Todo termina (y comienza) en el Cock: 100 a?os de la cocteler¨ªa m¨¢s legendaria de Madrid
Si hay un sitio en el que pueda presentarse Carolina de M¨®naco y que nadie le haga especial caso, es aqu¨ª. El bar detr¨¢s de la Gran V¨ªa es desde hace un siglo punto de reuni¨®n de artistas y entendidos
Uno de los deberes de toda princesa es saber delegar. Sucede que Carolina de M¨®naco se encontraba una noche del pasado oto?o en Madrid, por la inauguraci¨®n en el centro de arte La Casa Encendida de una exposici¨®n de la artista Christine Sun Kim, organizada por la Fundaci¨®n Prince Pierre de M¨®naco, que ella preside. Tras el acto, a¨²n ten¨ªa cuerpo para una salida nocturna, y la elecci¨®n de lugar qued¨® en manos del comisario de la muestra, Cristiano Raimondi. Una doble casualidad quiso entonces que Raimondi hubiese probado la noche anterior un fabuloso Dry Martini en una cocteler¨ªa del barrio de Chueca. Y que en esa misma inauguraci¨®n se encontrase Teresa Nieto, una de las socias de aquel bar, el Cock.
¡ªCristiano me dijo que aquellos Dry Martini le hab¨ªan encantado y que quer¨ªa volver. As¨ª que llam¨¦ al bar para asegurarme de que quedara reservada una buena mesa, y all¨ª fueron todos cuando acab¨® la cena.
¡ª?Y qu¨¦ pas¨® aquella noche?
¡ªLos pusimos al lado de la puerta, frente a la vidriera. Estaban Carolina, Cristiano, Christine y algunos amigos. Se tomaron sus c¨®cteles, lo pasaron bien y nadie les molest¨®. M¨¢s detalles no puedo dar.
Si hay en Madrid un sitio en el que pueda presentarse Carolina de M¨®naco y que nadie le haga especial caso, ni se cuente qu¨¦ hizo y con qui¨¦n, ese es el Cock. Ubicado en la calle de la Reina, una paralela a la Gran V¨ªa madrile?a, desde fuera permanece ajeno al bullicio de esta gran avenida. Este es uno de sus puntos fuertes, en opini¨®n del periodista y cineasta Javier Rioyo, que ahora prepara un documental sobre la historia del Madrid del ¨²ltimo siglo a trav¨¦s de este c¨®ctel-bar: ¡°El Cock ha sido siempre y ante todo un lugar discreto. Est¨¢ en una calle trasera. Naci¨® como un sitio especial, y con el tiempo fue singulariz¨¢ndose cada vez m¨¢s¡±.
Porque hace unos 100 a?os que el Cock inici¨® su primera vida. Lo abri¨® el empresario bilba¨ªno Emilio Saracho Mome?e como una r¨¦plica de los clubes nocturnos que hab¨ªa visitado en sus viajes a Londres, sitios con cierta voluntad de elegancia donde eran forzosas las vidrieras coloridas, la chimenea de m¨¢rmol, los empanelados y los detalles de ebanister¨ªa y de lat¨®n. No consta la fecha exacta de su apertura, pero Rioyo apunta a ¡°1923, puede que 1924¡å, un periodo hist¨®rico en el que las tensiones entre tradicionalismo y modernidad se hac¨ªan especialmente patentes en Espa?a. Y por Madrid comenzaba a extenderse una corriente hedonista que recog¨ªa los ecos de la alegre Europa de entreguerras. ¡°El Cock fue el primer bar moderno de la ciudad, como los que se llevaban en Inglaterra o en Am¨¦rica. No era ni una taberna ni una botiller¨ªa, ni tampoco el bar de un hotel. Ha seguido abierto desde entonces, y siempre ha representado lo que pas¨® en la ciudad, sobre todo sus momentos de modernizaci¨®n y apertura. Y su poco de golfer¨ªa¡±, apunta Rioyo.
Saracho lo bautiz¨® Cock por el vocablo cocktail, quiz¨¢ sin ser consciente de que por obra de la polisemia en el idioma ingl¨¦s la palabra no solo designa al animal que nosotros llamamos gallo, sino tambi¨¦n al miembro viril: detalle que hoy sigue chocando a muchos visitantes internacionales, como a George Clooney, que al parecer en su visita pens¨®, divertido, que su entorno trataba de llevarlo a un local gay.
Junto a la refinada decoraci¨®n, Saracho consider¨® que la calidad de los c¨®cteles deb¨ªa ser otro elemento irrenunciable, as¨ª que al frente de este apartado contrat¨® a un joven Pedro Chicote, quien unos a?os despu¨¦s se independizar¨ªa para abrir su propia cocteler¨ªa, ya bajo su nombre. En el espacio contiguo, con entrada por la Gran V¨ªa. De hecho, en los a?os cuarenta Chicote acabar¨ªa comprando el Cock para ampliar su m¨ªtico bar con un reservado trasero que albergara ocasiones y clientes especiales, en un momento ¡ªlos primeros a?os del franquismo¡ª en el que la exhibici¨®n de virtudes p¨²blicas exig¨ªa una pr¨¢ctica de los vicios lo m¨¢s privada posible.
Casi 40 a?os despu¨¦s de aquello, Patricia Ferrer, Pachi, una de las socias del restaurante El Amparo, estaba realizando un curso de cocteler¨ªa en Chicote y descubri¨® aquella trasera convertida en un lugar en decadencia, que acog¨ªa un reducido grupo de clientes habituales, con la decoraci¨®n a¨²n magn¨ªfica pero deteriorada y el piso inferior lleno de muebles arrumbados. Aquel parec¨ªa el lugar perfecto para abrir un bar antiguo y nov¨ªsimo al mismo tiempo, uno que pudieran valorar los m¨¢s modernos de la fase final de la Movida, ya convertidos en una clase social influyente, pero tambi¨¦n otros segmentos de gustos m¨¢s cl¨¢sicos. Y habl¨® con un grupo de amigos para unir fuerzas: se sumaron al proyecto Antonio Fern¨¢ndez de Castro, Joaqu¨ªn Santos-Su¨¢rez, Fernando Valero, Jos¨¦ Asti¨¢rraga y Teresa Nieto. Hoy son los dos ¨²ltimos, junto con la propia Pachi, los socios que permanecen al frente. Cuenta Pachi: ¡°Quer¨ªan venderlo todo junto, Chicote y el Cock. Pero la parte delantera no nos interesaba. Afortunadamente, al cabo de un tiempo apareci¨® un comprador para ella y nosotros pudimos quedarnos con la trasera¡±.
¡ª?Y cost¨® mucho ponerlo al d¨ªa?
¡ª?Fue como restaurar una catedral! Nos llev¨® unos seis meses arreglarlo todo. Las boiseries, las columnas. Las vidrieras, que las restaur¨® el ¨²nico profesional especializado que quedaba en Madrid. Las mesas y las sillas, que estaban medio despedazadas en el almac¨¦n. Y los sof¨¢s, que eran de escay, pero los llevamos a tapizar de cuero verde. Cuando al fin lo abrimos, en 1985, no nos fi¨¢bamos mucho del ¨¦xito, porque entonces la calle de la Reina era un desastre.
Un callej¨®n oscuro y poco recomendable en el l¨ªmite del barrio de Chueca, que por entonces se consideraba una especie de ciudad sin ley tomada por gentes de mal vivir. Pero esto solo a?ad¨ªa un ex¨®tico perfume de lumpen que favoreci¨® su ¨¦xito instant¨¢neo. El decorador Pascua Ortega, que hab¨ªa sido jefe de Pachi en otro templo madrile?o de la modernidad caviar, el restaurante Bogui, lo expresa as¨ª: ¡°Desde el principio, el Cock fue nuestra casa¡±.
Y ese ¡°nuestra¡±, el adjetivo posesivo, da la clave. El sentimiento de pertenencia que se gener¨® en un variado grupo humano fue la base de todo su ¨¦xito. Los modernos y la far¨¢ndula lo abrazaron con entusiasmo cuando la imagen de marca de la Movida ya se hab¨ªa afianzado y cotizaba al alza. La aristocracia y la burgues¨ªa de distintos or¨ªgenes y credos pol¨ªticos, encantada de soltarse la melena junto a ellos, tambi¨¦n se subi¨® al tren en marcha. Pero, sobre todo, se convirti¨® en un punto de referencia para el mundo del arte, hasta el punto de considerarse una especie de sede oficiosa de la feria Arco, cuya primera edici¨®n hab¨ªa tenido lugar en 1982. ¡°Este ha sido siempre el backstage de Arco¡±, define la galerista Victoria Solano. ¡°Aqu¨ª se tejen complicidades y se cierran los acuerdos iniciados en la feria. Por eso hay que estar¡±.
A principios de la d¨¦cada de 1990, el pintor Francis Bacon fue uno de los clientes m¨¢s fieles. Cuenta Pachi que, cuando estaba en Madrid, ¨¦l y su pareja, el espa?ol Jos¨¦ Capelo, acud¨ªan cada tarde y beb¨ªan no menos de una botella de champ¨¢n, para salir mientras comenzaba a afluir el grueso de la clientela. Un posavasos firmado por Bacon da constancia de su huella. Est¨¢ colgado en el piso inferior, junto al guardarropa, en la llamada ¡°galer¨ªa¡±, que tambi¨¦n alberga obra cedida por artistas como Ceesepe, Juan Hidalgo o Sigfrido Mart¨ªn Begu¨¦. Hace tiempo que el fot¨®grafo Alberto Garc¨ªa-Alix prometi¨® que alg¨²n d¨ªa tambi¨¦n incorporar¨ªa una de sus instant¨¢neas a esta exposici¨®n permanente. A¨²n no ha encontrado el momento de cumplir su promesa, aunque puede presumir de ser uno de los clientes m¨¢s antiguos en activo: ¡°Es que ya no quedan sitios con esta elegancia. Aqu¨ª siempre se ha bebido muy bien, y es buen punto de encuentro. A la gente que viene de fuera le impresiona mucho. Y luego est¨¢ Pachi, todo un car¨¢cter: no pasaba ni una a ning¨²n cliente¡±.
Cuando alguien se pon¨ªa pesado, fuera quien fuera, era Pachi la encargada de gestionar la situaci¨®n. Ella sab¨ªa hacerlo con tanta autoridad como mano izquierda: ¡°Yo les dec¨ªa: ¡®?Por favor, te importa¡?¡¯. Porque, por muchas copas que haya bebido alguien, si le hablas bien, y le explicas que no puede subirse a un radiador, enseguida lo entiende¡±.
Y eso incluye hasta a la actriz Naomi Watts. Cuando en la fiesta del estreno de la pel¨ªcula Lo imposible (2012), de Fernando Bayona, se empe?¨® en ponerse a bailar, Pachi le par¨® los pies sin miramientos. Entonces estaba terminantemente prohibido hacer tal cosa.
Pero los tiempos cambian, y su socia Teresa Nieto decidi¨® que conven¨ªa darle un nuevo aire al local. La idea no era variar sus se?as de identidad, sino apoyarse en ellas para asegurarse el recambio generacional. Nieto empez¨® a organizar exposiciones para mostrar el trabajo de artistas y dise?adores j¨®venes. Para ello busc¨® complicidades como la de Ana Leal, dise?adora gr¨¢fica, profesora en la escuela de dise?o Istituto Europeo di Design (IED) y agitadora social que hoy forma parte de la clientela fija. Leal entr¨® aqu¨ª por primera vez por una fiesta de Arco: ¡°Alguien me dijo entonces que Bacon ven¨ªa todo el rato y flip¨¦, porque no pod¨ªa creer que existiera un sitio as¨ª. Con mi ex, Andrea, nos pusimos a hacer aqu¨ª unas fiestas que llam¨¢bamos National Affairs en fechas se?aladas como el Orgullo LGTBI o Halloween que fueron incre¨ªbles¡±.
Esas fiestas atrajeron a una nueva generaci¨®n a la que pertenecen el estilista Aitor Vidal, el artista 3D Milo Hammid y el dise?ador gr¨¢fico Dani Herrera, con edades entre los 25 y los 30 a?os, que tambi¨¦n engrosan la nueva parroquia de fieles.
¡°Viene todo tipo de gente, de todas las edades y profesiones. Por eso es siempre tan divertido¡±, dice Herrera. ¡°En cuanto me di cuenta de eso, ya lo vi con otros ojos¡±, a?ade Aitor Vidal. ¡°Es que a m¨ª me trajo en una cita mi primer novio y yo al principio no entend¨ªa bien d¨®nde estaba¡±.
¡°Es importante recordar la historia del Cock, porque sobre sobre ella bailamos ahora nosotros¡±, concluye Ana Leal. Historia viviente es la galerista Juana de Aizpuru, la creadora de Arco. Ella se convirti¨® en una de las primeras valedoras del Cock al comprender que la vida nocturna de Madrid supon¨ªa un reclamo con el que atraer a sus colegas de la escena art¨ªstica internacional, a los que ped¨ªa que participaran en la feria. As¨ª que, al terminar la jornada ferial, trasladaba la fiesta a la calle de la Reina. Sentada en el despacho de su galer¨ªa, a unos minutos andando del bar, recuerda hoy aquellos tiempos:
¡ªYa apenas salgo, pero cuando lo hac¨ªa ven¨ªa siempre con los artistas, los comisarios y galeristas de aqu¨ª y de fuera. Cuando ¨ªbamos al Cock siempre pasaba algo interesante.
¡ª?Qu¨¦ era lo mejor?
¡ªEl momento de la entrada. Porque no dejaban pasar a todo el mundo, as¨ª que te sent¨ªas muy importante cada vez que el portero descorr¨ªa la cortina tras la puerta, te miraba, y te dec¨ªa: ¡°Pase¡±. Entonces t¨² entrabas y te dec¨ªas: ¡°S¨ª, yo soy de la casa¡±.
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