Generaci¨®n Drill: rimas salvajes para una juventud sin horizonte
Nacido en las zonas marginales de Chicago, este g¨¦nero musical parecido al rap, pero de letras m¨¢s crudas, m¨²sica m¨¢s dura y est¨¦tica propia, ha llegado a Espa?a calando entre los j¨®venes de origen migrante. Sus temas hablan de la vida en la calle, la violencia y la falta de esperanza
Desde aqu¨ª no se ve el mar. La temperatura del aire se acerca a los 34 grados en esta ma?ana de verano. La humedad que vuelve la piel pegajosa recuerda que, de hecho, el mar no est¨¢ muy lejos. A unas calles, probablemente. Pero desde las 200 Viviendas de Roquetas de Mar no se ve el Mediterr¨¢neo, solo se ve una enorme extensi¨®n blanca que tiembla con el viento como un velo de novia gigante que envuelve los kil¨®metros de tierra del llamado mar de pl¨¢stico. Un mar que no vienen a ver los turistas.
Nada m¨¢s entrar al barrio, un coche de la Guardia Civil pasa lentamente haciendo su ronda. Pasar¨¢ dos veces m¨¢s a lo largo de la ma?ana. Los rayos del sol pegan verticalmente y apenas hay ¨¢rboles. En un bar de la plaza de Andaluc¨ªa, la explanada central del barrio alrededor de la cual se levantan los pisos en bloques de hormig¨®n blancos y agrietados, se sirven mojitos de cereza fr¨ªos y sin alcohol mientras suena m¨²sica en ¨¢rabe. En una esquina de la plaza hay un predicador negro que busca captar almas con un micr¨®fono conectado a un altavoz bluetooth. Es s¨¢bado y nadie le mira.
¡°Mi padre trabajaba en el campo cuando lleg¨® aqu¨ª¡±, cuenta Key-21 (nombre art¨ªstico como todos los que aparecen en este reportaje). ¡°En el mar de pl¨¢stico las condiciones son p¨¦simas. Es dur¨ªsimo. Del campo no sales. Los chavales ven eso en sus padres y no lo quieren¡±. En el mar de pl¨¢stico trabajan la mayor¨ªa de los hombres de las 200. Hombres que llegaron del norte de ?frica entre finales de los noventa y principios de los dos mil. Tambi¨¦n es el mismo mar que sus hijos, casi todos nacidos en Espa?a, han aprendido a odiar. La primera generaci¨®n de espa?oles de sus familias sue?a con algo m¨¢s que recoger tomates en un invernadero. Por eso, cuando Key-21 camina por el barrio que le vio crecer, los adolescentes en bici le persiguen, los m¨¢s peque?os corretean detr¨¢s de ¨¦l. Es una estrella. El hijo de padre mauritano y madre senegalesa que sali¨® de las 200 y se convirti¨® en m¨²sico. El chaval que empez¨® a subir canciones a YouTube sobre la vida en el barrio y ahora lleva un reloj que brilla al sol, unas bermudas con estampado Burberry y una enorme cadena de plata. Para los adolescentes de las 200, un barrio que Vox Almer¨ªa denomin¨® en su cuenta oficial de Facebook como ¡°estercolero multicultural¡±, Key-21 es un ¨ªdolo aspiracional: todos quieren ser como ¨¦l. ¡°Ahora la polic¨ªa ya no me para porque saben que me dedico a la m¨²sica, pero cuando era menor me paraban constantemente¡±, confiesa. La se?al inequ¨ªvoca del ¨¦xito.
En febrero de este a?o, Key-21 dio un concierto en El Ejido con El Patr¨®n 970, una de las estrellas indiscutibles del drill espa?ol. Nacido en Humanes (de donde viene el 970, c¨®digo postal de la poblaci¨®n madrile?a), hijo de padres de Guinea Ecuatorial, El Patr¨®n tiene m¨¢s de 600.000 oyentes mensuales en Spotify. Su canci¨®n m¨¢s famosa, Jordan Manch¨¢s, ha llegado en YouTube a 46.700.000 reproducciones. Tambi¨¦n tiene un conflicto plasmado en letras de canciones y v¨ªdeos musicales con el otro bando drill espa?ol: MDLR, el acr¨®nimo de mec de la rue, una expresi¨®n de origen franc¨¦s cuya traducci¨®n ser¨ªa ¡°chico de la calle¡± y que Morad, exponente del drill catal¨¢n, usa en casi todas sus canciones. El conflicto entre El 970 y el MDLR en redes sociales se denomina beef e incluye incursiones al barrio del otro y ridiculizaciones en las letras. Como lo de Quevedo y G¨®ngora, pero en 2023, con tatuajes y marihuana.
Es complicado definir el drill. La manera corta de explicarlo ser¨ªa decir que es un estilo musical cuyas ramas arrancan en el ¨¢rbol del que crecen tambi¨¦n las ramas del rap y del trap. Sus letras son m¨¢s crudas, la m¨²sica m¨¢s dura y el tema principal es la vida en la calle. La explicaci¨®n larga es repetir lo que todos los drilleros consultados en este reportaje han dicho: no es solo m¨²sica, es un modo de vida. Con todas las consecuencias que eso supone.
El drill, que en ingl¨¦s significa taladro o perforaci¨®n, naci¨® en 2010 en Chicago, en el sur de la ciudad, entre los adolescentes que viv¨ªan en los barrios marginales, sobre los que pesaba una crisis de constantes asesinatos. La violencia que ve¨ªan en su d¨ªa a d¨ªa sirvi¨® como hilo conductor de la mayor¨ªa de sus letras. Empezaron a cantar sobre los tiroteos, los navajazos, la crudeza de barrios e infancias en las que la falta de oportunidades y la pobreza han permeado hasta crear a los j¨®venes que ahora se cascan un pasamonta?as o una gorra y quedan con sus amigos en la plaza desierta de su barrio para cantar las letras que escriben de noche cuando no pueden dormir.
La m¨²sica serv¨ªa como desahogo y el ¨¦xito se convirti¨® en un salvavidas que te arrastraba a la superficie dejando atr¨¢s el mundo marginal. Las letras del drill no tienen apenas met¨¢foras. Son crudas, nihilistas, pesimistas, viscerales, contundentes y honestas. De hecho, la honestidad es uno de los temas que m¨¢s se valoran en el g¨¦nero, tanto en la m¨²sica como en el movimiento. De all¨ª que los drilleros m¨¢s puristas exijan al resto que cantan drill tambi¨¦n vivir el drill.
¡°Yo lo que veo en el drill no es a chavales de verdad. Veo a ni?os a los que sus padres les est¨¢n dando la paga y est¨¢n hablando de matar gente. No puedes hacer eso. Nosotros matamos y morimos. Es lo que hay. Nada m¨¢s. Est¨¢ feo, pero la vida es as¨ª, no quieres dejar que te maten¡±. El que habla es Chacheblack, uno de los mayores representantes del drill en Madrid. Chacheblack sac¨® su primer disco a los 16 a?os en Villaverde. ¡°Me llevaron del instituto social por ser un chaval de familia desestructurada. Estaba en la calle todo el d¨ªa. Cuando me dijeron que ¨ªbamos a hacer rap, pens¨¦: ¡®Esta es la m¨ªa¡±, relata. Ese primer disco no est¨¢ en YouTube, pero s¨ª lo est¨¢ el segundo que sac¨® y al que llam¨® El puto negro del cole. Se refer¨ªa a s¨ª mismo. A los 16 a?os, Chache viv¨ªa en la calle porque ten¨ªa problemas con su madre alcoh¨®lica y su padrastro. A pesar de ello, el collar m¨¢s grande que lleva colgado al cuello es un enorme medall¨®n lleno de cristalitos brillantes y una fotograf¨ªa de su madre d¨¢ndole un beso. En el reverso, la fecha de su muerte.
Cuando Chacheblack dice en una canci¨®n ¡°Y andamos preparados por si alguno quiere guerra, / que para m¨ª cualquiera es cualquiera. / No saben lo que he hecho para llenar mi nevera. / Imagina de todo menos cosas buenas¡±, asegura que lo dice porque es as¨ª. ¡°El drill es todo lo que no se ve. La realidad. Las pu?aladas. Por eso vamos tapados. Y los que cantan cosas que no han hecho un d¨ªa se encontrar¨¢n con nosotros y hacen cualquier rollo raro y le damos un bofet¨®n que su cara vuela¡±, cuenta mientras estamos sentados en un lugar que me ha pedido que no cite y ¨¦l fuma un porro de hach¨ªs. Chacheblack no quiere contestar cuando le pregunto si las armas que salen en sus v¨ªdeos musicales son de verdad. Tampoco cuando le pregunto d¨®nde trabaja.
Slow acaba de tatuarse, justo por encima del cuello de la camiseta, un tatuaje que dice Drill Mafia, el nombre del estudio de drill m¨¢s insigne de Madrid que tiene su sede en Vallecas, en una zona de trasteros donde convive con una tienda de venta de marihuana terap¨¦utica y una chatarrer¨ªa. El estudio, que abri¨® hace unos tres a?os, est¨¢ amueblado con muebles de jard¨ªn de forja que parece que alguien desech¨®, una peque?a nevera, la Play 4 conectada a una tele de plasma y el tesoro de la corona: un escritorio con un ordenador y un mezclador en el que Slow ha invertido gran parte de su presupuesto para mejorar la calidad de la m¨²sica que produce. Despu¨¦s de comprarlo, puso alarma y c¨¢maras en su estudio. Aunque nadie ha intentado robarle. ¡°Todo el mundo sabe d¨®nde estamos y quien quiera problemas, mira, las puertas abiertas¡±, dice. Lo que s¨ª han grabado las c¨¢maras son varios registros de la polic¨ªa que Slow asegura que se repiten cada cierto tiempo. En el v¨ªdeo que muestra, los agentes entran en la productora a pedirle la documentaci¨®n a los adolescentes. Despu¨¦s de revisarlo todo, se van.
A pesar de llevar una productora cuyos artistas acumulan 100.000 oyentes mensuales, Slow no ha estudiado m¨²sica ni tampoco ninguna carrera. ¡°Yo llevaba una vida complicada y apost¨¦ por esto. Fue una salida para m¨ª¡±. Ahora mismo lleva a unos 50 cantantes amateurs que quieren dejar de serlo. Adolescentes que usan el local no solo para grabar sus canciones, sino tambi¨¦n como un lugar de encuentro los d¨ªas en los que todo va mal en casa o en el instituto. ¡°Estoy intentando ense?ar a los chavales que la m¨²sica es un camino. Aqu¨ª hay de todo, no siempre buen rollo. El drill es muy oscuro y muchos chavales vienen de reformatorios, pero eso es culpa del sistema, no de los chavales. Nosotros simplemente recogemos a esa gente y les ense?amos una v¨ªa de escape¡±. Su principal trabajo no es solo sacar un buen sonido a sus temas, sino tambi¨¦n darles seguridad. Por 35 o 50 euros les produce una canci¨®n. Nunca dice no a nadie. ¡°No vamos a juzgar a nadie por d¨®nde viene, sino por d¨®nde acaba¡±, asegura.
En una terraza de un bar de Fuenlabrada se re¨²nen en torno a una mesa el Flaco y Cuatro. Los dos han cantado drill, aunque Flaco apenas se dedica ya a la m¨²sica (va a empezar a trabajar en un bar de camarero) y Cuatro saca, de vez en cuando, canciones de trap. Son cercanos a la troupe de La 970 de Humanes y convierten nuestro encuentro en un debate entre los dos sobre la m¨²sica y la vida en la calle. A continuaci¨®n se reproduce una conversaci¨®n entre ellos:
Flaco: Yo lo ¨²nico que no entiendo es por qu¨¦ en Espa?a se hacen famosos todos los subnormales. Como la Bb Trickz.
Cuatro: Bb Trickz tiene representante y lleva haciendo anuncios desde los cinco a?os, que sali¨® en un anuncio de Nesquik fresa.
Flaco: ?Pero hacer un anuncio no te da derecho a ser m¨²sico!
Cuatro: Bro, y ser pol¨ªtico no te da derecho a robar. Para m¨ª, no puedes cantar drill si luego no puedes hacer en la calle lo que cantas. Si no vas a tirar en la calle, no cantes drill. Porque cantando drill, te expones a que te roben.
Flaco: Pues yo he pasado por todos los lados de Madrid y no me ha robado nadie.
Cuatro: Primo, ?con qu¨¦ has pasado? ?Qu¨¦ llevabas t¨² de valioso para que te lo quiten?
Flaco: Cualquier cosa, hermano. ?Qu¨¦ es para ti valioso?
Cuatro: Una pulsera de oro, unas bambas, algo que se vea. Me intentas coger, venir y robarme y sabes c¨®mo puedes acabar.
Flaco: Pues te doy un golpe.
La ausencia de mujeres en el drill se explica muchas veces por la cantidad de testosterona vertida en las letras. La violencia y agresividad hace que ellas acaben fusionando sonidos y derivando m¨¢s hacia el trap que la crudeza callejera del drill. ¡°Al principio me daba un poco igual que hubiera tan pocas mujeres en el drill, pero ahora pienso que me gustar¨ªa que hubiese muchas m¨¢s¡±, confiesa Lilmmei, una de las pocas mujeres haciendo actualmente drill en Espa?a, y prosigue: ¡°Cuando voy a colaborar con alguien siempre intento que sea una t¨ªa. Sobre todo si no est¨¢ muy establecida¡±.
Lilmmei naci¨® en Getafe pero ha vivido toda su vida en Valencia. De padres nigerianos, la joven acaba de terminar un grado dual de T¨¦cnica de Rayos porque desde el principio desoy¨® los cantos de sirena de la m¨²sica y la fama y decidi¨® tener un trabajo. Empez¨® haciendo rap puro y subiendo sus v¨ªdeos a Instagram cuando alguien le habl¨® del drill. Se anim¨® a darle una oportunidad. Hoy por hoy, otras mujeres drilleras de la escena espa?ola son Rain Von, Aya Ayat y Omaigold. Todas de origen migrante. Sin embargo, para Lilmmei el drill fue una forma de abrirse camino, pero considera que es un g¨¦nero fugaz. ¡°No veo futuro al drill en Espa?a¡±, sentencia.
Aunque el drill naci¨® en EE UU, fue en el Reino Unido donde vivi¨® una verdadera explosi¨®n de popularidad. Mientras en Espa?a sigue siendo un g¨¦nero marginal y underground que solo suena en la calle o en los barrios, en el Reino Unido ha llegado a la radio y los bares. Pero fue precisamente esa popularidad lo que conden¨® el movimiento a la persecuci¨®n policial. La polic¨ªa de Londres ha pedido varias veces la retirada de YouTube de v¨ªdeos de drill porque aseguraban que ¡°aumentaba la violencia en los barrios¡±. Rondodasosa, el drillero italiano m¨¢s famoso, tuvo dos a?os prohibida la entrada en los pubs y locales de Mil¨¢n despu¨¦s de unos disturbios en una discoteca. Morad, el exponente nacional del drill, ha sido desterrado por la polic¨ªa de La Florida, su barrio en L¡¯Hospitalet, ¡°por alentar disturbios¡±. Para Slow, el drill no es violencia. ¡°El drill es el arte que refleja el sistema, que est¨¢ como est¨¢. Para la polic¨ªa la culpa es de la m¨²sica, no del sistema, no de las tiendas que venden machetes. Eso podr¨ªan regularlo como regulan el alcohol y el tabaco¡±, argumenta.
Una de las caracter¨ªsticas del g¨¦nero es la juventud de todas sus estrellas. Los chicos empiezan componiendo canciones de adolescentes. Chief Keef, el primero y mayor exponente del drill en Chicago, ten¨ªa 16 a?os cuando firm¨® su primer contrato discogr¨¢fico. Chacheblack tiene 31 a?os y es el mayor de todos con los que hablamos. Slow, 29 a?os. Flaco, 27. Cuatro, 25. Lilmmei, 21 a?os, igual que Kid Flako. Es precisamente Kid Flako el ¨²nico que revela su verdadero nombre. Se llama Alejandro Ruiz y sostiene que ya no hace drill. ¡°Del drill no me gusta el fantasmeo que hay y la pel¨ªcula que se est¨¢n inventando. Nada m¨¢s verles la cara se nota si de verdad lo ha pasado o si no. Y me est¨¢ diciendo uno con la cara perfecta y una rayita que se ha hecho en la ceja en la barber¨ªa que tiene hambre, que va pegando palos por las noches y que es el m¨¢s malo, y eso es mentira. Conozco mucha gente que van de malos y son unos cayetanos. Yo he estado un mes, pero de verdad un mes, comiendo solo leche y galletas¡±, confiesa. Empez¨® haciendo m¨²sica muy pronto. A los 14 a?os ya hab¨ªa grabado en un estudio. Ahora tiene el suyo propio. Graba desde trap hasta reguet¨®n y alabanzas. Un d¨ªa, incluso grab¨® ¨®pera. Aunque ¨¦l tampoco ha estudiado m¨²sica, todo lo que sabe para montar y producir canciones lo aprendi¨® en YouTube y en internet.
Una de las caracter¨ªsticas del drill es precisamente esa capacidad de crear m¨²sica con muy pocos elementos. Con medios, casi siempre, precarios, los adolescentes se graban en v¨ªdeo unos a otros y lo cuelgan en YouTube y esperan a pegarla (tener ¨¦xito). Lo importante es la letra y la est¨¦tica que se ve en los v¨ªdeos: ropa casi siempre negra, pantal¨®n de ch¨¢ndal, chaquetones inflados, capuchas, cadenas, pasamonta?as (los drilleros al otro lado del charco lo justifican con la frase no face, no case, sin poder identificar a qui¨¦n sale en el v¨ªdeo, la polic¨ªa no puede detenerlos por sus letras), ri?oneras, tatuajes, ropa de marca con logos gigantes (en los amateurs es casi siempre falsa, pero sirve para imitar a los drilleros famosos).
La sensaci¨®n general es que estamos al borde de algo. A nuestros pies, la revoluci¨®n social que a¨²n est¨¢ por estallar en Espa?a y que ya lo ha hecho en pa¨ªses como el Reino Unido y sus guetos o Francia y sus banlieues. Hablar del drill es hablar de la generaci¨®n que ha perdido toda confianza en el progreso social. O que, directamente, nunca crey¨® en ¨¦l. Tambi¨¦n es hablar del canal que los j¨®venes de los barrios migrantes espa?oles est¨¢n usando para reivindicar su origen y su propia existencia. Quieren los flashes, las escuchas y los likes que los validan. Quieren la admiraci¨®n de los suyos.
El drill le canta a la vida real. A una infancia complicada. A la dureza del asfalto y el ahogo del polvo. La sensaci¨®n general es que estamos ante una generaci¨®n que m¨¢s que descontenta se siente abandonada. La polic¨ªa es el enemigo. La prensa, el brazo chivato de la ley. La mayor¨ªa de los entrevistados no sab¨ªan lo que era El Pa¨ªs Semanal y, ni siquiera, EL PA?S. Aunque todos preguntaron si las fotos de este reportaje se colgar¨ªan en Instagram.
Viven en la orilla. En la frontera de un mundo que nunca les dej¨® entrar. ¡°Quieres estar dentro de la sociedad y quieres tener un trabajo normal y corriente y que puedan confiar en ti. Pero si vienes del mundo B, no te dan ni la simple oportunidad de intentarlo. El drill es el modo de vida que llevamos los j¨®venes como reivindicaci¨®n contra la opresi¨®n del Estado. Lo de siempre: que somos antisistema¡±, declara Chacheblack. La m¨²sica drill es el ¨²nico flotador al que pueden agarrarse. Al menos, estas reglas las han escrito ellos.
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