry. Estudiaba Derecho y luchaba por los derechos humanos hasta que ¨¦l y los suyos fueron encarcelados. Huy¨®, cruzando medio continente africano a trav¨¦s del desierto del S¨¢hara. En Marruecos se subi¨® a una patera que acab¨® hundi¨¦ndose. Hoy es camarero en Algeciras y ha escrito un libro titulado ¡®Tres d¨ªas en la arena¡¯.
En Algeciras (Ca?diz) la temperatura no supera los 30 grados, pero el ambiente es pesado y pegajoso. El olor del gaso?leo del puerto flota confundie?ndose con el del mar, y la humedad agobiante del di?a se convierte en relente durante la noche. Ibrahim Bah (Guinea-Conakry, 27 an?os) vive desde hace dos an?os en esta ciudad que a menudo se describe como una frontera. Y e?l de fronteras sabe. Hace poco ma?s de tres an?os era el hijo mayor de una familia adinerada, estudiante de Derecho y activista por los derechos humanos. Hasta que fueron arrestados por su implicacio?n en las reuniones poli?ticas clandestinas que organizaba su madre condenando el asesinato de jo?venes en las protestas de 2018 contra el entonces presidente, Alpha Conde?. Un amigo de su padre le saco? de la ca?rcel y le dio 200 euros para que se fuera de Guinea. Asi? comenzo? el periplo de Bah, que duro? seis meses y supuso atravesar medio continente africano hasta embarcarse en una patera que acabari?a rompie?ndose en medio del mar antes de llegar a Espan?a. Un viaje en el que fue engan?ado, sufrio? maltrato y rezo? a Dios para que acabase con su vida porque no aguantaba ma?s el sufrimiento. Hoy vive aqui?, en Algeciras, donde es camarero y profesor de baile. Acaba de comprometerse con su futura mujer y ya tiene un permiso de residencia y un bebe? de dos meses. Tambie?n le ha dado tiempo a aprender un castellano impecable con el que ha relatado su experiencia migratoria en el libro Tres di?as en la arena.
Cuando sali¨® de Guinea no sab¨ªa que iba a ir a ?Espa?a.
No. Yo no ten¨ªa esa necesidad. Yo ten¨ªa un sue?o: ser un buen abogado y quedarme en mi pa¨ªs a luchar. En esos pa¨ªses, estudiar es un gran privilegio.
?Era usted un privilegiado?
S¨ª, afortunadamente. Y ten¨ªa que aprovecharlo para hacer algo. Y al final tuve que huir. Mi objetivo era quedarme en un pa¨ªs cercano, en Mal¨ª, por ejemplo. Pero en Mal¨ª estaba a¨²n peor que en Guinea. El problema de los pa¨ªses africanos es que sales de tu pa¨ªs buscando un lugar mejor y te encuentras con que es a¨²n peor que el tuyo.
Parte solo, pero acaba con un grupo de migrantes.
Iba cambiando de grupo. En el camino te encuentras a muchas personas y todos tienen su historia. Te encuentras con hombres, mujeres, ni?os¡
Las mujeres no suelen llegar a Melilla.
No, porque son las que m¨¢s sufren este viaje. En muchos pa¨ªses africanos no tienen ning¨²n derecho, y de las que salen para buscar una oportunidad, muchas se quedan en el camino. Las venden, las prostituyen, las violan. Yo he visto a mujeres embarazadas que no ten¨ªan ni idea de qui¨¦n era el padre.
?Ellas saben lo que les espera cuando huyen de sus pa¨ªses de origen?
La esperanza es un arma peligrosa.
?La esperanza es un arma?
S¨ª. La esperanza me ha hecho sufrir much¨ªsimo y al mismo tiempo me obligaba a llegar a la meta pasara lo que pasara. Me hac¨ªa sufrir y me daba fuerza.
Para llegar a Argelia pas¨® por Mal¨ª, Burkina Faso y N¨ªger. ?No hab¨ªa un camino m¨¢s corto?
Lo hab¨ªa. Pero ten¨ªas que pasar por Tombuct¨², donde est¨¢ Boko Haram, y arriesgarte a que te matasen o te obligasen a matar.
?Cu¨¢l fue el tramo m¨¢s duro del camino?
Pasar de N¨ªger a Argelia. Tuve que cruzar el desierto del S¨¢hara. De ah¨ª el nombre del libro, Tres d¨ªas en la arena. Pas¨¦ tres d¨ªas atraves¨¢ndolo y fue lo m¨¢s duro que he vivido en mi vida. Primero empec¨¦ a no sentir mi cuerpo. Iba como si fuera un robot. Despu¨¦s desaparecieron mis sentimientos. No hab¨ªa ni rabia, ni dolor, ni pasi¨®n, ni pena. Nada. Es como si ya estuviera muerto. El hambre y la sed que pas¨¦ all¨ª me llevaron a beberme mi orina.
?Cu¨¢ntas personas murieron en el trayecto?
Salimos 50 y llegamos 20 o 25. Pero no s¨¦ cu¨¢ndo se pararon o cu¨¢ndo se quedaron atr¨¢s. Yo solo pensaba en sobrevivir. Vi a una madre abandonar a su hijo y le daba igual. Algunos compa?eros ca¨ªan y ped¨ªan ayuda y nos daba igual. Solo quer¨ªamos sobrevivir.
?Ahora piensa en esos momentos?
S¨ª. Escribiendo el libro ten¨ªa muchas pesadillas. Me levantaba por las noches gritando. Me culpaba y me preguntaba: ¡°?Por qu¨¦ no hice nada por ellos?¡±. Muchas personas que acaban ese camino con vida deciden olvidarlo para no sufrir. Pero eso es a¨²n peor, porque guardas ese peso que te come por dentro.
?Quer¨ªa abandonar ese recuerdo?
S¨ª, muchas veces lo dej¨¦, pero mi mujer dec¨ªa: ¡°Escr¨ªbelo, te va a ayudar¡±. Sab¨ªa que el sufrimiento no iba a ser mayor que el del viaje. He sobrevivido. Si llego y me callo, ser¨ªa un sacrificio que no merece la pena. El d¨ªa que acab¨¦ el libro era como si alguien me hubiera quitado un peso de encima. Me sent¨ª libre de este trauma, este pasado, este viaje.
?Cu¨¢ntas veces ha estado en la c¨¢rcel?
En Guinea y en Argelia. Pero en Argelia, solo porque era negro. Me llamaban animal, me agred¨ªan por la calle. Cuando me llevaron a la c¨¢rcel, me pegaron una paliza. Me desnudaron, me metieron mano. Yo no hab¨ªa hecho nada.
?C¨®mo sigue confiando en la gente despu¨¦s de todos los enga?os, los malos tratos y las palizas?
Sinceramente, yo ya no conf¨ªo en nadie. Pero hay situaciones en las que no tienes m¨¢s remedio. Aunque no conf¨ªes en la gente, o lo haces o mueres. O te arriesgas o te quedas y mueres.
Siempre seguir adelante.
Cada persona que conoc¨ª en el camino dec¨ªa lo mismo: prefiero seguir y morir que volver. ?Crees que nosotros salimos de nuestros pa¨ªses por gusto, para morir? Nadie lo hace. En Espa?a mucha gente sabe la verdad, pero no quiere verlo.
?Por los discursos pol¨ªticos?
Porque simplemente no quieren. Los africanos siempre estamos culpando a Europa, pero nosotros tambi¨¦n hemos cometido errores. No nos hemos hecho responsables de nuestra situaci¨®n. Yo podr¨ªa culpar por todo el racismo que he vivido, pero no, me responsabilizo y busco la ra¨ªz del problema.
?Y d¨®nde est¨¢?
Est¨¢ en que desde el principio no nos comprometimos a luchar contra el racismo. Elegimos lo m¨¢s f¨¢cil, pensar con pena: ¡°No puedo hacer nada¡±. Mentira. Siempre puedes hacer algo. Has hecho un viaje de un a?o, dos a?os, tres a?os. Has vivido todos los peligros de este mundo. Has sobrevivido. ?No puedes hacer nada? Los eu?ropeos fueron a ?frica y les abrimos la puerta. Vendimos a nuestros hijos como esclavos a Am¨¦rica. Ellos hablaban con el rey del pueblo y el rey del pueblo les vend¨ªa 10 negros. Son los propios africanos los que abren hoy la puerta para que sigan saqueando ?frica. Fue un paisano m¨ªo el que me meti¨® en una patera, y la patera se hundi¨®. ?bamos 75 personas dentro. Muchos murieron.
?Sab¨ªa que iba a hacer el viaje en patera?
No.
?Sab¨ªa que exist¨ªan las pateras cuando estaba en Guinea?
No. Y el que me meti¨® en una patera no me dijo nada. Me dijo que pagase y que volviera en dos d¨ªas, que un crucero estar¨ªa esper¨¢ndome. Yo no cre¨ªa que el ser humano era capaz de meter 75 personas en una barca hinchable.
?En qu¨¦ momento el hombre empieza a tratar tan mal al otro?
En el momento en el que piensa que es mejor que otro. Cuando se cree superior porque t¨² est¨¢s en su pa¨ªs y solo podr¨¢s cruzar si ¨¦l te deja. Estamos hablando de una cuesti¨®n de poder. De sentirte poderoso: yo decido si vives o mueres.
M¨¢s de una vez dice en el libro que rez¨® a Dios para morir.
S¨ª. Sufr¨ªa tanto que ped¨ªa mi muerte. Me daba igual vivir o morir. En el desierto, al segundo d¨ªa me daba igual todo: morir, seguir, me daba igual. En el desierto, mi cerebro dej¨® de tomar decisiones.
Dice en el libro que los pobres son los que saltan la valla y los ricos los que vienen en patera.
S¨ª. En el monte Gurug¨² (en Marruecos, cerca de Melilla), donde las personas aguardan para cruzar, la vida no vale nada. Aguantan porque el viaje en patera vale 2.000 euros.
?A usted se los mand¨® su familia?
Un amigo de mi padre. Hay gente que vende su casa para meterse en una patera. Y los que no tienen el dinero van a la valla (con Ceuta o Melilla). Esa sale gratis, pero mueres. Pagas con tu vida. Incluso si llegas a saltar, tendr¨¢s una pierna o un brazo roto.
?Y eso lo saben los que saltan?
Lo saben, pero est¨¢n tan tan desesperados que les da igual. ?Y qu¨¦ vas a hacer? ?Volver? Toda la familia ha reunido dinero para tu viaje, eres la esperanza de una familia, no puedes volver.
?Tiene contacto con su familia?
S¨ª, aunque me cost¨®. No tuve contacto con ellos durante los seis meses que dur¨® el viaje ni los seis meses despu¨¦s de llegar a Espa?a. Ellos pensaban que estaba muerto. La ONG me ayud¨® a encontrar el n¨²mero de tel¨¦fono de mi madre y la llam¨¦.
?C¨®mo fue esa primera llamada?
No pudimos hablar ninguno de los dos. Yo lloraba, ella lloraba, yo lloraba y ella lloraba. Hasta que colgamos.
Ahora que es padre, entender¨¢ un poco mejor c¨®mo se sent¨ªa.
Ahora entiendo muchas cosas m¨¢s. Aunque yo no le voy a dar a mi hijo la educaci¨®n que me dieron a m¨ª, s¨ª que le quiero transmitir los valores de mi tierra.
?Cu¨¢les son?
La educaci¨®n, el respeto, el coraje.
Son valores universales.
S¨ª, pero aqu¨ª se est¨¢n perdiendo. Vivimos en una sociedad libre entre comillas. Porque no todos creen que los extranjeros tengamos el mismo derecho de expresarnos. Incluso en las oeneg¨¦s que nos ayudan no conf¨ªan en nosotros.
?En qu¨¦ sentido?
No podemos luchar por nosotros mismos y a nuestra manera. Ellos creen que tienen que guiarnos. Yo creo que solo necesitamos apoyo, pero la lucha la tenemos que hacer nosotros.
Como la del feminismo.
Exactamente. Un hombre no puede venir y apropiarse de esa lucha porque no entiende lo que viven las mujeres. Por mucho que quieras empatizar, no lo sabes. As¨ª que debes dejar a esa persona luchar. Le toca. Por eso escrib¨ª este libro, para que otros no hablaran por m¨ª.
?Sinti¨® desilusi¨®n cuando lleg¨® a Espa?a?
S¨ª. Pensaba que era como en la tele, que la vida era mucho m¨¢s f¨¢cil. Lo que m¨¢s me toc¨® fue ver los avances que hab¨ªa hecho Europa.
?Por qu¨¦?
Porque hab¨ªan avanzado gracias a ?frica. Pero ?por qu¨¦ nosotros seguimos cocinando con fuego? ?Por qu¨¦ no hay electricidad? ?Por qu¨¦ no hay agua? Aqu¨ª todo el mundo tiene un m¨®vil, pero, si N¨ªger cierra su frontera, nos quedamos sin m¨®viles en Europa.
?Qu¨¦ clase de situaciones racistas sufre cada d¨ªa?
Me han preguntado si en ?frica vivimos en casas o en la selva. Cuando digo que estudiaba Derecho, me preguntan si en ?frica hay universidades. O te dicen: ¡°Yo fui a Tanzania y conoc¨ª a un negro que se llama Mamadou, seguro que lo conoces¡±. Como soy negro, tengo que conocer a todos los negros de ?frica. No me enfado porque creo que es solo ignorancia.
?Espa?a es un pa¨ªs racista?
S¨ª. M¨¢s que Francia o B¨¦lgica. All¨ª yo vi a negros que conduc¨ªan los trenes o iban en un coche caro con traje. ?T¨² has visto a un negro con traje en Espa?a? Yo no lo he visto ni en Madrid. Un inmigrante sabe cu¨¢l es el trabajo del inmigrante: el campo, cuidar de mayores, vender chatarra. Ese es el lugar que nos dejan. En la tele no hay ning¨²n negro, solo los que saltan la valla. Eso es culpa nuestra tambi¨¦n. Hay muchos que no quieren hablar de lo que sufren en primera persona. Nadie escribe sobre ello. Pero tenemos el derecho a hablar. Si no lo contamos, no podemos combatir el prejuicio.
En el libro escribe: ¡°Cada vez que trazas una frontera, dejas a alguien fuera¡±.
S¨ª. En cada frontera que cruzaba mor¨ªa gente o dej¨¢bamos a alguien atr¨¢s. Con cada frontera era m¨¢s dif¨ªcil.
?C¨®mo recuerda el viaje en la patera?
Como si ya hubiera muerto y estuviera en el infierno. No puedo comparar ese sufrimiento con nada. Dos d¨ªas con sus noches, y cuando empez¨® a hundirse, empezamos a tirarnos. Hasta que se hundi¨® totalmente. Nos rescat¨® un barco de pesca espa?ol. Cuando nos vieron en el agua, antes de sacarnos, nos dijeron que iban a llamar a Espa?a para pedir autorizaci¨®n. No s¨¦ cu¨¢ntos murieron en el mar esperando esa autorizaci¨®n. Hablaban tranquilamente por tel¨¦fono mientras est¨¢bamos en el agua.
?Qu¨¦ siente cuando ve una patera en las noticias por televisi¨®n?
Lo revivo todo. Es como una cicatriz. Recuerdo la noticia de la valla de Melilla. Estaba comiendo cuando la vi. Se me cerr¨® el est¨®mago. Me puse a llorar. Era como si yo estuviera en esa valla. Me dol¨ªa verlo. Ten¨ªa mucha impotencia y pens¨¦: ¡°Esas personas que han muerto son inocentes¡±. Con ellos mor¨ªa la esperanza de una familia que ni siquiera sabr¨¢ si su familiar ha muerto. Y encima, el discurso del presidente. ¡°Han hecho un buen trabajo¡±. El Gobierno espa?ol sabe c¨®mo nos tratan en Marruecos. Esos cad¨¢veres eran arquitectos, m¨¦dicos, padres de familia. No vienen a poner bombas. No he podido superar el discurso todav¨ªa.
Y despu¨¦s de la patera le llevaron a un CIE¡
Lo llaman CIE, pero es una c¨¢rcel. Te hacen fotos como a un preso. No te dejan salir. Y te preguntas: ¡°?Qu¨¦ he hecho?¡±. A m¨ª en la c¨¢rcel me hicieron lo mismo. Siempre para poder cerrar los ojos, los dem¨¢s buscan palabras que no llaman la atenci¨®n. Llaman CIE a una c¨¢rcel. Llaman valla, como la valla de tu casa, a lo de Melilla. ?Por qu¨¦ esa necesidad de una valla con tantos alambres? Eso no es una valla, es el infierno. Y esos eufemismos hacen mucho da?o porque esconden una realidad.
?C¨®mo se ve en 20 a?os?
Como un abogado, activista, defendiendo los derechos humanos. De todos los migrantes, no solo los negros. Tambi¨¦n como un gran profesor de baile.
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