Pobreza extrema
Dedos evocadores de una v¨ªscera. Se debe a que los zapatos, cuando solo se dispone de un par, dejan de ser un complemento para convertirse en cuerpo, de ah¨ª que algunos digan ¡°me duele el zapato¡± en vez de ¡°me duele el pie¡±. A tal grado de identificaci¨®n puede llegar un continente con su contenido. Los pobres se cambian poco de ropa, as¨ª que cuando se mueren en la calle, al desnudarlos para el tr¨¢mite de la autopsia, parece, sobre todo al alcanzar las prendas ¨ªntimas, que les est¨¢n arrancando la piel. Lo sabe cualquier forense con sensibilidad. A los zapatos, para que no se sobrepasen, conviene recordarles cada poco que son zapatos, y el ¨²nico modo de hacerlo consiste en abandonarlos un d¨ªa o dos debajo de la cama o dentro del armario, como si se les hubiera castigado.
El pie de la foto corresponde a un sinhogar que duerme todos los d¨ªas en alg¨²n rinc¨®n de la T-4 del aeropuerto de Madrid. Seguramente lleva meses sin quitarse esas zapatillas cuya suela se ha despegado de la parte superior provocando ese aspecto de panza abierta, quiz¨¢ de boca devoradora de cuanto cae en su abertura. De momento, se ha comido ya los calcetines, de los que queda alguna hebra pegada a los dedos de los pies, como restos org¨¢nicos de esa extremidad, pues tambi¨¦n los calcetines adquieren cualidades biol¨®gicas si no se reponen con alguna frecuencia. La T-4 es un ejemplo extraordinario de arquitectura compleja y funcional, adem¨¢s de bella. Parece mentira que hayamos logrado alcanzar como especie esas alturas t¨¦cnicas y est¨¦ticas y seamos incapaces de erradicar la pobreza extrema.
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