¡®Gaylors¡¯ contra ¡®Hetlors¡¯: guerra civil entre fans de Taylor Swift
La facci¨®n Gaylor propone que la cantante de Pensilvania no es heterosexual y dice tener pruebas. La facci¨®n Hetlor dice que todo eso son patra?as. La batalla se libra en redes y en estadios
La edici¨®n hace apenas unos d¨ªas de When Emma Falls in Love, un tema de Taylor Swift que permanec¨ªa in¨¦dito desde 2010, ha dado pie al en¨¦simo cap¨ªtulo de una larga, enconada y m¨¢s bien risible controversia entre dos de las principales tribus de fans de la cantautora de Pensilvania. La facci¨®n mayoritaria interpreta la balada como un comentario a la ya extinta relaci¨®n entre Andrew Garfield y Emma Stone, amiga ¨ªntima de Swift. La minoritaria opina que se trata del reconocimiento tard¨ªo de que Taylor y Emma tuvieron una relaci¨®n sentimental, algo que, seg¨²n afirman no sin cierto ventajismo, ellos ya anticiparon en su momento.
Todo empez¨® en Tumblr en torno a 2014. Taylor Swift ten¨ªa por entonces 25 a?os y acababa de editar su quinto ¨¢lbum, 1989. En ese recodo del camino, la artista top¨® por vez primera con los Gaylors. Eran pocos, apenas un centenar de fans LGTBI+ que empezaron a congregarse en torno a la etiqueta #Gaylor en los meandros digitales de Tumblr (muy pronto tambi¨¦n en Twitter), pero aquella primera hornada insist¨ªa ya en que Taylor no era heterosexual, una mujer enamorada de otras mujeres, atrapada sin remedio en el armario de la correcci¨®n pol¨ªtica y las exigencias homof¨®bicas del show business. Con el tiempo, le atribuir¨ªan relaciones sentimentales con las modelos Karlie Kloss y Cara Delevingne o la actriz Hailee Steinfeld. Todo estaba en sus letras, argumentaban los Gaylors, en el subtexto inequ¨ªvocamente l¨¦sbico de temas como The Very First Night, Welcome to New York, Style o I Wish You Would, que en una lectura superficial pueden parecer simples (y vacuas) canciones de amor heteronormativo, pero se ti?en de rosa p¨²rpura en cuanto se les aplican las antiparras queer. La propia Swift dio un cierto p¨¢bulo (involuntario) a la un tanto aventurada teor¨ªa al comentar, en 2019, que sus letras estaban ¡°sembradas¡± de mensajes en clave y que las m¨¢s cr¨ªpticas eran tambi¨¦n ¡°las m¨¢s sinceras¡±.
2022 fue el a?o en que la constelaci¨®n #gaylor eclosion¨® con fuerza en las redes. Celebrities como la actriz Jennifer Lawrence contribuyeron a difundir el controvertido hashtag, transformado ya en epicentro de un culebr¨®n fascinante. Portavoces del movimiento como la cuenta de Twitter Gaylor Updates calculaban por entonces, de manera un tanto optimista, que los Gaylors supon¨ªan al menos una quinta parte de la comunidad de swifties (fans de Taylor) y que segu¨ªan creciendo: ¡°La verdad, poco a poco, se abre paso¡±. En 2022 irrumpe tambi¨¦n con fuerza el reverso oscuro de este fandom ferviente y encarnizado, los Hetlors, que empezaron defendiendo una restauraci¨®n pura y simple del sentido com¨²n (despu¨¦s de todo, no hay la menor evidencia de que Swift sea homosexual), pero muy pronto empezaron a polemizar con los Gaylors de manera cada vez m¨¢s intransigente y agresiva.
En los ¨²ltimos meses, la gira estadounidense de Swift ha trasladado la controversia de las redes a los estadios. En mayo, la cantautora hizo p¨²blica su ruptura con Joe Alwyn, ¨²ltima hasta la fecha de sus parejas oficiales, y los Gaylors consideraron que hab¨ªa llegado el momento de recrudecer la ofensiva y forzar una definitiva salida del armario con carteles y gritos durante los conciertos, en uno de los intentos de outing m¨¢s aparatosos de la historia de la m¨²sica popular, contestado con energ¨ªa furibunda por los Hetlors. Eso ha producido una ristra de incidentes, entre inc¨®modos y grotescos, en los shows de Glendale, Tampa, Nashville, Filadelfia o Las Vegas, con fans hiperventilados de distinto signo intentando arrastrar a su terreno al icono pop que comparten y de cuya vida privada creen tener derecho a apropiarse.
Cristina L¨®pez G. y Avneesh Chandra, autores de un fascinante estudio al respecto para la web Graphika Report, destacan que ¡°en torno a una pol¨¦mica sin el menor fundamento se han consolidado dos comunidades con relatos antag¨®nicos y excluyentes, pero que forman una parte sustancial de la identidad online de los fans que los apoyan¡±. Los Gaylors han jugado el papel de ¡°destructores de un consenso¡± y se han ganado el repudio del grupo mayoritario. Para L¨®pez, a juzgar por la actividad en redes, ¡°suponen apenas un 9% de la comunidad swiftie¡±, mientras los defensores del discurso anti-Gaylor m¨¢s militante son ya m¨¢s del 28% y cuentan, adem¨¢s, con el apoyo habitual de gran parte de los supuestos neutrales.
Unos y otros recurren a estrategias ¡°guerrilleras¡± de ¡°hostigamiento online, ataques coordinados, doxing [la acci¨®n de revelar la identidad de usuarios de cuentas que desean que permanezca oculta], intoxicaci¨®n informativa o linchamientos digitales¡±. Unos y otros est¨¢n contribuyendo a convertir el fandom digital de Taylor Swift ¡°en un campo de minas, un entorno de una toxicidad creciente¡±, ante el silencio de la artista, que no est¨¢ encontrando una manera constructiva de terciar entre las facciones y bander¨ªas de sus apasionados s¨²bditos. Pr¨®ximo asalto, la gira internacional, que arranca a finales de agosto en el estadio Foro Sol de Ciudad de M¨¦xico y llegar¨¢ a Madrid el 30 de mayo de 2024.
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