No olvides el nombre de Mar¨ªa Soledad S¨¢nchez
Son los terroristas rurales, como los denomin¨® el holand¨¦s cuyo asesinato inspir¨® la pel¨ªcula ¡®As bestas¡¯
Para escribir este art¨ªculo he tenido que hacer un esfuerzo angustioso. S¨®lo el convencimiento de que hay que denunciar semejantes horrores me ha impulsado a meterme en el tema, cuando lo que yo desear¨ªa es poder cerrar los ojos ante toda esta maldad y este dolor que terminan por nutrir mis pesadillas.
En agosto de 2019, Mar¨ªa Soledad S¨¢nchez, de 59 a?os, que hab¨ªa gestionado una casa rural en La Rioja y era animalista, decidi¨® cambiar de vida. Se fue a Zafra (Badajoz) para hacerse cargo del mantenimiento de una finca de Manuel Mart¨ªn de las Mulas, de 71 a?os. Soledad cuidar¨ªa de los animales de Mart¨ªn y de los que ella ten¨ªa. A cambio, pod¨ªa residir all¨ª. No cobraba nada: se mantendr¨ªa con su pensi¨®n. Lleg¨® muy ilusionada, pero el propietario convirti¨® de inmediato su vida en un infierno: requerimientos sexuales, maltrato a los animales y otros excesos. El 31 de enero de 2020, Manuel la atac¨® con una barra de desencofrar, una espeluznante herramienta de hierro con pinchos en la punta. La golpe¨® 40 veces hasta matarla. ¡°Una maldad brutal, incrementando innecesariamente el sufrimiento y el dolor de la v¨ªctima hasta que se ahog¨® en su propia sangre¡±, dijeron los forenses en el juicio, celebrado hace pocas semanas. Varios de los miembros del jurado popular lloraron sin parar en la sesi¨®n que recre¨® la matanza. Conozco a mujeres como Mar¨ªa Soledad, amables, entusiastas, emp¨¢ticas. El contraste entre su alegr¨ªa al llegar a Zafra y su muerte atroz me rompe el coraz¨®n. El monstruo que la mat¨® fue condenado a 20 a?os de c¨¢rcel (gran reportaje de David Vigario en El Mundo).
Me parece que est¨¢ pasando algo terrible en el campo. El mundo rural est¨¢ muy deteriorado, lleva muchos a?os decayendo, el abandono de los pueblos y el dr¨¢stico trasvase de lo rural a lo urbano est¨¢ dejando profundas heridas que ahora empiezan a supurar. Los grandes cambios sociales producen monstruos; la deconstrucci¨®n del sexismo, por ejemplo, ha hecho que bastantes varones se sientan perdidos, desconcertados, atacados. Es comprensible, porque el prejuicio ciega. La mayor¨ªa de ellos se limitan a refunfu?ar e incluso van modernizando sus ideas. Pero hay un pu?ado de miserables, los malvados, los psic¨®patas, que se escudan en el cambio social para apalear a las mujeres, o para matarlas.
Pues bien, creo que con la herida de lo rural est¨¢ pasando lo mismo. Creo que esta agon¨ªa del campo est¨¢ encendiendo un poso maligno, un residuo de individuos feroces que se est¨¢n convirtiendo en un peligro para todos. Son los terroristas rurales, como los denomin¨® el holand¨¦s cuyo asesinato inspir¨® la pel¨ªcula As bestas. Es un fen¨®meno nuevo, una violencia que antes s¨®lo se daba aislada, pero que ahora ha tomado forma y arrecia.
Citar¨¦ tan s¨®lo algunos casos recientes. A principios de marzo, a Lara, de 46 a?os, animalista, residente en una diminuta aldea asturiana, le cubrieron el coche de pintadas: ¡°No lobos no zorras caza s¨ª¡±. Una semana despu¨¦s, Laura, de 58 a?os, que trabaja en un hospital de A Coru?a haciendo terapia con perros, regres¨® a su casa en un pueblito y encontr¨® a su caniche reventado de un tiro. Adem¨¢s, descubri¨® que su pozo hab¨ªa sido envenenado, y que sus otros animales y ella misma estaban enfermos. Tuvo que ser evacuada de su casa por la Guardia Civil con chaleco antibalas y no ha podido regresar. D¨ªas m¨¢s tarde, a otra mujer animalista le quemaron una caba?a en Somiedo (Asturias). No son solo ataques a mujeres (tengo un amigo que vive en el monte: hace unos a?os fue acosado y tuvo que cambiar de valle), pero son sobre todo a mujeres, por su indefensi¨®n y por el a?adido del machismo. Y lo que est¨¢ presente en todos los casos, tambi¨¦n con mi amigo, es el perfil animalista de las v¨ªctimas. Por cierto, hace 15 d¨ªas aparecieron dos cabezas de lobo degolladas en la puerta del Ayuntamiento de Ponga (Asturias). Dan bastante miedo estos energ¨²menos.
?Cu¨¢ntas agresiones m¨¢s habr¨¢ que no conocemos? Estoy convencida de que es una ola de violencia ante la que la sociedad debe sensibilizarse, desde las fuerzas de seguridad hasta la prensa y los jueces. Que la espantosa agon¨ªa de Mar¨ªa Soledad S¨¢nchez (no olvides su nombre) despierte nuestra percepci¨®n de estos horrores, como el sufrimiento de Ana Orantes, quemada viva por su marido, ayud¨® en la concienciaci¨®n de los cr¨ªmenes de g¨¦nero. Ojal¨¢ el tormento de Mar¨ªa Soledad sirva para algo.
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