Pactos, conspiraciones y traiciones: los restaurantes favoritos de los pol¨ªticos desde Par¨ªs hasta Bogot¨¢
Viajamos por todo el mundo para conocer los m¨ªticos locales donde se han sellado pactos de gobierno y roto coaliciones en torno a una mesa
Hay restaurantes que forman parte de la historia pol¨ªtica de un pa¨ªs mucho m¨¢s que de su historia gastron¨®mica. Son establecimientos a los que la clase dirigente acude por su discreci¨®n¡ o por todo lo contrario. Sobre los manteles de estos locales de Par¨ªs, Buenos Aires o Londres han comido y bebido desde grupos parapoliciales hasta pol¨ªticos defenestrados o presidentes reci¨¦n nombrados. Se han sellado pactos y se han roto coaliciones. Para algunos dirigentes, estos locales son una suerte de talism¨¢n o segunda oficina. En algunos incluso dicen que se come bien.
Par¨ªs: La Rotonde, s¨ªmbolo del macronismo con un poso intelectual
Por Marc Bassets
La brasserie La Rotonde es m¨¢s que un restaurante donde, como en los de su g¨¦nero en Par¨ªs, se consumen sopas de cebollas y mariscos, lenguado meuni¨¨re y steak tartare. Durante la presidencia de Emmanuel Macron se ha convertido en un s¨ªmbolo de este presidente y de las turbulencias que han rodeado su mandato.
Podr¨ªa decirse que, al menos oficiosamente, el mandato se inaugur¨® all¨ª mismo, tras cristaleras relucientes y el toldo rojo de este caf¨¦ y restaurante confortable sin ser ostentoso como Fouquet¡¯s, el favorito de otro presidente, Nicolas Sarkozy.
Fue en La Rotonde, el 23 de abril de 2017, donde Macron celebr¨® con sus colaboradores y amigos que se hab¨ªa clasificado para la segunda vuelta de las presidenciales. Y ha sido La Rotonde, desde entonces, un local que ha frecuentado, a t¨ªtulo privado o con invitados como el canciller alem¨¢n, Olaf Scholz.
Por su identificaci¨®n con Macron, ha sufrido en este tiempo varios incendios. Los chalecos amarillos y manifestantes contra la reforma de las pensiones creyeron que atac¨¢ndolo atacaban al presidente. Su historia y simbolismo va mucho m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica actual.
La brasserie, en la esquina de los bulevares Montparnasse y Raspail, la frecuentaron los escritores de la generaci¨®n perdida, y la bohemia de Montparnasse. Tambi¨¦n los espa?oles exiliados en los a?os veinte. Hab¨ªa cada d¨ªa, entre las 13.00 y las 15.30, una tertulia espa?ola en la que participaban, entre otros, Miguel de Unamuno. Se sentaban al fondo, junto a un ventanal que daba al bulevar Raspail.
Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial fue un punto de encuentro de los existencialistas. En sus memorias, Simone de Beauvoir cont¨® que ah¨ª pill¨® su primera borrachera.
Buenos Aires: La Biela, pilotos, polic¨ªas y escritores
Por Federico Bianchini
En Buenos Aires, en la esquina de Juncal y Quintana, a 100 metros del cementerio de Recoleta y junto a un omb¨² que ser¨ªa el ¨¢rbol m¨¢s viejo de la ciudad (se estima que fue plantado a fines del siglo XVIII), est¨¢ ubicado el restaurante La Biela.
Se fund¨® en 1850, en una zona de cuchilleros, prostitutas y ladrones, con el nombre de La Veredita. Unos a?os m¨¢s tarde, debido a su popularidad entre los miembros de la Asociaci¨®n Civil de Pilotos Argentinos, cambi¨® su nombre a Aerobar: por all¨ª pasaron pol¨ªticos de todas las tendencias. Cambi¨® el barrio y cambi¨® el local. Cerca de 1940, cuando en Argentina se puso de moda el automovilismo, obtuvo su nombre actual y se convirti¨® en un sitio de encuentro de los amantes de ese deporte. Uno de sus asiduos concurrentes era el pentacampe¨®n de f¨®rmula 1, Juan Manuel Fangio.
Durante la dictadura c¨ªvico-militar lo visitaban los integrantes de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), banda parapolicial de ultraderecha: all¨ª almorzaba Ram¨®n Camps, jefe de la Polic¨ªa bonaerense. En 1975, la organizaci¨®n guerrillera Montoneros lo design¨® como ¡°lugar objetivo en zonas olig¨¢rquicas¡± y cometi¨® un atentado que gener¨® un incendio pero no dej¨® v¨ªctimas.
Los escritores Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo viv¨ªan a la vuelta, en un apartamento sobre Posadas. Bioy sol¨ªa almorzar en uno de los salones del restaurante y reservar la mesa 20 para tomar caf¨¦ con sus invitados, entre quienes se inclu¨ªa Jorge Luis Borges. Hoy, en este bar de pol¨ªticos, artistas, servicios de inteligencia y periodistas, esa mesa sigue sin poder usarse: la ocupan dos esculturas de los escritores, hechas por Fernando Pugliese.
Brasilia: El Piantella, memoria democr¨¢tica
Por Naiara Galarraga Cort¨¢zar
Cuando el Piantella abri¨® sus puertas, en 1979 en Brasilia, la ciudad estaba a punto de cumplir dos d¨¦cadas como la capital futurista de un pa¨ªs que todav¨ªa era una dictadura. El restaurante quedaba cerca, en distancias brasilienses, de la zona donde se alzan las sedes de los tres poderes y los ministerios. Pronto se convirti¨® en lugar de encuentro de la oposici¨®n a los generales. Com¨ªan y cenaban a diario en este local de nombre italiano, camareros de toda la vida, carta refinada y m¨²sica de piano en directo que abr¨ªa hasta el amanecer.
Durante cuatro d¨¦cadas el Piantella fue el gran lugar de encuentro de los pol¨ªticos brasile?os, el escenario donde buscar acuerdos (y contrapartidas). Sus salones y reservados reflejaron los altibajos de la clase pol¨ªtica tras aquellos primeros a?os gloriosos en que pol¨ªticos variopintos unieron fuerzas para reconstruir la democracia brasile?a. Conviv¨ªan en aquellas dos plantas con los periodistas que iban a pescar noticias.
En la carta, reinaban el fil¨¦ a la moscovita, un solomillo con salsa de carne, crema de leche, flambeado con vodka y coronado con una cucharadita de caviar.
All¨ª se gest¨® a mediados de los ochenta la campa?a de las Diretas J¨¢ para elegir democr¨¢ticamente al presidente. Y el abanico de comensales se ampli¨® luego para cocinar la Constituci¨®n de 1988.
Cuando Lula hizo historia en 2002 como el primer obrero en conquistar la presidencia y recibi¨® el diploma correspondiente, comi¨® all¨ª con sus ¨ªntimos para celebrar el primer t¨ªtulo de su vida. Porque Lula nunca termin¨® la escuela.
El Piantella cerr¨® sus puertas el 31 de agosto de 2016, el d¨ªa que el Senado destituy¨® a la primera presidenta de la historia de Brasil, Dilma Rousseff. Fue una estocada mortal, aunque no la clausura definitiva. Un nuevo due?o intent¨® resucitarlo pero la pandemia arras¨® de nuevo con ¨¦l.
Washington DC: Cafe Milano, la segunda cafeter¨ªa de la Casa Blanca
Por Miguel Jim¨¦nez
Cafe Milano abri¨® sus puertas el mismo d¨ªa en que Bill Clinton fue elegido presidente, en noviembre de 1992. Este restaurante italiano de Georgetown se ha convertido desde entonces en destino predilecto de la ¨¦lite de Washington, una ciudad que es como un parque tem¨¢tico de la pol¨ªtica. Aunque decenas de restaurantes del Distrito de Columbia han tenido como cliente ocasional a alg¨²n presidente y se precian de ello, Cafe Milano es probablemente el m¨¢s frecuentado por presidentes, miembros del Gobierno, congresistas, jefes de Estado y mandatarios extranjeros, estrellas de Hollywood de paso por la ciudad y figuras de los medios de comunicaci¨®n. Adem¨¢s, en un pa¨ªs tan polarizado como EE UU, atrae por igual a dem¨®cratas y republicanos, a presentadores de la CNN y de la Fox.
La comida no es memorable y los precios no son baratos. Con sobrecargos, impuestos y propinas, las pastas y pizzas rondan los 40 d¨®lares, los pescados superan los 50 y las carnes llegan a costar cerca de 80. La decoraci¨®n es agradable, pero tampoco deslumbrante. Sin embargo, el italiano Franco Nuschese, propietario de Cafe Milano, ha sabido con su hospitalidad convertirlo en punto de encuentro.
Bill Clinton es un habitual. Tambi¨¦n han pasado Barack Obama y Joe Biden. No consta que Trump lo visitase, pero varios de los miembros de su Gabinete eran asiduos, como delataban los coches del servicio secreto en la puerta. Una noche coincidieron sus secretarios de Estado, del Tesoro y de Comercio en mesas separadas, lo que le vali¨® a Cafe Milano el apelativo de ¡°segunda cafeter¨ªa de la Casa Blanca¡±. All¨ª estaba ese d¨ªa tambi¨¦n Clinton y un presentador estrella de la Fox, Bret Baier. La reina de Tailandia, que se trajo su propia cuberter¨ªa de plata, lo cerr¨® por dos d¨ªas para una celebraci¨®n privada. Brad Pitt y Angelina Jolie coincidieron el mismo d¨ªa que cenaban all¨ª Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones.
Cafe Milano comenz¨® con mesas para 52 comensales. Ahora tiene 300 plazas en un horario extendido, de modo que, aunque los reservados est¨¢n reservados con meses de adelanto, no es complicado conseguir una mesa en el comedor o la terraza y formar parte de su m¨¢s que exclusiva clientela.
Bogot¨¢: Pajares Salinas, el sabor de la conspiraci¨®n
Por Juan Diego Quesada
En el Pajares Salinas, aparte de comer y cenar bien, se conspira deliciosamente, escribi¨® alguna vez un columnista colombiano. En este restaurante de luces bajas y estilo ecl¨¦ctico, situado en el norte de Bogot¨¢, se re¨²nen los personajes m¨¢s poderosos del pa¨ªs. En sus asientos mullidos se recuestan los empresarios m¨¢s ricos y de paso departe la ¨¦lite pol¨ªtica, los verdaderos patricios de este mundo. Los presidentes de la Rep¨²blica han desfilado por aqu¨ª de uno en uno, salvo ?lvaro Uribe, que se resiste a intrigar entre sus mesas. La puerta del lugar est¨¢ repleta de camionetas de alta gama donde esperan con paciencia los escoltas de sus se?or¨ªas. En la recepci¨®n te reciben cuatro maitres encargados de las reservas -no es f¨¢cil encontrar lugar con poca antelaci¨®n-, prestos a conducirte a un espacio di¨¢fano dividido por unos m¨ªnimos separadores; todo queda a la vista, nadie puede esconderse.
En los pasillos abundan las hieleras en las que se enfr¨ªan vinos y champ¨¢n. Las mesas, perfectas de equilibrio, est¨¢n decoradas con peque?os jarrones con claveles. La carta es de origen espa?ol con un ligero toque franc¨¦s. Una luz mortecina ilumina con holgazaner¨ªa los rincones en penumbra, y ese es uno de los ¨¦xitos de este sitio donde escasea la cobertura del m¨®vil: no se sabe si ah¨ª fuera es de d¨ªa o de noche. Los almuerzos se confunden con las cenas y acaban en el elegante bar de la segunda planta, donde esperan butacones cl¨¢sicos que estaban de moda de hace cincuenta a?os y la biblioteca original del fundador, Saturnino Salinas Pajares, un espa?ol que lleg¨® en los a?os cincuenta a Colombia con una maleta, un libro de recetas titulado La nueva cocina elegante espa?ola y la chaquetilla de cocinero. Los camareros, perfectamente uniformados, escuchan confesiones que despu¨¦s ser¨¢n noticia en el telediario de la noche, pero la discreci¨®n manda y ellos ni ven ni oyen. En un d¨ªa cualquiera, un comensal, a voz en grito -al Pajares Salinas tambi¨¦n se viene a que te vean-, cierra por tel¨¦fono un trato de 100.000 d¨®lares, una cantidad insignificante si los que andan por aqu¨ª son el banquero Gabriel Gilinsky o el archimillonario Luis Carlos Sarmiento Angulo.
El se?or presidente, Gustavo Petro, vino en campa?a en un par de ocasiones, pero la m¨¢s asidua ha sido la primera dama, Ver¨®nica Alcocer, acompa?ada por su camarilla de asesores espa?oles. Se sabe que aqu¨ª dentro se bebe con alegr¨ªa, aunque siempre dentro de los l¨ªmites del buen gusto. Si no fuese el caso, en la puerta esperan tres choferes que conducen el coche del impedido hasta su santa casa, le ponen el pijama y le dan un beso de buenas noches.
San Petersburgo: St¨¢raya Tamozhnia, el restaurante del jefe de Wagner
Por Javier G. Cuesta
El restaurante La Vieja Casa de Aduanas (st¨¢raya tamozhnia, en ruso) fue el origen del imperio del due?o del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, fallecido en agosto en una cat¨¢strofe a¨¦rea sin esclarecer cuando se cumpl¨ªan dos meses de su fallida rebeli¨®n. El establecimiento, fundado en 1996 en el coraz¨®n de San Petersburgo, en la isla Vasilievski, en la orilla opuesta al Palacio de Invierno, fue el lugar donde Prigozhin comenz¨® a tejer sus redes entre la ¨¦lite pol¨ªtica rusa. Entre ellos, el peterburgu¨¦s Vlad¨ªmir Putin, entonces mano derecha del alcalde de la ciudad.
El restaurante se encuentra en una antigua sede de aduanas del siglo XVIII, motivo que inspira su decoraci¨®n, incluidos algunos maniqu¨ªes de funcionarios del zar, aunque tras estilo peculiar se encuentra uno de los restaurantes m¨¢s refinados de la ¡®capital cultural¡¯ de Rusia. Su men¨² se centra en la gastronom¨ªa rusa y algunas de las derivaciones europeas de sus platos. Entre sus especialidades ofrece sopa de repollo con chucrut y ternera, ternera guisada con pur¨¦ de patatas y ¡°delicadas tortitas con salm¨®n y caviar rojo¡±.
Los precios de su carta son elevados si se compara con otros restaurantes de la ciudad, pero asumibles teniendo en cuenta su fama, su ubicaci¨®n central y que por sus mesas ha desfilado la ¨¦lite que controla f¨¦rreamente las riendas de Rusia. Un plato principal ronda entre los 900 y 1.000 rublos, unos diez euros al cambio, y cualquiera de sus exquisitas sopas eslavas vale la mitad. En cuanto a la carta de vinos, su horquilla es tan amplia como en cualquier otro establecimiento ruso debido a las sanciones. Su oferta espa?ola, Un crianza Castillo de Albay (La Rioja) de 2017 cuesta 500 rublos, unos cinco euros.
El local que dio la fama al jefe de los mercenarios rusos cuenta con cuatro salones, uno de ellos para clientes VIP y otro para desgustaci¨®n de vinos. Asimismo, el restaurante permite reservar sus salas para organizar bodas y otros actos privados.
Londres: The Cinnamon Club, la salsa de Westminster
Por Rafa de Miguel
Durante d¨¦cadas, el colmo de la sofisticaci¨®n para los paladares brit¨¢nicos era un buen curri. De ese modo gen¨¦rico se llamaba a cualquier plato de origen o inspiraci¨®n india, con abundante salsa especiada y picante. Hasta convertirse en un plato tan nacional como el fish and chips o el pudding Yorkshire. Y los diputados de Westminster no eran ajenos a este exotismo. Las reglas del juego cambiaron en 2001, cuando el afamado chef Vivek Singh abri¨® The Cinnamon Club (El Club de la Canela).
Apenas cinco minutos andando separan el Parlamento brit¨¢nico de la vieja Westminster Library, en Great Smith Street. Un maravilloso edificio de ladrillos rojos y arquitectura victoriana que acoge el restaurante m¨¢s frecuentado por los diputados de la C¨¢mara de los Comunes y los ministros del Gobierno de su majestad. A cualquier hora del d¨ªa puede verse en sus mesas, rodeadas por una maravillosa librer¨ªa en paneles de madera noble, con una vasta colecci¨®n de libros exquisitamente ordenados, a pol¨ªticos con pol¨ªticos, pol¨ªticos con periodistas o ministros con diputados, en un ambiente que mezcla la sensaci¨®n de trabajo, confraternizaci¨®n y, evidentemente, tramas y conspiraciones.
Como la idea misma del curri, Vivek Singh tuvo el acierto de mezclar las esencias m¨¢s tradicionales de la cocina india con las recetas occidentales m¨¢s reconocidas por su clientela, adem¨¢s de aportar al local un aire de elegancia funcional tan del gusto de aquellos pol¨ªticos que flotan en una nube al haber alcanzado Londres, y Westminster, el centro del poder en el Reino Unido.
The Cinnamon Club fue el lugar elegido por Rishi Sunak, el primer jefe de Gobierno en la historia del Reino Unido de origen indio e hind¨² practicante, para dar las gracias, en septiembre del a?o pasado, a m¨¢s de 70 voluntarios que ayudaron en su apuesta por hacerse con el liderazgo tory. Entonces perdi¨® frente a Liz Truss. Dos meses despu¨¦s, los diputados eleg¨ªan a Sunak como nuevo primer ministro para salvar al partido de la debacle.
Barcelona: Ca l¡¯Isidre, pol¨ªtica por la puerta lateral
Por Mar Rocabert
Si las paredes del reservado de Ca l¡¯Isidre hablaran, sus secretos dar¨ªan para una larga serie pol¨ªtica, donde acuerdos, di¨¢logos, disputas y enfrentamientos se resuelven alrededor de una buena mesa. Con mucha discreci¨®n, este restaurante de cocina catalana contempor¨¢nea, situada al lado del Paral¡¤lel, ha dado de comer a la clase pol¨ªtica catalana a lo largo de su historia, que ya pasa el medio siglo. Sus fundadores fueron Isidre Giron¨¨s y su esposa, Montserrat Salv¨®, pero ahora es su hija N¨²ria Giron¨¨s qui¨¦n comanda este elegante comedor, una extra?a reserva donde los manteles blancos lucen perfectamente planchados y las flores frescas nunca faltan en el centro.
Adem¨¢s de un comedor estiloso, que no sigue ninguna tendencia, sino que rezuma personalidad propia en cada detalle, Ca l¡¯Isidre esconde una sala privada con capacidad para 14 personas, que adem¨¢s pueden acceder a ella por una puerta lateral, sin ser vistos por los clientes del restaurante. Pol¨ªticos de todos los colores han usado esta entrada clandestina para reunirse con sus c¨®mplices o rivales en un espacio neutral, evitando husmeadores. Cada semana ocupado varias veces por dos, tres o cuatro pol¨ªticos al mismo tiempo, tambi¨¦n ha sido escenario de encuentros m¨¢s festivos que han llenado la sala entera.
En la memoria de algunos est¨¢ el d¨ªa en que la discreci¨®n de Ca l¡¯Isidre salt¨® por los aires, cuando lleg¨® un Mercedes azul hasta su puerta. Eran los a?os ochenta y los reyes Juan Carlos y Sof¨ªa estaban de visita oficial en Catalu?a, coincidiendo con un 14 de mayo, su fecha de boda. Jordi Pujol y Marta Ferrusola se postularon como los mejores compa?eros de celebraci¨®n y eligieron Ca l¡¯Isidre para la ocasi¨®n. En el codiciado reservado tambi¨¦n tuvieron lugar a?os despu¨¦s algunas de las reuniones decisivas para traer los Juegos Ol¨ªmpicos a Barcelona, con Pasqual Maragall y Joan Antoni Samaranch como figuras clave.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.