Dave Eggers y el patriotismo
Seg¨²n los rankings m¨¢s fiables de calidad democr¨¢tica, Espa?a es una de las mejores democracias del planeta | Columna de Javier Cercas
En un di¨¢logo con la revista Icon, el escritor estadounidense Dave Eggers declar¨®: ¡°Espa?a es la sociedad m¨¢s evolucionada del mundo¡±. Todav¨ªa bajo el impacto de la afirmaci¨®n, el interlocutor de Eggers, ??igo L¨®pez Palacios, le asegur¨® que ...
En un di¨¢logo con la revista Icon, el escritor estadounidense Dave Eggers declar¨®: ¡°Espa?a es la sociedad m¨¢s evolucionada del mundo¡±. Todav¨ªa bajo el impacto de la afirmaci¨®n, el interlocutor de Eggers, ??igo L¨®pez Palacios, le asegur¨® que los espa?oles no somos tan optimistas y m¨¢s bien sentimos que nuestra democracia es harto imperfecta; pero Eggers, que en 2019 residi¨® unos meses en nuestro pa¨ªs y tiene una opini¨®n catastr¨®fica del Estados Unidos actual (un pa¨ªs que a su juicio est¨¢ derivando hacia una teocracia cristiana), insisti¨®: ¡°Cr¨¦eme, aqu¨ª no hay violencia, la democracia es muy tranquila, incluso con partidos como Vox. Hay gente as¨ª en todas partes, pero la vida cotidiana es m¨¢s cuerda y civilizada (¡) Aqu¨ª todo es racional, mientras que en EE UU no est¨¢n del todo evolucionados¡±. En suma: ¡°En la escala de la evoluci¨®n social, EE UU est¨¢ por debajo de Francia, y por encima de todos est¨¢ Espa?a¡±. Eggers es un tipo culto y muy inteligente, autor de un libro extraordinario ¡ªUna historia conmovedora, asombrosa y genial¡ª, adem¨¢s de notorio representante de la izquierda contracultural norteamericana; una vez le¨ªdas sus opiniones sobre Espa?a, sin embargo, la pregunta se impone: ?cu¨¢ntos whiskies hab¨ªa ingerido Eggers en el momento en que las formul¨®? ?Iba nuestro amigo americano hasta las cejas de drogas de dise?o? ?O es que los espa?oles somos una panda de masoquistas incapaces de apreciar las excelencias de nuestro pa¨ªs, y tienen que venir los extranjeros a cont¨¢rnoslas?
Me atrevo a proponer una respuesta a estos interrogantes. Digamos de entrada que, cuando vives en un lugar ajeno y un periodista te pregunta por ¨¦l, a veces puedes sucumbir a la tentaci¨®n de agradecer la hospitalidad con un exceso de entusiasmo. Digamos que, cuando s¨®lo pasas una temporada en otro pa¨ªs ¡ªmucho m¨¢s cuando eres un simple turista¡ª, tiendes a reparar sobre todo en lo bueno, y no en lo malo, a menudo porque no alcanzas a adquirir conocimiento y experiencia suficientes para detectarlo. Digamos tambi¨¦n que, seg¨²n casi todos los est¨¢ndares, desde el clima hasta el modo de vida, Espa?a es uno de los pa¨ªses m¨¢s privilegiados del mundo (esto no es una opini¨®n: es un hecho). Digamos que no existen las democracias perfectas ¡ªo que la ¨²nica democracia perfecta es una dictadura: la democracia org¨¢nica del general Franco, por ejemplo¡ª: lo que define a las democracias de verdad es que son infinitamente perfectibles. No ocultemos, en fin, que, seg¨²n los rankings m¨¢s fiables de calidad democr¨¢tica, Espa?a es una de las mejores democracias del planeta, o al menos una democracia plena, o al menos lo era hasta que Pablo Iglesias se convirti¨® en vicepresidente del Gobierno y, en alguno de esos rankings ¡ªel de The Economist¡ª, nuestro pa¨ªs pas¨® a ser, como Francia o EE UU, una ¡°democracia defectuosa¡± (derrota que el propio Iglesias celebr¨® como si de un triunfo personal se tratara, en lo que no le faltaba raz¨®n). Dicho esto, a?ado que lo esencial es otra cosa. Semanas atr¨¢s escrib¨ª en esta columna que, para quienes hemos padecido el triple patriotismo sucesivo del franquismo, ETA y el proc¨¦s, lo m¨¢s sensato que se ha dicho jam¨¢s sobre la palabra patria fue lo que le grit¨® una campesina italiana a su hijo: ¡°?Hijo m¨ªo, corre, que viene la patria!¡±. Pues bien, si alg¨²n d¨ªa conseguimos limpiar de horrores esa palabra maldita, un patriota ya no ser¨¢ aquella persona que anda por ah¨ª exhibiendo banderas (esas varitas m¨¢gicas dotadas de un poder inigualable para anular el pensamiento y esconder basura), sino aquella que, adem¨¢s de pagar de pe a pa sus impuestos, sin perdonar un solo euro, practica la cr¨ªtica m¨¢s feroz, racional y desinteresada de su pa¨ªs. Es decir: en cuanto acertemos a devolverle a la palabra patriotismo un significado decoroso, un patriota ser¨¢ m¨¢s o menos lo que tradicionalmente se ha llamado un traidor.
Esa es mi respuesta: que Eggers abomina del estado actual de su pa¨ªs porque es un aut¨¦ntico patriota norteamericano, y que nosotros hicimos muy bien pensando lo que pensamos sobre ¨¦l cuando le¨ªmos en Icon sus declaraciones sobre Espa?a; a saber: ¡°Este guiri no se entera de nada¡±.