Las manos mexicanas que bordan para Christian Dior
Maria Grazia Chiuri, directora creativa de la casa parisina, ha recurrido a la milenaria artesan¨ªa de M¨¦xico para bordar su colecci¨®n Crucero 2024. As¨ª tejieron los hilos colaborativos con las comunidades artesanales de Chiapas, Oaxaca y Puebla
Entre la niebla que empa?a los verdes paisajes monta?osos de San Lucas Redenci¨®n, en el Estado de Oaxaca, en M¨¦xico, se puede ver a lo lejos un grupo de mujeres que se distinguen por los visos fluorescentes de sus vestidos. Son mujeres mixtecas de la Sierra Alta. Pastoras silenciosas que gu¨ªan a los borregos y que mientras caminan llevan ocupadas las manos con telas que van bordando. Usan en sus vestidos, que parecen hablar por ellas, la t¨¦cnica del pepenado. Una habilidad que han aprendido de las abuelas, en la que, l¨ªnea por l¨ªnea, van pasando el hilo con su aguja, frunciendo la tela blanca hasta volverla un acorde¨®n y construir complejas figuras.
Estas mujeres de mil colores que encuentran un ritmo en su tejido mientras peregrinan por las monta?as llevan en las pecheras de sus blusas una fauna de venados, cabritos, p¨¢jaros y, en las mangas, figuras abstractas de la flora de su tierra. Todo est¨¢ bordado en fondos verde chill¨®n, borgo?a, amarillo, naranja o rosa mexicano. La complejidad de su t¨¦cnica, que funciona como un ¨¢baco que va dejando puntos sueltos, no la pueden explicar: la han aprendido tejiendo, la han ense?ado tejiendo. Esa rareza, esa unicidad de las texturas fue la que sedujo a Maria Grazia Chiuri, dise?adora de la casa Dior, para trabajar con ellas en su colecci¨®n Crucero 2024, inspirada en M¨¦xico.
Marcelina, Victoria, El¨ªzabeth, Mar¨ªa Juana, Irma, Virginia, Francisca e Isabel no le iban a vender su identidad a la reputada casa francesa como tantos de la ciudad se aventuraron a reprocharles. Eran sus procesos y sus t¨¦cnicas los que iban a dialogar con los dise?os de faldas amplias y chaquetas lisas tipo sastre de la casa de moda. ¡°Para la colecci¨®n Crucero se usaron tres figuras: la orqu¨ªdea, el tr¨¦bol y una especie de flor abstracta¡±, explica Narcy Morales, dise?adora que trabaj¨® liderando este grupo de mujeres y coordinando todo el proceso de colaboraci¨®n. ¡°Las bordadoras saben qu¨¦ es lo que las identifica como mujeres de la etnia a la que pertenecen y ellas m¨¢s que nadie protegen lo que tienen. Solo ellas pueden hacerle variaciones a sus saberes y a las formas de sus vestidos. Pero cuando se trata de trabajar bordados para uso externo de la comunidad, est¨¢n muy dispuestas a explorar retos¡±, a?ade Narcy.
Para estas mujeres mixtecas el trabajo en conjunto con Dior era una ruta para hacerle ver a las boutiques del mundo, a los mercados locales de Tlaxiaco, en donde venden, a los compradores mexicanos y extranjeros que visitan las fiestas patronales que el trabajo de bordar una blusa durante tres meses merece ser reconocido y altamente remunerado. Lo de ellas es un arte: el paisaje es su taller, el bordado es su letra. Una expresi¨®n ¨²nica, imposible de copiar, no hay una pieza igual a la otra. Por eso, la equiparaci¨®n de su saber artesanal con la alta costura, que fue el gran ¨¦nfasis que Maria Grazia Chiuri quiso darle a esta colecci¨®n, les interes¨®.
¡°Esta conversaci¨®n que hemos creado entre moda y saber artesanal es la que puede ayudar a sostener que la tradici¨®n se mueva hacia el futuro, porque siempre est¨¢ el riesgo de que perdamos este conocimiento¡±, sentenci¨® Chiuri en la entrevista que dio en M¨¦xico previa a su desfile. ¡°Soy muy sensible a esta preocupaci¨®n. Soy del sur de Italia, en donde se perdi¨® la tradici¨®n de pasar el saber artesanal de madre a hija, porque la segunda generaci¨®n encontr¨® otros intereses m¨¢s rentables, porque lo artesanal fue visto como algo dom¨¦stico, porque no se reconoci¨® el trabajo duro¡±, explic¨® la dise?adora, que en su viaje exploratorio por M¨¦xico trabaj¨® tambi¨¦n con el tejedor nahua Hilan Cruz Cruz, con la experta en la t¨¦cnica de cadenilla Sodelva Espinoza Guti¨¦rrez y con Antonia G¨®mez Velazco, quien lleva d¨¦cadas trabajando con el telar de cintura.
Remigio Mestas, tejedor de otra parte de Oaxaca, de la regi¨®n de Villa Hidalgo Yalalag, y quien lleva 30 a?os trabajando por la preservaci¨®n de los tejidos en M¨¦xico, entiende perfectamente ese temor que motiva a Chiuri a viajar por el mundo visibilizando algunos de los saberes de tejedur¨ªa m¨¢s ocultos y ancestrales.
?l mismo se ha visto abocado a dejar de usar el telar que hered¨® de su madre para salir a crear oportunidades que permitan que los tejidos de cientos de comunidades les represente un ingreso y, en tanto, se conserven. ¡°De ni?o vi a mi madre demorarse dos meses tejiendo un huipil en su telar de cintura, ir al mercado del pueblo y ver que nadie le pagaba el precio que ped¨ªa. Si ped¨ªa 1.000 pesos, le ofrec¨ªan 100. Lo ten¨ªa que dejar al mejor postor y esperar a que le pagaran en cuotas los d¨ªas de mercado. La salida que adoptaba era comprar tela ya hecha y solo bordarla. Pero eso era perder su arte, renunciar a ¨¦l¡±, explica el artesano, que hoy trabaja con 42 comunidades de Oaxaca y otras ocho de todo M¨¦xico. ¡°El compromiso con estas 400 familias es que el textil siga vigente y cada vez sea m¨¢s valorado¡±.
Remigio estuvo a cargo de la coordinaci¨®n del tejido de cuatro huipiles para la colecci¨®n Crucero 2024 de Dior, que recogieron los saberes de tejido, bordado y te?ido de los zapotecas de San Blas Atempa, del Istmo de Tehuantepec y los chinantecos de la Cuenca del Papaloapan, Valle Nacional. ¡°Cuando se nos acerc¨® Dior para esta colaboraci¨®n, pusimos tres condiciones que no eran negociables: la primera, honor a quien honor merece, es decir, darle el cr¨¦dito en cada una de las prendas a la comunidad y al tejedor que hab¨ªa trabajado en ellas. Segunda, un precio justo por el trabajo que ¨ªbamos a realizar y, finalmente, la claridad de que la identidad de la comunidad no est¨¢ en venta¡±, explica el tejedor, que tiene claro que los textiles que las comunidades hacen para los extranjeros pueden permitirse variaciones y cambios en la urdimbre y trama, por ejemplo, tejerlos m¨¢s flojos para que la tela tenga m¨¢s movimiento.
En la tierra de Remigio se dice que el huipil naci¨® de la diosa de las trece serpientes, una divinidad que emergi¨® cuando los conquistadores cortaron un ¨¢rbol de copal para construir una iglesia. El rayado de los hombros del huipil, el coralillo del pecho (especie de penacho) y la l¨ªnea del final bordada en colores tienen el poder a¨²n de representar a estas serpientes. El h¨¢lito sacro de esta prenda ha logrado mantenerse vigente en el interior de la comunidad, a pesar de que llevan d¨¦cadas vendiendo sus tejidos a los extranjeros.
M¨¢s all¨¢ de la conversaci¨®n que ha desatado esta colaboraci¨®n con Dior, Remigio Mestas y las comunidades con las que trabaj¨® tienen claro que, en un pa¨ªs como M¨¦xico, que ha sufrido tanto el plagio y la apropiaci¨®n de manos de marcas de moda famosas, ¡°esta es una ruta¡± que debe seguir la moda para trabajar con los artesanos. ¡°Hoy los mestizos de Oaxaca y M¨¦xico ya se ponen huipil. Cuando era ni?o e iba a vender lo que mi mam¨¢ tej¨ªa, muchos me dec¨ªan que eso parec¨ªa un costal de papas. Ese rechazo a¨²n hoy est¨¢ vigente, porque muchos desprecian la indumentaria de los pueblos originarios y sus textiles. Pero despu¨¦s del trabajo con Dior, los que no se hab¨ªan decidido a¨²n, ahora se atreven porque se dieron cuenta de que lo que hacemos est¨¢ a la altura de lo que hacen los mejores en el mundo¡±, concluye Mestas.
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