No debiste salir de tu pueblo

Decidieron fingir que hab¨ªan ganado cuando sab¨ªan que hab¨ªan desganado. Desganar produce mucha desaz¨®n, m¨¢s que perder, porque la p¨¦rdida se asume en un minuto o dos y se digiere en cuatro o cinco d¨ªas. La desgana, en cambio, gelatinosa como es, se adhiere al cuerpo y a la mente sugiri¨¦ndote cosas que no son. Pero hab¨ªa gente en la calle, votantes que hab¨ªan desganado tambi¨¦n, a los que hab¨ªa que animar. De modo que salieron al balc¨®n de Aznar y ah¨ª los tienen, aplaudiendo y aplaudi¨¦ndose con la disciplina de ese p¨²blico que sigue las instrucciones del regidor en los programas de televisi¨®n. La procesi¨®n iba por dentro.

Si se fijan ustedes bien, uno de los rostros que arropan al l¨ªder, lejos de exagerar la euforia, observa al desganador de la noche con una expresi¨®n sonriente, m¨¢s que riente, bajo la que se adivina un movimiento de c¨¢lculo. Nos referimos, claro, a Isabel D¨ªaz Ayuso, que parece preguntarse: ¡°?Cu¨¢nto le quedar¨¢ a este?¡±. En otras palabras: cu¨¢nto le queda a ella. De hecho, las masas acababan de interrumpir el discurso de Feij¨®o para corear su nombre, el de la lideresa.

?Cu¨¢nto le queda a este? ?Cu¨¢nto me queda a m¨ª? ?Actuar¨¢ el destino con la precisi¨®n con la que viene haci¨¦ndolo hasta ahora o convendr¨ªa darle un empuj¨®n a ese destino perezoso, como cuando lo de Casado? La expresi¨®n de Ayuso, al contrario de la de quienes la acompa?an en la fiesta de la desgana, es valorativa. Tambi¨¦n lo es el de quienes analizamos detenidamente la imagen del presidente del PP que bajo el gesto de la victoria podr¨ªa estar dici¨¦ndose a s¨ª mismo: ¡°No debiste salir de tu pueblo¡±.