As¨ª se convierte el tradicional ¡®sunday roast¡¯ en comida callejera
Yorkshire Burrito, exitoso y viral proyecto gastron¨®mico con cuatro puestos repartidos por la ciudad de Londres, coge los ingredientes del tradicional asado dominical ingl¨¦s y los mete en un ¡®wrap¡¯
En 2015, cuando la comida callejera estaba tan de moda que hasta se abr¨ªan restaurantes que recreaban lo que serv¨ªan en una furgoneta o en un quiosco de Han¨®i o Ciudad de M¨¦xico, Henry Preem tuvo la idea de convertir el m¨¢s esencial ¨¢gape brit¨¢nico, el asado de los domingos (Sunday roast), en algo que pudieras ir comiendo por la calle manch¨¢ndote hasta los zapatos. Dentro de un Yorkshire pudding, una especie de tartaleta inglesa que data de 1747, de unos 20 cent¨ªmetros de di¨¢metro iba a colocar los ingredientes de un tradicional asado (ternera o pollo, patatas, gravy¡) y lo iba a envolver como si de un burrito mexicano se tratara.
Abri¨® su primer puesto en Camden Market, que tras quemarse en 2008 hab¨ªa pasado de cuna de las subculturas musicales a festival de la gastronom¨ªa global, con m¨¢s de un centenar de puestos de todo tipo de comida en el espacio junto al canal que antes ocupaban tiendas de camiestas de grupos de rock, cintas pirata o ropa de segunda mano. Estos negocios, anta?o el alma de este barrio, son hoy meros comparsas de los locales de woks, hamburguesas o gofres.
Yorkshire Burrito tiene 42.000 seguidores en Instagram, y a principios de este a?o un v¨ªdeo de su confecci¨®n e ingesta se viraliz¨® en TikYok, llamando la atenci¨®n de consumidores de la red china y de medios de comunicaci¨®n brit¨¢nicos. Se hizo tan c¨¦lebre que la marca ya vende a trav¨¦s de su web merchandising del burrito en forma de camisetas con un dise?o inspirado en la est¨¦tica usada por la banda de heavy metal Metallica. Su c¨¦lebre disoco Master of Puppets muta en Master of Gravy, celebrando la salsa que riega el sunday roast y estos wraps.
En la actualidad existen cuatro puestos de Yorkshire Burrito repartidos por Londres, dos en el mercado de Camden, otro en el Boxpark de Wembley y uno en el centro comercial 17 & Central de Walthamstow, al este de la ciudad. Solo en Camden despachan casi 200 burritos al d¨ªa a unos 13 euros la unidad. De pollo, ternera o de coliflor con queso y salsa de puerros. Se compra el t¨ªquet y se ve c¨®mo los dos trabajadores del puesto calientan el Yorkshire pudding, lo rellenan con los ingredientes y lo enrollan en tiempo r¨¦cord y con extrema pericia. Cuando lo coges tiene aspecto realmente s¨®lido, pero la tercer mordisco es casi imposible mantener aquello en su sitio. Esta masa no es exactamnete la de un durum, es m¨¢s gruesa y, por consiguiente, resiste mucho menos doblada. Este inconvemiente no parece intimidar al usuario, pues la ma?ana en que acudimos a probar este burrito, el ¨²nico puesto del emrcado con cola es este, hasta el punto de que los empleados de Yorkshire Burrito no paran de pedir a los que esperan su wrap que no bloqueen el acceso a los vecinos y despamparados puestos de empanadas argentinas y hamburguesas veganas.
Desde que Isabel II mand¨® cerrar los puestos de salchichas porque le llegaba el olor a su alcoba, la comida callejera inglesa andaba hu¨¦rfana de referentes. De aquellos carritos de salchicha inglesa con mostaza y un mont¨®n de cebolla a la plancha, con los que varias generaciones se alimentaron en el bus nocturno de vuelta a casa o al hotel desde Trafalgar Square apenas queda rastro. Ahora, los que se lleva es comer este delirante formato de comida fusi¨®n, a medio camino entre la ocurrencia y la genialidad.
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