Contra los estereotipos
Se nos da mucho mejor la cr¨ªtica derrotista que la complacencia. Pero somos capaces de cosas formidables | Columna de Rosa Montero
Los prejuicios son par¨¢sitos del pensamiento; al igual que con los gusanos intestinales, el hu¨¦sped no se da cuenta de que los tiene; son los dem¨¢s quienes pueden advertirlos en sus deyecciones, es decir, en sus opiniones (s¨ª, ya s¨¦ que es un s¨ªmil escatol¨®gico y extremo, pero es que los prejuicios me sacan de quicio). En cuanto a los estereotipos, son los prejuicios compartidos por un grupo de gente; resultan a¨²n m¨¢s dif¨ªciles de erradicar que el prejuicio individual, porque se retroalimentan con la multitud, con el espejo del otro que piensa como t¨². Mejor dicho: del otro que est¨¢ tan cegado como t¨² y que tampoco piensa.
Entre los estereotipos m¨¢s pertinaces y petardos est¨¢n los nacionales, porque se potencian con los sentimientos patriochiqueros, que son otra rayadura de coco lamentable. Me refiero a esas ideas fijas que los pa¨ªses tenemos unos de otros. Ya sabes, cosas como que las sociedades n¨®rdicas son fr¨ªas cual bacalaos, aburridas e incapaces de sentir emociones, o que los pa¨ªses del sur somos vagos, irresponsables y estamos todo el d¨ªa de jarana. Suena a chiste, pero asombra verificar hasta qu¨¦ punto estas estupideces est¨¢n grabadas a fuego en el cerebelo de la gente.
El prestigioso festival Whitsun de Salzburgo, Austria, dirigido por la gran Cecilia Bartoli, ha dedicado su ¨²ltima edici¨®n a Sevilla, por ser la ciudad del mundo que aparece en m¨¢s ¨®peras: 153 suceden all¨ª. Hace un a?o me pidieron que escribiera el texto para el programa; dije que mi intenci¨®n era romper el t¨®pico y les pareci¨® de perlas. Entre otras cosas, cont¨¦ que la Sevilla real es mucho m¨¢s importante que la de pandereta y habl¨¦ de su historia y del Archivo de Indias. Expliqu¨¦ que la Espa?a de hoy no tiene nada que ver con la Carmen de Merim¨¦e; que apenas hay un 25% de ciudadanos que apoya la mal llamada fiesta de los toros, y entre la gente joven mucho menos; y tambi¨¦n que Andaluc¨ªa s¨®lo ocupa el 17% del territorio espa?ol y que, aunque las batas de cola son preciosas, no representan a todo el pa¨ªs y ni siquiera a toda Andaluc¨ªa. Mand¨¦ el texto y me lo alabaron. Pero, cuando recib¨ª el programa, las fotos eran las de siempre: toreros y bailaoras a porrillo.
Hace unas semanas, con motivo de la Feria del Libro de Fr¨¢ncfort, dedicada este a?o a Espa?a, sal¨ª entrevistada en un reportaje de la DW, una de las cadenas p¨²blicas de la televisi¨®n alemana. Pues bien, la pieza comenzaba diciendo: ¡°Espa?a es sol, grandes edificios, historia y tradici¨®n. Y es tambi¨¦n uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Europa, acosado por el desempleo¡±. Mientras dec¨ªa esto, se ve¨ªan im¨¢genes de un comercio tapiado con tablones llenos de pintadas, muy a lo Mad Max y, c¨®mo no, de un hombre tirado en el suelo recubierto de harapos. Pues s¨ª, tenemos una tasa de desempleo muy alta y unas 35.000 personas que viven en la calle (sobre las que he escrito varios art¨ªculos), pero ese resumen me pareci¨® tan t¨®pico y tan falso que me repugn¨®. Porque he visto m¨¢s gente durmiendo en las aceras en Par¨ªs o en Londres, por ejemplo (seg¨²n diversas oeneg¨¦s, tanto en Francia como en Gran Breta?a hay 300.000 personas sin hogar); y porque somos la cuarta econom¨ªa de la UE y la 14? del mundo con un PIB de 1.200 millones de d¨®lares (datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo).
No me quiero poner estupenda; no deseo trompetear nuestras excelencias sin reconocer al mismo tiempo las carencias, como, por ejemplo, que, seg¨²n el coeficiente de Gini, que es el que mide la diferencia entre ricos y pobres, Espa?a dista mucho de la igualdad: ocupamos un bochornoso puesto 61 (el n¨²mero 1 es Islandia, que es el pa¨ªs m¨¢s equitativo; Estados Unidos, por ejemplo, est¨¢ en el 108). Pero lo cierto es que tambi¨¦n hay grandes logros de los que regocijarse, cosa que no solemos hacer: se nos da mucho mejor la cr¨ªtica derrotista que la complacencia. Y eso tampoco es justo, porque somos capaces de cosas formidables, como, por ejemplo, el programa y el pabell¨®n de Espa?a en la citada feria. Fue un magn¨ªfico trabajo que ofreci¨® una imagen moderna y luminosa de nuestra sociedad, original, creativa y acogedora. Una gota de belleza y de cordura para intentar cambiar el vidrioso mar de los estereotipos. Pero supongo que, para conseguirlo, primero tenemos que cre¨¦rnoslo nosotros.
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