El futuro ser¨¢ ¡®phygital¡¯, una mezcla entre f¨ªsico y digital
Varios estudios sostienen que, para ciertas cosas, a¨²n son mejores el l¨¢piz, el papel y el contacto humano. Hay un revival de la Polaroid y ya se venden m¨¢s vinilos que cd¡¯s. Lo anal¨®gico resiste y, seg¨²n los expertos, se ha asegurado un lugar en el mundo actual a pesar de los intentos de lo digital por enterrarlo definitivamente.
En los tiempos de Google Calendar hay gente, y no hablamos de venerables ancianos, que se entiende mejor con una agenda de papel. Que siente, cuando tacha con vehemencia una tarea con un boli de tinta roja, una liberaci¨®n que no le da el anuario digital. En un mundo donde la palabra de orden es digitalizaci¨®n, lo anal¨®gico no solo se resiste a desaparecer, sino que adquiere connotaci¨®n de fetiche y lujo. Para apuntalar la fuerte relaci¨®n que se est¨¢ construyendo entre la distinci¨®n y la exclusividad y los objetos f¨ªsicos ¡ªah¨ª est¨¢n las invitaciones impresas en papel de alto gramaje y con exquisita caligraf¨ªa, el ¨¦xito de los vinilos y el renacer de la Polaroid¡ª, varios acad¨¦micos se han dedicado a demostrar tambi¨¦n la superioridad de la vieja tecnolog¨ªa anal¨®gica en determinadas zonas que se cre¨ªan tomadas por la conveniencia digital.
Una de esas zonas de resistencia es la persuasi¨®n. Un estudio del Instituto Kellogg asociado a la Universidad de Northwestern lo demostr¨® con un experimento. Los investigadores pidieron por la calle a varios desconocidos que completaran una encuesta inventada; despu¨¦s deb¨ªan dejar su e-mail. A una mitad se le dio l¨¢piz y papel, y a la otra, un ipad. Aquellos que hab¨ªan usado l¨¢piz y papel fueron m¨¢s propensos a dejar su correo electr¨®nico.
Los investigadores tambi¨¦n observaron diferencias en el comportamiento cuando pidieron a unos estudiantes universitarios que hicieran una selecci¨®n de t¨ªtulos en una nueva librer¨ªa. Los que hab¨ªan rellenado la petici¨®n con l¨¢piz y papel escogieron libros de un mayor perfil intelectual que aquellos que usaban una tableta. Los investigadores apuntaron en sus conclusiones que se tomaban decisiones m¨¢s ¡°virtuosas¡± y conscientes sobre el papel porque la gente las sent¨ªa como un reflejo de su personalidad y cre¨ªa, por tanto, que deb¨ªa ser m¨¢s consecuente con ellas. Los que seleccionaron sus libros en una pantalla no se lo tomaban tan en serio.
Lo anal¨®gico tambi¨¦n resiste en un territorio absolutamente abducido por lo digital: la productividad y la eficiencia. En algunas circunstancias, aseguran otros trabajos, el papel puede hacernos m¨¢s productivos. Un estudio conjunto de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, la Universidad de Drexel y la Universidad P¨²blica de California analiz¨® la diferencia de comportamientos que generaba trabajar con un calendario de papel o con uno digital. Los que prefer¨ªan desplegar todas sus actividades del mes en un formato f¨ªsico sol¨ªan ser m¨¢s prolijos en sus proyectos, improvisaban menos y cumpl¨ªan su agenda con mayor frecuencia que aquellos que usaban una aplicaci¨®n. La dimensi¨®n f¨ªsica del calendario ten¨ªa su impacto en la conducta. La capacidad de poder examinar de un vistazo todo el mes con sus tareas diarias les ayudaba a ser realistas y m¨¢s organizados.
Un tercer experimento atestigu¨® que se otorga m¨¢s valor y prestigio a los objetos f¨ªsicos que a sus convenientes versiones digitales. En 2017 varias investigaciones demostraron que los compradores estaban dispuestos a pagar m¨¢s por libros, pel¨ªcu?las y discos que pod¨ªan guardarse o coleccionarse que por sus versiones descargables.
Lo f¨ªsico sigue siendo un poderoso im¨¢n para los humanos. Las prestaciones del mundo anal¨®gico que incluyen el tacto, el olor, la textura o el ruido de las p¨¢ginas de un libro conforman una experiencia multisensorial que nos ayuda a recordar mejor lo que leemos y escuchamos. En un ereader o en Spotify, las letras y la m¨²sica se suceden autom¨¢ticamente sin que ning¨²n ritual o referencia f¨ªsica le confiera un car¨¢cter especial a cada pieza o la vincu?le a alg¨²n momento de nuestras vidas. Todo se distribuye en un interminable y mon¨®tono hilo de contenidos que se olvida demasiado r¨¢pido.
Ese atractivo por lo anal¨®gico podr¨ªa explicar la extra?a salud que conservan los cat¨¢logos de papel en algunos mercados. El profesor Jonathan Zhang, de la Universidad P¨²blica de Colorado, demostr¨® en un estudio que los compradores que reciben cat¨¢logos impresos gastan m¨¢s que los que solo se exponen al marketing por e-mail. El papel es, sobre todo, muy eficaz, se?ala la investigaci¨®n, para vender ¡°productos caros y menos funcionales¡±. Es decir, caprichos y lujo.
Los expertos creen que la fuerza de lo anal¨®gico ser¨¢ m¨¢s arrolladora a medida que se perfeccionen los sistemas de inteligencia artificial que crean textos, im¨¢genes y sonidos. The Economist opina que, a medida que las m¨¢quinas vayan siendo mejores generando contenidos, habr¨¢ m¨¢s ex¨¢menes presenciales escritos con l¨¢piz y papel. ¡°Solo por asegurarnos de a qui¨¦n estamos evaluando¡±, aclara el semanario.
El futuro no ser¨¢, por tanto, absolutamente digital; si acaso, viviremos en una extra?a mezcla que ya est¨¢ aqu¨ª y que se conoce como phygital (conjunci¨®n de los t¨¦rminos physical y digital). Su m¨¢xima expresi¨®n, seg¨²n The New York Times, puede verse en la vuelta de las viejas c¨¢maras digitales de los a?os dos mil. La generaci¨®n Z las ha rescatado de los cajones de sus padres y las exhibe como trofeos Y2K en ?TikTok, donde el hashtag #digitalcamera supera los 185 millones de visualizaciones. Aunque las fotograf¨ªas ya eran digitales, utilizar estos objetos conecta con el esp¨ªritu consciente de una experiencia con el mundo f¨ªsico.
Adem¨¢s, las fotos imperfectas de esas primeras c¨¢maras digitales, con menos p¨ªxeles y menor resoluci¨®n, son percibidas como una ¡°nueva est¨¦tica m¨¢s aut¨¦ntica¡±, ¡°una capa de personalidad que no tienen las im¨¢genes tomadas con un tel¨¦fono¡±, precisa el diario. Un beneficio inesperado que agradece la generaci¨®n Z es que no hay barra libre, debe pensarse cada disparo. Por cada foto tomada en una c¨¢mara, ellos calculan que habr¨ªan hecho cinco disparos en un smartphone. La escasez les obliga a ser selectivos. Lo ef¨ªmero nos hace gracia, pero la justa. Ser¨¢ dif¨ªcil hacernos dimitir del mundo f¨ªsico.
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