La fonda cultural de Juli¨¢n Maeso
M¨²sico instrumentista de peso en la escena espa?ola, se ha inventado Frank sin Ancla, un espacio ¨²nico en el que repara e interviene en pianos, teclados y ¨®rganos para ponerlos a disposici¨®n de quien quiera tocarlos.
El capit¨¢n Nemo de la novela Veinte mil leguas de viaje submarino navegaba en el Nautilus movido por su inter¨¦s en la investigaci¨®n cient¨ªfica, la lucha contra las potencias del mar y el rechazo a la sociedad de su tiempo, de la que se consideraba ajeno. En la nave que imagin¨® Julio Verne, el intr¨¦pido marinero estaba acompa?ado de un ¨®rgano en el que volcaba su pasi¨®n por el sonido del aire insuflado que emit¨ªa con su teclado. Para Juli¨¢n Maeso, m¨²sico multiinstrumentista en bandas como The Blackbirds, Speak Low, The Sunday Drivers o The Sweet Vandals y nombre de peso entre los m¨²sicos de Espa?a, la obra de Verne es un referente. Guiado por el mismo esp¨ªritu ¡°aventurero¡± del libro, Maeso gestiona un espacio ¨²nico en este pa¨ªs dedicado a instrumentos de cuerda, desde el arpa y el acorde¨®n hasta ¨®rganos y pianos que colecciona, repara o descuartiza para modificar su uso y ponerlos al servicio del p¨²blico. Desde un m¨ªtico Hammond hasta un teclado de tercera categor¨ªa: ¡°Porque todos los sonidos tienen su gracia y no hay una joya de la corona, todos para m¨ª tienen el mismo valor¡±. Para ¨¦l cualquier sonido es seductor ¡°por friki que pueda parecer¡±. La nave de Juli¨¢n Maeso es un edificio con forma de hex¨¢gono, obra del arquitecto Pablo Pintado y Riba, el mismo que construy¨® el Palacio de Congresos de Madrid, situado en la carretera de A Lanzada en el municipio de San Vicente do Mar, en Pontevedra.
Antes de llegar hasta la costa gallega, Maeso vivi¨® en los tres ¨²ltimos a?os ¡°una cadena de acontecimientos¡± que le llevaron hasta la apertura de Frank sin Ancla, el nombre que lleva el proyecto que capitanea. ¡°Antes de la pandemia tuve una ruptura sentimental con la industria de la m¨²sica, con c¨®mo funciona. Termin¨¦ cansado de intermediarios que est¨¢n esperando y presionando para que te pongas a trabajar para ellos. Ah¨ª ya empec¨¦ a pensar en la idea del museo¡±. Lo cuenta en una conversaci¨®n de ritmo pausado, con tono suave y sonrisa ir¨®nica, en la que solo enfatiza el gesto para hablar de ¨®rganos, pianos o m¨²sicos concretos. Ah¨ª se enciende una chispa en el relato que aventura una historia propia, como cuando fue a recoger un ¨®rgano a la consulta de un psiquiatra en Valencia y la operaci¨®n que parec¨ªa sencilla se convirti¨® en una sucesi¨®n de peque?as cat¨¢strofes. Pero al final logr¨® su objetivo con el aparato desmontado, que hoy luce como parte de su incre¨ªble colecci¨®n. Su conexi¨®n con el instrumento de teclas comenz¨® de peque?o, a partir de unos amigos de sus padres que tuvieron una tienda de m¨²sica y le regalaron su primer ¨®rgano en Toledo, la ciudad donde creci¨® en una casa en la que el arte y la cultura ten¨ªan forma y fondo. Una ciudad cuya administraci¨®n local ningune¨® su propuesta muse¨ªstica. Esa crisis con su ciudad y la industria fue el inicio de un proceso en varios tiempos. ¡°Fueron varios momentos. Tras esa crisis estuve trabajando en Valencia restaurando pianos¡±, contin¨²a, ¡°tambi¨¦n fui a ?frica y estuve en Ghana colaborando en levantar una escuela de m¨²sica durante un mes. A la vuelta me di cuenta de que no ten¨ªa sentido tener esos instrumentos como coleccionista, que ten¨ªa que compartirlos como fuera¡±.
Y lo hizo. El lugar se descubre al visitante como un espacio atiborrado de instrumentos de tecla, amplificadores, discos y libros para el disfrute de la m¨²sica. Expuestos a disposici¨®n del p¨²blico hay algo m¨¢s de 60 pianos, teclados y ¨®rganos, una librer¨ªa con vinilos de todos los g¨¦neros y referencias fotogr¨¢ficas tot¨¦micas, como la de uno de sus primeros ¨ªdolos, Jerry Lee Lewis, o la del sugerente Korla Pandit. Sin perder el tono calmado, Maeso explica su ¡°sue?o¡± como la posibilidad de ¡°jugar con un mundo de sonidos, descubrir otras maneras de hacer m¨²sica donde nadie est¨¢ por encima de nadie¡±. ¡°Yo propongo el espacio y la gente interact¨²a con lo que encuentra¡±, dice. Y a?ade: ¡°Hay mucha gente que lleva m¨²sica dentro y no tiene un lugar donde expresarse, hay que derribar esa barrera¡±. Llenar el submarino de Maeso supuso una mudanza de tres tr¨¢ileres completos con instrumentos de todo tipo, para un proyecto casi ¨²nico en el mundo, salvo una referencia similar en Australia y otra en Alemania. Pero Frank sin Ancla es m¨¢s que un museo, durante el verano funciona tambi¨¦n como bar y club de m¨²sica en directo y en ¨¦l se organizan talleres de pintura o se proyecta cine de verano. El suyo ha sido uno de los puntos de parada obligatoria durante las vacaciones para amantes de la m¨²sica en vivo y las jams, de la zona y for¨¢neos. En los meses de invierno el lugar est¨¢ abierto a visitas de colegios, clases particulares, ¡°espacio de tranquilidad¡± para grabaciones de discos o lugar de inicio para ensayos y giras de bandas. Un puerto de llegada para m¨²sicos donde puedan encontrar todo lo que necesitan en una atm¨®sfera de respeto compartido por el poder de la m¨²sica.
Juli¨¢n Maeso confiesa que su proyecto es arriesgado, pero tambi¨¦n apunta en varias ocasiones que ha empezado muchas veces desde cero y que no tiene miedo a las olas ni a las tempestades mientras haya gente que se sorprenda con lo que ¨¦l ha creado: ¡°Disfruto m¨¢s cuando estoy al margen. Como cuando vino un tipo que se qued¨® tres horas tocando los pianos. Si consigo que alguien se emocione, ya merece la pena¡±. El capit¨¢n Nemo no es la ¨²nica inspiraci¨®n del local, otra a la que debe el nombre es Frank Sinatra, especialmente en la etapa en que este se junt¨® con el pianista de jazz Count Basie. ¡°Ese minimalismo en el sonido, con esa calidad y esa pausa, me encanta¡±, dice antes de volver a la referencia del libro de Julio Verne para marcar el punto final de la conversaci¨®n con una enorme sonrisa y brillo en la mirada: ¡°Aqu¨ª, en vez de destruir barcos como Nemo, voy rescatando ¨®rganos y pianos para acumular un tesoro que disfrute la gente. Esa es la historia de Frank sin Ancla¡±.
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