Terror invisible: as¨ª es la nueva ola de ultraderecha que defiende pasar a la acci¨®n

Un despliegue policial sobresalt¨® a los 200 vecinos de Pobla de C¨¦rvoles el 11 de septiembre de 2020. En un operativo conjunto, Mossos d¡¯Esquadra y Guardia Civil tomaron el peque?o municipio, ubicado en el l¨ªmite entre Lleida y Tarragona, para detener a un joven llegado al pueblo meses atr¨¢s. En paralelo, otro grupo policial deten¨ªa en Alicante a su compinche. Ambos hab¨ªan comprado dos casas en Pobla en las que pasaron el confinamiento de la pandemia sin llamar la atenci¨®n. Viv¨ªan de manera autosuficiente, cultivaban marihuana y apenas sal¨ªan para comprar comida. Imposible suponer que los dos arrestados planeaban un atentado de signo ultraderechista: en las casas guardaban armas de fuego, una biblioteca de propaganda extremista y 15.000 d¨®lares en met¨¢lico.

La investigaci¨®n hab¨ªa partido un a?o antes, cuando los agentes hallaron en un foro de internet un manifiesto titulado Iron Pills, un proyecto de vida heroico. En ¨¦l se expon¨ªan algunas de las claves de la nueva ultraderecha: ¡°?Somos nazis? No, no somos nacionalsocialistas. Somos racistas, pero no tenemos ideolog¨ªa pol¨ªtica porque hemos descartado la v¨ªa pol¨ªtica¡±, rezaba el texto redactado por los dos j¨®venes detenidos tras meses de seguimiento.

Fue el final de una aventura que ten¨ªa como fin ¡°pasar a la acci¨®n¡± y a la que invitaban a sumarse a varones blancos ¡°dispuestos a comprometerse¡± para ¡°unas hipot¨¦ticas guerras raciales¡±. Seg¨²n los Mossos, ya debat¨ªan objetivos: ¡°Nosotros no encajamos en este sistema que nos niega la existencia y la identidad. Buscamos su destrucci¨®n para la creaci¨®n de algo nuevo¡±, dice, a modo de s¨ªntesis, el final de la declaraci¨®n de intenciones de este germen de milicia. Se trata del caso pionero de terrorismo de la nueva ultraderecha en Espa?a.

¡°En gran parte de Europa es, desde hace tiempo, el peligro terrorista n¨²mero uno, por encima del yihadismo. En Espa?a el nivel de amenaza no es tan elevado, pero porque trabajamos para prevenirlo¡±. Quien habla es un miembro de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n (CGI) de la Polic¨ªa Nacional dedicado a investigar y vigilar movimientos extremistas. ¡°?Preocupados? S¨ª, mucho. Hay un problema, aunque la mayor¨ªa de la sociedad no sea consciente de ello¡±, explica. ¡°Nos pagan por preocuparnos y ver m¨¢s all¨¢. Por eso nos ponemos en lo peor. No somos reactivos, somos una unidad de Inteligencia. Trabajamos para que eso no suceda¡±.

Un responsable de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n de los Mossos d¡¯Esquadra coincide en lo invisible de esta amenaza. Al no trascender a los medios, no se tiene la sensaci¨®n de peligro: ¡°Antes del 11-M nadie pensaba que pudiera pasar algo as¨ª. Al d¨ªa siguiente, todo el mundo parec¨ªa que ya sab¨ªa lo que iba a suceder¡±.

Esta alarma ha alcanzado cotas mucho m¨¢s elevadas en pa¨ªses como Alemania, Francia, Reino Unido o los pa¨ªses n¨®rdicos. Solo un ejemplo: en Berl¨ªn, el ministro del Interior anunci¨® en mayo de 2021 que la ultraderecha era ya la principal amenaza para la seguridad del pa¨ªs, por delante del terrorismo yihadista. La declaraci¨®n lleg¨® tras una lista de atentados que se han cobrado 23 muertos en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. En diciembre de 2022, 3.000 polic¨ªas alemanes participaron en una operaci¨®n que desarticul¨® un grupo extremista que planeaba dar un golpe de Estado por ¡°medios militares¡± para derrocar al Gobierno federal.

Pero ?qu¨¦ es exactamente lo que inquieta a la Polic¨ªa? ?Qu¨¦ diferencia hay con la violencia de extrema derecha ya vista en d¨¦cadas anteriores? Cuando se habla de ultraderecha, el imaginario colectivo suele viajar r¨¢pidamente a cabezas rapadas, neonazis o nost¨¢lgicos de reg¨ªmenes totalitarios. No lo perciben as¨ª, al menos como potenciales terroristas, los cuerpos de seguridad, conscientes de la evoluci¨®n de un fen¨®meno en aumento, un fantasma m¨¢s oscuro y menos conocido que habita en internet, que trasciende causas e ideolog¨ªas y que, en ocasiones, cobra forma humana y ataca. Por eso para los investigadores es muy importante hacer distinciones en las etiquetas.

¡°Consideramos extrema derecha aquella que puede llegar a estar en el ¨¢mbito parlamentario. Son ideas extremas que no obstante se encuadran dentro de la legalidad. M¨¢s all¨¢ de eso se encuentra la ultraderecha, un concepto que no excluye la violencia y que busca subvertir el sistema¡±. La explicaci¨®n la da un responsable de los Mossos d¡¯Esquadra. ¡°A su vez, dentro de la ultraderecha distinguimos dos ramas. La primera: neofascistas, nacionalsocialistas sobre todo. Operan en bandas y grupos urbanos. Hacen activismo, pintadas, panfletos, manifestaciones y, ocasionalmente, practican la violencia. La segunda la componen extremistas de distinta ¨ªndole, m¨¢s difusa. Es un fen¨®meno reciente y ante posibles atentados terroristas es el que m¨¢s nos inquieta¡±. La Polic¨ªa Nacional coincide y sintetiza: ¡°Hay una ultraderecha que busca lucrarse, ganar dinero. Y hay otra que no. Nos preocupan ambas, pero sobre todo la segunda¡±.

Esta segunda, la nueva ultraderecha, no tiene un esquema jer¨¢rquico ni grupal. Son, en realidad, una amalgama de corrientes de pensamiento, ideas y teor¨ªas que conviven y se comparten, en su casi totalidad, de forma virtual. Es un amplio paraguas que se estructura en algunas ideas esenciales: supremacismo y nacionalismo blanco, misoginia y homofobia extremas, antisemitismo y rechazo frontal a la inmigraci¨®n, especialmente a la relacionada con el islam.

Aceleracionistas, Incel y teor¨ªas de la conspiraci¨®n

El supremacismo blanco tiene su versi¨®n m¨¢s extrema en una corriente llamada aceleracionismo, que defiende la necesidad urgente de pasar a la acci¨®n mediante la violencia. Acelerar desde el pensamiento hasta los hechos. Es decir, propone y explica c¨®mo atacar un sistema que, seg¨²n su l¨®gica, ha fracasado y es necesario subvertir. ¡°Es lo m¨¢s preocupante ahora mismo en Europa¡±, afirma el investigador de los Mossos d¡¯Esquadra. Es una evoluci¨®n del nazismo, una postura nihilista que no cree en el principio de autoridad y que considera que en Occidente todo est¨¢ podrido: hay que arrasar todo e instaurar un nuevo orden. Buscan una guerra racial que desemboque en la creaci¨®n de un etnoestado blanco y de tradici¨®n cristiana.

En Espa?a y gran parte de Europa el supremacismo blanco tiene una est¨¦tica vinculada a lo templario y tambi¨¦n a la mitolog¨ªa escandinava. Trascienden la t¨ªpica imagen de esv¨¢stica o fascista tradicional. Tanto es as¨ª que hay corrientes denominadas White Yihad o Sharia Blanca que aplaudieron la toma de Kabul por los talibanes, ya que coinciden en sus preceptos ultraconservadores. Parad¨®jicamente, suelen anhelar una Europa vinculada de manera profunda al cristianismo como tradici¨®n, no como religi¨®n, y rechazan de manera frontal cualquier tipo de inmigraci¨®n, especialmente la musulmana.

La misoginia es el otro gran pilar que sostiene las nuevas corrientes de ultraderecha. Tiene su expresi¨®n m¨¢s extrema en el movimiento Incel (c¨¦libes involuntarios, seg¨²n sus siglas en ingl¨¦s). Se trata de un ideario desarrollado en Estados Unidos que expresa un odio visceral a las mujeres. Culpan al feminismo del fracaso afectivo y sexual de algunos hombres y se han organizado en espacios virtuales (conocidos como la manosfera) dedicados a compartir su frustraci¨®n y reivindicar los derechos de los varones. Los incel creen que existe una pir¨¢mide sociosexual dominada por las mujeres y los machos alfa a la que se subordina el resto de los hombres. Tambi¨¦n rechazan al colectivo LGTBI y reinterpretan la pel¨ªcula Matrix (1999). Seg¨²n ellos, la simulaci¨®n de la realidad que en ese filme otorga una p¨ªldora azul mantiene al hombre subyugado por la mujer. Ellos proponen ¡°tomar¡± la red pill, la p¨ªldora roja de la pel¨ªcula, que permit¨ªa alcanzar el mundo real. O sea, invitan a sus fieles a abandonar la matrix en la que supuestamente viven y son manejados los hombres. Desde hace un tiempo tambi¨¦n ha cobrado intensidad una teor¨ªa m¨¢s extrema llamada black pill o p¨ªldora negra, seg¨²n la cual la apariencia f¨ªsica marca la vida de una persona por encima de cualquier otra circunstancia. Es decir, si nos has nacido agraciado f¨ªsicamente, no tienes nada a lo que aspirar.

Los MGTOW (hombres que siguen su propio camino, seg¨²n sus siglas en ingl¨¦s, u hombres a su bola, en la traducci¨®n libre al espa?ol) son una corriente dentro del odio mis¨®gino, con la diferencia de que estos son hombres c¨¦libes de forma voluntaria, como expresi¨®n final del separatismo de la mujer. Todos estos movimientos han ido creciendo a medida que lo ha hecho el feminismo.

La manifestaci¨®n violenta de esta tendencia tuvo su apogeo en 2014, en la localidad californiana de Isla Vista, cuando el estudiante Elliot Rodger mat¨® a 6 personas e hiri¨® a otras 13, despu¨¦s de acudir a una fiesta dispuesto a perder su virginidad; resulta que no solo no la perdi¨®, sino que acab¨® recibiendo una paliza por molestar a las chicas. Al d¨ªa siguiente, perpetr¨® la masacre y despu¨¦s apareci¨® muerto tras haber publicado un manifiesto en el que culpaba a las mujeres por rechazarlo. Hoy es idolatrado en la manosfera. M¨¢s tarde se produjeron otros atentados en Europa, como el de Hanau (Alemania) en 2020, cuando Tobias R. asesin¨® a 10 personas, incluida su madre, y luego se quit¨® la vida. Tambi¨¦n dej¨® otro texto de 25 p¨¢ginas para la posteridad. Al a?o siguiente, en Plymouth (Inglaterra), Jake Davison, vinculado a los incel, dispar¨® hasta la muerte a cinco personas, incluida una ni?a de tres a?os, y tambi¨¦n a su propia madre. En su canal de YouTube desarrollaba la teor¨ªa de la black pill.

Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n son el tercer gran factor que alimenta la nueva ultraderecha. La pandemia de la covid desat¨® hip¨®tesis de todo tipo, pero ya antes exist¨ªan idearios como QAnon, proveniente de Estados Unidos y que sostiene que las ¨¦lites del mundo est¨¢n constituidas en una suerte de club sat¨¢nico y ped¨®filo (como difundi¨® la conspiraci¨®n del Pizzagate, que trataba de conectar a pol¨ªticos del Partido Dem¨®crata con una supuesta trama de abuso infantil). Teor¨ªas como la del Gran Reemplazo, seg¨²n la cual existe un plan preconcebido para sustituir a la poblaci¨®n blanca de Europa por musulmanes y otros inmigrantes no blancos, han alcanzado algunos discursos de candidatos a gobiernos europeos.

La Orden de los Nueve ?ngulos, una secta pagana aria, o el ecofascismo, una reivindicaci¨®n totalitaria del medio ambiente, son otras de las ideas que completan este crisol de la ultraderecha contempor¨¢nea. En la base, en el fondo, casi siempre aparecen los jud¨ªos, se?alados como los culpables de todos los males. Por ejemplo, la corriente Incel sostiene que el feminismo es un invento jud¨ªo. El antisemitismo es, tal vez, la idea m¨¢s com¨²n de entre todo este abanico de pensamientos fan¨¢ticos.

¡°Lo diferencial de estas ideas es que no est¨¢n cristalizadas en su expresi¨®n b¨¦lica en una o dos grandes organizaciones, como ocurre con el yihadismo, que encuentra un espacio en el ISIS o Al Qaeda¡±, explica un responsable de la CGI de los Mossos d¡¯Esquadra. ¡°Son pensamientos que viven en internet y no paran de ser compartidos y mutar¡±.

A todo ello le acompa?a el hecho de que ¡°la radicalizaci¨®n es hiperindividual, o sea, que no se identifican con un grupo¡±. Lo cuenta Anna L¨®pez, doctora en Ciencias Pol¨ªticas y experta en el ascenso de las ultraderechas en Europa. ¡°Un individuo va de un grupo a otro sin problema¡±.

Es lo que un polic¨ªa define como ¡°capacidad l¨ªquida¡±: los procesos de radicalizaci¨®n son invisibles en tanto virtuales, y tiene vocaci¨®n global, por lo que los extremistas acomodan a su propio contexto un mismo ideario. La consecuencia es que pueden ser captadas personas que, en realidad, no padecen estos supuestos problemas. Ocurri¨® en Nueva Zelanda en 2019. El australiano Brenton Tarrant mat¨® a 51 personas en dos mezquitas, a pesar de que en ese pa¨ªs no hay problemas de convivencia ni tampoco una presencia masiva de musulmanes. Tarrant hizo suyas ideas supremacistas que absorbi¨® en internet y actu¨® en su comunidad de acuerdo con lo que hab¨ªa percibido en lugares como Francia o B¨¦lgica. De hecho, la investigaci¨®n demostr¨® que hab¨ªa hecho un trabajo de campo para hacer el mayor da?o posible en el lugar de su entorno donde existiera menos presi¨®n policial. En su proceso, Tarrant viaj¨® por diversos lugares de origen templario en Espa?a, y en el arma que utiliz¨® se pudo leer, entre otros, el nombre de don Pelayo.

¡°Hasta hace poco, el fascismo se circunscrib¨ªa a cada Estado o naci¨®n. Sin embargo, el aceleracionismo promueve una identidad que trasciende fronteras y que a¨²na a una poblaci¨®n blanca supremacista¡±, cuenta un responsable de la Polic¨ªa Nacional. ¡°Es un terrorismo colmena¡±.

La sopa de odio

Estos enredos de corrientes de pensamiento radical, que se esconden en internet y que son compartidos desde todos los rincones del mundo, suponen un desaf¨ªo may¨²sculo para los servicios de inteligencia e informaci¨®n. La mayor¨ªa de esa enorme sopa de odio se queda en lo virtual, pero existen individuos que completan su proceso de radicalizaci¨®n y pasan a la acci¨®n terrorista.

Anna L¨®pez intenta trazar un perfil de estos individuos a partir de su experiencia: ¡°En un 85% de las ocasiones es un hombre, joven y normalmente con problemas para socializar¡±. El retrato robot mantiene llamativos paralelismos con el de los lobos solitarios del terrorismo yihadista. ¡°Los individuos m¨¢s radicalizados que nos encontramos¡±, retoma el responsable de los Mossos d¡¯Esquadra, ¡°tienen tendencia a la adicci¨®n. Pasan muchas horas en casa, frente al ordenador, consumiendo propaganda. En ella encuentran alivio y una explicaci¨®n a su enfado y frustraci¨®n. Suelen sentirse agraviados por su incapacidad a la hora de adaptarse al sistema y de socializar, porque normalmente han sido buenos estudiantes y han hecho todo lo que se supone que ten¨ªan que hacer para tener ¨¦xito¡±.

A partir de ah¨ª hacen suyo un relato que les resulta bals¨¢mico. Se acomodan en el victimismo. ¡°Las mujeres no les hacen caso por culpa del feminismo, ese invento de los jud¨ªos; no logran buenos empleos por culpa del capitalismo, no socializan por culpa de los inmigrantes, etc¨¦tera. Encuentran un sentido a su agravio construyendo enemigos palpables¡±, razona el investigador. Y a?ade: ¡°Este perfil de potencial terrorista no ha pertenecido a grupos ultras o bandas nazis, no comparte siquiera su est¨¦tica. No tiene recorrido delincuencial ni experiencia en la calle. No ha socializado. Est¨¢ suscrito a propaganda supremacista, pero la consume desde la privacidad que otorga su casa e internet¡±.

¡°El problema es que estas ideas van a m¨¢s¡±, retoma Anna L¨®pez. ¡°Lo que est¨¢ sucediendo es id¨®neo para crear terroristas. Europa est¨¢ ante un gran desaf¨ªo que no va a parar de crecer. En Espa?a, las fuerzas de seguridad est¨¢n trabajando muy bien, con m¨¢s de 3.000 sitios web vigilados. Pero falta mucha informaci¨®n. Los ciudadanos no son conscientes de la dimensi¨®n del problema. Apenas hay informes institucionales que analicen este asunto. S¨ª tenemos informes de transparencia de Facebook y en ellos vemos que los discursos de odio crecen de forma imparable. Solo Facebook borra un mill¨®n de mensajes de odio al d¨ªa en el ¨¢mbito global¡±.

Aquellos que completan el proceso de radicalizaci¨®n y deciden pasar a la acci¨®n suelen mostrar unos patrones y comportamientos muy similares. La decisi¨®n de planear un atentado aparece por un detonante. ¡°Puede ser un hecho que les marque: desde un desprecio o agravio personal o la construcci¨®n de una mezquita en su barrio hasta el conflicto entre Ham¨¢s e Israel o un atentado que han visto en alg¨²n lugar del mundo¡±, explican desde los Mossos.

De hecho, los atentados yihadistas en suelo europeo ponen en alerta m¨¢xima a las autoridades que vigilan a radicales de ultraderecha. En cada ataque de signo islamista se multiplican los mensajes de odio. La realidad es que el terrorismo de ultraderecha no est¨¢ tomando forma para dar el relevo al ya conocido yihadista: se trata de una suma, una nueva amenaza para Europa.

El caso de Anders Breivik fue el primero en mostrar la verdadera dimensi¨®n de esta amenaza. Breivik mat¨® a 77 personas en Noruega en julio de 2011. ¡°Se convirti¨® en catalizador para que pusi¨¦ramos el foco en el estudio de la ultraderecha: con 23 a?os y desde un ordenador se hab¨ªa empapado de teor¨ªas supremacistas y quiso liquidar a los j¨®venes que iban a propiciar que la Europa blanca se acabara¡±, cuenta Anna L¨®pez.

Un a?o despu¨¦s, en Espa?a se abort¨® un intento de ataque inspirado en aquella tragedia. A pesar de que las redes viv¨ªan tiempos incipientes, la Polic¨ªa descubri¨® que Juan Manuel Morales, un estudiante mallorqu¨ªn, vert¨ªa opiniones radicalizadas en su blog, con referencias a la masacre de Columbine (Colorado, Estados Unidos, 1999, 13 v¨ªctimas) y al propio atentado de Breivik. Cuando lo detuvieron, encontraron en su casa 140 kilos de explosivos comprados por internet, con los que pretend¨ªa, seg¨²n la Polic¨ªa, sembrar de bombas la Universidad de las Islas Baleares. Se financiaba a trav¨¦s del juego online y en la documentaci¨®n hallada expresaba ideas supremacistas y proclamaba su odio a los universitarios. Fue condenado a cuatro a?os por tenencia de explosivos.

El paso final antes de pasar a la acci¨®n es escribir un manifiesto. Es, de nuevo, una conducta repetida y replicada, en la que dejan constancia de su ideolog¨ªa y tratan de darle m¨¢xima difusi¨®n a su decisi¨®n. Los manifiestos suelen incorporar casi siempre una frase que constituye una idea fundacional para los aceleracionistas. Se trata de una premisa escrita por David Lane, l¨ªder supremacista blanco y escritor estadounidense fallecido en 2007: ¡°Debemos asegurar la existencia de nuestro pueblo y un futuro para los ni?os blancos¡±. La frase, construida con 14 palabras, aparece constantemente en el contenido virtual de ultraderecha. A veces, su representaci¨®n se reduce al n¨²mero 14.

Como si fuera un juego

Tras publicar el manifiesto llega el ataque, que se reviste, casi siempre, de est¨¦tica de videojuego: fusil, equipaci¨®n y vestimenta militar y, normalmente, una c¨¢mara con la que retransmiten en directo. Dejar constancia, ofrecer el atentado en streaming, es fundamental para ellos. Stephan Balliet emiti¨® en directo en Twitch su ataque a una sinagoga en Halle (Alemania) en el que asesin¨® a 2 individuos. Brenton Tarrant, que mat¨® a 51 personas en dos mezquitas de Nueva Zelanda en 2019, logr¨® 2.000 visualizaciones en el primer minuto de su atentado.

¡°Convierten el terrorismo en una partida online¡±, afirma el investigador. Tanto es as¨ª que existen rankings de los terroristas que m¨¢s personas han asesinado. El objetivo es batir el macabro r¨¦cord alcanzado por Anders Breivik, considerado el top scorer (m¨¢ximo anotador) en una lista conformada por Los Santos: entre la propaganda que la Polic¨ªa se ha incautado en Espa?a destacan unas ilustraciones de estos top scorers caracterizados como santos. Estas listas, unidas a los manifiestos, intentan perpetuar el estado de radicalizaci¨®n. En la propaganda de ultraderecha es lo que llaman el Santo Terror. Los investigadores lo denominan efecto copycat, seg¨²n el cual surgen individuos que toman la referencia de anteriores atacantes para seguir su modelo y difunden mensajes de alabanza en foros radicalizados.

La figura del incel Elliot Rodger es un buen ejemplo: este terrorista ha recibido homenajes expresos de veneraci¨®n por parte de otros asesinos posteriores, como Alek Minassian, que arroll¨® a 10 personas en Toronto en 2018. Antes de arrancar la furgoneta, escribi¨® en Facebook: ¡°Saluden al caballero supremo Elliot Rodger¡±. Ese mismo a?o, Nikolas Cruz abri¨® fuego en un instituto en Parkland (Florida) y mat¨® a 17 personas. Cruz hab¨ªa dejado escrito mensajes relativos a que ¡°Elliot Rodger no ser¨ªa olvidado¡±. Sus seguidores en los foros llegaron a declarar el 23 de marzo, fecha de la masacre, y tambi¨¦n de su muerte, el d¨ªa de San Elliot.

Finalmente, y a diferencia del terrorismo yihadista, el atacante de ultraderecha no tiene como fin el martirio. Es decir, es excepcional que se suiciden. Son detenidos y pasan a formar parte de Los Santos.

Internet, su mundo

El virtual es el mundo de los radicales de ultraderecha. Redes sociales, aplicaciones de mensajer¨ªa y foros son sus h¨¢bitats. En la mayor parte de los casos los mensajes y diatribas se intercambian de forma p¨²blica. Para ello utilizan, sobre todo, X (antes Twitter) y Facebook. Cr¨ªticos con las normas de moderaci¨®n, muchos perfiles de radicalizados migraron a Parler, una red social activa aunque bloqueada hace dos a?os por Apple, Google y Amazon, desde donde se organiz¨®, seg¨²n los investigadores, el asalto al Capitolio estadounidense de 2021. De ah¨ª pasaron a Gab, una red que lleg¨® a ser definida como ¡°Twitter para racistas¡±. En Espa?a, la ultraderecha divulga sus mensajes a trav¨¦s de foros nacionales y, en menor medida, en otros anglohablantes como 4chan o 8kun. Pero el entorno favorito es Telegram, donde conviven decenas de canales con miles de suscriptores. Esta amalgama de canales se conoce como Terrorgram.

En todos estos espacios una herramienta se erige como la estrella: el meme. Simples, universales y, sobre todo, viralizables, los memes son la expresi¨®n m¨¢s com¨²n a la hora de compartir propaganda.

Hace cinco a?os, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) retir¨® de un foro de la web burbuja.info un extenso dosier de casi 150 p¨¢ginas titulado Militant accelerationism espa?ol. Conten¨ªa propaganda antisemita, mis¨®gina y supremacista. Alentaba a llevar a cabo acciones violentas y ataques terroristas e insist¨ªa en la idea de que cualquiera puede llegar a hacer mucho da?o al sistema. Actos a peque?a escala que puedan provocar un efecto contagio.

Todos estos escenarios son vigilados por las fuerzas de seguridad en lo que se denomina patrullaje virtual. La mayor¨ªa son espacios p¨²blicos que se pueden monitorizar sin obst¨¢culos. Es en esta primera batida donde los investigadores intentan detectar elementos potencialmente peligrosos. ¡°Controlamos y analizamos movimientos, sus publicaciones y sus seguimientos¡±, explica un investigador de la Polic¨ªa Nacional. Tienen protocolizadas ciertas frases, palabras y mensajes que les ponen en alerta. ¡°No es lo mismo un fanfarr¨®n que sube todo el d¨ªa mensajes de odio que ciertos comportamientos que tenemos controlados y que son indicadores de potencial terrorismo¡±, afirman desde los Mossos d¡¯Esquadra.

Cuando alguno de estos perfiles muestra ese tipo de mensajes, suele, a continuaci¨®n, aislarse. Se van de los espacios abiertos y recalan en grupos privados. ¡°Si el sujeto se radicaliza, accede a canales cerrados de Telegram o grupos privados de Facebook. Ah¨ª no podemos entrar sin permiso judicial¡±, cuentan desde la Polic¨ªa Nacional.

Cuando consiguen esos permisos, las fuerzas de seguridad crean perfiles falsos ¡ªlos infiltrados digitales¡ª para unirse a los grupos privados. El investigador de la Polic¨ªa Nacional retoma: ¡°Infiltrarse es problem¨¢tico. Te piden fotos y hay quedadas. Te pueden pedir participar en alguna acci¨®n. Hay que ir sorteando estas cuestiones¡±.

En no pocas ocasiones los infiltrados policiales son detectados y expulsados. En ese momento los investigadores pierden la pista y se quedan a ciegas. ¡°Son momentos tensos porque hay estadios de radicalizaci¨®n avanzados. Pero no sabes si puedes intervenir¡±, explican desde la Polic¨ªa Nacional. ¡°Tenemos que jugar siempre al siete y medio y llegar hasta ellos sin pasarnos. O sea: tenemos que intentar atajar antes de que llegue el ataque. Pero si entras antes de tiempo, el abogado te lo va a tumbar y se van a ir a su casa. Es una bala de plata: si fallas, pierdes¡±.

En estos espacios de sombra destacan los chats de videojuegos. ¡°El gaming es probablemente el foro de radicalizaci¨®n m¨¢s impune y dif¨ªcil de vigilar¡±, admite el investigador.

Tan previsible como inevitable

Una de las diferencias entre Estados Unidos y Europa en cuanto a n¨²mero de ataques es el acceso a las armas. Por eso, uno de los desaf¨ªos inminentes de las autoridades europeas es la impresi¨®n en 3D. ¡°De momento no se puede imprimir un arma autom¨¢tica completa, siempre se necesita adquirir una aguja percutora. Pero se podr¨¢ hacer pronto. De nada sirve ya seguir el rastro de un arma si cualquiera se la puede hacer en casa¡±, explican desde los Mossos d¡¯Esquadra.

Un ejemplo de la corta distancia a la acci¨®n se destap¨® en Espa?a en septiembre de 2020, durante la pandemia. En la Operaci¨®n Odilo la Polic¨ªa Nacional desmantel¨® en Santa Cruz de Tenerife un taller ilegal de fabricaci¨®n de armas con impresoras y arrest¨® a un hombre de 55 a?os que pose¨ªa propaganda ultraderechista y que, seg¨²n los investigadores, estaba ya radicalizado.

En agosto de 2022 una nueva intervenci¨®n policial, la Operaci¨®n Saguaro, desarticul¨® otro taller clandestino de impresi¨®n de armas en la provincia de A Coru?a. Fue detenida una persona que compart¨ªa manuales en un canal supremacista en castellano y que ten¨ªa un subfusil AR9 pr¨¢cticamente terminado.

La amenaza de la ultraderecha no siempre aparece en formas aisladas. Existen organizaciones con miembros hist¨®ricos de sectores ultra. En 2022, tras una investigaci¨®n de dos a?os, la Polic¨ªa Nacional lanz¨® la Operaci¨®n Ario contra un grupo de ideolog¨ªa neonazi que incitaba a la violencia en las redes y a almacenar armas a trav¨¦s de WhatsApp. A uno de los detenidos, que integraba el autodenominado Partido Nacional Dem¨®crata, se le responsabiliz¨® del ataque a una sede de una asociaci¨®n LGTBI en Alcoi (Alicante).

En otras ocasiones aparecen c¨¦lulas de formaciones de larga trayectoria internacional. Este es el caso de Combat 18, brazo armado de la hist¨®rica organizaci¨®n nacionalsocialista Blood & Honour, cuya rama espa?ola fue desarticulada este mismo oto?o en un operativo de la Polic¨ªa Nacional y los Mossos d¡¯Esquadra. Un total de 16 personas fueron detenidas el pasado 17 de octubre en la que supone una de las mayores operaciones contra la ultraderecha violenta en Espa?a.

A pesar de esta operaci¨®n, las fuerzas de seguridad aseguran que la situaci¨®n nada tiene que ver con la de algunos pa¨ªses de Europa, donde existen organizaciones terroristas y hasta campos de entrenamientos. En 2020 Alemania desarticul¨® el Gruppe S, una banda que pretend¨ªa atentar a gran escala contra pol¨ªticos, autoridades e inmigrantes con el objetivo de desencadenar una guerra civil. Tambi¨¦n en Alemania, dos a?os despu¨¦s, la Polic¨ªa detuvo a 25 integrantes del Movimiento Ciudadanos del Reich, acusados de planificar un golpe de Estado.

En Suecia, el Movimiento de Resistencia N¨®rdico lleg¨® a crear un partido pol¨ªtico. Esta organizaci¨®n supremacista, con algunos de sus l¨ªderes en prisi¨®n, tiene como objetivo convertir los pa¨ªses n¨®rdicos en un etnoestado blanco.

En Rusia, el Movimiento Imperial Ruso (MIR), nacido en 2002, est¨¢ constituido como una organizaci¨®n paramilitar supremacista blanca y ultracristiana. Cuentan con al menos dos campos de entrenamiento, situados cerca de San Petersburgo, donde desarrollan t¨¢cticas militares urbanas. Muchos miembros del MIR est¨¢n combatiendo de forma voluntaria en la guerra contra Ucrania, donde tambi¨¦n tiene presencia una facci¨®n neofascista del ucranio Batall¨®n Azov. En algunas zonas del Reino Unido, Pa¨ªses Bajos, Bulgaria y Hungr¨ªa, las fuerzas de seguridad tienen localizados campos de entrenamiento de grupos neofascistas.

Seg¨²n un estudio llevado a cabo por la Fundaci¨®n Rosa Luxemburgo, solo en Europa existen 410 grupos, asociaciones o movimientos vinculados a la ultraderecha o a la extrema derecha, un n¨²mero que ha crecido de forma exponencial en los ¨²ltimos a?os y que amenaza con no dejar de hacerlo. ¡°No es cuesti¨®n de si ocurrir¨¢, es cuesti¨®n de cu¨¢ndo¡±, afirma un miembro de la Polic¨ªa Nacional en referencia a un eventual acto terrorista. ¡°El panorama no es muy alentador y, desde luego, solo con la lucha policial no va a ser suficiente¡±.