Francia se llena de centrales nucleares
El nuevo programa at¨®mico del presidente Macron prev¨¦ construir entre 6 y 14. Las localidades en ¡°zona de riesgo¡± ¡ªsituadas en un radio de cinco kil¨®metros¡ª viven entre la prosperidad econ¨®mica y una inquietud nunca disipada. El fot¨®grafo Ed Alcock recorre y retrata la Francia nuclear
Lo m¨¢s peque?o a veces explica lo m¨¢s grande. El mundo busca d¨®nde encontrar la energ¨ªa para seguir funcionando sin destruir el planeta. Para algunos pa¨ªses, las centrales nucleares son la soluci¨®n. Es el caso de Francia. Otros, como Alemania o Espa?a, han decidido renunciar a esta fuente energ¨¦tica. Mientras tanto, hay pueblos de unos pocos miles de habitantes donde el dilema se vive a flor de piel. En las llamadas zonas de riesgo ¡ªel radio de cinco kil¨®metros alrededor de una central at¨®mica¡ª, los interrogantes sobre los beneficios y riesgos del ¨¢tomo forman parte de la rutina cotidiana. ?Una bendici¨®n? ?O una condena?
Hay algo en estos municipios de aquellos poblados del Lejano Oeste donde se hab¨ªa encontrado una mina de oro o un pozo de petr¨®leo. Suelen nadar en la abundancia y disfrutar del pleno empleo. Las infraestructuras son ¨®ptimas. La central nuclear irradia prosperidad. Al mismo tiempo, la presencia f¨ªsica de la central es una realidad insoslayable: un recordatorio permanente de que las chimeneas e instalaciones no son una f¨¢brica al uso. Pese a la posibilidad estad¨ªsticamente muy reducida de un accidente, si un d¨ªa este ocurre ¡ªcomo sucedi¨® en Chern¨®bil en 1986 o, provocado por un tsunami, en Fukushima en 2011¡ª, las consecuencias pueden ser terror¨ªficas.
Algunos argumentos locales a favor y en contra se repiten a escala nacional, europea y global. A favor de la energ¨ªa at¨®mica: es limpia, si por limpia puede entenderse que no emite gases de efecto invernadero, pues la cuesti¨®n de los residuos sigue abierta. Y se supone que garantiza la soberan¨ªa energ¨¦tica. En contra: los riesgos que entra?a y los residuos. Y otro: su coste, que desv¨ªa los esfuerzos de las inversiones en energ¨ªas renovables.
Es un debate que en Europa no est¨¢ resuelto, pero la invasi¨®n rusa de Ucrania y el fin de Rusia como proveedor fiable de energ¨ªa lo han acelerado. Enfrenta a la nuclear Francia con la desnuclearizada Alemania. El presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, ha puesto en marcha un nuevo programa at¨®mico que llevar¨¢ a construir entre 6 y 14 nuevos reactores. El canciller Olaf Scholz, al frente de una coalici¨®n en la que participan Los Verdes, ha cerrado las ¨²ltimas nucleares en su pa¨ªs, en cumplimiento de un plan de su antecesora, Angela Merkel. Los franceses se?alan que, por renunciar a las nucleares, Alemania tendr¨¢ que seguir dependiendo durante un tiempo del muy contaminante carb¨®n. Los alemanes apuntan que este oto?o e invierno, durante la crisis energ¨¦tica m¨¢s grave de los ¨²ltimos a?os, cerca de la mitad de los reactores franceses estaban parados por problemas de corrosi¨®n en los tubos y por tareas de mantenimiento aplazadas durante la pandemia. Y el pa¨ªs que deb¨ªa disfrutar de la independencia energ¨¦tica gracias a sus centrales ha acabado importando electricidad.
Francia, segundo pa¨ªs del mundo con m¨¢s reactores nucleares, es un campo de pruebas. En municipios como Braud-et-Saint-Louis, Saint-Paul-Trois-Ch?teaux, Petit-Caux o Belleville-sur-Loire, todos estos debates no son abstractos, sino que afectan a vidas muy concretas en lugares muy concretos. El fot¨®grafo Ed Alcock ha visitado estos lugares y ha conocido a estas personas. Y lo cuenta con im¨¢genes y palabras. Lo ha hecho en el marco de un encargo titulado Radioscopia de Francia e impulsado por el Ministerio franc¨¦s de Cultura y la Biblioteca Nacional, al estilo de los programas documentales del new deal de los a?os treinta en Estados Unidos. El resultado es una historia francesa y europea que habla de nuestro presente y de nuestro futuro, de nuestras certezas y de nuestros miedos. El retrato microsc¨®pico de un desaf¨ªo universal.
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